La Mafia a la que hace referencia esta partida es una organización nacida en Sicilia donde se denominó Cosa Nostra, que en sus orígenes era una confederación dedicada a la protección y el ejercicio autónomo de la ley (justicia vigilante) y, más adelante, al crimen organizado.
Para que un hombre pueda entrar en la organización debe seguir una especie de ritual, surgido en la Sicilia de mediados del siglo XIX y que apenas ha cambiado hasta hoy. Sus miembros se denominaban a sí mismos mafiosos, es decir, hombres de honor. Los miembros de los distintos clanes mafiosos empleaban una serie de códigos de honor, inviolables, de los cuales el más conocido es la Omertà: el código de honor siciliano que prohíbe informar sobre los delitos cometidos, incluso cuando uno ha sido víctima de ellos.
Esta práctica es muy común en casos de delitos graves, cuando un testigo o una de las personas incriminadas prefieren permanecer en silencio por miedo de represalias o por proteger a otros culpables.
En la cultura de la Mafia, romper el juramento de omertà se castiga con la muerte. El término italiano Omertà es de origen incierto. Se encuentran trazos de su uso ya a partir del año 1800, y algunas teorías la relacionan con la palabra latina humilitas (humildad), que será después adoptada a los dialectos de la Italia meridional y modificada en umirtà, y de la forma dialectal se llegaría entonces a la forma italiana actual.
Si alguno de estos mandamientos es violado, aquel que lo incumpla morirá o será catalogado como un infami, un lentu di’ nasciu (chivato), viviendo con deshonor y rodeado de desprecio por todos los suyos. Además, una vez aceptado en la Familia, el miembro novel deberá dar prueba de su coraje, generalmente cometiendo un homicidio. Y tendrá que aprender sus limitaciones, entre ellas no poder divorciarse, no tener parientes en la policía, ni ser él mismo policía, inspector médico, guardia municipal, homosexual, ni tan siquiera tener amantes fijas o, en todo caso, no debe saberse.
Mandamientos de la Omertà
1. Un hombre hecho debe acudir siempre en auxilio de un hermano con todos los medios de que disponga, incluso si eso pone en riesgo su vida o propiedades.
2. Un hombre hecho debe obedecer las órdenes de un consejo de hermanos más antiguos que él sin cuestionarlas nunca.
3. Un hombre hecho debe considerar una afrenta infligida por un no miembro de Cosa Nostra a un hermano como dirigida personalmente contra él y el resto de hermanos de Cosa Nostra, y debe estar dispuesto a vengarla a toda costa.
4. Un hombre hecho no debe jamás acudir a la policía, los tribunales de justicia o cualquier otra autoridad gubernamental en demanda de ayuda.
5. Y, por último, un hombre hecho, ni bajo el dolor ni la muerte, debe nunca reconocer la existencia de Cosa Nostra, discutir sus actividades o revelar el nombre de otro miembro de Cosa Nostra.
Durante siglos, Sicilia estuvo dominada por un sistema feudal que explotaba a decenas de miles de campesinos mientras una minoría gozaba de privilegios. Estas circunstancias se le consideran decisivas para el surgimiento de la Mafia. Por otro lado, la conducta delictiva se revelaba como la única manera de obtener privilegios en una sociedad que los reservaba sólo para los ricos terratenientes aliados de las autoridades políticas; pues a falta de una estructura de gobierno organizada y capaz de proteger a los habitantes de la isla, éstos se vieron obligados a fortalecer los vínculos familiares como alternativa para obtener seguridad. Por esta razón los lazos de sangre son tan importantes en la Mafia.
En el siglo XIX surgieron los gabellotti o recolectores de impuestos, que administraban las propiedades de los aristócratas. Ellos obtenían a cambio un porcentaje de las cosechas obtenidas, aparte de arrendar a los campesinos partes de sus tierras que habían dividido anteriormente para este fin y otorgándoles un porcentaje de la cosecha obtenida. Así pues, los gabellotti eran mediadores entre los propietarios y los campesinos. Poco a poco se volvieron cada vez más poderosos y se involucraron en actos delictivos: extorsionaban a los labriegos y organizaban grupos de ladrones y cuatreros. Por esta razón se les considera a los gabellotti como antecedente directo de la Mafia y su manera de hacer negocios.
Con la unificación italiana, la situación no mejoró, viviendo la mayor parte de la población en la miseria, a merced de la nueva clase que ostentaba el poder político y económico. Una vez más se necesitaba hallar una forma de protegerse del gobierno, y la naciente Mafia se mostró como la posibilidad más efectiva para lograrlo, cobró fuerza y se estableció como un poder alterno.
En 1874, los índices de criminalidad en Sicilia habían crecido y el gobierno de Italia decidió poner orden enviando efectivos militares a la isla. El problema provocó la caída del gobierno conservador y surgió un gobierno liberal en el que la Mafia se hallaba bien representada. La Mafia siciliana se consolidó y ofreció al gobierno restablecer la calma en Sicilia, aprovechando la oportunidad para acabar con otros grupos rivales. De hecho, en Sicilia llegaron a existir cerca de doscientas Familias diferentes, algo más de la mitad de ellas situadas en Palermo. Entre todas ellas cabría destacar la Familia Motisi, una de las más antiguas, o la Familia Corleonesi, que tuvo gran importancia a finales del siglo XX a pesar de ser una familia relativamente joven.
La Mano Negra era una forma de extorsión de principios de siglo firmadas con un sencillo dibujo de una mano negra. En Sicilia se dibujaba la mano, una daga o un cráneo. si las cartas no surtían efecto, el último aviso era pintando una mano negra en la puerta de aquel a quien iba dirigida la advertencia. En Estados Unidos, la Mano Negra fue fundada por inmigrantes y más tarde fue llamada Cosa Nostra. Algunos inmigrantes italianos llegados a los Estados Unidos a través de Nueva York pertenecían a organizaciones criminales en el país de origen.
En la última mitad del siglo XIX, la prensa local empezó a hacerse eco de algunos crímenes cometidos por italianos relacionados con la mafia, pero estos eran casos aislados que no tenían gran importancia. Durante la década de 1890, cuando el gobierno italiano puso a Sicilia bajo ley marcial durante dos años, muchos mafiosi emigraron a los Estados Unidos. Estos recién llegados importaron sus costumbres y su manera de organizarse.
En 1900 llega a Nueva York el siciliano Vito Cascio Ferro, que había llegado a la Isla de Ellis ocultando su pasado criminal en Palermo. Su mayor contribución al crimen americano fue la introducción del llamado wetting the beak (mojar el pico), una forma de extorsión en la que se pedía dinero a cambio de protección a los negocios locales, pequeñas sumas, asegurando así una cantidad de dinero considerable sin lisiar económicamente a sus dueños.
Don Vito regresó a Sicilia, donde se hizo inmensamente poderoso. Llegó a ser considerado el primer capo di tutti capi. A principios de los años 20, el poder de Don Vito era más grande que nunca. Tanto, que incluso envió a uno de sus mejores hombres a Estados Unidos con la intención de controlar los negocios efectuados allí, como controlaba los que se llevaban a cabo en toda Sicilia, donde incluso los mendigos le daban una parte de sus recolecciones diarias. El hombre al que envió Don Vito era Salvatore Maranzano, quien una vez llegado al Nuevo Mundo se encontró con el que sería su eterno rival. Joe The Boss Masseria.
Masseria tenía el control de la Mafia de Nueva York durante los años 20, contando con individuos que habían nacido en Sicilia, Calabria y Campania, todas ellas regiones del sur de Italia. Entre sus fieles se encontraba gente como Lucky Luciano, Mad Hatter Anastasia, Vito Genovese, Willie Moretti o Frank Costello, entre otros muchos. Mientras que del lado de Vito Cascio Ferro y Salvatore Maranzano estaban criminales de la talla de Joe Bannanas Bonanno, Stefano The Undertaker Magaddino, Joe Profaci o Jon Aiello. Un conflicto que iba más allá del control de la ciudad, puesto que era un también un conflicto generacional entre la vieja guardia y los nuevos jóvenes italianos.
La Ley Seca ayudó a que las tensiones entre las dos facciones mafiosas fuera más que evidentes, siendo habitual los secuestros de camiones que portaban alcohol, la destrucción de las destilerías clandestinas del bando contrario o los enfrentamientos por la distribución ilegal del alcohol en diversos garitos; además de los habituales roces en otros negocios que nada tenían que ver con el alcohol, como el control de la prostitucion, el pago de las protecciones de los comerdios, los asesinatos por encargo, los diversos sindicatos, los prestamos usurarios o el manejo de mercancía robada. Los conflictos fueron creciendo en intensidad cada año, hasta que todo el mundo llegó a la misma conclusión: una guerra era inevitable.