-Tampoco tu acercamiento fue precisamente bueno. ¿Y bien? ¿Qué quieres?
Comienzo a caminar hacia la linde del bosque a esperar a que se decidan de por donde tenemos que movernos con los perros y de paso ganar algo de intimidad, ya que el muchacho quería hablar lejos de oídos indiscretos.
-Mi señora... Aquí es la montaña quien manda y para estar a su altura hay que demostrarlo. La futura señora de Montespino tiene que demostrar que es válida de su puesto.- Miró a Alys mientras mantenía la lanza en su mano-. Cabalgaréis conmigo y mis hombres y estaréis a salvo todo el tiempo.
Alys levantó la cabeza, con la alarma dibujada en el rostro. Se sonrojó de nuevo y cogió la lanza que le ofrecían; estaba claro por la torpeza con la que la sostenía que era la primera vez que sujetaba un arma. La apoyó en el suelo del carro y miró a su alrededor.
-M-me temo que no tengo caballo, mi señor. S-si Symon pudiera prestarme el suyo...
El dorniense frunció el ceño. Miró a Alys, al padre de ésta y luego a Lord Duncan. Después se bajó del caballo.
-Por supuesto, prima. Ven, te ayudaré a subir. -Le sirvió como punto de apoyo y la aupó a la grupa-. Sólo espero que Lord Duncan sea juicioso y no os lleve por donde no podáis transitar...
Desde el borde del bosque con la correa en una mano y rodeado del resto de muchachos miro el espectáculo. Lord Duncan se estaba cubriendo de gloria por mantener las costumbres norteñas.
Igual era porque a ojos de los hombres y los dioses nunca habíamos sido familia, igual era porque siempre he sido algo así como un gesto de caridad ante lo cruel que sería dejarme morir porque mi padre nunca me ha reconocido como suyo, pero lo cierto era, que no entendía del valor de las costumbres norteñas. Una cacería para un hombre y su hija, que ninguno sabe cazar (y probablemente les diera pena la presa). "Sí, Lord Duncan es todo un seductor, es exactamente igual que el escudo familiar."
Le dio la lanza a Gaia para que la sujetara y se bajó del carro con dificultad, debido al volumen de su falda. Trepó a la grupa del caballo, y aunque logró sentarse con cierta dignidad el mérito era, sobre todo, de Symon. Se aseguró de estar bien asentada antes de mirar a Lord Duncan. Necesitó ayuda para asegurar la lanza a la silla de montar, pero después de eso estaba lista para cabalgar junto a Lord Karlyle.
La pelirroja se mantuvo un poco distante de todo hasta que Symon y Alys llamaron la atención sobre cierto suceso que estaba ocurriendo con el bastardo y uno de los hombres del norte. Ella misma tuvo que esconder una risilla con su mano, pues la situación le parecía realmente cómica, algo digno de un lugar ligeramente menos civilizado a lo que estaba acostmbrada, al fin y al cabo se había acostumbrado rápido a la forma de vida de los Norwood.
Pero entonces Alys decidió que iba a hacerle caso a su prometido y tuvo que acompañarla para que subiera al caballo. Sostuvo su lanza y tembló un poco ante el peso de la misma, más por no estar habituada que por dicho peso y se la quitó rápido de encima en cuanto Alys estuvo lista en el caballo.
Morton apretó los labios cuando hablaba el Lord. No dijo nada. Se le daba bien no decir nada. Simplemente miraba a al bastardo como si quisiera asesinarlo. Con odio infinito.
No es una recepción, idiota, es una jodida cacería. El señor y sus invitados tienen que ver un buen animal o dos si es posible, que sean bien fieros, para demostrarse a si mismos que son hombres y señores y pasárselo bien cabalgando por los campos del norte, aunque quizá la única que en verdad se divierta sea Lady Morrigan. Y luego sólo esperan asar la presa en una hoguera y comer un trozo, el más jugoso, el resto tomaremos grasa cruda o carne dura. Y pondremos cara de que está bueno. ¡No es un banquete campestre! ¡La verdadera ocasión social es la caza! ¡Si quieres que salga bien, asegurate de llevar un animal a Lord Karlye y algo fácil a Lord Noorwood. Y ahora que eres un siervo, tendrás que aprenderlo.
Morton se acercó al resto de los mozos. Habló muy despacio, haciendo extrañas pausas. —Explicad... al bastardo como correr detrásss del culo del perro, incluso él sss ssss sa... podrá hacerlo. Ssssólo tiene que evitar que el animal se arroje contra la presa. —No podía hablar muy bien y la furia fue patente en su rostro. —¡Vamos! Los señores están esperando.
Los criados sabían que tenían que rodear la ladera para peinarla y llevar toda la caza hacia donde estarían los nobles y sus caballos. Los nobles estaba hablando y decidiendo que las señoras irían a la caza. Ahora se comprobaría el temple de los sureños.
Morton se había acercado a dar ordenes, de forma tardía e innecesaria, pero al fin y al cabo había sido determinado de forma súbita como mi jefe durante la cacería.
-Vamos, Cincopatas.- Aunque fiero, el perro tuerto me daba pena.- No puede ser muy difícil que no te comas la presa, no tienes sentido de la profundidad.-"Supongo que con otras partes del cuerpo pasa lo mismo." Pienso sonriente a la espalda de Morton mientras abre la marcha y trato de mantenerme al paso del otro muchacho con el que estaba charlado.
"Aunque ahora que lo pienso se guiará por el olfato, ¿No?" Era la primera vez que trataba con un animal que no estuviera dentro de una olla o caminase sobre dos piernas.
en otras palabras, Sara, responde.