Partida Rol por web

El Sargento se había mantenido en silencio durante la preparación de su misión. Principalmente porque su trabajo en aquel momento era el de callar y escuchar. El Coronel debía dar órdenes y el Capitán debía de concretarlas. El deber de Abrahams era escuchar bien para cuando llegase la hora de chillar a sus hombres.

Y el momento de Chillar había llegado. Hinchando sus pulmones, en cuanto el Coronel hubo dado la orden, esta fue seguida por la estruendosa voz de Abrahams.

-¡Vamos señoritas! ¡Moved esos putos culos! ¡¡CORRED!!

Y sin más, teniendo claro como el agua que si alguno caía e a media carrera no iba a poder ser auxiliado salió al galope dispuesto a cruzar aquella tierra de nadie tan rapido como le permitiesen sus piernas.

Chicken fue el último en arrancar, pero acostumbrado a las granjas de pollos y la vida en el campo, parecía casi como si volase, moviéndose a toda velocidad detrás del capitán.

Las explosiones seguían sucediéndose, pero el soldado no miraba atrás en ningún momento y se preguntaba, si conseguiría alcanzar al final, el otro lado, y no de una manera metafórica.

Mientras corría, se daba cuenta de que iba dejando atrás a todos los demás. Quizás tuviese suerte después de todo.

Por desgracia para algunos de vosotros, los disparos de protección acabaron demasiado pronto. Algunos de vosotros no habíais recorrido ni la mitad del camino y nada más cesar, los japos aparecieron en el otro lado y comenzaron a dispararos, tímidamente al principio, con más dureza poco después.

Desde vuestro lado del campo, los vuestros comenzaron a arengaros, aunque no es que hiciese ninguna diferencia. Si un disparo os alcanzaba, no había nada que hacer.

Así, el primero en caer fue el chico de Brooklyn, Kansas. Ni siquiera se dio cuenta en el momento en que una bala impactaba en su pecho y le atravesaba el corazón.

Su cuerpo se desplomó muerto al instante, para desánimo de todos vuestros compañeros.

Pero vosotros no dejasteis de correr. Penwater, Abrahams y Chicken fuisteis los siguientes en conseguirlo y nada más alcanzar la protección de la espesa vegetación, todos os volvisteis para contemplar quiénes conseguían finalmente, unirse a vosotros.

MacReady no estaba siendo lo bastante rápido. Ya fuera porque no tenía una constitución tan atlética como muchos de sus compañeros o porque el rifle de francotirador le hacía avanzar más lento, no fue precisamente uno de los soldados que más estaba corriendo. Por ello, cuando los disparos de protección cesaron, estuvo plenamente convencido de que su Señor le había abandonado y que, en efecto, iba a morir.

-Señor, protégeme en este día... -comenzó a murmurar mientras corría, no con mucha suerte.

Sin embargo, cuando vio caer a Kansas, alcanzado por un balazo en el pecho, supo que no lo conseguirían. Kansas era uno de los más fuertes, un buen tirador, un tipo duro... Si él había caído, ¿qué esperanzas podían quedar para ellos?

Kansas no fue al final, el único en caer.

Los disparos aumentaron en intensidad y Stalin fue el siguiente en resultar alcanzado, esta vez en un costado, cayendo a la tierra y revolviéndose por unos segundos, antes de morir.

Oddball, MacReady y Ice consiguieron llegar finalmente a la zona en donde empezaba la jungla y al mirar atrás, las luces de vuestro campamento parecieron parpadear ligeramente, ya fuese por un simple fallo eléctrico o porque era su manera de deciros que esperabais que volvieseis con vida.

Pero para empezar, vuestro grupo ya había quedado reducido a dos menos.

A partir de entonces, solo habría una consigna.

Adelante.