Parecía como un extraño sueño. Después de la dura charla con mis padres, el tratamiento y la increíble reacción que tuvo en la enfermedad de mi padre, llevaba demasiado tiempo en Twin Falls. Debía volver a mi vida, o lo que se suponía que era ésta, porque desde todo este asunto parecía insulsa, mentira...
Antes de volver a mi casa, volví a reunirme con Andrew y Melinda. Desde que Zsalz nos dio la cura nos habíamos visto a menudo y me habían presentado a sus hijos y hermana respectivamente, el tema nos había unido aunque no quisiéramos hablar mucho de ello. Ese día, frente a una cerveza sacamos el asunto por última vez, todos habíamos evitado este momento, pero debíamos retornar a una estabilidad y dejar de reunirnos creyéndonos espías. ¿Habríamos hecho bien?¿qué sería de aquella gente?¿Otra dimensión, en serio?
Como siempre, no llegamos a ninguna conclusión, pero hablarlo servía para sentirnos algo más normales, por decirlo de algún modo.
Volé a casa y estuve tiempo pensando en volver al trabajo, pero finalmente lo dejé, los ansiolíticos no me habían abandonado y no me veía capaz de dedicarme otra vez a algo tan...¿simple? Dioses, pasaba noches dando vueltas en al cama pensando en que la realidad no es como pensamos ¡y mis ojos lo habían visto!
Finalmente, tras algunas semanas de demasiadas copas mezcladas con pastillas me levante, me dí una ducha bien fría y me dirigí al aeropuerto vestido con mis botas de monte. Debía volver o enloquecería...
Pasado un tiempo todo el asunto casi parecía un sueño, o un relato de una de esas novelas de ciencia ficción. Había aprendido una buena lección, ahora miraba las cosas con otros ojos.
Los primeros dias de tratamiento los pasaba casi al 100% con mi hermana, supongo que el hecho de que seamos gemelas hace que tengamos un vínculo especial. Si al principio nos parecía que sólo nos unía un mero parentesco ahora podríamos decir que éramos amigas. Después volvimos cada una a nuestras respectivas vidas sólo que ahora no desperciaba ninguna oportunidad de estar más con mi familia y con mis amigos. No me perdía ninguna cena ni ninguna peli, paseaba bastante a menudo y observaba la gente. Y me venían ideas que luego se convertían en bocetos para pasarlos después al 3D material, como decía Tara. Ella me ayudó a hacer una página web donde fotografiaba mis obras y me hacía pasar por una buena escultora. La vida por fin me sonreía y, lo que era mejor, yo la sonreía a ella.
La vida nos trata de forma inmisericorde. Resulta difícil creer en un poder superior cuando el destino te golpea una y otra vez. Pero a veces, sólo a veces, recibes un regalo. Eso había sido la oferta de Zsalz para Andrew, George y Melinda, la ocasión de hacer un poco más por sus seres queridos… y por sí mismos.
Las semanas hicieron que las suspicacias desaparecieran: el empresario cumplió su palabra religiosamente, y el tratamiento dio lugar a la mejoría, a la desaparición de aquél mal de nuestro tiempo. No mucho después de aquello comenzaron los rumores de que su compañía iba a comercializar un producto revolucionario… y la gente no sabía cuánta razón tenían esas aseveraciones.
¿Hasta dónde llegan las fuerzas que uno saca del dolor? Para los tres la respuesta había sido unánime: hasta donde hiciera falta. Pero no eran los únicos que se lo habían cuestionado, como se descubriría años más tarde…
Porque Zsalz no estaba dispuesto a detenerse ante nada ni nadie para traer a su hijo de vuelta. Su dolor era tal que removió cielo y tierra hasta reconstruir su máquina, y hasta encontrar de nuevo el lugar donde su otro-yo le había arrebatado lo que era suyo.
Pero no era el único dispuesto a luchar por lo que cería: al otro lado, Arnold Keller protegía su imperio, un imperio cimentado sobre un único objeto: la máquina que años antes habían utilizado para traer al hijo de Zsalz desde otra tierra, la misma máquina que mantenían sintonizada, buscando otras tierras, y así copiar sus avances tecnológicos. Keller había convertido su mundo en un lugar próspero donde la tecnología era la mejor posible, literalmente, y cuando Zsalz comenzó a enviar a agentes preparados para recuperar a su hijo Keller convenció al gobierno que ésa era una amenaza que debían repeler…
Pero no se quedó ahí. Keller acudió a la Casa Blanca y pronunció un conmovedor discurso en el que clamaba por la existencia de tierras alternativas manifiestamente peores, donde la moralidad no tenía lugar y todos sus habitantes eran reprobables… lugares que no se merecían los recursos naturales que disfrutaban… y en cambio, ellos sí.
Pero nada de esto se sabría, hasta mucho más tarde, en la tierra donde Andrew, George y Melinda disfrutaban felices con sus seres queridos. La primera señal vino años más tarde, con el ruido de unos extraños aviones recorriendo el cielo, aviones que parecían de Ciencia Ficción, y con ellos una guerra de destino incierto…
Cuando uno está dispuesto a llegar hasta donde haga falta debe vivir con las consecuencias.