El grupo no fue recibido con los brazos abiertos como creyeron en un buen principio. Habían escapado de una prisión de vísceras para terminar en otra celda. Estas no eran de carne ni de barrotes convencionales. Estaba acolchada, con una cama mullida y un retrete que evacuaba vuestras deposiciones de forma higiénica. Solo había una entrada con una ventanilla corrediza.
Como era de esperar se os puso en celdas individuales idénticas a esta y requisaron vuestras pertenencia para "impedir que os hagáis daño", según palabras textuales de Zinrael.
Durante dos días os dejaron aislados pero os trataron con educación y con tres comidas generosas al día que dejaban en bandejas por la única ventanilla. Los guardias siempre os ordenaban lo mismo si queríais comer, debíais alejaros de la puerta para poder abrir la ventana corrediza y dejaros la comida en la repisa que había a vuestro lado de la puerta. No había ningún error en su procedimiento.
Para mayor seguridad os pusieron unos brazaletes inhibidores de magia que a su vez soltaban una potente descarga en caso de intentar agredir a los guardias o a vosotros mismos.
A la mañana del tercer día el procedimiento fue distinto, en lugar de traer el desayuno los guardias os pidieron sacar los brazos por la ventanilla para poneros unos grilletes, por si las medidas de seguridad no fueran ya suficientes.
Se os organizó a los cuatro en filas de a uno, no sabíais donde estaban Gloder y Drik'tik, pero desde luego no marchaban con vosotros.
La nave parecía un barco ordinario al que se le habían incorporado mejora sobre mejora según las nuevas necesidades. El pasillo por el que os llevaron tenía una red de cañerías visibles. Evidentemente se trataba de tecnología a vapor gnoma, pero las celdas habían sido diseñadas por una mente menos creativa y más calculadora. Seguramente otras partes tecnológicas de la nave no se parecían para nada entre ellas.
-Es aquí. - Os indicó el guardia que encabezaba la marcha al detenerse frente a una puerta de madera. -Y haced el favor de comportaros. -Os advirtió antes de abrir de forma manual la sala de reuniones.
Al rededor de una gran mesa circular había un grupo variopinto de distintas especies espaciales, unidas por la misma causa. En el centro de la mesa había un holograma que mostraba un mapa astral en tres dimensiones. Al entrar el grupo de prisioneros las conversaciones que tenían dentro cesaron para mirarlos con curiosidad.
-Eso no será necesario. -Indicó a los guardias, refiriéndose a los grilletes. -Y quitadles también los brazaletes.
-Mis disculpas por manteneros encerrados, pero teníamos que asegurarnos de que no fuerais una amenaza. Y no me correspondía a mi solo decidir si dejaros sueltos por Quimera hasta hablar con el resto de miembros de la Alianza. Tenemos una oferta que haceros, independientemente de lo que decidáis se os devolverán vuestras pertenencias y seréis libres de iros, pero antes escuchad lo que tenemos que decir. Ya lo hablamos con vuestros compañeros, el tal Gloder y el caballero Drik'tik, y ambos accedieron.
Teletransporte, pinchazo, inconsciencia, despertar en una celda. No fue para nada lo que esperaba al escapar porfin de la nave del azotamentes.
Tres dias aburrido en una celda... Nos daban comida y la celda era relativamente comoda. Pero me habian sellado la magia. Ni siquiera podia matar el tiempo creando ilusiones para entretenerme! Aunque el trato era mas o menos cordial, estaba molesto.
Cada vez que me traian la comida, intentava convencer al guardia, hablandole desde lejos mientras la deslizaba, que me trajera algo de leer, que me contara donde estabamos, o que me dijera cuanto mas nos iban a retener sin razón. Todos mis intentos fallidos. Pero al menos una de las veces, conté un chiste verde, y escuché como intentaba rentener una risita al otro lado de la puerta. Una minuscula victoria era mejor que nada.
Al final nos hicieron salir y nos llevaron hasta Zinrael quien ordenó que nos quitaran las esposas y los brazaletes inhibidores. Ah... al fina podia sentir mi conexion con la magia.
- Gracias por vuestra hospitalidad... - Le dije al elfo marcando claramente que no pensaba ni por un momento que ese trato fuera para nada merecido. Me alegraba que Golder y Drik estuvieran bien. Y por supuesto que habían aceptado. Drik ya era miembro de la alianza, y Golder... No conocía nada mas, Era lógico que se quisiera quedar cerca de lo único que conocía. Tal vez de verdad esos dos conseguirían la paz para sus pueblos al final. - Cual es esa oferta? - No creia que aceptara... Pero tal vez si era buena de verdad, me lo pensaria.
Un gran humanoide hipopótamo se acercó al grupo. Llevaba una armadura pesada, un par de condecoraciones en el pecho y enfundada a la espalda una de aquellas peculiares armas que usaban los enanos Barba-Acero. Cruzado en el tronco tenía un cinturón lleno de gruesos cilindros que debían ser la munición. Sus ropas estaban limpias y tenían pinta de ser caras, lo que indicaba que tenia un buena posición económica y social.
Zinrael lo presentó como el capitán Bynjolf, el mismo que prestó su navío como base de operaciones.
-Supongo que eso es sarcasmo. Uno de los guardias dijo también que le contaste un chiste, así que tampoco te falta sentido del humor. La conclusión a la que llegamos es que no sois simplemente "creaciones" artificiales y tenéis alma y voluntad propia, por lo que no se os considera una amenaza para la sociedad. Zinrael atestigua también que sois buenos combatientes y útiles para la causa, pero nadie a parte de mi está dispuesto a reclutaros. Se me conoce por ser un líder justo y bajo mi mando no os faltará comida, catre y mucho, mucho trabajo. Se os pagaría por vuestro servicio prestado, por supuesto.
El capitán de los elfos siguió con la explicación.
-Estamos de camino a Roca de Bral. Una gran roca frotante con población, terreno neutral que los azotamentes aún no se atrevieron a conquistar. Pensamos hacer un alto para abastecernos de víveres, entre otras cosas. Si rechazáis nuestra oferta os dejaremos marchar como prometimos. Con vuestras habilidades únicas no os faltará trabajo para empezar una nueva vida.
"Una nueva vida"
Mardak no pudo evitar torcer el gesto al escuchar aquella frase, que no hacia más que dictaminar la verdad por encima de todo, que él, así como Morthos, Ghagha o nº03 no eran más que copias de si mismos. Y recordarlo, como había hecho en los tres largos días enjaulado, lograba que un malestar intenso y molesto le apretase en el pecho cuando estaba despierto y le nublase los sueños cuando dormía. Había momentos que se sobreponía a la idea, pero otros, otros le arrebataba el aire y le comprimía el estómago. Él era una copia y eso significaba que no era nada, y que su pasado, bueno, sencillamente no era su pasado y por lo tanto no le pertenecía a él, si no al verdadero Mardak. Por un segundo, su mente intento ayudarle, y buscó y halló el recuerdo de Samuk, su padre, hablándole en su lecho de muerte. Pero el joven bardo no quería escuchar aquellas palabras, ya que no eran para el, y con un cabeceo, empujó el recuerdo al fondo de su mente, donde lo encerró, junto a muchos otros, en lo más profundo de su ser, decidido a olvidarlos.
—Seguramente debería cambiar de nombre —se dijo, mientras miraba al capitán Brynjolf, una criatura que no había visto nunca y que había logrado atraer su atención. Luego miró a sus compañeros, y por ultimo al elfo estelar. Si, seguramente su mejor opción era empezar una vida nueva lejos del mundo donde había nacido y crecido su original. Quizás, y solo quizás, podría crear nuevos y propios recuerdos y empezar como alguien nuevo. Forjar algo propio. ¿Podría conseguirlo así sin más? No lo creía, pero su idea era mucho más compleja y peligrosa, y necesitaba aquella gente para conseguirlo. La única manera de alcanzar su objetivo era pertenecer a la Alianza. Si estaba con ellos tenia más posibilidades de atrapar a uno de aquellos azotamentes para obligarlo, antes de matarlo, a borrar aquellos recuerdos que no le pertenecían. Y mientras lo hacían, bueno, no perdía nada intentando la primera parte de sus pensamientos.
—Si nos unimos a vuestro servicio, ¿significa eso que perteneceremos a la alianza y daremos caza a esas viles criaturas? —el joven no había hablado en los últimos días, ni siquiera canturreado una melodía, y su voz sonaba áspera y seca, por lo que carraspeó y tragó saliva para liberarse de esa molesta sensación—. Si es así, por mi parte no tendré problema en unirme, ciertamente, creo que no tengo nada mejor que hacer que matar azotamentes. —añadió, mirando al gran hipopótamo y dejando que su expresión dejara patente que anhelaba hacerlo.
—Si nos unimos a vuestro servicio, ¿significa eso que perteneceremos a la alianza y daremos caza a esas viles criaturas?
-Desde luego, esa es la principal motivación de la Alianza. Debemos detener su expansión a toda costa. Gracias a vuestra ayuda y los problemas que disteis por dentro del kraken, conseguimos nuestra primera victoria.
El capitán hipopótamo miró hacia la mesa y ordenó cambiar el holograma. La imagen se amplió miles de millones de veces, como si el grupo viajara a gran velocidad. Al final la imagen etérea mostró una criatura tentacular con caparazón. Sus tentáculos no se movían y tenia una parte del caparazón agujereada. Los fragmento de caparazón y materia gris frotaban a su alrededor. Habían aún pequeños navíos de la Alianza flotando a su alrededor.
-Desgraciadamente este solo es uno de sus muchos monstruos.
Centró su atención otra vez en el grupo de nuevos reclutas.
-No hace falta que respondáis todos ahora mismo. Tardaremos tres horas en llegar a nuestro destino ¿Por qué no estiráis un poco las piernas? Creo que en la enfermería os espera una grata sorpresa.
- Tus guardias son muy buenos guardias. - Le dije al capitán, adulandolo. - Intente multitud de cosas, y lo único que conseguí fue una risita. Les doy un 10.
No se veia mal la oferta... Formar parte de la alianza. Entrar a servir en las tropas del hipopótamo. De todas maneras en "casa" tampoco me esperaba nada mas que algunas posesiones y mucha gente enfadada por mis estafas. Tal vez seria hora de reinventarme como diplomatico o algo asi...
- Aunque no se me da mal luchar, en mi vida anterior, por decirlo de alguna manera... fui diplomático... (una carcajada por parte de mi patrón resonó en mi mente... Esperaba que se le cayeran las palomitas al suelo o algo) ... Tendrías algún uso en tu unidad para alguien como yo?
Tras su respuesta, decidí ir a ver esa sorpresa en la enfermeria.
-Tendréis ocasión de demostrar vuestras habilidades. De una forma u otra os mantendré ocupados. -Luego ordenó a los guardias que esta vez os indicaran el camino a la enfermería.
El grupo pasó otra vez por el pasillo de cañerías, válvulas de retención y medidores de presión, solo viendo de pasada el resto de salas en donde la tripulación hacia su día a día.
La enfermería era blanca y limpia, libre de tanto sonido mecánico para proporcionar un descanso reparador y tranquilo a los pacientes. Era una gran sala con varios camastros, separados por cortinas para dar intimidad a los pacientes.
-Aquí están los nuevos, doctora Ser'rel. -Informaron los soldados.
-Está bien, que pasen. El paciente está estable y puede recibir visitas. -Respondió una voz femenina. Las cortinas se descorrieron solas, como por arte de magia y la doctora se mostró, una humanoide ataviada de blanco.
A simple vista era evidente que no era humana ni elfo, a pesar de las orejar puntiagudas. Su piel era de un tono amarillento y alrededor de su cabeza orbitaban unos cristales en forma de diamante.
La especie os era desconocida pero lo que más os sorprendió a todos fue ver que el que estaba tumbado ante ella era nada más y nada menos que un inconsciente Alastor. La doctora pasaba sus manos por encima, emitiendo ondas de energía psíquica para estimular su mente dañada.
-Sus heridas físicas eran lo de menos, era su estado mental lo que me preocupa, pero está fuera de peligro y percibo hondas cerebrales. Despertará un día de estos, solo démosle tiempo.
Alastor sigue vivo! Técnicamente no estaba muerto así que como DM magnánimo, hice que los elfos y enanos que le acompañaban se teletransportaran con él. Tienes suerte que no pasara por ahí otro devorador de intelecto hambriento, la historia habría sido mucho más triste.
Ghagha, que llevaba todo este tiempo serio y en silencio, pensando en su hogar y en Uara, pensando en la naturaleza de su propia existencia, en su situación actual; pareció salir de ese trance en cuanto vio a Alastor.
—¡Alastor! ¡Compañero! Estás vivo.
Todo era tan extraño, tan nuevo... El hombre hipopótamo, las naves, los monstruos, las propuestas de unirse a la Alianza, fuera lo que fuese... Le estaba costando mucho procesar toda esa información nueva y misteriosa. Pero coincidía con Mardak. ¿Tendrían oportunidad de acabar con los responsables de todo aquello que atormentaba su pelirroja cabeza? Pues a por ellos. Ver a Alastor renovó sus fuerzas.
—Chicos —, miró a sus compañeros. —Unámonos y acabemos con esos bichos.
Ver a Alastor arrancó a Mardak de sus pensamientos acerca de ser un doble, y la alegría por ver al mediano con vida logró que su expresión se tornara de nuevo risueña y feliz. La verdad es que el grupo apenas si se conocían de unos pocos días, pero lo vivido en la nave del azotamentes los había unido más de lo que creían, y aquello era una muestra de ello. El bardo asintió al escuchar a Ghagha, y se unió a él en la determinación de acabar con aquellas criaturas.
—Esas cosas se merecen que les demos caza, debemos impedir que le hagan a otros lo que nos han hecho a nosotros —convino, acercándose a la camilla para mirar al mediano, inconsciente. Luego se volvió hacia Ser'rel, curioso tanto por su raza como por el tratamiento que estaba ofreciendo a su compañero—. Mi nombre es Mardak, encantado de conocerte Ser'rel —se presentó, mientras se recogía la camisa en uno de sus brazos, para, acto seguido, liberar uno de aquellos tentáculos que les habían implantado al clonarlos—. Nos los pusieron en esa maldita nave, y aunque son de utilidad para algunas cosas, no sé si sabrías decirnos algo más de acerca de ellos.
Me alegre mucho de ver a Alastor vivo. No me caia especialmente bien, ni nada de eso, pero me alegré. En parte significaba que la Alianza trataba de no dejar a nadie atrás. Y en parte que tenian recursos para traer a alguien casi desde la muerte. Estar de su lado era buena idea...
- Creo que tambien me apunto. - Le dije a Ghagha.
Me puse tenso cuando Mardak le enseñó a la doctora esos tentaculos extraños, pero luego me relajé. Supuse que mientras estabamos incosncientes al llegar ya nos habian examinado y determinado que no eran peligrosos. Asi que cuanto mas supieramos de ellos mejor.
-Odio admitir que mis conocimientos en medicina palidecen ante los avances de los azotamentes. -El tono de su voz denotaba desprecio al hablar de las criaturas.
-Tendréis que averiguar por vosotros mismos que son y que funciones tienen. -La doctora terminó con el tratamiento, dispuesta a irse.
-Pueden quedarse un poco más, pero no perturben el descanso del paciente. -Luego indicó a uno de los guardias que vigilase al paciente en su ausencia y se fue con el otro recluta a informar de las novedades.
El grupo había sobrevivido a cosas impensables. Eran de los pocos que podían decir que se habían enfrentado a un azotamentes, una de las peores criaturas del multiverso, y sobrevivido. Su crecimiento había sido acelerado gracias a las situación adversa, en el que no solo sus cuerpos se volvieron más fuertes, también su voluntad.
Pasarían semanas antes de que Alastor despertara, tiempo durante el cual el grupo terminaría por descubrir las funciones de los artefactos sustraídos y libertad para usar su tiempo como quisieran.
Se encontraron otra vez con Drik'tik y Gloder, quienes les dieron la mala noticia que el mundo que recordaban como su hogar había desaparecido. Los azotamentes lo habían terraformado para hacerlo inhabitable para el resto de especies. Su transformación del mundo se había extendido por más del 60% de la superficie terrestre. Las probabilidades de que quedara algún familiar y amigo vivo eran remotas.
La situación del caballero insectoide era aún peor, había perdido del todo su hogar. Ya no tenia planeta al que regresar ni guerra con los micónidos, así que su resentimiento por la especie de hongos había desaparecido, eran tan víctimas como el resto de thri-kreen. Su única esperanza es que quedasen más parientes dispersos por el multiverso para que su especie no se extinguiera del todo.
Era un consuelo saber que no estabais solos, pues la misma calamidad forjó lazos más fuertes que la sangre, y todos erais parte de la Alianza y de la familia abordo de Quimera.
FINAL DE LA PARTIDA
Enhorabuena a todos y gracias por formar parte de esta aventura.