Partida Rol por web

El plan de Adam había salido a la perfección. Jamás había lanzado un hechizo tan efectivo con tan poco tiempo de reacción. La quimera estaba petrificada y Timothy recuperado gracias al conjuro de sanación realizado por su gemelo.

No tuvo tiempo ni de ponerles al día, de todo lo que había vivido desde su última tirada de dados. Zack realizó su tirada, intentando que pasaran los turnos lo más rápido posible y llegar al final de este juego, que se había convertido en una pesadilla.

Estaban los tres dentro del castillo. Así que no podían escapar de lo siguiente que saliera del tablero. ¿Todas las casillas escondían algo malo? A lo mejor alguna les daba un respiro y podían continuar sin más sobresaltos.

Con la quimera petrificada en el exterior del castillo aquel peligro había desaparecido por el momento. Así que, volvía a tocarle el turno a Zack que lanzó una vez más los dados encima del tablero. El peón se movió excesivamente poco y cayó en la casilla número 11:

Un nuevo verso se materializó en el aire y decía:

Crecen más rápido que el bambú.

Cuidado que ahora peligras tú.

El suelo del castillo en el que se encontraban empezó a agrietarse a gran velocidad, y cuando se quisieron dar cuenta, Zachary estaba atrapado por varias raíces. Una de ellas se movió a gran velocidad y lo lanzó al interior de una especie de planta con cabeza y boca. 

El gemelo cayó en el interior de ésta. Por suerte las plantas carnívoras no masticaban, tan solo te encerraban y con el líquido de su interior te iban disolviendo poco a poco. Iba sintiendo como sus brazos y el resto de su cuerpo se quemaban con la bilis del vegetal, pero aún tenía su varita y a sus compañeros para salvarle. 

Atrapado por las raíces sin poder hacer nada por evitarlo, Zachary se vio lanzado con brusquedad al interior de lo que a todas luces se trataba de una planta carnívora. Ya en el interior de la planta, el muchacho pudo sentir cómo el vegetal comenzaba a disolverlo al estar haciendo la digestión. ¿Era eso lo que sentían los pobres insectos y reptiles que terminaban siendo atrapados dentro de las plantas carnívoras de pequeño tamaño? Tenía que librarse de aquella planta carnívora, fuera como fuera.

Zachary sabía que, estando en el interior de la planta, tendría que reservar todas sus fuerzas para conseguir salir de su interior. Aún contaba con su varita, y suponía que su hermano y Adam le echarían una mano. Solo esperaba que no les diera por utilizar el fuego. Tomando su varita, la apuntó hacia delante, cerrando los ojos, asqueado por la cantidad de bilis que le rodeaba.

-¡Bombarda! -exclamó, esperanzado en que la planta carnívora implosionara con su hechizo.

La situación se complicó de nuevo cuando su hermano se encontraba en el interior de aquella planta, no lo dudó ni un solo instante y avanzó unos pasos hasta una distancia prudencial porque esto se pondría demasiado difícil. Ya con la varita apuntando hacia la planta que no reconoció de buenas a primeras, expresó:

—¡Chorro de llamas! 

En su mente aquello era jodidamente sencillo, a las plantas jamás les hacía gracia el fuego y la intención de Timmo era quemarla al completo. Quizás cuando sienta el ardor escupiría a su hermano, quien sabe. La cuestión era ayudarlo y no cesaría en sus intentos de lograrlo. 

Para desgracia de Adam y sus compañeros, el juego siguió haciendo de las suyas y apareció, lo que era sin ninguna duda, una planta carnívora. Esta vez al que atacó fue a Zack, engulléndolo casi por completo.

Adam dudó que hechizo sería el más conveniente para librarse de esta nueva amenaza, ya que esta vez, Zack estaba metido dentro de la planta. Tenía claro que el fuego sería efectivo, pero no sabía el daño que podría causar al gemelo atrapado. Mientras pensaba que hechizo lanzar, Tim lanzó un chorro de llamas, antes la sorpresa de Adam.

No podía creer que no pensara ni un segundo en la seguridad de su hermano. Pero del mismo modo, era lo que él hubiera hecho. Eso sí, si nadie estuviera en peligro. Terminó por decidirse y lanzó el mismo hechizo.

-¡Chorro de llamas!

Apuntó con la varita a la planta, intentando que las llamas no afectasen a Zack

Adam y Tim lanzaron un chorro de llamas sobre la planta carnívora al tiempo que Zack lanzaba un bombarda desde su interior. En ese momento la planta no pudo sentir tantos ataques a la vez y tuvo que escupir el cuerpo del alumno que se había tragado.

Habían logrado rescatar al gemelo, pero el terreno del jardín seguía creciendo a gran velocidad y convirtiéndose en una selva peligrosa. Lo más sensato sería salir corriendo de allí esquivando las enredaderas y las lianas asesinas que trataban de atraparles.

Un suspiro de alivio se escapó en los labios de Timo porque era el momento de rescatar esta vez a su hermano y lo bueno fue que entre todos se logró el cometido, pero aquella planta no daría tregua a nadie. Así que rápidamente gritó para alertar a sus compañeros. 

—Vamos, andando. ¡Andando!

Y sin más, cogió a su hermano del brazo para tironear de él así no se quedaba atrás. No permitiría que le suceda algo a su gemelo, era una parte importante de su vida y nunca, pero nunca lo dejaría solo. 

Viéndose liberado de la planta, Zack supo que no podían perder más tiempo y poner toda distancia posible con aquella selva en la que no solo había plantas carnívoras, sino multitud de lianas y enredaderas que ahora trataban de agarrarlos. Cubierto por la bilis de la planta carnívora, Zack comenzó a correr junto a su gemelo para alejarse cuanto antes de las plantas que pretendían agarrarles.

-¡Vamos, Adam! ¡Corre, no te quedes atrás! -le gritó a su compañero, sabiendo que la mejor forma que tenían de sobrevivir era si se mantenían unidos.

Adam observó como la planta escupía a Zack. Disparar fuego había funcionado y lo más importante, no había causado ningún daño al gemelo que había atrapado.

Pero ahí no había acabado todo, las plantas estaban extendiéndose y atraparían cualquier cosa que estuviera a su alcance. No quedaba más remedio que correr para alejarse de aquella selva improvisada. Adam echó a correr trás los gemelos, evitando que le agarrasen aquellas cosas. De algo tenía que servir entrenar casi todos los días atletismo. Ya podría decir que el atletismo le había sido de utilidad en su vida.

-Os sigo de cerca. ¡Salgamos de aquí cuanto antes!

Corriendo y dando saltos con gran agilidad, los alumnso de Hogwarts dejaron atrás el terreno del castillo que se había convertido en una selva. Ahora en su interior se encontraba la quimera petrificada y también los murciélagos inmóviles. Corrían peligro pues ahora no podían controlarles desde lejos y no sabían cuándo se acabarían los efectos de los conjuros que habían lanzado.

Lo único que podían notar era que el sonido de tambores procedente del tablero volvía a retumbar por la zona. Era el turno de Timothy, pues el de Sigma ya se había pasado y no parecía haber ni rastro de ella.

Por fin tenían un momento de paz, si bien Zack sabía que solo era cuestión de tiempo que otro desafío tan peligroso como la quimera hiciera acto de aparición. Era el turno de su turno, por lo que dejó que fuera Timothy quien se ocupara de lanzar los dados, mientras que él se aproximaba a Adam con una duda en mente. Desde que el chico había regresado no habían tenido oportunidad de intercambiar más de algunas palabras con él.

-Adam, cuando desapareciste, ¿estabas solo? -le preguntó, intrigado-. ¿O estaba Sigma contigo? Ella desapareció después de ti, pero no ha regresado.

Ya la calma reinó un poco en el ambiente aunque aquello no significó que estén fuera de peligro, aún así los tambores lo llamaron y ahí cayó en la cuenta Timo que debía lanzar los benditos dados. Por ello se acercó al tablero un tanto preocupado y al coger los dados, los batió entre sus manos mientras le dejó un cálido soplido a modo de cábala. 

—Ahí van, a ver. 

Y los lanzó, era un 10 y considerando que estaba en la casilla 15, no le quedaba tanto para sortear del tablero. Más allá de que no sería nada fácil llegar a la meta, no sólo por lo que provocará su tirada sino por sus mismos compañeros que también deben hacer lo mismo. Así que por ello se mantuvo con la varita en la mano mirando los alrededores, podía pasar cualquier cosa en verdad.