Partida Rol por web

Verocchio fue encerrado en el sótano del Carlo's, en espera de ser recogido por algún enviado proveniente de la ciudad de Chicago, tal y como Luciano había planeado para mejorar las relaciones con Capone y los suyos. Cuando Verocchio descubrió su inminente destino inició un lamentable espectáculo de gritos y gemidos pensando que pronto sería un futuro fiambre en manos de Capone, quien según les dijeron después, vendría personalmente desde Chicago para hacerse cargo de Verocchio y dar una muestra de lo que puede hacer él con sus enemigos y opositores.*

Don Masseria y Luciano acudieron personalmente al Carlo´s y tras tener unas palabras en privado con Verocchio para informarle de su próximo destino, se quedaron con el grupo para felicitarles. Lamentaron la pérdida de Alfonzo y aseguraron que se organizaría un funeral como era pertinente en tales ocasiones. Encargándose de la viuda y de los familiares del pobre Alfonzo para que no les faltara de nada, además de hacerse cargo de todas las flores, el cura, la ceremonia y demás parafernalia.

Cuando todos se fueron tras la celebración del triunfo, Don Masseria y Luciano se quedaron unos momentos para felicitar a los cuatro jóvenes del grupo. Gatillo había hablado con los jefes momentos antes para contarles cómo se habían desenvuelto los muchachos en la lucha y debió hablar bien de ellos porque Masseria y Luciano se mostraban alegres.

-Tenemos que celebrarlo. - Dijo el Boss. -Pero cuando os recuperéis de vuestras heridas. Enzo necesita descansar, confío en que os encargaréis de velar por él. Tomaros unos días libres. La semana que viene venid juntos a Scarpato´s y hablaremos de vuestro futuro. Buona sera.

No necesitaba que se lo dijeran dos veces. Las palabras del Big Boss resultaban reconfortantes, pero Sal estaba agotado, deseando lavarse y meterse en la cama tres días. Gruñó una frase de agradecimiento y ya tenía el abrigo en la mano cuando pareció recordar a Enzo. Miró a los primos y se acercó con delicadeza al músico.

-Hala Enzo, nos vamos -dijo suavemente. Posó la botella en el suelo y lo ayudó a incorporarse y a vestirse como mejor pudo y con lo que había. Sal se comprometió a acompañarlo y echarle un ojo durante un par de días para comprobar que todo iba bien. Menos mal que los acercarían en coche. Se despidió de los presentes con la cabeza, y de los primos.

-Cuidarás de Luigi y su brazo, no, Filippo? Nos vemos en unos días, yo procuraré que se me vea poco por la calle, os sugiero lo mismo... Sabéis dónde encontrarme si hace falta, no?

El jugador les dio su dirección y les dedicó una afectuosa sonrisa cómplice. Lo estaban haciendo bien.

Filippo asintió en silencio a las palabras de Masseria. Su presencia le seguía imponiendo demasiado y temía decir algo poco conveniente. Como siempre, se sintió aliviado al salir de su despacho. 

-Me ocuparé de ello tanto como el me permita-dijo contestando a Sal-Sí, nos vemos en unos días. 

Poco a poco los hombres de Gatillo, le medico y el sursum corda fue poniendo mejor cara, riendo y cuando se enteraron de que el jefe vendría a ver al tal Verrochi, felicitándose unos a otros y haciendo bromas. Al fin y al cabo, a todo el mundo le gusta seguir vivo. Después de oír jaleo en la entrada, los jefes aparecieron escoltados por el Gatillo, Enzo se recostó como pudo intentando apoyar la espalda en la pared, pero pasaron de largo a parlamentar con un conocido en el piso de abajo. Ya se había arreglado la pelambrera cuando Don Giuseppe y Luciano aparecieron. Medio sentado en un taburete con una pierna estirada los veía departir satisfechos mientras los hombres de gatillo se marchaban. Grogui, acertó a meterse otro lingotazo y con la botella apoyada en la rodilla y unas pintas probablemente terribles, sonrió a Luciano. Se enteró de milagro de la mención de Don Giuseppe y a destiempo dijo  – Grazie, va beeeene, va.. quitándole hierro sin mucho éxito... cof. Tan pronto llegaron como se fueron, y de repente Sal lo levantó. Otra vez el traje a una puta bolsa, y el abrigo para cubrirse. Descubrió que podía andar así que se apoyó en Marrone. Un gesto de OK a Bacoli en muestra de tregua, y un guiño a Filipo – Nos entierras a todos, le dijo juguetonamente. Otro buen trago, subirse la solapas del abrigo y una vez fuera le dijo a Marrone, - Porca fortuna. Grrmm. Pero para el sábado, estoy como nuevo. Miraba adelante contento, sonriente, con cara de picaro y muy mal aspecto. - No te vayas a rajar, que ahora tienes una historia cojonuda para Carlotta...

Muchas gracias Don Giusseppe.

Acertó, a decir frío y con una cara con poca alegría, el mecánico. Pasado el peligro, y volviendo la razón a ocupar su mente, estaba más preocupado por el terremoto que iba a sacudir su hogar, que por los agradecimientos recibidos. 

Saludó también a Lucky con un gesto de cabeza. Alguna mueca de dolor, pero aguanto estoicamente... Enzo llevó peor suerte que el así que no podía quejarse.

Venga, Andiamo primo. Hoy se va a romper algo importante en mi casa... en casa de mi madre...para ser exacto. Mañana te pasas antes por el taller para ver si estoy allí... no creo que me quede en el piso.

He cruzado una línea y ya no podré volverla a cruzar... 

De todos modos, hoy nos hemos salido de buenas para lo que podía haber sucedido. Tu al menos estás intacto, va bene...

Estamos en contacto muchachos. Suerte.

A la semana siguiente acudieron a Scarpato's, tal y como el Boss les había dicho. Luigi se encontraba prácticamente recuperado del todo; todavía le dolía un poco el brazo en según que movimientos y lo sentía algo adormecido, pero la recuperación iba por buen camino. Enzo, en cambio, todavía andaba algo convaleciente aunque se mostraba igual de animado que de costumbre. Había tenido que ir a que le revisaran los puntos de la barriga después de una noche de celebración en la que él y Sal fueron a visitar a Julia y Carlotta, las chicas del Isabella's.*

En cuanto llegaron, Gerardo Scarpato les atendió personalmente y les llevó a la mesa que Joe Masseria tenía reservada a perpetuidad en su restaurante favorito. El Nuova Villa Tammaro, que era como se conocía oficialmente a Scarpato's, había sido vestido de gala para la ocasión: decorado con la bandera italiana y otros motivos festivos. Gerardo incluso había cerrado al público alegando que había una celebración privada y así era. Pero no solo se celebraba el éxito sobre el tema de Verocchio, había algo más. Todos los que eran alguien dentro de la organización estaban allí: Joe Masseria, Lucky Luciano, Frank Costello, Vito Genovese y otros muchos caporegime. Joe Masseria alzó una copa y fue el primero en hablar.

-Muchachos, lleváis un tiempo demostrando que sois unos buenos chicos. Hombres de Honor. Por lo que nos gustaría invitaros a nuestra Familia, a ser uno de los Nuestros. ¿Qué me decís?

Si no aceptaban no pasaría nada, podrían seguir trabajando como independientes para ellos y ganarse algún dinerillo extra de vez en cuando. Se quedarían a celebrar la buena finalización del golpe contra Verocchio y luego se les invitaría a irse. El ritual de iniciación era secreto. Pero si aceptaban formarían parte de él. Se les pincharía con una aguja en un dedo y con su sangre se mancharía una estampa de un santo y se quemaría, habría juramentos de lealtad y silencio. Serían parte de la Familia.

Fue una semana tranquila, pero con esa tranquilidad tensa, algo irreal, que conocen los hombres con razones para mirar sobre su hombro. Sal pasó mucho tiempo encerrado, durmiendo, bebiendo y volviendo a dormir. Lo intercaló con algunas visitas breves y furtivas a Enzo. Excepto la noche con las chicas; la mejor farra que Sal recordaba, nada discreta, y que le había aproximado un poco más al Enzo más bohemio, más desatado y más frágil.

En la reunión con los peces gordos del clan Masseria, Sal estaba nervioso. No se despegaba de Luigi, Filippo o Enzo, a los que ya consideraba como sus amigos. Hablaron algo de lo que habían vivido juntos, pero no demasiado. Y se sentían jóvenes y afortunados, y hasta felices.

-Se- sería un honor, signore Masseria- se apresuró a responder al Big Boss, sin atreverse a tratarlo de don. Todavía.

Porque Sal estaba allí para eso. Para entrar en la familia, adquirir respeto, una vida buena. Lanzó una mirada fugaz a todos los presentes. Había en ella agradecimiento y había advertencia. Un gracias por dejarme entrar, ahora ya estoy aquí.

Luigi, estaba serio, su pelo alborotado. Iba más arreglado que de costumbre, pues no siempre se era recibido por el Big Boss, y con tiempo. Hubiera sido una descortesía ir vestido con su mono de mecánico.

Era bien cierto que iba como un pincel. Su madre hizo un buen trabajo, todo y que la relación entre ellos se había endurecido desde la ultima semana. Aun con esa guisa, era fácil observar que Bacoli no se encontraba nada cómodo enfundado en esa ropa de "buen señor"

Había tenido una charla con su madre, ella le reprochó que tirara su vida de esa forma, juntándose con toda esta gente que frecuentaba últimamente. Además llegar a casa herido de una bala... Ella padecía, pero tenía claro que no quería esa influencia para sus otros hijos.

Luigi, lo comprendió. Le dijo que cuando mejorara del brazo, se marcharía de casa. Se alejaría de ellos para no entorpecer ni ser un ejemplo para sus hermanos, pero le dijo que le mandaría dinero, y que quería que lo dedicase para que su hermana hiciera enfermería y el piccolo estudiara leyes... El se sacrificaría, renunció a su ferviente deseo de ser un piloto de las 500 millas, de hecho, con la herida no consiguió siquiera competir en la carrera del barrio bajo...

Luigi ya no tenía nada por lo que interesarse, salvo brindarles a los suyos, aunque fuera de tapadillo, una mejor oportunidad que la que podían conseguir gracias al esfuerzo de su madre rompiéndose la espalda a base de lavar ropa... Su taller les daba para vivir y pagar los estudios básicos de los pequeños, pero la universidad de su hermana era otro cantar.

Signore Giosseppe, questo es vero dificcile para me...

Con la mano en el corazón se lo digo, y sin ánimo de molestar a nadie, yo estoy dispuesto a entrar en esta Gran Familia, pues es un gran honor. no obstante la mia mamma, no quiere que io sea una mala influencia para mis hermanos... Será posibile mantener al margen  a la mia vieja famiglia? 

Me iré a vivir al taller si hace falta y allí me encargare de lo que sea menester que me ordenen. Mi hermana signore, va a ser enfermera. En la Universidad signore, un orgullo per me.

Yo acepto el honor de ser de la "Famiglia"

Durante aquella semana, el pequeño rasguño de Filippo curó sin problemas. Ese día pasó a buscar a Luigi, que había mejorado mucho y juntos se dirigieron al Scarpatto. Lo notó un tanto taciturno, como si acudiese a la cita más por obligación que por gusto. 

Al llegar al Scarpatto, se encontraron con Enzo y Sal, a quienes no había visto en toda la semana. Enzo tenía buen aspecto, si bien era evidente que su recuperación aún no había terminado. Saludó a sus compañeros con afecto, con un abrazo a la italiana. 

-¿Come va? Enzo, tienes buen aspecto. 

Cuando pasaron al despacho de Maseria, Filippo lo notó un tanto diferente. Más afable, más cordial. La actitud que cabe esperar de alguien que trae buenas noticias. Sabía que Maseria estaba satisfecho con cómo habían salido las cosas, pero con todo, no sospechaba lo que venía a continuación.

¿Como?¿Nos ha invitado a entrar en la familia?

Quedó un momento en shock, mientras sus compañeros se pronunciaban. Sal parecía tan sorprendido como él. Luigi por su parte, parecía más preocupado que sorprendido. 

-Por supuesto que acepto. Me esforzaré por estar la la altura de su generosidad. 

Enzo estaba muy serio, vestido de punta en blanco, no había abierto la boca desde que entraron en el local. Respondió con un guiño al comentario de Filippo, y mantuvo un rictus solemne, sin hacer gestos ni mirar a sus compañeros, solo a los jefes. Sabía a lo que venían desde un principio, y lo consideraba sin ninguna duda el día mas importante de su vida. 

Simplemente se echó una mano al pecho y respondió – Cuentan conmigo para siempre, a Don Giuseppe primero, y pasando la mirada al resto de mandamases después. 

Ahora si que si, que se prepare Nueva York para el advenimiento de Enzo Pagnotto “the made guy”