Las explicaciones del joven, que aportaba tranquilidad al confirmar que estaba consciente y sin grandes daños como para comunicarse, fueron interrumpidos por un rumor que cada vez se hacía más nítido: Un cántico repetitivo, como una letanía, entonado por varias voces. Escuchó las suposiciones de Laura, puede que estuviera en lo cierto.
-Mierda, como sean esos fanáticos otra vez... Hay que hacer algo, pero no nos podemos quedar aquí sin más.-Miró apenado la mano esposada de su amigo, no podrían sacarlo y escapar como había pensado en un primer momento.-Escondernos puede ser lo más rápido, pero como nos descubran estaremos corriendo mucho peligro. Todo dependerá de lo rápido que acuda la policia. Tendremos que arriesgarnos y confiar en ellos.
Olivia también los había escuchado. No era solo una voz. Eran vocces, en plural. Eso significaba que el peligro se multiplicaba. Si esas personas habían sido capaces de secuestrar a Daniel y dejarlo encerrado aquí, ¿que no serían capaces de hacer más allá?.
Desde luego no podían solo a Daniel, pero tampoco podían enfrentarse a los fanáticos de abajo sin saber quiénes eran, si estaban armados, qué intenciones tenían. La única alternativa era esperar a que llegase la policía y que pusiese fin a todo aquello.
La reportera avanzó sigilosa hasta la puerta, que cerró con suavidad. Si hay que esperar. Susurró. Que sea al menos con la puerta cerrada, ¿no creéis?
Bien, podéis decidir qué hacer. Esperar en la habitación con Daniel, ir abajo, al subterráneo y enfrentaros a aquellas voces, o simplemente escapar. Queda en vuestras manos, Olivia hará lo que decidáis.
-¿Qué hacemos, Claudio? -le pregunté a nuestro compañero de investigación, con una preocupación palpable en mi tono de voz. Él había sido guardia civil, por lo que suponía que estaría más experimentado que nosotras dos en aquel tipo de situaciones-. No es seguro que nos quedemos aquí, pero a la vez no creo que debamos abandonar a Daniel. Teniendo en cuenta todo lo que sabemos, dejarlo solo es prácticamente sentenciarlo a morir. ¿Y si bajamos abajo para comprobar que están haciendo esos hombres?
El honor es mi divisa, aprendanlo bien muchachos, el honor es mi divisa...
Y vaya si lo había aprendido, durante las décadas de servicio a las órdenes del cuerpo. A pesar de las luces y las sombras, los varapalos personales, de todo lo que había venido en todo este tiempo. Y tenía una cosa clara, no conocía otra forma de actuar. Dejar a su suerte a aquel muchacho y confiar en la llegada a tiempo de la policía a aquel edificio abandonado sería la opción más prudente para su propio pellejo, pero ni mucho menos la más honorable.
-Tienes razón Laura. Prefiero bajar y plantar cara a los desgraciados que le han hecho esto a Daniel, que esperar aquí atrapados como ratas. Y ni por un segundo se me ha pasado la idea de salir huyendo de aquí si no podemos salir todos juntos del edificio. Salgamos por esa puerta y enterémonos de una vez de que demonios está pasando aquí.
Disimuló lo mejor que pudo un leve temblor que intentaba apoderarse de sus piernas. Claudio era valiente, pero no estúpido, y sabía que estaban en una situación de grave peligro al enfrentarse con esos fanáticos, o lo que fueran.
Por los comentarios de Laura, entiendo que prefiere la opción de bajar a encararse con los desconocidos. Por el carácter de Claudio sería la opción elegida por él también.
Jamás, en los más de treinta años de actividad periodística, podría haberse imaginado Olivia el estar, como lo estaba ahora, en una situación tan límite y tan peligrosa. Bajar, no bajar, esperar, o simplemente huir. Cualquiera de las opciones era una verdadera locura. Todo era una verdadera locura, y lo que había empezado como casi una broma de un remitente anónimo en Internet, les había llevado a enfrentarse a un enemigo que no había dudado en golpear, secuestrar y hasta intentar asesinar a un pobre chico de diecisiete años.
Tragó saliva con dificultad. Desde luego, lo suyo era el periodismo de bureau, el periodismo institucional y ocasionalmente de una modesta, aunque exhaustiva, investigación. En ningún momento esperaba compararse con los intrépidos periodistas de guerra, ni loca.
- Chicos, -comenzó con voz temblorosa. -creo que me quedaré aquí con Daniel, no creo que pueda seros de mucha ayuda allí abajo, si acaso más una preocupación extra que otra cosa. Me quedaré en esta habitación, por si alguien volviera, y trataré de ponerme en contacto de nuevo con la policía. Lo siento...
Después de eso, estaba todo dicho. Olivia se quedaría con Daniel en el piso de arriba. Laura y Claudio se enfrentarían a lo que quiera que esperase allá abajo. La suerte estaba echada.
Claudio y Laura bajan. Por lo que, Daniel, lo siento, te quedas arriba con Olivia. A partir de ahora destinatarios separados.
Las escaleras crujían bajo los pies de Laura y Claudio, que trataban desesperadamente de hacer el menor ruido posible. Pronto comprendieron que incluso aunque hubieran bajado corriendo, probablemente sus pasos hubieran pasado desapercibidos; el cántico había crecido en intensidad. Al menos tres voces coreaban al unísono una oración. Y sí, era latín.
Los peldaños que daban al subterráneo estaban considerablemente más desgastados, tallados en roca viva, al igual que las paredes y el techo que se iban abriendo camino en la profundidad. Pronto la única fuente de luz que guiaban los pasos de los investigadores era aquella que les llegaba de abajo, tenue como el resplandor de un farol o una vela.
La humedad se hizo patente rápidamente. La pared estaba húmeda, como si traspirase, y del techo caían fríos goterones de agua dulce. Laura y Claudio todavía descendieron una veintena de pasos más: tenían que estar muy cerca, las voces se oían ya con total claridad.
-... in prima prima sede hominum mansit, qui postea civitatem Varaia condiderunt. Tantum unam linguam scit, quae ignis et sacrificii est.
La bajada terminaba en una cueva alargada de un par de metros de ancho y al menos diez de largo. El suelo, cubierto de polvo y piedras, estaba dotado de una ligera pendiente hacia abajo, fundiéndose con el agua subterránea del Ebro. Metido hasta las rodillas había dos figuras, levemente iluminadas por los farolillos de las paredes. Claudio reconoció sin dificultad la obesa silueta del padre Amador Sierra, el párroco de la Iglesia de San Agustín. Sostenía a la otra figura poniéndole la mano izquierda en el pecho y la derecha en la nuca sujetando así su cabeza. A la mente de Laura le vino el ritual de bautismo del Jordán, solo que un millón de veces más macabro. Y es que aquella figura, que parecía completamente inconsciente, no se trataba sino del mismísimo Santiago.
Otras dos personas observaban el ritual desde tierra firme, de espaldas a la entrada de la cueva. Una mujer entrada en carnes, a la derecha, y una oscura figura masculina, de una espesa barba y físico atlético, a la izquierda.
El cura, finalizada la oración ritual, empujó con fuerza hacia delante el cuerpo de Santiago, sumergiéndole completamente en el agua. El chapoteo del cuerpo entrando en el agua heló la sangre de Laura, e hirvió la de Claudio.
Olivia intenta soltarme, tenemos que ayudarlos y salir de aquile digo a mi compañera. No quiero pasar mucho más rato aquí.
Nada mi aventura está siendo preso pero me lo paso bn.
Los ojos del guardia civil jubilado no podían dar crédito a lo que estaba presenciando. Durante sus años de servicio, había escuchado sobre diferentes tipos de sectas, e incluso en una ocasión tuvieron que intervenir en un asunto en el que dos listillos de tres al cuarto pretendían montar la suya propia con la intención de estafar a un buen puñado de incautos. Pero nunca había podido pensar que aquellas agrupaciones, que esos ritos ceremoniales pudieran ser reales, y tener presencia en una ciudad tranquila como Logroño. O al menos la creía tranquila hasta hace unos días...
No pudo aguantar semejante espectáculo y a voz en grito se dirigió, sin saber muy bien a quien pero sin quitar los ojos del par de sacerdotes que parecían ser los protagonistas de la ceremonia:
-¿¿¡¡Pero qué demonios están haciendo aquí!!??-Dirigiéndose ya directamente al padre Amador, añadió-¡Deje al pobre Santiago ya, que lo va a ahogar!
A pesar de su indignación, se quedó mirando un poco a todos los presentes con todos sus músculos en tensión, prestando especial atención al tipo de barba y complexión fuerte, ya que consideró que podría ser la principal amenaza si se avalanzaban sobre ellos en actitud agresiva.
Observé pasmada lo que estaba sucediendo. Habíamos interrumpido a aquel trío en medio de uno de sus rituales y, a juzgar por lo que estábamos viendo, aquellos rituales consistían en ahogar personas en las aguas del Ebro. ¿Era eso lo que habían hecho con todos los cadáveres que habían aparecido en Logroño durante los últimos años?
No pude evitar sentir un escalofrío al ver cómo el que debía de ser el padre Amador introducía el cuerpo de Santiago en el agua, probablemente tratando de ahogarlo.
-¡Déjenlo! -exclamé, pretendiendo llamar la atención de los miembros de aquella hermandad.
Mis ojos se posan en los miembros de aquel grupo. Por fortuna, sólo son tres y sin duda el que podía resultarnos más peligroso el hombre con barba y de cuerpo atlético. Si las cosas se ponían feas, tendríamos que enfrentarnos cuanto antes a él.
La voz de Claudio, grave y autoritaria, puso a los tres en alerta. Tanto la mujer como el hombre de barba negra se giraron al instante, alertas, adoptando rápidamente una actitud defensiva. El hombre deslizó una fina porra extensible de plástico duro, o metal quizá, entre sus dedos.
El padre Amador, por su parte, tiró hacia arriba con su brazo derecho, sacando a Santiago del agua. Aparentemente no estaba consciente. ¿Desmayado, tal vez? ¿O...?
El obeso cura dejó el cuerpo de su víctima en el suelo, apoyado contra la pared, con el agua del río cubriéndolo hasta las axilas. Por su parte, salió del agua con paso firme, sin dejar de mirar a Laura y Claudio. Cuando habló, lo hizo con una calma que helaba la sangre. Como si el hecho de haber sido pillado in fraganti no tuviera la menor importancia. Como si aquel ritual fuese algo cotidiano, legal incluso.
-Veo, Claudio, que de alguna forma ha conseguido seguir nuestros pasos. -hizo un gesto a sus dos lacayos para que se mantuvieran al margen. Estos dieron un paso atrás y el de barbas bajó ligeramente la porra, pero mantuvo su posición de alerta. -Y usted debe de ser una de las dos periodistas. A juzgar por su aspecto, usted debe de ser Laura. -dijo dirigiéndose hacia la joven. -Creo que lo mejor será que nos relajemos todos. Todo lo que está pasando aquí abajo tiene una explicación. Lo del chico también, imagino que ya lo han encontrado. Se encuentra en perfecto estado, no le hicimos ningún daño.
Olivia volvió a tirar con fuerza de las esposas de Daniel, pero todo esfuerzo era inútil. Sin la llave o alguna herramienta que pudiera cortar la cadena, nunca podrían sacar al chico de ahí.
-No puedo... -dijo Olivia con un hilo de voz. El calefactor no se mueve ni un milímetro, no sé que podemos hac...
El sonido de un coche en la calle hizo que Olivia interrumpiera al momento lo que estaba diciéndo y agudizase el oído. Hizo un gesto a Daniel para que se mantuviera en silencio. Espera un momento. Le susurró.
Salió otra vez al pasillo, donde estuvo unos segundos. Volvió al instante. ¡Ya han llegado, Daniel! La policía. Espera aquí, voy a bajar a hablar con ellos y guiarles hasta el sótano. ¡Aguanta chico!
Olivia salió de la habitación, con una sonrisa de alivio en la cara. Sea lo que fuera que estaba ocurriendo ahí abajo, estaba cerca de llegar a un final.
La reacción del padre Amador me había dejado perpleja. Lejos de pedir a sus dos compañeros que nos atacasen, parecía querer solucionar la situación de otra forma.
-Acabamos de verle intentar ahogar a un hombre, a un miembro de la Iglesia. ¿Qué explicación puede haber para lo que estaba haciendo? -pregunté, con los ojos como platos. Mi tono era nervioso e inquieto, aunque traté de hablar en tono bajo, tratando de hacerle ver al sacerdote que aún podíamos conversar sobre lo ocurrido.
Olivia vuelve a dejarme solo. No estaba seguro si los que llegaban era la policía o mis captores. Todos mis intentos por soltarme eran inútil. La verdad que estaba totalmente atrapado y no me quedaba otra que esperar. Miraba hacia la puerta esperando que los próximos en cruzarla me soltaran. Solo pedía eso, salir de aquí sano y salvo y esperar que esos rufianes acabasen entre rejas.
Aquello era sin duda era el modo de actuar de una secta, tras comprobar la tranquilidad con la que el párroco explicaba la situación, con la misma inocencia que si los hubieran encontrado jugando una partida de dominó. Claudio intentaba calmar su nerviosismo, especialmente tras comprobar que el hombre de barba portaba una porra extensible y había dejado claro que estaba dispuesto a usarla si las cosas se ponían feas. Decidió que debía seguirle el juego, y mantener la conversación dentro de los margenes de la educación y la calma.
-Muy bien, don Amador. Estoy deseando escuchar sus explicaciones. Porque aunque le parezca raro, a mi compañera y a mí esta situación no nos resulta precisamente de lo más normal. Y espero que a nuestro joven amigo, al que han dejado retenido contra su voluntad allí arriba, no le pase nada malo.
En realidad, lo único que deseo ahora mismo es que llegue la policía cuanto antes y se lleven a esta panda de tarados lo antes posible al calabozo.
El padre sonrió, conciliador, al ver que aparentemente Laura y Claudio habían respondido con cierta calma. Sacadlo del agua. Ordenó a sus subalternos, que en seguida se apresuraron a devolver el cuerpo de Santiago a tierra firme.
Después de vuestra visita a la Iglesia de San Agustín, entendí que nuestras acciones se habían vuelto demasiado poco... discretas. Un grupo de investigadores amateurs, sin ofender, estaba dando pasos en direcciones peligrosamente acertadas. Y aquello ponía en riesgo nuestro propósito, y por ello nuestra seguridad, la de toda la ciudad. Hizo una pausa antes de proseguir, esta vez con un profundo tono profético. Aquello que duerme en el fondo se alimenta de la razón y el buen corazón de los hombres. Los tortura con visiones, los castiga con locura y finalmente los sepulta bajo las aguas. Aquello que duerme en el fondo enraizó hace milenios en el corazón del Ebro, y nunca se ha ido. Puede que vosotros, insensatos, no seáis capaz de llegar a verlo, pero para el que sea observador por naturaleza difícilmente se le podran pasar por alto las numerosas señales que aparecen junto al río. Él, solo entiende un lenguaje. Y es el del sacrificio.
Escuché en silencio las palabras del Padre Amador. La explicación que nos ofrecía aclaraba el porqué de los suicidios. Fuera lo que fuera lo que había en el Ebro, corrompía a las personas y provocaba que enloquecieran, llegando a ahorcar o a querer arrojarse a las aguas del río. Durante un primer momento, supuse que podría tratarse de algún tipo de propiedad del agua, pero entonces el sacerdote denominó a la causa de lo que sucedía en Logroño como "Él" y, por sus palabras, todo apuntaba a que Amador y los miembros de su hermandad necesitaban ofrecerle sacrificios por el bien de toda la ciudad.
-¿De qué está usted hablando? -pregunté, horrorizada-. ¿Quién es Él?
Completamente loco, definitivamente este hombre se explica y actúa como el cabecilla de un grupo sectario. Me da igual quien demonios es el que duerme donde sea, no vamos a poder razonar con este demente.
Claudio reflexionaba mientras escuchaba las últimas palabras de las explicaciones del padre Amador. Pensó que la idea de Laura de seguir preguntando sobre la especie de ser superior del que pretendía hablar el párroco no era lo más adecuado. Suponía demostrar interés por sus palabras y por lo tanto darle alas a que siguiera con su perorata, tal vez con la intención de captar una nueva integrante a sus filas.
-De acuerdo Amador, no queremos poner en peligro ningún tipo de seguridad de la que hablas. Tan solo deja que Daniel se venga con nosotros, creo que ha recibido un buen escarmiento por su curiosidad y no le quedaran muchas ganas de meter más las narices donde no debe. Nosotros salimos cagando leches de aquí y cada uno a lo suyo.
Hasta que llegue la policía y os manden a todos al calabozo. Sabía que su petición tenía bastantes pocas papeletas de ser aceptada. O eran demasiado inocentes, cosa que no daba la impresión, o no les dejarían marcharse así por las buenas. Pero había que intentarlo.
-ÉL, señorita Laura -comenzó con tono exaltado- no es algo de este mundo. No se puede ver, ni oler, ni tocar. Pero se puede sentir, y créame que le hablo desde la voz de la experiencia. Escúche, observe, busque, y a ver qué encuentra.
Su rostro se había transformado en una máscara que esbozaba una horrible mueca. Una mezcla de pánico y gozo. Los ojos se le veían vidriosos a través de los cristales de sus gafas, y su papada se agitaba al hablar.
-Mi buen señor Claudio, me temo que pide demasiado. Lo siento de veras, pero no puedo permitir que el destino de tantas almas quede en manos de su discreción. -Esta vez si que hizo una seña a sus lacayos, que se prepararon para atacar. Me temo que es el fin para ustedes, una lástima porque podrían hab...
Un ruido sordo hizo que el sacerdote no llegara a terminar la frase. Provenía del piso de arriba. Durante un instante se hizo el silencio, después Laura y Claudio pudieron distinguir claramente la voz de Olivia bajando por las escaleras.
-¡ALTO POLICÍA!
Dos agentes uniformados, protegidos por un casco y armados con pistolas, aparecieron al pie de las escaleras, al principio de la cueva. Les seguía Olivia, que por lo visto los había guiado hasta ahí abajo. Son ellos. Dijo la reportera, señalando a Amador Sierra y a sus dos hombres.
El cura ni siquiera tuvo tiempo de musitar una explicación antes de que uno de los agentes lo redujera. Cayó de rodillas, mirando a Olivia con una mezcla de sorpresa y odio. La mujer y el hombre de barba no opusieron resistencia tampoco. Tiraron las porras al suelo cuando el otro agente los apuntó con la pistola. Más tarde un tercer policía hizo aparición, y bajo las indicaciones de Olivia recogió a Santiago del suelo. El viejo cura, por suerte, aún se hallaba con vida.
Todo sucedió igual de rápido después.
Hubo muchas sirenas, confusión, y un mar de curiosos que se agolpaban al final de la calle. Daniel fue rescatado, y los tres detenidos desaparecieron en un furgón policial, dejando tras de sí muchas preguntas sin respuesta. Pese a las quejas de Claudio, no hubo manera de saltarse el protocolo, y los tanto Laura, como Olivia, Daniel y Claudio tuvieron que someterse a un chequeo completo. Santiago, por su parte, fue trasladado, todavía con vida pero inconsciente, al hospital.
Todo había terminado. Pasadas unas horas tendrían que prestar declaración, y seguramente toda la verdad saliera a la luz. Seguramente estaría a salvo. Seguramente...
Hasta aquí la escena y con ello gran parte de la partida. Ya solo queda la última, el epílogo, que como comentaré en el off-topic, es una escena un poco especial. La acción continuará en esta otra escena que intentaré abrir esta misma noche.
Enhorabuena por haber llegado hasta aquí y gracias por la fidelidad.
-¡ALTO POLICÍA!
Daniel pudo distinguir la voz de la autoridad, seguramente proveniente del subterráneo. Eran ellos estaban salvados. También pudo escuchar cómo Olivia no paraba de dar instrucciones y todo tipo de explicaciones a los agentes. No pasó más de un minuto antes de que un policía uniformado entrara en la habitación. Tranquilo, chaval, que ya estás a salvo. Cortó con unas tenazas las esposas que ataban a Daniel al calefactor, y le ayudó a incorporarse. El chico no pudo evitar marearse un poco al ponerse en pie, quizá debido a los nervios, la tensión, el golpe en la cabeza, o una mezcla de todo.
Todo sucedió igual de rápido después.
Hubo muchas sirenas, confusión, y un mar de curiosos que se agolpaban al final de la calle. Daniel fue rescatado, y los tres detenidos desaparecieron en un furgón policial, dejando tras de sí muchas preguntas sin respuesta. Pese a las quejas de Claudio, no hubo manera de saltarse el protocolo, y los tanto Laura, como Olivia, Daniel y Claudio tuvieron que someterse a un chequeo completo. Santiago, por su parte, fue trasladado, todavía con vida pero inconsciente, al hospital.
Todo había terminado. Pasadas unas horas tendrían que prestar declaración, y seguramente toda la verdad saliera a la luz. Seguramente estaría a salvo. Seguramente...
Hasta aquí la escena y con ello gran parte de la partida. Ya solo queda la última, el epílogo, que como comentaré en el off-topic, es una escena un poco especial. La acción continuará en esta otra escena que intentaré abrir esta misma noche.
Enhorabuena por haber llegado hasta aquí y gracias por la fidelidad.