Partida Rol por web

La Mente Suprema sondeó vuestras materia gris, intentando encontrar obediencia y gratitud, pero no encontró nada de eso, solo resquicios de recuerdos que no deberían estar ahí y el anhelo de la libertad, una palabra que no debería tener valor para vosotros.

-Defectuosos... -Concluyó de forma telepática. No tenía un discurso final grandilocuente para un producto mal elaborado.

- Monstruo... - Le respondí telepaticamente. No habia mas que decir. 

El azotamentes podia ser muy peligroso, pero al menos no tenia el apoyo de un ejercito, solo con tres Grises de esos. Gracias al apoyo de los elfos y de los prisioneros que habiamos liberado por el camino, les superabamos ampliamente en numero. Esperaba que fuera suficiente. 

Mardak fijo su mirada en la criatura que gobernaba aquel lugar, y el asco y el odio se abrió paso por si cuerpo transformándose, rápidamente en rabia y odio. Aquella criatura los había creado, a él y seguramente a decenas, centenares o incluso más de aquellos clones, y la repugnancia y el odio que sentía por ello pugnaba por liberarse en un grito, pero el joven bardo sabia controlarse, y sencillamente tragó saliva y le escupió una obviedad en respuesta a su única palabra.

—Vamos a matarte. —Luego desenfundó su nueva espada y se preparó para cumplir con sus palabras.

-¡Es hora de hacerte pagar por los crímenes cometidos, criatura! -Exclamó el comandante de los elfos con determinación, activando a su vez la espada de luz radiante. -Se terminó para ti el ir destruyendo formas de vida e ir terraformando planetas ¡Detendremos vuestra expansión cueste lo que cueste!

03 se cubrió un poco atrás de sus compañeros al ver el reducido espacio, a la vez que sacaba su pistola lasta para disparar al primero que se acercara.

Ghagha no abrió la boca. Fulminó con la mirada a la criatura, y no escondió ni un ápice de su enfado. Apretó sus manos alrededor del mango de su hacha, y se preparó para el combate.

Rápidos como solo ellos los elfos estelares desaparecieron con otro de sus destellos, llegando arriba del todo con un simple salto interdimensional. En cuando tocaron el suelo realizaron una danza de espadas luminiscentes que cortaron todo lo que había a su alcance. Ambos eran buenos combatientes pero el nivel entre ellos dos era evidente, uno había abatió al tripulante de vuestra derecha con algo de dificultad, mientras que el de vuestra mano izquierda, y el que se mostró siempre más arrogante, despachó a los otros dos sin problema.

-¡Despejado, capitán!

-¡No esperaba menos de mis soldados! ¡Ahora hagamos justicia! ¡Que no viva para ver otro amanecer! -Dijo con cierto tono de orgullo y autoridad.

 03 disparos lo más rápido que pudo, una lástima que se olvidó de apuntar correctamente antes de disparar, desviando el disparo lejos de su objetivo.

—Carajo.

El capitán de los elfos estelares chasqueó la lengua con disgusto, esperaba que el resto de los nuevos aliados fueran más útiles en la batalla final, de lo contrario estarían acabados.

Al igual que sus discípulos, apareció a la velocidad de la luz frente al azotamentes. Era consciente de que su oponente le superaba en todos los aspectos, pero le motivaba un bien mayor. Empuñó la espada radiante a dos manos y descargo una combinación de cortes, uno descendente y otro horizontal. Ambos impactaron y con mucha fuerza, no por nada era el mentor de los maestros de la espada.

-¡Es hora de hacértelas pagar! -Gritó enfurecido el bárbaro, cabalgando una vez más sobre la furia y dejando que la fuerza del oso invadiera su cuerpo.

-No estoy seguro que nos veamos de nuevo, mi Uara, pero hare todo lo posible por salir de aquí y seguir buscando.

Y sin más el bárbaro echó a correr. Saltando sobre los cuerpos de los ballesteros grises. Con el propio impulso de la carrera soltó un potente tajo en las tripas del azotamentes.

-¡Esta es por Alastor! ¡Y solo es el primero! -Le gritó al monstruo, dejando en hacha dentro de sus tripas unos segundos antes de retirarlo.

Sospechaba que el maldito azotamentes seria altamente resistente a la mayoria de mis conjuros ya que hacian daño psiquico, y esa gente ( telepatas especializados ) solian ser habiles para evitar el daño psiquico y los conjuros mentales, al ser su especialidad. 

Me decidí por un bombardeo arcano aderezado con una maldición. Le conjuré mi maldicion favorita, al tiempo que me separaba del grupo por si el bastardo tenia alguna manera de atacar a grupos juntos. Y canalicé toda mi energia magia y mi rabia por toda esta maldita aventura y todo mi dolor y estres desde que habia despertado en esta maldita nave, desnudo y desamparado, en un estallido arcano de los que hacian época.

Seguramente Mardak podria cantar algo sobre mi ataque. 

Todos los planes del azotamentes se estaban viniendo abajo, sin saber que la culpa de todo se debía a un siervo demasiado vago para cumplir con la tarea designada.

-Habríais sido buenos soldados, que desperdicio de especímenes... Sé cuando he perdido, pero me llevo conmigo todos mis avances, incluido los datos de vuestra inesperada evolución. -Dijo, señalando con un dedo su cabeza, refiriéndose así al conocimiento almacenado.

-Tened por seguro que nos volveremos a ver, habéis captado mi interés. -Tras lo cuál, el espacio se plegó sobre él y desapareció, dejando vacío el espacio que ocupaba y una victoria incompleta.

-¡Que corra, esa derrota le dará mal sabor de boca durante mucho tiempo! Centrémonos en la verdadera misión, ya solo nos queda avisar a todos para la evacuación y sabotear la nave.

El capitán pulsó algo en su muñequera derecha que hizo desplegar un olograma con letras y palabras en alfabeto élfico. Tras pulsar distintas teclas intangibles, envió un comunicado en común a todas las tropas de la Alianza, concediendo así el tiempo suficiente para evacuar el monstruo.

Tras aquello y desactivar el artefacto del antebrazo, sacó un par de esferas metálicas, las hizo girar sobre su eje y las lanzo para que rodaran en distintos puntos de la sala mientras estas empezaban a emitir un pitido que sonaba con más frecuencia según pasaba el tiempo, indicando el momento de su detonación. Sus discípulos sacaron otro par de esferas e hicieron lo mismo, cubriendo así toda la sala.

-Acercaros todos a mi y mis soldados, nos vamos de aquí. -Los tres elfos teclearon cada cual su muñequera derechas y empezaron a iradiar una luz dorada.

-No pensaríais que ese engendro es el único que sabe teletransportarse a otro plano ¿Verdad? Tenemos tecnología capaz de emular ese poder.

Apenas podia creerme lo que estaba pasando... Por un lado, habiamos abrumado tanto al Azotamentes que habia decidido huir de nosotros (Yuju!), pero... eso dejaba mal sabor de boca. Ni siquiera habiamos podido vengarnos en verdad (Grrr!) aunque mi devastadora explosion arcana habia hecho que se retirase (Yuju!). 

Por otro lado, los elfos se disponian a montar un dispositivo de teletransporte para perseguirlo y si lo alcanzabamos, malherido como estaba, podriamos acabar con él (Yuju!). Pero eso significaria abandonar la nave en ese instante... Sin Alastor (D'oh!). Esperabamos encontrarlo de camino aqui... Lo mas probable era que hubiera muerto... (Encogimiento de hombros mental: Mejor él que yo...). 

Durante un momento... dudé que hacer. Pero al final... me decidí. Me acerqué a los elfos. 

- Voy con vosotros. - Le dije a Zinrael. - Le alcanzaremos? - Pregunté. Preparandome para el combate en cuanto apareciesemos donde fuera que acabasemos. Me volví hacia el resto tras la respuesta el elfo. - Venís o que? 

Pasase lo que pasase... Al menos saldria de la maldita nave viviente... Lo que habia sido mi objetivo todo el tiempo. 

-Voy con vosotros. - Le dije a Zinrael. - Le alcanzaremos? - Pregunté. Preparandome para el combate en cuanto apareciesemos donde fuera que acabasemos.

-¿A caso sabes a donde fue? El teletransporte no funciona así. Y aunque lo conociera no pienso meterme en una colmena de azotamentes. -Aclaró el capitán.

-No, a donde vamos es a la nave nodriza de la Alianza. -Un destello os cegó, seguido de un vacío en el estómago para teletransportaros a otro lugar. Era la primera vez que experimentabais el teletransporte y casi os provocó nauseas. En las retinas aún teníais un destello que os impedía ver con claridad, pero habíais habandonado al fin las entrañas del leviatán.

Antes de recobrar el sentido de la vista notasteis un pinchazo en el cuello y vuestra mente se nublo, alguien se había dado prisa en inyectaros un sedante. Al parecer el capitán había informado que llegaría acompañado de más formas de vida a parte de sus soldados.

FINAL DEL ESCENARIO