Partida Rol por web

Seguís a la shugenja Grulla hasta las estribaciones de las Montañas del Arrepentimiento, a escasos kilómetros de la fortaleza del Campeón Esmeralda, donde toma tierra bastante por delante de vuestra posición desapareciendo entre las copas de los pinos que crecen a lo largo de la ladera que, elevándose, va cubriéndose de éstos para conformar un pequeño bosquecillo.

Siguiendo las instrucciones de la Escorpión llegáis a un claro donde, a escasos metros, se forma un espolón de roca gris que se alza unos 3 metros sobre el suelo. Desde una de las grietas de la formación rocosa notáis un débil y tililante brillo anaranjado que denota que hay un fuego en las entrañas de la fisura.

Al acercaros escucháis un cántico pero no entendéis el idioma aunque, eso sí, reconocéis la melodiosa voz de Ashaina Chiyoko... 

Soshi observó la entrada a la gruta de roca que se formaba en la base de la montaña, de donde provenía la luz. Parecía que Asahina estaba ahí dentro, y se escuchaba su voz. Con cuidado, la Escorpión fue acercándose lo más posible a la escena, intentando saber primero que nada si hablaba con Isawa-san o estaba haciendo una plegaria a los kami, ya que lo principal era saber el estado del samurái secuestrado. Una vez que supiese eso, lo siguiente sería saber cuál era el estado más general de la situación para saber cómo debían actuar ella y el resto de los samurái que la acompañaba.

Una vez en la boca de la cueva, reconocéis claramente los cánticos como una plegaria pero no a los kami que conocéis ni en el idioma que habláis desde vuestra infancia. Con cuidado os introducís en la cueva cuyo suelo está cubierto de una fina capa de limo donde se ven claramente unas huellas marcadas en él, así como las evidencias de que se ha arrastrado algo pesado. Siguiendo los cánticos y el resplandor de un fuego giráis en un recodo para encontraros una terrorífica escena.

En medio de la caverna natural arde un fuego y, tras él, sobre una losa de piedra está el cuerpo ensangrentado de Isawa Mori, su pecho abierto con las costillas estiradas hacia arriba como si fueran garras. Regueros de sangre caen por su costado, formando un charco en la losa para, en última instancia, caer goteando al suelo de piedra. Tras él y frente a vosotros veis a la shugenja, a Ashaina Chiyoko, totalmente desnuda, alzando sobre su cabeza sus dos manos, una agarrando un tanto ensangrentado y la otra el corazón del Isawa que se lleva a la boca para darle un gran mordisco, arrancando un buen trozo de éste mientras que la sangre se derrama por la comisura de su boca chorreando en dos hilos que caen hacia sus pechos donde convergen para lanzarse hacia su ombligo y, finalmente, al pubis...

Malditos, no saldréis vivos de aquí y vuestra sangre me hará inmensamente poderosa...

Soshi asomó la cabeza por la entrada de la cueva para ver esa imagen de Asahina haciendo algún tipo de ritual impuro, comiéndose el corazón de otro samurái, y por un momento se le llenó el cuerpo de preguntas, mientras parpadea por varios instantes intentando hacer sentido de lo que veía ante sus ojos. Esperaba alguna razón política o quizá incluso sentimental para que la Grulla hubiese secuestrado a Isawa-san, pero jamás se había imaginado lo que sea que eso fuese.

El samurái grulla no era ningún experto en rituales, pero esos canticos le sonaban bastante mal desde que empezó a escucharlos y cuando estaban lo suficientemente cerca como para comprobar que se trataba en algún idioma extraño, no pudo evitar estremecerse ante la perspectiva de lo que les esperaba más adelante.

Pero cuando llegaron al interior de la cueva, la escena que presenciaron era muchísimo peor que cualquier cosa que se le hubiese pasado por la cabeza, incluso pudo sentir el sabor de la bilis asomar en su garganta. Finalmente aguanto las arcadas producidas por aquella visión, pero lo que no pudo evitar fue el temblor de sus manos y cuando las llevo hasta la su arma, la duda invadió sus pensamientos de una forma que jamás había sentido.

—¿Chiyoko?—. Fue lo único que alcanzó a decir.

Contemplo lo que ha hecho la injuriosa Asahina

"Así que ese es tu secreto. No estabas rezando a los Kami ¡Esto es magia prohibida! ¡Magia de SANGRE!"
"Eres tu, traidora a Rokugan y al orden del cosmos, la que se enfrentará a la cólera de Enma-Oh!"  y visiblemente, estoy conteniendome por no mostrar una cólera digna de los berserkers de Matsu.

Sin embargo, hay algo evidente: A mi alrededor algo se está desfigurando, deformando y reformando. Es como si el mismo vacio, la misma esencia de las posibilidades, estuviese ardiendo a mi alrededor. Como si esto me estuviese avivando en todas las dimensiones y ninguna a la vez.

Finalmente se habían descubierto los orígenes de los extraños poderes de la Grulla: un pacto demoníaco con las fuerzas del Jigoku. Sólo los Kami sabían cómo iban a escapar de esa. Por lo pronto, el Dragón se quedó paralizado. No sabía que hacer, lo suyo no era la magia y allí se estaban moviendo fuerzas que escapaban a su control.

 ¡¡¡JAAAAAJAJAJAJAAAAAAAA!!! Regocijaos samuráis, vais a ser testigos del increíble poder que se me ha dado y podréis ver mis progresos como Magistrada Esmeralda desde el Jigoku ¡¡¡JAAAAAJAJAJAJAJAJA!!! ¡¡¡Morid, insectos, morid!!!

Alzando sus brazos comienza a recitar en un extraño idioma mientras 

Keiji llevaba gran parte de la velada en silencio, siguiendo al resto de samurái tras la huida de Ashaina Chiyoko. Al encontrarse con la escena, el Matsu supo que había algo extremadamente malvado ocurriendo en ese lugar, y las palabras de Isawa Rokumaru solo le confirmaron su sospecha.

Asimilar la situación había afectado al joven León, el cual tardó un poco más de lo habitual en reaccionar, desenvainando su katana, levantándola en alto y rugiendo al empezar a lanzarse hacia la asesina.

Un pensamiento fugaz le invadió mientras lo hacía:

-Debería haberme llevado mi no-dachi a los jardines...