Partida Rol por web

Mientras la pantera se lanza hacia Clover para llevarse un cacho de la cazadora a casa, Loki aprovecha para acercarse sigilosamente a lo ninja hacia su hermana, Diane, que yace tirada en el suelo. El animal ni se percata de sus movimientos, y eso que por su tamaño cualquiera no lo vería, demasiado distraída con atacar a los que le han producido tanto dolor físico. La muchacha cazadora opta por enfrentarse a la enorme bestia con su cuchillo de caza y casi no lo cuenta, el cuchillo la salva por los pelos de que le arranquen el brazo de cuajo. No sabe muy bien como lo ha hecho, pero el instinto de supervivencia algo debe de haber hecho. Finalmente, las flechas certeras de Shade, que vacía prácticamente todo su carcaj tratando de alcanzar al felino, hacen que ésta opte por huir finalmente para poder sobrevivir otro día más.

Desaparecida la amenaza, el foco se centra en Loki y su hermana, que apenas parece respirar cuando el muchacho la recoge del suelo. Éste acomoda la cabeza de la chica moribunda en su regazo. Diane parece recobrar la conciencia por un momento, las lágrimas caen de sus ojos, su respiración es lenta, trabajosa y ronca, con algunos pitidos. En su bonito y sucio rostro se nota el esfuerzo tremendo que tiene que hacer en cada bocanada de aire que toma.

-Lo… s-siento… hermann…ito- pausa para respirar dificultosamente y toser. Por la comisura de sus labios carnosos caen algunos hilillos de sangre.

-No… po…dré seguirte… esta vez- sonríe levemente, con sumo dolor en sus ojos. Finalmente hace su última bocanada de aire antes de morir en los brazos de su querido hermano mayor. Todo parece quedarse en silencio con la marcha de la muchacha venida de las estrellas.

Mientras Scott cae en un mar profundo y pesado en la camilla, Finn se acerca a la joven desconocida, que de momento no parece huir de forma inmediata.

-Sois los Niños de las Estrellas- dice en perfecto inglés, aunque le notas algún acento raro en los finales de palabras. Gira su rostro hacia el otro lado y te sigue mirando como si la rareza aquí fueras tú, mientras se acerca poco a poco a ti con las manos alzadas, imitando tu mismo movimiento.

-Pero esto no está bien –dice mirando hacia vuestro techo, el de la lanzadera, y luego hacia los lados –No, no lo está- vuelve a dirigir su mirada directa hacia ti, esta vez hay dureza en ella. Entonces se lanza hacia ti a la carrera, pillándote desprevenido. La chica sale en estampida de la tienda-lanzadera y desaparece de tu vista. Aturdido, en la tienda, con la única compañía de un Scott durmiendo el sueño de los colocados, te preguntas que ha querido decir con todo eso…

Abel, con cara de pocos amigos y mirándote con mucha fijeza, probablemente pensando que si le hablaras en chino mandarín te entendería más, al final con un bufido cede. Asigna a un par de chicos, Lorenzo y Murphy, para que os acompañen en una primera y breve incursión. Se llevan con ellos dos de las primeras lanzas primitivas terminadas por el grupo que se dedica a eso. Te has salido con la tuya pero a saber qué precio deberás pagar en el futuro, pero como se suele decir: eso es un problema de tu yo de mañana.

Y el Sol se pone para todos, justos e injustos, vivos o moribundos, mientras los muertos yacen en la fría tierra, silenciosos. Para ellos no habrá un nuevo día, sólo la noche eterna e infinita.

FIN ESCENA