Partida Rol por web

No tendremos más remedio que bajar a inspeccionar esas luces. La mochila es extraño y, no dejaré la opción de investigar este oasis.

Parecía que habíamos atravesado algo que nos hubiera llevado a otro mundo. No tenía nada que ver con lo que había detrás nuestro en la cueva y no parecia que el ogro entrara allí muy a menudo, así que estabamos a salvo allí. Eso no era tampoco demasiado cierto. No sabíamos qué nos podría esperar allí, pero seguramente sería mejor que el ogro.

Bajemos. Alguien tiene que explicarnos qué hace un vergel como este aquí dentro de la cueva. Quizás haya alguna construcción.

-Podemos bajar a investigar, pero no perdamos demasiado tiempo - indicó mientras recogía la máscara de manos de la doctora - No estamos solos*

Sacó una cuerda de su mochila, buscó donde fijarla, y la extendió hacia abajo. Apoyándose en el borde comenzó a bajar. 

-Iré primero. Os haré señas desde abajo si es seguro. 

Dedicáis unos momentos de calma y concentración a fijar bien la cuerda por la que Uxía va a descender por la grieta hasta recuperar la mochila, así que cuando llega el momento, desciende nerviosa, pero confiada. Los apenas doce metros de bajada se hacen eternos. Los rugidos aumentan en intensidad, y un hedor conocido se hace manifiestamente más intenso. Ya casi está...

- ¡Listo! ¡Subidme! - Exclama la criptozoóloga.

Justo cuando el aviso se esparce por la grieta, los puntitos luminosos se agitan, los rugidos aumentan en intensidad y... De la oscuridad de abajo suben trepando por la pared una gran cantidad de ogros. Los puntitos luminosos son ahora sus ojos fijos en Uxía, convertida ahora en comida colgada de una cuerda, y en su rostro, unas feroces fauces abiertas. Ogros de diferentes tamaños y tonalidades de negro y gris. Decenas de ellos van hacia ella. Todos con un mismo objetivo: devorarla.

¿Ogros?  ¿Una población que convivía, y se comía, a los humanos trogloditas?  ¿Una cadena alimenticia?  ¿Una especie en divergencia de los que cayeron de este paraíso subterráneo, a sus partes más oscuras? 

¿El ogro de afuera es uno que logró subir, usando alguna cuerda del mochilero perdido?  -  ¿O se comió a humanos y "absorbió" su escencia, lo que le permitió salir? ¿Un shaman?  

Decenas de hipótesis subían a su cabeza, ¡como esos ogros que suben a la cornisa!

Su instinto fue doble.  La luz los deslumbraría.   Así que puso en el suelo como de rayo su antorcha más poderosa, la que usaban para llamar a los helicótperos de Alma Mater cuando llegaba, y rotándola sobre su base apuntó hacia ellos, tirando una bengala para que echara chispa en la cornisa de la que escapaba Uxia.   Se paró al instante a tomar la cuerda y comenzar a jalar con toda su fuerza, uniendo los músculos de una arqueóloga acostumbrada a escalar a la voluntad de una persona que no piensa dejar morir a otra su compañera. 

¡Uno, dos, tres, Threkor, ¡Arriba!!  -coordinando con su amigo la fuerza para ser más eficaces.  

¡Uno, dos, tres, ¡Arriba!! 

¡Uno, dos, tres, ¡Arriba!!  ¡Vaaamos!

-¡Oh, joder! - exclamó al ver a todos aquellos ogros subiendo a por ella.

Se agarró con fuerza a la cuerda mientras sus compañeros tiraban hacia arriba. Sujetó la mochila, y trató de además de trepar por la cuerda para subir más deprisa. 

Cogí la cuerda para tirar de Uxía que se encontraba en peligro allí abajo.

¡¡Vamos, doctora!! A la de tres.

Con movimientos rítmicos coordinados, sería más fácil subir a la doctora y ponerla a salvo de los ogros que se amontonaban allí abajo. Parecía que el corría por los túneles no era el único. Lo que daba a pensar era en cómo había subido él ahí. Seguramente habría un camino de bajada que aún no habían descubierto

Uxía sube por la cuerda a una velocidad vertiginosa mientras siente a los ogros acercarse tras ella. En los últimos metros, uno de ellos la agarra por su bota derecha, pero un oportuno golpe con la mochila la libera de aquellas garras que nada tenían ya de humanas. El golpe le hace notar que la mochila contiene algún rocas o algo similar. Finalmente, alcanza el suelo firme con un fuerte y último tirón de sus compañeros que hace que caiga casi sobre ellos. Con algo de alivio en el cuerpo, dejáis las celebraciones para luego y echáis a correr hacia el fondo, por donde entra luz exterior, mientras una horda de ogros manan de la grieta para perseguiros. Ahora que estáis atravesando la monumental cueva a la carrera llena de árboles y hierba, contempláis la cantidad de túneles que hay repartidos por las diferentes paredes rocosas, y en algunos de ellos, ogros que se asoman y, al ver a sus compañeros perseguiros, descienden con una habilidad irreal por las paredes de piedra para unirse a la persecución.

Al fondo, las nubes y el cielo azul de un nuevo día que debe haber comenzado hace sólo unas pocas horas. Cruzándolo, un helicóptero vira en el aire al localizaros y se acerca al agujero en la montaña por el que estáis a punto de salir, una compuerta se abre y allí está Lorena Silva, el ángel de la guarda que siempre llega cuando más lo necesitáis. Reaccionando al momento, lanza varias cuerdas con arneses en los que sujetaros. Con un grito, que logra tapar el ruido de las hélices, grita:

- ¡Os sacaré de aquí, chicos!

De algún lado del interior del helicóptero coge una ametralladora y comienza a lanzar ráfagas contra vuestros perseguidores.

- ¡Ahora o nunca!

Miráis atrás, una última vez, sintiendo que hay secretos que dejáis atrás, que aún no habéis conseguido encajar todas las piezas del puzzle, y miráis al otro lado, donde los arneses cuelgan a la altura de viestra cintura mientras el arma de Lorena Silva escupe balas contra la ingente cantidad de ogros que se avencinan contra vosotros.

- ¡Joder, ¿a qué esperáis?! - Grita Lorena. Es el momento de elegir.

La lógica y marco de decisión bajo riesgo se apelmazaron en la mente de Sharada.  Las ideas eran como gente queriendo abordar el metro cuando ha sonado el pitillo de cerrar.

Si sólo hay un ogro aquí afuera, estos no van a poder subir hasta acá.  

No hay que perder la oportunidad de explorar el sitio. 

Otros podrán explorar después; nuestra labor está hecha.  

¡Pero, si exploramos nosotros seremos los primeros y veremos tantas cosas!

¡Hay demasiado riesgo!  ¡Piensa en tus hijos!

Tienen a su padre que los cuidaría.   La pasión por conocimiento es mi razón de vida. 

Podrías saber casi lo mismo si te subes al helicóptero.  La obsesión es la mala expresión de la pasión.   No es parte de los 8 pasos a la sabiduría.

Pero, ¿y si nos colgamos tantito, nomás para confirmar que no salen los ogros, y luego le pedimos que nos baje?

¡Subiendo! 

Espero a que sus compañeros estuvieran puestos en el arnés y luego ella se subió. 

En cuanto terminó de subir, Uxía corrió hacia el helicóptero. Aquel fue uno de esos momentos en que se alegró de estar en buena forma. Corrió hacia los arneses sin pensárselo. No había obtenido todas las respuestas... pero si las suficientes. Se puso el arnés y subió al helicóptero. 

No había mucho que pensar en aquella situació. El arnés los llevaría a la seguridad de Alma Mater de nuevo. No podían hacer muchas más cosas contra una manada de ogros furiosos. Seguramente podrían volver, o no, pero aquel era el final de la expedición en España.

Sentía que traicionaban a las personas mutiladas que dejaban atrás y las condenaban a acabar en la barriga de esas criaturas, o a convertirse en una de ellas, pero en aquel momento no podían hacer mucho por ellos.

Me ceñí el arnés al cuerpo y tiré de la cuerda para indicar que estaba preparado.

¡Listos!  ¡Súbenos! ¡ Bien arriba!  ¡Pero no te vayas todavía!  -Le gritó a Lorena.   Quería saber si los ogros podrían salir de las profundidades o no.  Era una pieza clave de información para este misterio.

Creo que, dada la novedad del último cuadro, que estuviera sólo un ogro, es señal de que  el equipo del escalador caído fue lo que le permitió salir, y sólo a este. 

Buscó, mientras la subían, signos de que esto fuera cierto o no. 

Si los ogros no pueden subir hasta arriba, ¿Le pedimos que nos deje del otro lado de la caída de gran profundidad?  -les dijo a sus compañeros, incierta de que esto fuera cierto, pero haciendo sus previsiones.

Los ogros se esparcen por toda la montaña, nerviosos y lanzando piedras hacia vosotros para derribaros, sin éxito, pues el helicóptero se aleja a gran velocidad. Se esparcen por toda la superficie como si un hormiguero se hubiese abierto. Toda una población perdida de ogros en las entrañas de la península, ocultas durante siglos a los ojos de los humanos, rugen ahora a plena luz del día.

Una población de ogros que se ha ido alimentando de montañistas, senderistas, animales y los antropófagos mutilados ha sobrevivido en el subsuelo durante siglos.

Ésta es la última entrada que escribís en vuestras anotaciones, todavía a bordo del helicóptero. Ya tendréis tiempo de redactar un completo informe con todo lo que habéis visto y encontrado cuando os deis una ducha en casa. Exhaustos, respiráis aliviados mientras Lorena Silva os da una bebida caliente y algo de fruta. Cuando comenzáis a masticar, pregunta curiosa: - ¿Y esa mochila?

Os habíais olvidado de ella, pero es la mochila que Uxía rescató de la grieta justo antes de que os persiguieran todos los ogros. La abrís cuidadosamente y dentro encontráis varios utensilios de explorador como frutos secos, mantas, baterías y demás. También hay un cuaderno con anotaciones y una bolsa azul con rocas brillantes, como las que visteis en la sala de los murales. En las anotaciones del cuaderno se deja entrever que pertenecía a un científico que buscaba un tipo de material especial para completar un propotipo del que no ofrece más detalles. El material es una especie de piedra brillante que se oculta en el interior de las montañas con propiedades únicas, por lo que deben ser las que contiene la bolsa azul y que hacen que su mochila pese más de la cuenta. Seguís pasando páginas hasta llegar a un boceto del prototipo que el científico tenía entre manos...