Partida Rol por web

Parecía que el hechizo había funcionado, o al menos en parte, la mantícora estaba reduciéndose, sin embargo, no fue lo suficiente y le lanzo un mordisco, pese a su tamaño aquella criatura seguía siendo peligrosa, Gina estaba realmente concentrada en aquello, a fin de cuentas, se estaba enfrentando a un ser que incluso a magos expertos les costaba derrotar y ella solo era una estudiante. Escuchaba los gritos y lo que pasaba cerca con la planta y Persefone, pero no podía distraerse, estaba realmente ocupada:

Maldita sea…

Fue justo cuando la mantícora le lanzo un mordisco dirigido al brazo donde tenía la varita, por suerte Gina estuvo atenta y pudo reaccionar a tiempo para esquivarlo, dando un paso atrás. El hechizo parecía que funcionaba y si algo funcionaba era mejor seguir usándolo, así que no lo dudo y volvió a lanzarlo en dirección a la criatura mágica

Reductio

Los gritos y las lágrimas de Perséfone golpearon muy fuerte en el ánimo de Demetérida que era un remolino de emociones,  miedo, furia, dolor, confusión y llanto. El hechizo había resultado tal y como ella lo esperaba y había liberado a su hermana de aquel mortal encierro, pero apenas había durado lo que un suspiro.
—¡Perséfone! —exclamó.
Pese al embrujo de repugnancia, aquella horripilante criatura atacó a la gemela y la tragó, otra vez. Quizá la culícida apariencia de Perséfone atraía a la planta mucho más que la de cualquiera de las jóvenes brujas, lo cual tenía cierta lógica. Pero Demetérida no lo sabía a ciencia cierta, salvo que aquello se estaba transformando en algo verdaderamente irritante. Muy irritante. Y estaba encegueciendo de furia a la pequeña Winland...
—¡Relashio! —invocó otra vez el embrujo de repugnancia, con la esperanza de que en esta ocasión tuviera un efecto más poderoso y prolongado. —¡Que sueltes a mi hermana te dije! —gritó. Luego de que Perséfone se liberara de aquel engendro vegetal, y tras apartarse unos pasos, Demetérida intentó quemar a aquel incordio disparando una corriente de fuego púrpura desde la punta de su varita, pero el hechizo no hizo el efecto deseado y apenas brotaron unas deslucidas chispas violetas.
—¡No, no y no! —maldijo (o lo intentó), más con el tono que con las palabras porque su excesiva corrección le impedía hacerlo. Volteó la mirada hacia la Ravenclaw, y exclamó: —Uzma, ¿crees que puedas encargarte de ese molesto vegetal mientras curó a Perséfone? Luego me encargaré de tus heridas —afirmó, mientras apartaba a su muy maltratada hermana lejos de aquellos horrores.
Casi a los empujones, alejó a Perséfone de aquellas horribles criaturas y de la tentación de meterse en más problemas de los que ya tenía y se dispuso a curarle las heridas, ante todo aquel tajo que la quimera le había abierto en ¿la espalda? Mmmm... en el dorso, mejor dicho. No creo que los mosquitos tengan una espalda, propiamente dicho.
—Te curaré las heridas. Quédate quieta y callada, Perséfone.  —Misión imposible, pensó. Y alzando la varita, exclamó: —¡Episkey!
Por otra parte, estaba el "pequeño" problema de la quimera. Por mero instinto de supervivencia, Demetérida se había ubicado junto a Perséfone lo más apartada de aquel engendro mitológico,  dejando atrás a las demás. (Por cierto... ¡Gina! ¿Cuándo había regresado? Entre tantas desventuras, Demetérida no se había percatado de su presencia.) Gina intentaba reducir de tamaño a aquel monstruo, pero Demetérida no creía que aquello sirviera de mucho. Aún con el tamaño de un gato podía lastimarlas, ¿acaso no lo habían hecho los murciélagos? Y ellos eran muy pequeños en comparación a la quimera. Aunque lo más preocupante era la temeridad con que la joven bruja  se enfrentaba, varita en mano, a aquellas temibles garras. ¿Esquivaría Gina un nuevo ataque?
Atemorizada, Demetérida desvió la mirada y se concentró en las heridas y quemaduras de su hermana. Pero, aunque lo intentara, no podía dejar de pensar en cómo deshacerse de la quimera...
—Quizá con un...

La planta carnívora volvió a tragar una vez más a la niña-mosquito que tenía delante. Mientras tanto, Gina intentó lanzar de nuevo el conjuro de reducción pero la quimera lo vio venir y de un fuerte manotazo le golpeó en la varita y el rayo en lugar de dar sobre la criatura mágica dio sobre Gina convirtiéndola en una niña que apenas medía unos centímetros. 

Mini-Gina desapareció de la vista de todos y se perdió entre las plantas del jardín de Hogwarts. Desde ahí podía contemplar lo que les estaba sucediendo a sus compañeras.

Perséfone se puso a golpear la planta mientras que su hermana volvía a lanzar el embrujo de repugnancia provocando una vez más que la planta escupiese a su hermana. Demétrida pensó que aquel era un buen momento para curar las heridas de su hermana, pero se equivocaba y es que la ya-no-tan-grande quimera se abalanzaba sobre su hermana y ella.

Además, Gina había desaparecido. No había ni rastro de dónde se encontraba y daba la sensación de que la quimera la hubiese engullido en el rato que habían estado tratando de liberar a la chica-mosquito.

Uzma ya no sabía gracias a qué hechizo la planta carnívora había escupido a la otra Slytherin. A la vez que Uzma había lanzado uno, Gina y Deme también habían hecho lo propio con los suyos. Pero sí sabía, a juzgar por el inmutable tamaño de la planta, que su Reduccio no había funcionado. 

Uzma analizó el campo de batalla con toda la rapidez que la situación le permitía. La quimera seguía siendo un peligro, cuyo tamaño poco a poco se reducía, pero no lo suficiente para frenar su mordisco a Gina. Demetérida parecía estar a salvo, ninguno de los monstruos se había fijado en ella. No como Perséfone, todavía al alcance de las plantas que acababan de escupirla.

Atacar a la mantícora, a las plantas, correr a apartar a Perséfone, correr en la dirección opuesta... muchas opciones se le pasaron por la mente pero ninguna llegó a realizar. En lo que apenas había sido un parpadeo para Uzma, toda la batalla había cambiado. Solo Demetérida y las bestias estaban ahora en su campo de visión. Y porque al menos sabía donde estaba Perséfone.

-¡¿Gina?!-gritó a la vez que giró hacía la quimera con la varita levantada. Alguien debía cubrir ese frente, sobre todo si, y Uzma no quería pensarlo, le había pasado algo a la chica por culpa del monstruo.-¡Immobulus!

Perséfone había vuelto a quedar dentro de la planta carnívora, así que no pudo ver cómo Gina se convertía en una mini versión de sí misma. De lo contrario habría podido hacer algún chiste al respecto, no para humillar a su compañera pues la Slytherin era bastante simpática, si no para poner un poco de humor a las grandes desgracias que estaban aconteciendo, y quitar importancia al maldito juego, pues de esta manera podrían relajarse y actuar a conjunto, para buscar una solución viable ante el hecho de que no parasen de salir criaturas malvadas a través del tablero.

Pero no, la torpe de las Winland estaba dentro de aquel organismo vegetal, preguntándose el porqué todas las plantas se nutrían del sol y del agua y ésta necesitaba su esencia para quedarse satisfecha.

- ¡Demeeeeeeeezzzzzzzzzz!....¡Ezto quemaaaaaaaaa! - Volvió a chillar, momento que aprovechó su hermana, bendita fuera ella, para volver a hacer magia y  hacer que la planta la escupiese por segunda vez, mientras Perséfone se mantenía rodeada por una baba pegajosa, pestilente, verdosa y ácida adherida a su piel. Definitivamente, el Felix felicis no valía para nada, o quizás sí, aún estaba viva, no había que dar por perdida la batalla contra Jumanji.

Su hermana, siempre encantadora, se molestaba en curarle las heridas, y buena falta le hacía, le dolía todo el cuerpo, el ácido de la planta carnívora le habían producido costras en algunas zonas de su piel. Las heridas escocían y su aspecto amosquitado parecía empeorar, mostrando la peor versión de sí misma.

La quimera, a pesar de ser una versión un tanto reducida de lo que inicialmente era, se abalanzó sobre las dos hermanas, pero esta vez Perséfone, con varita en mano, ejecutó un hechizo de los últimos aprendidos en clase, uno que podía darles un respiro durante un buen tiempo en el caso de que fuese efectivo.

- ¡Desmaius! - Chilló la joven insecto sin zumbar por un instante. ¿Acaso se estaba recuperando? - Zzzzzzzzzzz - Por lo visto no, aunque había podido controlar un poco el tono de voz - ¿Gina?... ¡Gina! - Clamó la hermana Winland buscando a la compañera que faltaba, creyendo Perséfone de que la quimera se había dado un festín con su compañera de casa, algo que debían remediar.

- ¡Tenemozzzz que abrir a ezzzzta criatura en canal para zzzzzacar a Ginazzzzz! - Exclamó dando una solución brutal a un problema que quizás pudiera solventarse con cierta elegancia, y es que pensar no era su fuerte, de lo contrario habría intuido que deberían haber restos de sangre de la Slytherin en la boca de la quimera, eso sin contar con que su compañera no cabía por el orificio oral de aquel ser de cabeza aleonada - ¿Hay algún hechizo para tranzzzzformar la varita en cuchillo? - Probablemente alguna se planteara lo muggle que parecía mostrarse, a pesar de pertenecer a una familia de sangre pura.

Finalmente habían conseguido hacer que la quimera se desmayase, perdiendo el conocimiento así durante unos segundos. Era el momento de salir corriendo y huir del jardín de Hogwarts que se estaba convirtiendo en una inmensa selva tropical con árboles y plantas la mar de peligrosas.

Debían escapar de allí corriendo y rezando porque nada de aquello les volviese a atrapar como le había sucedido a Perséfone unas cuantas veces.

Mientras tanto, Mini-Gina veía como todo a su alrededor era demasiado grande. Por suerte las plantas ni se habían percatado de ella...

Parecía improbable, pero la quimera se tambaleó, parecía fuera de combate. En otros contextos, este habría sido el momento de vencer al monstruo aprovechando la ventaja. Pero ahora mismo no había tiempo que perder. Plantas y árboles reptaban y se acercaban peligrosamente hacía ellas.

-¡No, tenemos que irnos!-Uzma intentó hacerse oír entre el caos, todavía buscando a su alrededor una forma de escapar. Todavía no se había familiarizado con los campos de Hogwarts, y con la nueva vegetación el paisaje era mucho más extraño. Pero creía recordar la dirección hacía el castillo, y hacía ahí echó a correr. O eso pretendía, pues descubrió que su tobillo se negaba a cooperar. Uzma tiró con fuerza, pensando que se habría tropezado con alguna irregularidad del camino, pero descubrió con horror que estaba atrapado bajo el fuerte agarre de una liana. Y no necesitaba pensar mucho para imaginarse el resto de lianas inmovilizando el resto de su cuerpo, especialmente los brazos y muñecas. Sintiendo pánico al imaginarse tan vulnerable, Uzma decidió adelantarse a ellas y lanzó un rápido hechizo apuntando hacía el suelo, esperando que sirviera para alejar no solo la que la había apresado sino todas las demás que se acercaran:-¡"Hechizo de área"!

Gina había fallado aquel hechizo y lo malo no era eso, sino que ahora era una niña de nuevo, chasquea la lengua mientras ve como todas las plantas empiezan a crecer, escucha su nombre y grita con todas sus fuerzas y ahora voz infantil, pero no sabia si la estaban localizando o no, por lo que simplemente empieza a correr, sin embargo, nota algo, como si algo le atrapase el pie.

¡¡Hola!!! ¡¡Estoy aquí, no puedo veros me ha atrapado una liana!!

Con preocupación mira hacia abajo y puede ver que efectivamente una liana le ha atrapado, con cierta alarma apunta con la varita para lanzar sobre la liana Hechizo reversor de movimiento