Partida Rol por web

La puerta del conductor de la furgoneta de reparto se abrió y bajó un muchacho con pelo moreno saliéndole por debajo de la gorra. Se dirigió, sin hacer caso a los demás, y abrió las puertas traseras, mostrando a Eartho allí mismo.

¿Y bien? repitió entonces las palabras de R, usando la misma voz que Jones.

Se giró hacia SteelBlade. ¿Le has preguntado ya si puede quitarse la máscara? su tono sonó impaciente.

Miró entonces al resto. Voy a haceros entrar a todos por la puerta principal pero voy a necesitar que, primero, hagáis lo que yo os digo y como yo os digo. Segundo, os atengáis al plan en todo momento. Y tercero, en la remota posibilidad de que el plan falle porque alguno decida ir por libre, empecéis a hacer el mayor ruido posible. ¿Estamos todos en la misma página?

Cuando Jones abrió las puertas traseras de la furgoneta, Eartho se sentó en el borde, haciendo que la parte trasera se hundiera más que la delantera. Se habían vuelto a reunir y estaban a punto de pasar a la acción. No ha dicho nada nuevo, pensó.

-Cuando dices ruido, ¿dices destrozos? Porque ambas pueden ir de la mano, y no sé yo si será conveniente para nuestra valoración que dejemos la fábrica reducida a escombros -la posibilidad de que fallara estaba ahí, aunque Jones se negara a creerlo y prefería asegurarse-

Rorschach ladeó la cabeza ligeramente, imitando penosamente a lo que debía de ser un gato mirando algo extraño. Fue un gesto sutil, como intentando recolocar sus neuronas. Perfecto. Ahora en lugar de un anciano entre los sesenta y la muerte tenía un crío entre el onanismo y el chupete. ¿De dónde salía esa clase de gente? Si es que podía llamársela así.

Al escucharle hablar, se giró hacia SteelBlade.

¿Quitarme la máscara?

Joder, eso tenía que haberlo dicho antes. Repasó mentalmente el contrato que habían firmado ante el robocop Jericó. Era un contrato de confidencialidad, así que rezó para que incluyese también silencio de cara a los secretos de los demás miembros del grupo. No sólo porque se desvelase su identidad, sino por tener que matarles después. No podría dejarles ir sabiendo eso. Con el contrato de por medio... habría que ver cuanto respetaban la ley esos cuatro, pero conseguía calmar un poco al justiciero y frenar sus ansias de accionar la garra.

- Yo me quito la máscara- concedió haciendo rechinar los dientes, como si estuviese reprimiendo el instinto de morderle como si fuese un perro-, pero tú- le señaló con el índice a través del guante, con la mano libre de la Garra, es decir, la izquierda- me explicas- que no nos explicas, no, me explicas, Rorschach era así de individualista- tu plan y tu cambio de aspecto.

Se acabó.

Si iba a quitarse la máscara, ya era hora de usarla.

Las manchas negras que fluían componiendo escenas en el rostro se concentraron en los ojos, dejando ver dos pequeños agujeros sin tintar, blancos. A su alrededor, negro. La tinta se agitó, inquieta, revolviéndose como una gota de agua en el microondas.

Mientras tanto, los ojos de Rorschach escrutaban al Sr. Jones, si es que se llamaba así. No le importaban su dinero, ni su aspecto, ni su actitud, sino su realidad. ¿Era blanco o era negro? No había grises en el mundo de Rorschach, y aunque estaba convencido, con acierto o sin él, de la respuesta, debía cerciorarse antes. Y más adelante no podría llevar la máscara, por lo que todo eso debía hacerlo en aquel instante. No era algo posponible.

No hizo comentarios sobre crear un escándalo u obedecerle. Todo aquello estaba sencillamente fuera de debate. Rorschach no aseguraría obediencia ciega a nadie nunca, por razones mentales y morales. Era como pedirle a un pirómano que se deshiciese de su colección de mecheros.

Y es, que en el fondo, R ni siquiera era dueño de sí mismo, siendo un títere en manos de la máscara. Sin ella, sus capacidades no serían, ni de lejos, las de antes. Debía volver a ponerse la máscara rápido, o se asfixiaría como un pez fuera del agua.

El cuerpo de Jones no solo aparecía negro a la visión de R, sino que añadía un nuevo significado a ese color. Su oscuridad era tal que parecía absorber la luz a su alrededor, enturbiándolo todo. Su negrura se extendía como un cáncer sobre la tierra, como las raíces de un árbol podrido, hundiéndose en las profundidades y alimentando su maldad. Pero lo pero era que parecía ansiar la blancura de los demás, burbujeaba y se arremolinaba a su alrededor, extendiendo unos zarcillos oleosos hacia los demás miembros del grupo.

Definitivamente, yo quiero una garra de esas. No sé cómo funciona ni cuánto le habrá costado conseguirla, pero es alucinante. Y mientras Rorschach desciende de un plumazo, yo me tengo que dedicar a ir ganando metro a metro hasta el suelo usando mis crampones y un par de enganches para las manos. Y así hasta llegar a unos pocos metros del suelo, donde ya puedo descender de un salto y guardarme todo lo que he estado utilizando dentro. Aunque me sorprendería que ninguno de los presentes se interesase en dónde han acabado los soportes de los pies sin yo agacharme, o las garras de las manos si no parece que tenga una mochila o grandes bolsillos. La gente tiende a olvidarse de los detalles. Más o menos, los mismos detalles que se me han olvidado comentarle a Rorschach de la conversación con federal-Jones, el cambiaaspectos. Me encojo de hombros, sin tener muy claro qué responder a eso. Sí, podría habérselo dicho, pero entonces no sé si hubiese conseguido que llegase hasta aquí, y prefería no haberme arriesgado a eso. -No, no lo he hecho. El plan es tuyo, así que te dejo exponerlo a ti. -Frunzo el entrecejo, aunque ni se note con el casco. - Y espero que sea decente, porque colarse en un edificio nunca es la parte más complicada. Me preocupa más que no nos frían dentro. -Puede hacerse por la azotea, cuando los guardias no miran, u obviando las cámaras. Para entrar en un sitio hay decenas de maneras. ¿Pero entrar de manera legal? Eso tengo que escucharlo antes de darlo por bueno, y verlo antes de creérmelo. -Tienes al público expectante. Hora de contarnos qué tenemos que hacer. -Y con un punto de teatralidad, abro las manos y luego los brazos, abarcando todo el callejón y a aquellos que estamos en él con el gesto. No voy a ser yo el que le corte su punto fuerte, a él tampoco. Cada cual tendrá sus virtudes, y no pienso lograrme un puesto aplastando a mis compañeros. Pero tampoco suicidándome para demostrar lo buenos que son.

Parecía que aquel grupo al principio carecía de un líder seguro. Un grupo de acciones no podía funcionar si nadie decidía qué hacer en cada momento para organizar. Antes del viaje y en vista de que nadie tomaba aquel mando, Charles decidió tomar el control de las acciones antes de que toda la operación se desmoronase. Pero ahora que habían llegado hasta el callejón parecía que otro de los miembros había decidido tomar el control y proponer un plan. Su forma no era la de un líder, si no más bien la de un dictador que pretendía inculcar su idea a la espera de que todos le obedecieran. 

Charles sabía aceptar una orden, a lo largo de su vida había recibido miles de ellas, pero en algunos casos también había que saber escuchar a los compañeros y dejarles hablar. Solo esperaba que aquel tipo cambiaformas fuera capaz de poder escuchar a los demás, al fin y al cabo aún no se sabía de que era capaz cada uno de los integrantes del grupo.

El humo de cenizas que sobrevolaba la zona descendió y se concentró formando la figura de Charles. Ahora que había escuchado las palabras de su supuesto aliado asintió con la cabeza y murmuró unas palabras.

- Solo confío en que primero nos explique el plan para que podamos decidir qué hacer entre todos. Somos un equipo y aún no sabemos qué somos capaces de hacer. Así que yo preferiría escuchar las ideas de todos los presentes. Empecemos por ti, Sr. Jones. ¿Qué propones?

Jones miró a Vapor Negro, el miembro del grupo que casi había hablado menos que el Caramanchas y había dicho menos aún. Sin hacerle el más mínimo caso, miró a los otros tres.

Exacto, Eartho, cuando hablo de hacer ruido, hablo de que si se diese esa remota posibilidad, habría que hacerlo por las bravas. dijo a la mole de piedra.

Después pasó la mirada de uno a otro de los cuatro integrantes, como un director de pista en un circo, como un mago ante una audiencia espectante. Bien, bien, su voz sonaba como la de un vendedor en pleno evento digamos que tenemos un edificio su mano señala en la dirección de la fábrica cuya principal rama es la robótica y las aplicaciones cibertecnológicas a nivel militar, espacial o médica.

Deja unos segundos para que todos puedan procesar lo que puede significar eso. Vamos a suponer que tienen las mejores medidas de seguridad, mejores aún que las que venden a tercero. Que según se rompa un muro, habrá un plan de contención. Que según un humillo negro se cuele por los conductos de ventilación, unos láseres den la señal y empiecen el desalojo de cualquier materia extraña.

Pero... ahora deja una pausa, como cuando el mago está a punto de sacar un conejo del sombrero. ¿Qué ocurriría si un terrorista afirmase tener puestas cinco bombas en el interior y tener la fábrica vigilada en caso de que la policia acordone la zona? ¿Y qué ocurriría si justo llegase un único equipo del SWAT? da un golpe fuerte a la camioneta y lo que hasta entonces era una furgoneta de reparto, ahora es una furgoneta de un equipo de asalto.

Jones os sonríe a todos, casi podría esperarse un TACHÁN y una pequeña explosión de confeti fuesen a acompañar sus palabras. Por supuesto, el agente Smith señaló a Rorschach estaría a cargo de la operación junto con su compañero, el agente Tennant señala al árabe.

Pero eso no es todo el damas y caballeros parece estar implícito en la frase. Traemos a un experto en tecnología de rastreo señala a SteelBlade y añade en un tono más bajo, acercándose a él pero audible para todo aunque tendremos que hacer algo con esa telita. señala la tela que tiene en los hombros.

Y, por supuesto, como plato final tendremos a nuestro artificiero. señala a Eartho, añadiendo. Lógicamente, de asegurarse que va caracterizado como corresponde me encargaría yo.

¿Alguna duda antes de proceder? pregunta con una sonrisa en su rostro.

Rorschach, cuadrado en su sitio, comenzó a reírse con voz ronca, tristemente inexpresivo por culpa de su maldita máscara. Su ancha espalda bajo el abrigo comenzó a elevarse y bajar al ritmo del diafragma, por las carcajadas.

En su máscara podían verse una serie de confusas figuras, como las ramas de un árbol marchito y sin vida. Estaba, como de costumbre, lejos de parecer un ser humano normal, pero en aquel momento estaba especial desquiciado. Su salud mental había descendido nuevamente gracias al Sr. Jones, si es que en realidad un hombre.

Era todo sumamente gracioso, pues sólo la risa queda cuando los locos pierden la razón. Aquel hombre no sólo pretendía ponerse la fachada de bufón, un papel con el que ni en mil años podría engañar a la máscara de R. Aquella máscara había ido a Jericó, vendiendo sus valores morales al mejor postor. Y ahora pagaba el precio. Tenía que colaborar con uno de los hombres más negros que había visto nunca a ojos de su reveladora máscara, por contrario que parezcan las palabras.

El cuerpo de Jones no solo aparecía negro a la visión de R, sino que añadía un nuevo significado a ese color. Su oscuridad era tal que parecía absorber la luz a su alrededor, enturbiándolo todo. Su negrura se extendía como un cáncer sobre la tierra, como las raíces de un árbol podrido, hundiéndose en las profundidades y alimentando su maldad. Pero lo pero era que parecía ansiar la blancura de los demás, burbujeaba y se arremolinaba a su alrededor, extendiendo unos zarcillos oleosos hacia los demás miembros del grupo.

Dejó de reír. Había tenido su gracia durante aquellos segundos de aceptación mental, mientras Rorschach procesaba la información, pero ahora lo único gracioso era que aquel metamorfista era incapaz de reconocer la verdad bajo la máscara del Justiciero.

- Lo siento, pequeñajo- dijo en voz grave, pero con un remanente de su risa inicial. Lo llamó pequeñajo por su apariencia juvenil, absurdamente contraria a la del anciano avestruz que había sido minutos antes-, pero yo no creo que pueda llamarme nunca "El Agente Smith". ¿Tienes una placa con mi nombre de pila?

Definitivamente, intentar ingresar en Jericó había sido una apuesta interesante. El Sr. Jones no podía seguir viviendo. Su máscara nunca se equivocaba, y una visión así de aquel metamorfo sólo podía significar una cosa. Debía ser eliminado. No importaba cuándo. Tenía tiempo. Debía tomárselo. Aquello debía saborearlo. Extirpar una planta tan enferma como Jones era uno de los pocos placeres de la vida que aún le quedaban a Rorschach. Era como limpiar por dentro la Garra con bastones para los oídos y un trapo oxigenado. Sólo que con sangre, que siempre mejoraba las cosas. Pudiese o no matarlo cuando todo acabase, había demostrado no ser omnisciente. Eso ya le hacía vulnerable.

Se alisó la gabardina, intentando recuperar del todo su porte tras aquel pequeño desvarío psicótico.

- Todo sea dicho, prefiero que si alguien tiene que ejercer en el grupo el papel de la autoridad y la inteligencia sea alguien con más seriedad y aptitudes sociales. Por extraño que parezca, sugiero a Vapor Negro- señaló con el dedo índice, enfundado en un guante, al chico-. Es más humilde, más sereno, y más equilibrado mentalmente. Eartho también, pero no es tan inteligente- le miró a través de la máscara- Sin ofender- clavó la vista en Vapor Negro, dejando que sus ojos escrutasen al chico tras la máscara- SteelBlade es demasiado impulsivo y desconsiderado, yo soy demasiado apático y psicótico, y el Sr. Jones- ni se molestó en mirarle- es la peor apuesta posible.

Era tal la visión de la máscara de R que el chico no descartaba que el tal Jones pudiese ser algo distinto a un humano. Podía ser algún tipo de parásito, aunque no quiso darle muchas vueltas a la posibilidad, pues los conocimientos de Rorschach sobre vida inteligente no humana eran tremendamente limitados.

Oh, perdón. dijo Jones apoyándose en la furgoneta, la cual volvió a ser en ese mismo instante una furgoneta de reparto y Jones volvía a ser el mismo odioso estirado en su traje de miles de dólares y miró a Rorschach. He debido de dar la impresión equivocada y has debido pensar que esto era la candidatura a reina del baile.

Se ajustó los puños de la camisa con un movimiento lento y dio un paso hacia Rorschach, mirando a la máscara directamente. No he sido yo el que ni se ha molestado en saber qué ibamos a atacar, el que simplemente se ha puesto a moverse como un pollo sin cabeza sin saber dónde iba ni el que simplemente ha empezado a criticar sin sentido. No. Yo soy el que ha expuesto el único plan viable para entrar a cumplir nuestro objetivo de cara a Jericó.

Pero, como he dicho, no estoy en un concurso de popularidad ni quiero llevarme el título de Mis Congeniality de la noche. la mirada sigue sostenida en la máscara de manchas.