Partida Rol por web

EE.UU., Brooklyn, Centro de estudios "Mario Benedetti"

17:40, Martes 19 de Septiembre.

Una tarde tranquila, no tenías nada en particular que hacer. En tu centro de estudios habitual, donde te dedicas a esa afición que "no pega nada contigo, es de nenas" (tal como la describió hace tiempo alguien a quien no le faltaban más de un par de minutos para terminar hecho un trapo desde que lo dijo), se celebra en esta ocasión un curso abierto para aprender a preparar tartas de manzana del estilo inglés tradicional a un precio bastante módico. Tan módico que sabes que ni siquiera cubre el costo de los ingredientes más la electricidad y demás, por lo que a falta de un plan mejor, es un sitio tan bueno como cualquier otro, además de poder practicar una receta nueva que te sirva de postre para ésta noche.

Hay mucha gente en la clase, principalmente mujeres, y algunas te echan ciertas miradas mal disimuladas, algunas de curiosidad y otras de interés, a fin de cuentas no se esperan que haya alguien con tu imponente físico en un lugar así. El hecho de que se vean tus manos, fuertes pero delicadas y seguras cuando es necesario para trabajar la masa, no hace más que reforzar esa atención que te ganas. Aunque estás acostumbrado, porque sabes que en cierto modo sorprende imaginar que alguien que en la calle se ve como una bestia parda de repente muestre tal delicadeza y cuidado en su búsqueda de la perfección, es algo que sin duda atrae el interés. Hay varias personas que ya han trabajado contigo y en esas el efecto no es tanto, simplemente por el hecho de que ya saben que estás bastante capacitado.

Para contrastar, a tu lado hay una muchacha de a saber qué edad (parece una niña, no le echarías más de 13 años). Mide alrededor de 140cm, si es que llega, y tiene unos ojos color avellana un poco rasgados y el pelo blanco como la nieve. Es también bastante pálida, así que te hace pensar si no será albina. Lleva ropa cómoda, una camiseta que le viene un poquitín grande y unos shorts... y definitivamente no te encaja con alguien que viva en Brooklyn, se ve algo desvalida en ese aspecto. No obstante, su nivel de sutileza es el que parecería esperable en alguien de tu constitución: más que amasar, golpea la masa, salpica por la zona cuando mezcla, sus cortes de la manzana son semejantes en regularidad y precisión a los que harías tú si tuvieses que usar una motosierra en vez de un cuchillo de cocina... Si no fuese porque no parece querer maltratar adrede las herramientas de cocina (aunque sospechas que alguna terminará tocada), eso podría molestarte bastante más.

- Se te da bien. -te dice con una voz bastante monótona y un perfecto inglés a pesar de parecer oriental, mirándote con cierta curiosidad en los ojos.

Hmm, al menos esta receta podria servirme para despues. Intentaba ver todo esto como una manera de quitarme el estres, al final, ¿A quien no le agradan las buenas comidas? Yo, al ser un luchador, estoy consciente sobre las proteinas, sobre los carbohidratos, la grasa, el azucar, pues si no fuera por ello y mi entrenamiento estaria, en pocas palabras, gordo. Que suerte que en este mundo esos hijos de puta solo sirven para llenar la habitacion de una casa sin hacer nada, aunque, ahora que lo pienso, depende de que punto de vista lo mires.

En todo caso, habia tenido un dia tranquilo estando aqui, pues ignorando las miradas de las mujeres interesadas o las personas intimidadas, me la paso relajado mientras cocino las diferentes recetas y combinaciones que puedo hacer, cosa que en este momento me ha tocado hacer una tarta inglesa. No logro comprender como el cerebro de esas personas no procesa el hecho de que alguien musculoso no puede ostentar hacer cosas delicadas, o con fineza. Los estereotipos y yo siempre hemos tenido un gran problema... Incluso, en este momento, con mi compañera.

No podia creer como una niña de 13 años pudiera ser tan salvaje en la cocina, y eso que las mujeres se suponen que tienen mayor habilidad que nosotros en estos, no es que sea machista ni nada por el estilo. Incluso, por su vestimenta, su cabello, su forma de hacer las cosas... ¿De donde sera esta cria? Cuando me dirije la palabra, le observe con la ceja enarcada, para quitar ese rostro y sonreir levemente. — Gracias, pequeña. — Le decia, mientras detengo mis preparativos y le observo con mi mano derecha sosteniendo mi menton. — Hmmm... ¿Quieres ayuda? Te dare un par de consejos. — Y me acerque a ella. — Intenta no ser tan brusca... Los utensilios se arruinan, y la comida se tiene que hacer con amor, si la haces con... Eh... Colera... Queda otro sabor, eh. Mira, hazlo asi. — Y le empiezo a enseñar la manera correcta Y NO VIOLENTA de hacer las cosas tranquilamente, con paciencia, y amabilidad, pues es una niña pequeña y ella no sabe, tampoco es para darle una paliza. — ¿Ves? 

La niña te sigue mirando con esos ojos fijos y muestra una actitud tranquila, observando cómo empiezas a amasar varios ingredientes con un cuidado bastante mayor del que ella misma estaba poniendo.

- Sí... Pero es no es un consejo. -replica mientras te observa amasar- ​Ahora la tarta sabrá a tus manos... así no podré servirla a quien quería. ​-menciona, aunque tampoco parece muy enojada al respecto.

Igualmente, la frase te descoloca. No sabes de dónde sale algo como eso, ¿como alguien que no es ella ha amasado los ingredientes, la tarta ya no es lo mismo? En tal caso será mejor, dice tu orgullo de cocinero, pero como sea, ¿en qué lugar son tan rígidas las cosas como para que se preocupen por semejante chorrada?

- ​Aún así, gracias por enseñarme. ​-te dice haciendo una pequeña reverencia en tu dirección y tomando otro poco de masa, comenzando a imitar lo que haces (o hacías) aunque aún con algo más de fuerza de la debida, pero sin pasarse tanto como antes- No sabía que alguien que machaca a gente por dinero pudiera ser tan cuidadoso. ​-expone la opinión de la mayoría de las personas en tono normal.

Es cierto que te has ganado bastante fama en las peleas clandestinas, pero que una niña esté tan informada al respecto, y eso cada vez desentona más con el por qué está aquí. ¿Quizás la hija de algún millonario de otro continente al que le gustan esos deportes?¿Y que ahora haya investigado y haya decidido ir a donde tú probablemente podías estar, o incluso te haya seguido? Tampoco te es desconocido que a más de uno le gustaría verte... retirado por causas mayores de ese oficio, cuando no es mejor decir incluso a 3 metros de profundidad. ¿Pero quién mandaría a una niña, y más una tan rarita?

— ... ¿Qué?  — No supe como reaccionar ante el comentario de la niña, ¿Eso no fue un consejo? ¡Pero claro que fue un consejo, y uno muy bueno! Mi rostro se notaba levemente sorprendido e incluso con el ceño derecho levemente fruncido al no poder comprender enserio a lo que se referia. Cuando dice acerca de que la tarta sabra a mis manos, me quede en blanco. Soy una de las personas mas higienicas de este puto lugar, y que venga ello me deja algo fuera de orbita. ¿Que acaso piensa que no me lavo las manos? No, no puede ser eso. ¿¡A quien le preparara esa tarta, que mis manos no son dignas de poder hacerlo yo?! Tsk. 

— Claro, no es nada... — Dije, mientras seguia terminando de preparar mi tarta, intentando no pensar ahora mucho en la pequeña extraña que tengo a mi lado. Lo que me dejo por un momento quieto, fue su comentario. No le dirigia la mirada, mientras pensaba en silencio, inmovil. ¿Quien es esta niña para conocer sobre mi "otro yo"? O es una hija de alguno de esos cerdos que me pagan por entrenar, o puede ser enviada para otro motivo, pero, es tan pequeña que no lo puedo creer. Aunque en mis experiencias en el bajo mundo, no todo es lo que parece. Le observo de reojo, esta vez seriamente. — Me desagrada el hecho de saber que una niña como tu sabe que es lo que hago verdaderamente. — Dije de manera fria, viendole a los ojos. — ¿Quien eres, enana? No me agrada mezclar mi vida comun con mi arte, son vidas distintas. ¿Que deseas? — Y me paro de brazos cruzados, viendole. En el fondo, estoy alerta, pero no deseo arruinar mas mi reputacion en este lugar... Por lo que disimulo lo mas que puedo. 

La niña sigue sin mostrar grandes emociones. Quizás su número de expresiones faciales es muy limitado por algún motivo, o no sabe expresarse con la cara, o quizás es que simple y llanamente todo esto le da un poco igual. Hay algo un poco extraño en ello.

- ​Simplemente soy alguien que busca y encuentra. -responde con total tranquilidad- ​Y no me llames niña, tengo 16. -añade después.

Se gira hacia ti, con aspecto relajado, y clava sus ojos en los tuyos de una manera un tanto enervante. Estás acostumbrado a que ese gesto, que remarca la potente musculatura de tu tren superior al tener los brazos cruzados, sea suficiente para intimidar a cualquiera, pero no solo es que no tenga una reacción particular al mirarte, sino que ni siquiera muestra ese toque de miedo que la mayoría tienen. Te distraen unos golpecitos de una cuchara sopera metálica en la encimera en la que ambos cocináis, y al girarte ves que la profesora se ha acercado.

- ¿Está todo bien?¿Necesitáis ayuda para seguir?​ -pregunta con ese tono de profesor, que más que eso parece querer decir "¿se puede saber qué pasa?".

- ​Ningún problema, maestra.​ -responde la chica de manera muy respetuosa- Solo recibía consejos y supervisión de este alumno, maestra, por eso me mira.​ -añade.

La mera vista de la maestra te hace ver el contraste. Ella, una mujer de 33 años relativamente hermosa, sí mira con un deje de temor tu gesto, aunque si bien no es como si te temiese en el sentido de considerar que puedas perder el control, quizás sí es ese sano temor de saber lo que podrías hacer, pero no dejándose intimidar hasta el punto de no interactuar contigo. De hecho, incluso alguna vez te ha echado alguna pequeña bronca cuando has cometido un error, como a todos los demás, cosa que en parte agradeces. Hay personas incapaces de mantener interacción normal cuando saben o sospechan que alguien puede ser peligroso, pero a ella no le ha afectado.

Y es casi tan buena haciendo de profesora en situaciones privadas como en la clase, como ya pudiste experimentar en cierta ocasión...^​1

Tras irse la profesora, la niña se lava las manos y entonces, de un lateral de la encimera, levanta una pequeña bandolera de color blanco con un dibujo de un gato blanco sobre un fondo negro en el frente, la deja sobre la mesa, y de ella extrae una tarjeta de este centro, típica tarjeta blanca con el nombre del sitio y unos números de teléfono, y la deja entre ambos, boca abajo, antes de volver a centrarse en su proyecto de tarta. En la tarjeta está anotado con bolígrafo negro el día 21/09 (hoy es 19), la hora 03:25, y una dirección que corresponde a un almacén del puerto de Manhattan, poco más allá que cruzar el río desde aquí. Eso te trae a la memoria un evento que hay: combates pequeños sin gran remuneración (unos $300), un sitio para gente a la que si querías pensarla como importante te veías obligado a pensar un "relativamente" primero. No había nadie que se jugase el tipo contra ti por menos de 700, así que el evento no era para ti. Alguna vez habías llegado a participar en situación de 3 o 4 a 1 para hacer la pelea interesante, pero no te lo habían ofrecido en esta ocasión.

- ​Se quedó una pelea libre sobre las dos de la mañana, así que los que lo organizan movieron los combates para dejar un hueco al final, y quieren cerrar la noche con un plato fuerte. -te informa sin dejar de amasar- ​Hay un combatiente dispuesto a enfrentarse contigo. Lo llaman TK, aunque nadie lo ha visto pelear por aquí. Pesa mucho menos que tú, pero debe de ser ágil. $1200 para el ganador. $200 para el perdedor. He oído que esa condición de "dinero para el perdedor" viene de su parte, así que quizás no esté tan seguro de ganar. Originalmente eran 1400 para el ganador. -concluye.

Así que viene a ofrecerte dar un hermoso espectáculo...

Sus respuestas eran cortas y difusas, no lograba comprender el que es lo que en verdad buscaba esta enana, y eso me empezaba a molestar. Es alguien que no demuestra miedo, a pesar de su peso, genero, edad y altura. Todos esos factores me hacen superior, lo suficiente para intimidar rapidamente hasta el guerrero mas valiente, asi que el hecho de que esta mocosa no lo demuestre incluso me hace sentir levemente molesto. — Si, si, lo que digas, niña. — Dije levantando la mano, hasta que escuche las cucharilla famosa de la maestra, parece que me deje llevar un poco por el momento. Suspiro levemente levantando los hombros con indiferencia asintiendo a las palabras de la niña. — Lo lamento maestra, solo le estaba dando unos consejos. — Y sigo con mi rollo, la maestra es de esas personas que me agradan pues no se dejan llevar por el miedo de mi postura y presencia, igual que esta enana, solo que con ella me es mucho mas dificil de asimilar, quizas es su actitud mezclada entre frialdad y niñeria que me deja en que pensar. Quizas fue por eso que me he llevado tan bien con ella, tanto para que me haya dado clases extra y hayamos tenido uno que otro desliz, manteniendo siempre el interes, pero, sin indagar mucho ni ella ni yo en la vida del otro...

Al proseguir, veo que ella se saca una bandeja con imagenes de gatitos y por un momento me le quede viendo algo desubicado de manera disimulada. Diga lo que diga, sin duda alguna es una niñita que quizas se esta metiendo en cosas que no debe por pura emocion, o por travesura, quien sabe, no conozco sus motivos. Lo que me sorprendio, fue el hecho de ver una tarjeta blanca con una fecha y hora muy peculiar. En cierto lugar de Manhattan, habran peleas clandestinas a las cuales no voy pues pocos desean enfrentarse a mi dignamente por saber cual es su final, pero, cuando la niña empieza a hablarme, seguia haciendo mis cosas poniendo atencion, hasta detenerme. — No se a quien se le ocurre mandar a una pequeña para invitarme a luchar... ¿Se estan quedando cortos de personal? — Le pregunte con los brazos cruzados. — Es una broma pequeña, no te enojes. — Dije con una sonrisa leve en mi rostro, viendole a los ojos. — ¿No sabes nada sobre ese TK? Esos $200 dolares que dices tu no es que este desconfiado a ganar, lo tomo mas como una humillacion para el que los reciba. — Pues, un luchador siempre dara lo maximo para ganar todo el trofeo, y que haga alguien eso o es que es imbecil, o me esta provocando de manera sutil. — Esta bien, luchare en contra de el. — Y agarro la tarjeta y la guardo. — Debe de tener mucha confianza, o ser muy fuerte para retarme. ¿Nunca lo has visto pelear? — Pregunte, con una mirada mas afilada, empezando a convertir el aire a mi alrededor en pura tension pues estoy pensando en como peleare, que le voy a hacer, y en un acto de reflejo me hago tronar el cuello de manera muy audible. 

La maestra asiente ante vuestras explicaciones, tras lo que responde:

- ​Muy bien. La dejo en tus manos en esta parte de la receta, Taiga, si no te acuerdas bien de alguna parte no dudéis en llamarme.​ -dice, dedicándoos una de sus cálidas sonrisas antes de seguir haciendo una ronda por la clase para ayudar al resto de grupos a que sus pasteles queden lo más perfectos posible.

En la frente de la muchacha se forma una pequeña arruga de mosqueo cuando insistes en llamarla pequeña, lanzándote una mirada nada halagüeña. Te preguntas si es por la broma, pero entonces lo deja claro:

- ​Ya te dije que no me trates como una niña... Si no me aseguraré de hacer que TK te salte un par de dientes. Te pasarás el resto de la vida seseando.​ -hay algo extraño en cómo lo dice, como si en vez de sacarle tú tres cabezas y dos cuerpos fuese al contrario.

No obstante, tu simple noción de la realidad hace que no puedas sentirte intimidado por ella, o al menos no de esta forma.

- ​Sí, sé mucho sobre TK y he visto cómo pelea. No te conviene confiarte en exceso. -responde- ​Pero no sé por qué crees que estoy de tu lado como para darte información. Pero si lo prefieres, puedo hacer que sean 1400 para el ganador en vez de 1200-200, de nuevo. O quizás cambiarlo a 1000 y 400, si resulta que te comienzas a acobardar. ​-te dice con lo que podría parecer cierta malicia si no fuese por ese tono monocorde que ha retomado.

— Si, maestra. — Dije despues de que terminara de hablar con la cabeza en alto, llena de orgullo. El orgullo que me permite seguir avanzando, que me permite conocer nuevas fronteras, mi mayor arma y debilidad. Con la maestra podre llamarla en otro momento, en un encuentro fugaz pero profundo de cierta manera, mi cerebro esta concentrado en este momento en la chiquilla que sigue intentando intimidarme a pesar de su apariencia. — Vaya, no sabia que ese TK aparte de ser luchador servia como tu esclavo. — Dije con una sonrisa de burla. Ya veo, ella no solo conoce al luchador, si no que de cierta manera lo considera "suyo", como su guerrero o gladiador. No me viene a decir sin motivo, ¿Quiere que sea una prueba para el? Hmm. Que extraño, supongo que le gustan los retos.

Sonrio de manera ferviente, demostrando emocion para luchar, sintiendo un hormigueo en todo el cuerpo al pensar que esta batalla sera muy interesante. Cuando habla del dinero, resople con arrogancia. — No digas tonterias, yo no retrocederia ni aunque fuera un demonio. — Y me cruzo de brazos, zapateando levemente. — Que sean 1400 para el ganador, asi sera mas emocionante para ambos. Dile que se prepare, pues es justo lo que yo hare. Nos vemos al rato, chica. — Y esta vez se noto que no lo dije como pretexto para hacerle sentir pequeña, si no que se lo decia con total buen rollismo mientras me marchaba despues de organizar y recoger mis cosas a prepararme a mi departamento... Hoy dare mi 110%.

Por primera vez, cuando hablas sobre que TK es su esclavo, la ves sonreír, una sonrisa divertida y algo burlona, pero fugaz, aunque aún con el tono divertido replica:

- ​Por supuesto que soy su ama... Por eso entre otras cosas he venido a avisarte. -comenta de manera algo repentina.

Asiente con tranquilidad ante tus palabras, mientras sigue amasando.

- Espero que recuerdes bien esas palabras si no eres capaz de defenderte. -dice, parece que provocándote pero es imposible de decir al haber vuelto a su tono anterior- ​Suerte con tu preparación, esfuérzate.​ -concluye simplemente.

La chica no parece haberse tomado a mal las últimas palabras... ahora te queda algo más de un día para prepararte.

Enarque la ceja cuando dijo de manera tan tranquila que ese "TK" en cierta forma si era un esclavo para ella, lo cual me hizo bufar, pero no era de mala intencion, simplemente me parecio ironico que ella dijera eso y que se lo tomara tan a la ligera, pues, esta niña me ha demostrado que tiene mucho mas coraje que la mayoria de los hombres con los que me he enfrentado, ¿Asi sera tambien su luchador? Si, me ha logrado emocionar, la victoria es la meta, y su luchador es mi obstaculo, y para que lo enfrenten conmigo o es un chiste, o debe de luchar muy bien. — No te preocupes, siempre cargo mi palabra en la victoria tanto en la derrota. — Dije mostrando mi lado orgulloso, pues reconozco la valia de un luchador cuando lo veo, esperando que el responda de la misma manera a mi dedicacion, a toda mi determinacion. 

Una vez se fue, no dude ni un segundo en ir hacia mi moto parqueada afuera, y como la gente sabe que es mia, no me preocupo de que me la roben pues es un modelo algo peculiar, Suzuki GSX-R750. Esa mierda simplemente vuela cuando se le mete bien la pata, me coloco mis protecciones y me voy a mi zona habitual de descanso, pues hay un almacen abandonado por mi barrio que lo habia remodelado con el dinero que he ganado, convirtiendolo en una zona de entrenamiento para luchadores clandestinos, que pocos conocen. Entrenar suave, comer en grandes cantidades que pasare comprando en el super, mas que nada energeticos, proteinas, carbohidratos, y un buen descanso de un par de horas antes de la batalla, y presentarme completamente listo al lugar en donde habiamos quedado, totalmente calentado y preparado para darlo todo, pues, es mi momento de defender mi nombre. El porque soy un luchador... Mi deseo de finalmente obtener una batalla digna para todo el tiempo que he invertido en mi arte, mi pasion, mi vida. — No me defraudes, Tk. — Fue lo ultimo que dije despues de reventar un saco de boxeo con una sola patada, ignorando si hay alguien mas de mis "conocidos" entrenando ese dia, pues, como lo he reformado yo, quienes lo han descubierto tienen un voto secreto de no decir nada y poder venir a entrenar, o les parto la cara. Igual esta abandonada esta mierda, hmpf. 

La chica asiente y te mira con un extraño interés en la mirada. Entonces esboza una sonrisa de autoconfianza y, dejando todo el asunto de la cocina a medias, se limpia las manos y recogiendo sus cosas se larga... pasan unos momentos hasta que te resignas a recoger al menos lo más acuciante de lo que la niña ha dejado a medias (apagar el horno y los aparatos), descartándolo como que simplemente debe de ser una niña rica. ¿O quizás es una forma tonta de molestarte? Qué importa.

Los dos días siguientes consisten en un feroz entrenamiento para asegurarte de que todo tu cuerpo funcione como un mecanismo de ingeniería antes del combate, esforzándote en pulir los aspectos pero sin forzarte hasta el punto de arriesgar lesión para no faltar a tu idea de acudir al encuentro. Tras un merecido descanso, te encaminas a los muelles. Hay un puertas que es menos imponente que los que se suelen encontrar en los locales de moda, simple y llanamente porque no es alguien que deba sacar a niñatos borrachines del sitio: es alguien armado, con cierto entrenamiento, y que se encarga de vigilar que nadie se cuele en el sitio sin autorización.

Despues del entrenamiento feroz, finalmente habia estallado el saco. Bueno, eso simplemente fue auto-confianza para mi mismo, pero, ya al ponerme en marcha a los muelles, habia comprendido todo. Me baje de mi moto, la puse en un lugar seguro y que me permitiria tener un facil movimiento por si hay problemas, y me acerco al guardia que estaba por alli, ¿Sera del lugar o simplemente algo anda mal? — Taiga Ren, evento principal. — Y le digo los detalles para que me deje pasar finalmente.

El tipo solo te echa un vistazo rápido, no es esa clase de escrutinio de superioridad que suelen echar a la mayoría los puertas de los garitos, y entonces te abre la puerta y dice:

- Venga, rápido. Llegas jodidamente tarde, espero que hayas calentado antes. Habla con los de recepción para que te guién. -te orienta con rapidez.

No tardas mucho en situarte y entonces, cuando llegas a la recepción, un tipo con algo de tripa pero de aspecto formal y esa clase de rostro de alguien que no se molesta por mucho que le pisen (un requisito indispensable para alguien que recibe a los personajes con ínfulas que entran en estos sitios) te hace una seña de que lo sigas con una cordial sonrisa y te da algo de charla insulsa por el camino (o de monólogo no particularmente molesto, según si respondes). Tras avanzar por un pasillo que imaginas que rodea la "zona principal", te abre una sala con una llave y ves que es una sala típica con un saco y varias cosas más para calentar, entrando por delante de ti y yendo derecho a abrir otra puerta en la zona izquierda de la sala, desde la que repentinamente se cuela el barullo propio de un combate.

Por suerte ves que, al otro lado del pequeño pasillo entre tu sala y el ring, parece que tus predecesores están siendo particularmente tenaces, pues notas cómo ambos tienen la cara ensangrentada y aún así se siguen zurrando.

- No creo que les quede más de un minuto, otro para para arrastrarlos fuera del ring y entras. Aprovecha para calentar todo lo que puedas. -te sugiere con una sonrisa.

Entonces vuelve por la puerta por la que habéis entrado y escuchas de nuevo el sonido de la llave, aunque la que va hacia el ring está aún abierta. No pasa siempre lo de que te cierren la salida, pero no es tan raro tampoco, pues así evitan que se cuele gente a molestar a los luchadores. Más por su seguridad que por los propios luchadores, pero un poco por ambos.

Tras los tres minutos, bastante bien estimados, del "recepcionista", escuchas cómo empiezan a anunciar los combates, así que es la hora de salir.

- ¡En un lado, desde Brooklyn, uno de los luchadores más queridos, abucheados y temidos de nuestros circulos, Tiger*!

Esa es tu señal para salir, por lo que vas hasta tu posición** recibiendo como es de esperar una buena cantidad de vitores y, tal como ha dicho el presentador, un chico negro de voz grave y potente.

- ¡Y frente a él, desde tierras niponas! ¡Un contendiente desconocido que dice venir a destronar a Tiger! ¡Saludad todos a... TK! -dice alzando la mano hacia el pasillo contrario... para quedarse después patidifuso mientras los vitores se silencian rápidamente.

Por el otro pasillo aparece la misma niña que fue a ofrecerte el combate, con un atuendo de marcialista china(esto es, le cubre el torso, los hombros, y cuelga por delante y por detrás, de tal manera que sus piernas se ven al completo así como el lateral de una braga blanca) blanco, negro y dorado. Sin frenarse por el silencio, la chica de aspecto tan impasible como la otra vez se coloca frente a ti en el ring y hace una reverencia en tu dirección. El tipo del micro entonces se acerca a ella apartando el micrófono y se arrodilla diciéndole algo, ante lo que ella responde también en susurros haciendo un gesto de despreocupación, ante lo que el tipo insiste y ella señala hacia las gradas, arriba del todo, donde hay alguien bastante oculto por las sombras. Todo el mundo mira en esa dirección instintivamente y se ve cómo la figura asiente.

- Bueno, ¡pues sí, amigos!¡TK! -anuncia de nuevo el tipo, levantando una sarta de rumores, quejidos y algo de expectación aún así.

La chica te lanza una sonrisa salvaje y segura, colocándose en una posición de combate desconocida para ti, pero parece bastante seria.