Morrigan se giró hacia el Eluvian, sin perder la hiel de la sonrisa. Se habían detenido todos ante el artefacto, ahora inactivo. Ella levantó los brazos, simplemente, hacia la luna pulida de sinuosos reflejos, y el espejo reaccionó.
Los colores que Miron y Aisha habían visto antes volvieron a bailar en su superficie, indicando que había sido reactivado. No era como los que habían atravesado los terrestres, aunque quién sabía, la fisura de energía que se los había tragado podía haber enmascarado el efecto. O... su propia inconsciencia.
Fuera como fuera, el Eluvian refulgía, con una implícita invitación. Morrigan echó una última mirada de soslayo hacia la bruma azul del Cruce de Caminos y emitió un suspiró casi imperceptible. Y tras un breve gesto de asentimiento hacia Solas, a quien, sorprendentemente, guiñó además un ojo, se adentró en el magma de colores.
Todos la siguieron uno a uno. Unos con más decisión, otros con más miedo. Pero uno tras otro dejaron atrás el mágico lugar, para enfrentarse a los problemas que les esperarían en Thedas, sin duda ninguna.
El último fue Solas. Y su última mirada fue para otro Eluvian, uno enorme, y alejado...
Seguimos en "Skyhold - Interior".