Partida Rol por web

Os reunís con vuestro contratador una semana más tarde cerca de la frontera sur de Anrea.

El viaje hasta allí transcurre sin incidentes dignos de mención: habéis dado un rodeo en torno a la grieta y, sorprendentemente, las fuerzas de la oscuridad os han dejado tranquilos. Ha habido días, incluso, en los que el sol ha podido brillar brevemente entre los eternos nubarrones grises. En ese tiempo, aprovecháis para dormir por las noches, comer y beber en las posadas y recuperaros de vuestras heridas. Guelder, considerando que ya ha pagado su deuda con vosotros, se despide al poco de dejar el complejo subterráneo.

Bachim el Alquimista os espera sentado en el tronco caído de un árbol muerto: se trata de un hombre de avanzada edad vestido con amplios ropajes, calvo, con un poblado bigote y un parche sobre el ojo izquierdo. Físicamente, no impresiona mucho.

NOTA: en el avatar se ve claramente que el ojo malo es el otro.

El dragón que ha venido con él, en cambio, impresiona bastante más.

La monstruosa criatura os observa desde lo alto de unas rocas. Sus enormes alas crujen cada vez que se mueven y son tan grandes que tapan el sol. Está cubierto de escamas azules que parecen duras como el acero. La respiración del dragón resuena como las chimeneas de un volcán. Os cuesta apartar vuestra atención de él.

-Juraría que erais más cuando os recluté. ¿Ha sido una búsqueda peligrosa? Bien, eso hará la recompensa más dulce: al fin y al cabo, tocáis a más para repartir.

Y muestra una abultada bolsa.

-¿Tenéis el fragmento?

_ Estamos vivos y aquí estamos, no? Tal y como acordamos._ El gargantuesco dragón no lo intimidaba, ya se había enfrentado a la muerte varias veces en poco tiempo, y esa sería una forma bárbara de morir. Más que eso, estaba harto de que lo tomaran por tonto, cierto es que había que explicarle las cosas varias veces pero lo normal era que lo pillara a la cuarta. Y ese hombre que tenía enfrente podía haber evitado las muertes de sus compañeros si les hubiera dado toda la información.

_¡¡¿¿Repartirnos el pago??!! ¿Crees que eso los devolverá a la vida? Sus espíritus vagarán por ese maldito laberinto por toda la eternidad. Pero dejémonos de charlas de viejas, lo que nos importa..._ Dijo buscando la mirada de aprobación de Zarlene. _Es saber, ¿qué harás con el fragmento? Nos encontramos con otro grupo que también lo buscaban, algo que omitiste a mis compañeros en la reunión, y sus fines eran totalmente egoístas._ ​No olvidemos que él nunca estuvo presente y era la primera vez que lo tenía cara a cara. 

El nómada se quedó esperando, con la mirada fija en aquel hombre y con su mano acariciando el cuerpo de la ballesta que otrora fuese de Dunriq.  

Antes de esta búsqueda, Zarlene se hubiese quedado sin palabras al ver la majestuosidad del dragon pero ahora no. Demasiadas vivencias en un periodo tan corto le habían hecho madurar -Impresionante Bachim, eres una caja de sorpresas- Asiente las palabras de Tunka mientras avanza hasta situarse junto al bárbaro -Hemos tenido valiosas pérdidas, irreemplazables, amigos que se han quedado en el camino para conseguir el amuleto. Salvar al mundo era su objetivo y el nuestro- Realiza una pequeña pausa para dar mayor dramatismo al sus palabras -Y estoy segura que también es tu objetivo

Bachim frunce el ceño:

-Era una búsqueda peligrosa y estabais al tanto de ello: no habría contratado a un grupo armado si el fragmento hubiese estado expuesto en un sitio en el que cualquiera podría encontrarlo, ¿no os parece? Al fin y al cabo, si hubiera sabido dónde estaba, lo habría ido a buscar yo mismo.

Inspira profundamente:

-El talismán de Kauldros es una reliquia de enorme poder. Eso hace que muchos anhelen poseerlo, la mayoría con fines poco honestos. Hombres sedientos de poder, aventureros hambrientos de fortuna, hechiceros con ansias de grandeza... El que reúna las tres partes del talismán tendrá a su disposición un artefacto de capacidades sencillamente inimaginables. Thanatos puede ser devuelto al inframundo con facilidad, estoy seguro de ello.

Deja la pesada bolsa en el suelo. Hace ruido de monedas entrechocando.

-Aquí hay cien gelds anreanos para repartir entre vosotros dos. Eso son cincuenta gelds cada uno. Podéis vivir durante un año con ese dinero o marcharos de las Tierras Fronterizas: hay sitios más hospitalarios. Anrea, por ejemplo, podría tomaros a mi servicio y daros un trabajo más permanente. Me vendría bien gente como vosotros. Pero todo eso es pura especulación: el fragmento, por favor.

El deseo de Zarlene es cerrar la grieta y para ello deben reunir todos los fragmentos. Es una tarea ardua y complicada sobre todo si Tunka no quiere realizarlo -Di mi palabra a Tunka, lo seguiré allí donde se dirigía, le ayudaré en su cruzada-
Altiva y segura de sí misma, la hechicera con voz firme asevera que mantendrá su promesa. Mira la Bárbaro esperando su decisión y entregándole el amuleto -Tunka, este fragmento te pertenece. Haz lo que quieras y yo, como te dije, te seguiré. Podemos trabajar para él o seguir nuestro camino pero da lo mismo la eleccion porque de mi no te libras-

_ Muy bien, pues que así sea Zarlene._ Por primera vez desde hace mas de un año que se conocieran, Tunka la llamaba por su nombre de forma honesta. _Aquí tienes._ Arrojó el pedrusco a las manos de su contratista. _Pero no va sola. Dónde ella vaya, nosotros la acompañaremos. Tomamos vuestra oferta._ Dijo solemne. Juró ante los ancianos que no regresaría hasta restaurar la tierra. Ese era su peregrinaje de jabato. 

No le agradaba ese tiparraco, pero lo necesitaba. _Tan sólo una pregunta y una petición._ Sin esperar respuesta prosiguió. _¿A qué orden pertenecéis, como mago? y dennos unos días de merecido descanso, antes de presentarnos nuestro  próximo encargo._ Cambiando una vez más a un estado cuasi cansado, de toda aquella parafernalia.

Habían cumplido su parte, pero aún quedaba mucho por delante después de todo lo que sabían ahora. Tenían que llegar hasta el final, y asegurarse que esa bestia pise la tierra desterrando el portal para siempre. 

El guerrero errante mesó su barbas en un gesto pensativo y dijo:

_Podrá encontrarnos en Zihurí, una pequeña ciudad al noroeste de aquí..._ Concluyó esbozando una amplia sonrisa.  _...Pregunte en "La sirena en llamas".

Mientras la noche pasa entre jarras llenas y jarras vacías, Zarlene entabla conversación con un viejo bárbaro. Dice haber viajado mucho por los reinos vecinos, Anrea, Yuria y Rastania. Aunque mucho de lo que cuenta son exageraciones, las cejas de Zarlene se alzan cuando el viejo menciona el Talismán de Kauldros:

-En el corazón de Anrea se alza la Montaña de los Enanos. Hace siglos que los enanos desaparecieron pero mientras vivieron allí, la horadaron hasta las raíces. Sí ,crearon muchos objetos maravillosos y extraños. En lo alto de la montaña se dice que hay un salón protegido por trampas y estatuas guardianas. En el centro de ese salón hay un hueco tallado en el suelo donde se puede encajar una joya redonda, un talismán forjado por Kauldros, el Primer Herrero. El talismán se perdió hace siglos pero la leyenda cuenta que el que logre reunir todas sus partes y encajarlo en ese hueco logrará la INMORTALIDAD...

La historia continúa durante horas hasta que Zarlene se derrumba borracha. Cuando despierta a la mañana siguiente, descubre con horror que le han robado la bolsa con todo el dinero...

-Es un inmenso placer conocer a un Jabalí de Hierro. Permita que le pague una bebida. 

Tunka está algo ausente. No le gusta Bachim y no le gusta la respuesta que le dio. Aún así, el relato de sus aventuras le ha valido un interminable suministro de bebidas para esta noche.

"Un Señor de los Dragones"

El que le habla es un joven de cabellos rubios. Ni siquiera tiene barba pero muestra una gran cantidad de cicatrices. Lleva un chaleco de cota de mallas con el emblema de la espada y el hacha cruzadas.

-Me llamo Orlik. Soy un portaescudos al servicio de los Caballeros Pantera del Rey Rastan. Mi señor está necesitado de hombres valerosos para las filas de su ejército pues mi tierra, Rastania, está a punto de marchar a la guerra con los trasgos. El enemigo se cuenta por miles y hay grandes oportunidades de gloria y botín para guerreros valerosos como vos...

Abre lo ojos no sin dificultad -Me quiero morir, vaya dolor de cabeza. No vuelvo a beber- En su última aventura ha madurado y esto se hace latente cuando busca su bolsa de dinero para ver qué desayuno tomar. Con resignación y un encogimiento de hombros, la hechicera es consciente de que le han engaño -¿Sería cierto lo que el viejo bárbaro me contó? Decidida va en busca de Tunka, debían contárselo, él sabría que hacer. Seguramente nuestros pasos se dirigiesen a ese lugar pero quien sabe lo que el bravucón podría hacer -Seguro que lo encuentro desnudó en un lecho caliente y solo. Sin el dinero que alguna joven le habrá quitado- No puede evitar sonreír ya que también Zarlene se ha quedado sin monedas ¿Tunka?- Golpea con los nudillos la puerta -¿Estás ahí? Vamos holgazan ayer me enteré de algo interesante...

Unos alaridos desde detrás de la puerta despiertan a Tunka. _¡¡Ya voy, ya voy!! ¡¡Por Groz, ya puede estar lloviendo azufre hirviendo o quién sea que me esté despertando se enfrentará a la furia de un Jabalí de Hierro!!_ El bárbaro abre la puerta llevando tan sólo su collar. Detrás de él, se puede observar los cuerpos desnudos de dos señoritas que aún duermen en el camastro, el cual no resistió ni el peso ni el ejercicio nocturno. Las patas están partidas y el jergón rajado llenando el suelo de la habitación de paja seca.

_¡¡Ah, pero si es mi grano en el culo favorito!!_ Dijo frontándose la cabeza con una mano, intentando despejar la resaca de la noche anterior. _Bien, tienes información... Muy bien hecho_ Dijo sarcásticamente. _A mi también me contaron cosas interesantes, pero ni creo que se me olviden ni creo que los problemas se esfumen por tomarnos el tiempo necesario para desperezar._ Mientras hablaba, volvió a entrar en la habitación tal y como Groz lo trajo al mundo, se acerco a una palangana que tenía sobre una mesita al lado de la ventana. Añadió agua fría e introdujo su cara todo el tiempo que pudo aguantar.

Con el agua recorriendo su torso, se acercó nuevamente a la puerta y le dijo a Zarlene: _ Anda Agitavaritas, se buena y ve pidiendo un copioso desayuno. Yo bajaré enseguida, antes tengo que despedirme de estas señoritas como un buen caballero._ Y mostrando su mejor sonrisa, cerró la puerta en los morros a la atónita maga.

Tras la puerta podía escucharse a Tunka soltando chascarrillos jocosos, que fueron bien hallados por las mozas. _ Buen día, mis artesanas. Necesitaría una vaina para mi mandoble, ha sido un frío despertar y el calor endurece el acero..._

Si, claro iré a por el desayuno- Con palabras titubeantes Zarlene dio media vuelta en dirección al comedor. Dio varios pasos antes de comenzar su regreso hacia la habitación del bárbaro. Era consciente de cómo vivían los bárbaros, de lo que los hombres buscaba y deseaban pero verlo era diferente. Tocó nuevamente la puerta de la habitación -Tunka... Quería decirte... No tengo dinero, ayerr me desplumaron- La hechicera habalaba mientras con su mano izquierda se tapaba los ojos para no volver a ver los atributos de Tunka. Tenían una buena amistad, era simpático pero no quería estar constantemente viéndolo desnudo.

Entre los sollozos y jadeos, repiqueteos y golpes a la pared, sobresale nuevamente la voz de Zarlene. El bárbaro levanta a una de las mozas y la acomoda a un lado, mientras la otra lo monta como a un semental encabritado. Entre suspiros y risa floja, atiende a contestar. 

_No te preocupes por la plata y encarga viandas calientes. ¡¡Y si no es oro lo que sólo buscas, deja ya de molestar y únete a la fiesta matinal!! ¿O es qué esos libros y un plato de gachas, es lo único que necesitas para satisfacer tu apetito?_  La voz de Tunka fue cortada por los "cállate ya", los "no pares" y los "ahora me toca a mi". 

No, no, yo no...- Ruborizada por la sugerencia de Tunka, se giró y más rápida de lo que admitiría, fue en dirección al comedor -Él ha pensado, él quería... No seguro que aún estaba borracho- Zarlene pide dos buenos desayunos y remueve lentamente sus gachas en el cuenco de madera a la espera de la llegada de sus amigo -Maldito bárbaro ¿Como voy a mirarla a la cara ahora?- Baka el rostro mientras nota como el calor asciende por su cuello hasta sus mejillas. Una temperatura aumentada no por el calor de la comida sino por la vergüenza que siente o que mejor dicho, sabe que va a sentir en cuanto vea a Tunka para poder contarle lo que ha averiguado. En la Montaña de los Enanos, en Anrea, es donde debemos depositar el talismán una vez que esté completo.
Un suspiro deja ver la pesadez de la hechicera -Ahora no podrá pensar, la sangre la tiene en la entrepierna