Las imagenes que los siete jovenes llegaran a ver de las puertas del Valhalla se esfumaron como la niebla cede ante el Sol y el viento. La tibia calidez que llegaran a sentir desapareció tambien, y fue sustituida por algo más... tangible, y mucho mucho peor. Flotaban en un océano de dolor. Sus cuerpos ardían y les dolían como nunca pensaron que pudiese doler; soportaban una agonía que estaban seguros de que no había mortal que pudiese hacerlo.
Quizas fuese el infierno, pensaron. No era lo que esperaban. No era frío, era sólo dolor. ¿Dónde estarían los que habían enviado por delante de ellos? ¿Por qué no estaban allí para darles la bienvenida? ¿Dónde estaban los jueces de la muerte? ¿Dónde estaban sus padres y sus madres y el resto de su gente?
De repente fue como si quemaran sus cuerpos con atizadores al rojo vivo, en cada uno de los lugares en que habían sido heridos. Querían gritar, pero no podían abrir la boca. No pudieron emitir sonido alguno y tenían la sensación de que atravesaban su piel con agujas de hielo y de que vertían sobre sus heridas plomo derretido para cauterizarlas.
Luego vino el frio y el hielo, apretándolos en un abrazo a la vez ardiente y helado. Esto ya se acercaba más. Esto era lo que los skalds y las canciones antiguas les decían que podían esperar. Éste era el lugar del frío interminable por donde las almas solitarias vagaban antes de perder por completo la memoria y de ser absorbidas una vez más en la materia prima del universo. Pero ¿dónde estaban los otros muertos ambulantes? ¿Por qué no podían verlos? No hubo respuestas y fueron a la deriva por la inmensidad sin fin durante eones, luego volvieron a perder la conciencia.
De pronto, un relámpago blanquiazul rasgó la oscuridad. Esto no era, de ningún modo, lo que esperaban. Hicieron un esfuerzo por abrir los ojos completamente y, poco a poco, tuvieron la sensación de que estaban contemplando un cielo idéntico al de Fenris. A decir verdad, el otro mundo no era lo que les habían hecho creer y se sentieron un poco decepcionados. Como si la visión del cielo fuera una señal, en sus cerebros se produjeron otras sensaciones. Tomaron conciencia del aroma de la tierra, del canto de los pájaros, del batir distante de las olas sobre la costa. Luego percibieron el olor acre de las cenizas, el olor a humo de una hoguera y el hedor acre y dulzón de la carne humana que se quema en una pira funeraria. Ante ellos apareció una enorme cabeza llorosa. Ojos azules y fríos, como chispas desprendidas de la bóveda celeste, que se reflejaban en los suyos propios. Reconocieron la cara arrugada y gastada que no era otra que la de Ranek, el Sacerdote Lobo, el Buscador de Valientes.
— No intenteis decir nada, niños — les dijo Ranek —. Habeis recorrido un largo camino desde la tierra de la muerte hasta la de la vida, y no hay muchos hombres que tengan la oportunidad de recorrerlo. Ahorrad vuestras fuerzas, porque las vais a necesitar.
Ala, que nostabais muertooos!! Kestabais de parrandaa!! Podeis tratar de hablar un poco, y divagar a gusto, pero de moverse nonaino naino.
El dolor era insufrible, inaguantable... eterno. Mientras sentía como le ardía la piel, algo le tenebraba hasta lo más profundo de su esencia. Seguramente, aquello era la sensación más parecida a ser masticado por un dragón. Quiso moverse, abrir los ojos y gritar, pero no podía. Aquello se parecía de una forma muy macabra, a los sueños que todo adolescente tiene en una noche tras una debilitante y delirante fiebre. Marnus quiso creer que era una pesadilla, como en alguna ocasión cuando ensoñaba que caía por un elevado precipicio, pero el dolor seguía siendo demasiado tangible como para aferrarse a esa idea.
Entonces, fue cuando el terror hizo aparición en el joven cazador...
¿Acaso era ese el escarnio eterno? ¿Debería soportar tan desorbitado dolor hasta el fin de las lunas de Fenris?
Quiso huír, pero el cuerpo no le respondía. Estaba completamente paralizado y la oscuridad se cernía a su alrededor. A pesar de todo eso, su mente trabajaba a toda velocidad intentando hallar una respuesta, o quizás una tregua para tan despiadado castigo.
Nuevamente notó ese ardor, y su cuerpo se contrajo como un espasmo involuntario cuando sintió que le intentaban arrancar los huesos. Ahora sí que estaba vencido...
Quiso llorar, pero no era capaz de notar el tacto de sus lágrimas sobre sus mejillas. Si aquello era el Infierno no podría resistirlo mucho más. Pronto claudicaría...
...............
Marnus abrió los ojos. Todo estaba borroso. Sólo podía oír unos balbuceos distantes, como la brisa del viento en la tundra. Poco a poco se fue formando la imagen de un rostro ante él. Por unos segundos imploró por tal de que el que se encontrara frente a él fuera el mismísimo Russ y acabara con su sufrimiento. No entendía nada. Había luchado con valor hasta el final, llenando el campo de batalla de cadáveres de sus enemigos. No comprendía por qué la muerte le deparaba tan funesto presente...
Pero no era Russ. El rostro arrugado que se hallaba ante él, era bien conocido por el cazador de pelo como la miel. Se trataba de Ranek, el buscador de valientes. Y al parecer lo había congregado. Aunque no sólo a él. Miró a un lado y a otro, y pudo contemplar como sus hermanos de batalla despertaban lentamente del sueño mortal.
- ¡¿Qué... Qué nos a sucedido?!... ¡¿Acaso no cruzamos las Puertas Doradas del Valhalla?!- Preguntó entrecortado por su cuerpo lastimado el muchacho.
¿Vamos buscando nueva foto para el avatar?
"........bum bum"
Ulf volvió a notar como latía de nuevo su corazón. Abrió los ojos. Ya no estaba en aquella sala llena de festividad. No sabía donde se encontraba.
Intentó moverse, mirar alrededor, pero un fuerte dolor en el pecho le hizo desistir de seguir. La herida, le seguía doliendo, pero más aun le dolía no encontrarse en aquel sueño que había tenido.
Su vista estaba borrosa. No conseguía enfocar bien, y aquello le turbaba. Acaso había sido capturado por los Craneotorvo y estos le habían negado la entrada en el Valhalla?. El desasosiego le inundó por completo. No podía moverse. No podía ver bien. Y no sabía donde estaba.
De repente vio una silueta enorme. Se asustó. No reconocía quién era. Desesperado, grito:
-Quien eres!!!!!. Dime, que quieres de mi!!!!!!!
Ulf vio como la silueta se ponía a su lado y esta le hablaba:
-Tranquilo hijo. Relájate. Tu cuerpo ha sufrido mucho, y no te hace ningún bien alterarte.
En seguida su cuerpo se tranquilizó. Era Ranek!!
-Ranek!!!! Por Russ, creía que todo había acabado. Que sucedió? Donde estoy? Hay alguien más con vida?
Pero Ranek le puso una mano el la frente y le dijo:
-Tranquilo joven Ulf. Descansa. Todo se desvelará a su debido tiempo.
De golpe, Ulf empezó a notar como le pesaban las heridas mas de lo que debieren, y un profundo sueño se apoderó de el.
No me he tirado eeehhhhhh????XDDDDDDD
Dentro de la oscuridad que lo acunaba y lo alejaba del dolor, sintió una presencia. El faro que anteriormente vió, volvió a brillar durante un instante. Notó una pequeña punción en el brazo( ¿ Notar?¿Brazo? ¿?que era eso?).
Un frío intenso comenzaba a subir por el miembro. Y de repente sintió que una presencia lo miraba
Quieres vivir y luchar eternamente?
La respuesta era fácil.
SIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!!!
Y entonces llegó el dolor. Si hasta el momento de su muerte había llegado a pensar que había soportado dolor para cien vida, co esta nueva oleada, tenía para cien más. El problema es que las oleadas se sucedían en un continuo ir y venir. Sin fin ni pausa. Solo decrecía un momento para regresar aún más fuerte.
Su mente intentaba alejarse. Pensar en sus padres o Banda no funcioába. Se dejo llevar por la locura , viendo visiones de criaturas que eran más y menos que demonios con armaduras azules y cuernos que salían de ellas... Tampoco funcionó.
Y de repente el dolor acabó. Escucho la voz de Marnus preguntar algo, pero su mente aún agotada no entendió lo que decía.
Abrió los ojos. Ni el infierno y el Valhalla, solo su pueblo en ruinas. Y Ranek andando entre los cuerpos de él y sus compañeros.
Que está pasando aqui? -Preguntó a nadie en particular...
Su cuerpo aún no le respondía. Si no estaba muerto, y teniendo en cuenta el dolor de su cuerpo era lo más probable, que mierda estaba ocurriendo con los Puños de trueno??
Creo que no he espoileado.
Gunnar seguía en la negrura que creía que era su fracaso, pero esta vez la confirmación de ese fracaso se hizo palpable: el dolor. Un dolor lacerante y con más de cien formas acudió a atormentarlo. Parecía que lo estaba martirizando por su fallo para con su pueblo y parecía que iba a durar toda la eternidad. Este es mi justo castigo por mi fracaso en la defensa de los míos! Eso es lo que pensó el joven Gunnar, y en esta convicción de culpa es como si el dolor se hiciese más soportable al ser consciente de que se lo merecía.
Después sobrevino el destello de luz. Sus sentidos parecían cobrar de nuevo vida. Fue consciente de los olores, los ruidos y finalmente la luz fue a su encuentro; primero de forma borrosa, pero poco a poco se fue haciendo más nítida, mientras los olores, ruidos y ahora las voces se hacían más nítidas: "No intenteis decir nada, niños". Su conciencia despertó del todo al reconocer la voz de Ranek. "Habeis recorrido un largo camino desde la tierra de la muerte hasta la de la vida, y no hay muchos hombres que tengan la oportunidad de recorrerlo. Ahorrad vuestras fuerzas, porque las vais a necesitar." Esta nueva frase lo único que hizo fue tranquilizarlo, ..., dentro de la tranquilidad del intenso dolor que sufría. Sin embargo, empezó a comprenderlo todo: su pueblo había sido erradicado y Ranek los había devuelto del reino de los muertos. Quizá los había elegido para formar parte de los guerreros celestiales. ERA TODO UN HONOR!! Pero Gunnar sólo podía experimentar tristeza, ..., tristeza por el injusto final de su pueblo ante las viles hordas de los Craneotorvo.
Posteriormente fue escuchando otras voces: Marnus, Ulf, Björn, ....; todos sus compañeros parecían "vivos", y todos parecían preguntar por lo mismo. Gunnar permaneció a la escucha para conocer las respuestas de Ranek. Le hubiese gustado moverse, pero el lacerante dolor y la sensación de opresión, similar a como si la misma montaña descansase encima suyo, le impedían realizar el más mínimo movimiento.
Primero el dolor, tras este la muerte... de nuevo dolor y tras este la vida resurge de nuevo en el pecho de Grimm. Un dicho dice que al nacer lloramos y que cuando morimos siempre llora alguien por ti, en el caso del joven pelirrojo ha sido el dolor el que le ha matado y devuelto a la vida y no las lagrimas. Tal vez ese siempre ha sido el sino del guerrero, la senda del dolor, la senda del acero, la muerte del enemigo que te recompensa con una dolorosa vida nueva.
Con una helada y abrasadora bocanada de aire Grimm despertó de su letargo, vio y escuchó a Ranek y así comprendió las extrañas palabras que cruzaron en su día. Comprendió que ahora formaba parte de aquello tan poderoso que comentó aunque no supiese de que se trataba. Intentó moverse y notó un dolor que le recorría el cuerpo como si este se estuviese rompiendo cual superficie de lago helado al que se le lanza una pesada piedra, intentó hablar y el aire le quemó la garganta y los pulmones como si tragase lava, intentó pensar y las dudas le angustiaron. Realmente estaba vivo, si notaba dolor es que lo estaba. Cerró los ojos y descansó, cuando se recuperara debía estar listo para... para lo que fuese que Ranek había preparado para él.
no he tenido mucho tiempo ni la mente limpia para hacer un post mas épico, prometo mejores posts cuando pueda
No hubo descanso para Sigmund. Las puertas del Valhalla no se abrieron para el gran héroe caído. Las valkirias no acudieron a recibirlo entre fanfarrias y sonatas. La paz eterna le había sido negada. ¿Por qué?
¿Acaso no había derramado su sangre por un noble fin? ¿Acaso su muerte no había sido lo suficientemente heroica? ¿Acaso los dioses no estaban satisfechos con su sacrificio? ¿Por qué no estaba disfrutando del banquete eterno de néctar y ambrosía que le deparaba a todo héroe en la morada eterna?
El lapso de tiempo entre su muerte, porque estaba seguro de haber muerto, y aquel horrible tormento simulacro de vida que ahora experimentaba era indeterminado. A veces le parecía un instante y otras eones de vacío insondable, su memoria le era esquiva... Dejó de pensar en aquello y comenzó a analizar su situación actual.... ¿Por qué?
Cuando el dios apareció en su campo de visión quiso gritarle por qué pero no le salieron las palabras. La congoja le presionaba la garganta, los sonidos no acudían a su lengua... Lloró amargamente y las lágrimas le escocían como si fueran de ácido. ¿Qué horrible crimen habría cometido para semejante castigo?
Entonces oyó otras voces... No entendía nada pero creyó reconocerlas... Eran los jóvenes que habían caído junto a él en aquella pradera... Así como compartieron la muerte, al parecer también compartían destino.
Quiso levantarse pero tampoco podía moverse, infinitas punzadas de dolor le recorrieron el cuerpo. Físicamente no podía hacer nada y su mente era un enorme embrollo sin fin... No podía dejar de pensar una y otra vez...
¿Por qué?
Haakon abrió los ojos con una mente cuyas ideeas parecieron haberse esparcido como las hojas que desprende un viejo árbol. No entendió nada ¿estaba muerto? ¿y los demás?. Poco a poco abrió los ojos, topando de frente con el cielo azul de Fenris.
No.... no puede ser. Han sido más de cinco flechas las que me abatieron... pensó el hijo del oso.
Trató de incorporarse para poder descubrir algo más de aquella situación. Tal vez era un sueño de transición hacia la otra vida.... Su intento fue en vano, su cuerpo no respondia como debiera. La voz resonó causando en Haakon un efecto tranquilizador. Guardó silencio y espero a poder averiguar más por parte de Ranek.....
Al cabo de un rato, los cuerpos de los jovenes guerreros parecieron responder. Y por fin pudieron incorporarse, no sin sufrimiento, pero pudieron hacerlo. Los Craneotorvo supervivientes, que al final no fueron tantos, se retiraban hacia las chozas que antaño fueran el hogar de los Puños de Trueno, para hacerse con ellas y labrar su nuevo futuro. Sin embargo, no hubo alegría, ni cantos, ni nada. El precio fue muy alto, y los defensores habían hecho pagar cada trozo de tierra ganado con sangre... con mucha sangre. Un poco más allá, en la orilla del mar, los poquisimos Puños de Trueno con vida se embarcaban en bracos dragon con sus minimas pertenencias, cabizbajos, abatidos... derrotados. Casi todos mujeres, niños y ancianos. Algunos miraban hacia los siete guerreros, y enseguida apartaban la mirada y se hacían el signo de Russ, temerosos de los poderes que allí obraban. Los Craneotorvo, hacían lo mismo.
Ranek se acercó a los maltrechos muchachos, eclipsandolo todo con su imponente figura acorazada. Con cierto pesar, siguió las miradas de estos hacia los que embarcaban, y muy por lo bajo murmuró algo ininteligible.
- Para vosotros ellos han muerto - dijo señalando con la poderosa cabeza hacia la orilla - y vosotros para ellos también. Buscarán otro hogar, o moriran entre las aguas, quien sabe. Pero este lugar quedará maldito para siempre para ellos, y aun los otros - señaló a los "vencedores" - vivirán aquí con recelo... En fin, nada de eso importa ya. Es hora de irse, niños. Ahora sois propiedad de los Lobos, en cuerpo y alma. Vamonos.
Y comenzó a caminar con sus pesados pasos hacia la bestia metalica voladora, con el vientre abierto como si fuesen las fauces de un dragon en espera de engullir a sus presas.
Gunnar se vio sorprendido por las declaraciones de Ranek, aunque su cara debía ser en esos momentos un libro abierto con los sentimientos a flor de piel. Deseaba volver a coger un arma y aplastar los cráneos de los atacantes supervivientes, pero ese pensamiento se esfumó cuál niebla al calor de un día sofocante, al darse cuenta de que nadie había ganado allí. Los supuestos vencedores eran pocos, con los que sus probabilidades de sobrevivir serían pocas ante las numerosas inclemencias y peligros de Fenris. Y los vencidos, y este instante se giró con lágrimas en los ojos hacía aquellos que partían en los barcos, lo tendrían aún peor, incluso en la mejor de las suposiciones que la buena estrella les guiase a un nuevo hogar.
Entonces su mirada volvió de nuevo a Ranek y al gran pájaro de acero que les aguardaba. Las palabras de Ranek impactaron con todo su significado en Gunnar: él había muerto; todos habían muerto. Ahora pertenecían a los Lobos, ya que gracias a ellos estaban vivos, ..., gracias?, ...., o acaso esto significaba una condena?, ...., las preguntas se arremolinaban en la mente de Gunnar, pero la realidad se fue abriendo paso: eran propiedad de los Lobos y los Lobos dictarían su destino. Los Lobos decidirían que tendrían que hacer, y ellos tendrían que estar al servicio de estos para el resto de la eternidad, ..., con todas las consecuencias que acarrease este punto de inflexión en su destino.
Con paso dificultado por los terribles dolores, pero gesto decidido, se encaminó hacia el pájaro de acero. Por el camino se paró a dar una palmada en el hombro a dos de los exPuños de Trueno. Los miró con gesto decidido pero afable. No dejaba de ser Gunnar, el joven que conocieron que siempre intentaba levantar el ánimo y ayudar a sus compañeros, lo que había cambiado es a quién debía lealtad, ..., y a quienes debían lealtad los estaban esperando .....
No pongo el nombre de nadie, porque cada uno estará en sus historias ...
Sigmund se levantó trabajosamente del lecho donde estaba postrado. Aún reverberó el dolor en sus músculos mientras se ponían en acción...
Cuando contempló la escena de su pueblo huyendo hacia una muerte más que segura y a los infames craneotorvos haciendose dueños de sus territorios, una rabia insondable le recorrió todo el cuerpo... Buscó con la mirada algún arma para hacerles pagar caro a aquellos malditos sus dolorosas afrentas... Entonces el dios habló.
Las palabras del dios no lograron serenar la furia que invadía el alma de Sigmund, pero sí que frenaron sus ansias de venganza. Había dicho que él pertenecía a los lobos, que su cuerpo y alma tenían propietarios...y esos no podían ser otros que los mismos dioses, pues Sigmund no aceptaría otra cosa...
Entonces aquel camino que le señalaba el dios sí que conduciría al Valhalla....pero en algo se equivocaba el dios, si podía pensar algo así sin caer en la blasfemia... Nunca olvidaría el destino de su pueblo, no en vano había muerto por ellos... Lentamente comenzó a recorrer el camino hacia el pájaro de hierro.
Cuando se incorporó, pensó que volvía a fallecer. Lo poco que podía ver, se nubló como si los dioses le hubieran condenado a padecer la enfermedad de la ceguera, y a punto estuvo de caer como peso muerto hacia un lado, pero abrió lo suficiente las piernas para confiar en que no sería así. Se encontraba altamente diezmado en sus capacidades, y lo único que era capaz de articular los pensamientos de su mente, era el terrible dolor, tenebrante y corrosivo que le molía hasta el último centímetro de su maltrecho cuerpo.
Ranek habló. Habían muerto y ya no pertenecían al mundo cruel que durante tantos años los había abrazado. Los restos de su clan se exponían a una cruel muerte en las hostiles y embravecidas aguas de Fenris, y ellos ni tan siquiera poseían el derecho de penar por ello. Los Craneotorvo habían ocupado su territorio, y aunque de nuevo entre los mortales no disponían de la más nímeas de las fuerzas para blandir un arma y hacérselo... Ahora pertenecían a los Lobos...
Marnus miró aquel ingenio de acero sacado del más profundo de los infiernos, y como Ranek como un pastor preocupado por su rebaño, los instaba a subir por su vientre. El joven cazador de pelo como la miel, miró hacia la orilla, allá donde los drakkar partían hacia el infortunio, y luego miró al pájaro de hierro...
¿Quiénes serían los más desafortunados en aquel tablero que se acababa de montar?... Tal vez ya no hubiera tiempo para el descanso eterno, o ni tan siquiera el valhalla se aproximara a la vaga idea que los skalds cantaban en sus gestas.
Dudas y dolor.
Ahora pertenecían a los Lobos... aun no entendía el significado de esa frase, no entendían si ahora eran esclavos o pertenecían a algún tipo de hermandad que iba más allá de lo mundano. En definitiva, esclavitud o hermandad suprema eran las únicas razones que podían obligar a Grimm a aceptar que debía abandonar su hogar y a los suyos y ver como el enemigo vencedor ocupaba lo que antes fue su poblado, su vida.
Su vida, esa quizás era la palabra clave, ya que Ranek se la había devuelto arrancándole del mismo paraiso. Sin duda ahora había una deuda mayor que unía su destino a lo que Ranek llamaba Lobos.
Sin mostrar dolor alguno (aunque este existiera de verdad) Grimm se levantó y siguió a sus compañeros hacia el vientre de la bestia de acero mientras murmuraba la tonadilla de una balada triste.
Que cansado estaba!.
Ni tan solo la visión triste de sus paisanos partiendo pudo hacer que una brizna de energía le recorriese el cuerpo. Se levantó, eso si. Sus compañeros de batalla estaban allí. Parecía que todos habían transcendido a la vez, y habían sido encontrados dignos de servir a estos lobos.
Dudoso honor de momento, pues para ello cientos de puños habían muerto.
Era extraño, pues no sentía ira . En estos momentos ni tan siquiera odiaba a los Craneotorvos.solo observaba e intentaba aceptar la situación. Se levanto y junto al resto se encaminó hacia el pájaro de acero... y el miedo comenzó a atenazarle las tripas otra vez...
postito matutino!!