Cuando los huéspedes terminaron de acomodarse y el castillo comenzó a quedarse en silencio, Alys caminó por el pasillo iluminada por la escasa luz que entraba por las aspilleras y la que proyectaban las antorchas. La habitación de sus padres se encontraba al fondo, no muy lejos de donde se encontraba, así que no fue un paseo tedioso ni vio mucho más del castillo de lo que ya había visto.
A la puerta salió a recibirla un sirviente cargado con ropas sucias para lavar. Hizo una reverencia y siguió su camino dejando vía libre a la noble. Dentro, su padre arrancaba unas uvas de un frutero y su madre ordenaba la ropa en el armario.
BOOM.
Alys estaba tan sorprendida de ver a su madre haciendo la tarea de un sirviente que estuvo a punto de olvidarse de saludar con una reverencia. Había aprendido que la cortesía era a la vez la espada más afilada y el escudo más robusto, pero si aquella visión no era capaz de hacer una grieta en su escudo, nada podía.
Tan pronto como se hubo quitado el protocolo de en medio corrió junto a su padre como si tuviera cinco años y acabara de hacerse un raspón en la rodilla. Se sentó y movió el frutero para colocarlo entre los dos, y se metió una uva en la boca mientras esperaba a que su padre preguntara.
Lord Amos sonrió nada más verla. Era una de esas expresiones que hacían que Alys no tuviera dudas sobre el afecto que su padre le tenía.
-¿Te puedes creer que tu señora madre ha echado al servicio?
-¿Servicio? -respondió Lady Gloriana desde lo lejos y sin levantar la vista de lo que estaba haciendo-. He visto porqueros con las manos más limpias. Se nota que nadie suele llegar tan arriba en la montaña, porque por el olor de los muchachos y las muchachas creo que han cogido vaquerizos y los han vestido con recortes de cortinas.
-Yo creo que iban muy elegantes. En fin, cielo -Lord Amos apoyó la palma de su mano en la mejilla de su hija-. ¿Y bien? ¿Te has instalado ya? ¿Qué tal es tu cuarto?
-Es muy frío -dijo con un mohín, y suspiró al recordar que debía mostrarse alegre y educada con su padre-. Tengo una vista muy bonita desde la ventana, aunque no es como en casa. El... Un criado -se corrigió, imaginando la cara que pondría su madre si supiera que se le había acercado a hablarle el bastardo del bastardo- me ha dicho que aquí todos se bañan juntos en un agujero en el suelo. ¿Habíais oído alguna vez algo así?