Partida Rol por web

El enemigo es rajado por la cintura, pero superficialmente. Comienza a sangrar, pero es una sangre verde, asquerosa...- Yo tengo aquí una ventaja que tú no tienes.- Dice mientras al abrir la mano sale una katana de la nada... ¿Qué quería decir con aquí? ¿Cómo tenía ahora una nueva katana?

-Así que tu ventaja es sacarte armas del culo... pues vaya mierda de ventaja. Eso no te va a servir de nada si sigues golpeando como una niña -respondo con total tranquilidad al desviar su ataque sin mucho esfuerzo-.

Voy dejando espacio, le observo moverse mientras voy moviéndome alrededor suya. Finge ser yo, pero dista mucho de parecerse a mí, salvo por la máscara. Aunque en la bravuconería si que se parecía a mí y, como tantas otras veces me ha pasado, en algún momento cometerá un error y ahí será cuando lo cazaré.

Llega el momento y lanzo una rápida estocada, con la fuerza de los dos brazos, ya que esta vez buscaba precisión y velocidad en lugar de abarcar toda la zona en un amplio tajo.

La estocada atraviesa parcialmente el muslo del individuo. Cae al suelo y se retuerce por salvarse... no le queda mucho a ese paso... el depredador iba a ser presa.

La última estocada le había dejado la pierna con muy mala pinta. Toda su bravuconería se había escapado con la poca valentía que pudiera tener. Ahora se retorcía y se arrastraba para alejarse de allí lo antes posible. Pero era algo que no podía permitir.

-No es nada personal, pero acostumbro a terminar lo que empiezo -apoyo la hoja de la katana en el hombro y avanzo hacia él-.

Alzo la espada y la descargo sobre el cuerpo de mi adversario, ese burdo intento de ser yo. La hoja corta limpiamente a la altura del abdomen, esparciendo en el suelo una mezcla de sangre y vísceras, llegando incluso a salpicar en la trayectoria que había llevado la espada, habiendo restos varios metros más allá. Me estaba empezando a gustar esta espada.

Limpio la hoja en sus ropas y, con desconfianza, me acerco a quitarle la máscara por dos motivos. El primero es que no podía ir por ahí sin la máscara, juraría que la había cogido, pero quién sabe. El segundo era por ver la cara que había bajo ella.

Tras la muerte de tu "alter ego" todo comienza a darte vueltas, caes al suelo, y cuando te quieres dar cuenta abres los ojos. Estás en un hospital, una máquina lleva tus constantes vitales, y una máscara de oxígeno te proporciona aire. En la habitación no parece haber nadie más que tú.

Abro los ojos y lo que veo dista mucho de ser la casa donde vivo. Todo blanco y limpio, con un olor fuerte que me recuerda a un hospital. Los constantes pitidos que vienen de una máquina que hay junto a la cama me termina de convencer. ¿Qué demonios había pasado? Si fui yo quien venció, ¿porqué estoy aquí?

Empiezo a palparme el cuerpo con leves toques con las manos, para comprobar si había algún daño, aunque puede que esta y otras tantas cosas sólo estén en mi cabeza. Tras comprobarlo, miro en la habitación por si hubiera alguna cosa fuera de lugar, algo que no estaría en una habitación de hospital desocupada, como ropa o algún objeto personal.

Te das cuenta de algo mucho más fuente. No tienes piernas ni brazos... Te los han cortado y ahora son muñones.

-¿Pero qué coño...? Yo gané, yo le maté... no debería estar así... -repito esa frase varias veces, conmocionado por el estado en el que me encontraba-. Yo le gané, yo le maté...

-¡UNA ENFERMERA! ¡UN MÉDICO! ¡QUE VENGA ALGUIEN! -empiezo a gritar a pleno pulmón tras intentar deshacerme de la mascarilla empujándola con la almohada y la cabeza-. ¡QUE VENGA ALGUIEEEEEEN!

Viene corriendo un médico que te mira primero.- Ah, ya te has despertado.- Dice con una voz que te suena demasiado.- Llevas mucho tiempo en coma, inducido, claro...- Dice tras soltar una risotada.- Todo lo que has hecho es real, pero... lo has hecho desde tus sueños...- Ahora caes en la cuenta de que el hombre que parece loco es la misma voz que sonaba en el teléfono.- Nunca has sido un asesino, es más, tú eres el que fuistes atacado por ese asesino con la máscara de... foca o morsa. Luego te curamos y ahora experimentamos contigo.- Acto seguido le mostró un líquido de color oro.- Este líquido es el que permite que tú puedas matar desde el sueño, sin correr peligro, a otras personas. De hecho acabas de matar a tu asesino. Ahora estarán investigando cuál ha sido la causa de su muerte.- Acto seguido sonríe.- ¿Ves? La vida no es tan cruel...- Se da la vuelta y se sienta en una silla, cerca tuya.

El alivio por ver entrar al médico en la sala rápidamente se tornaron en algo parecido a la ansiedad, o quizás las ganas de matar se habían vuelto a apoderar de mí. Lo que tenía que estar diciendo tenía que ser una jodida broma. ¿Cómo cojones voy a acabar con el tio que me hizo esto estando en este estado? ¿desde los sueños? Tiene que estar como una jodida cabra. A falta de otra cosa que poder apretar, aprieto los dientes tensando los músculos de la mandíbula, respirando profundamente intentando contener toda esa ira y no lanzarla como una batería de insultos sin sentido. Pero ese tipo estaba jodidamente loco.

-¡¿Quién cojones te crees que eres para utilizarme de esta manera?! Hubiera preferido estar muerto a verme obligado a actuar así, de hecho, si ahora mismo pudiera te arrancaría la cabeza del cuello -un berrinche que sólo ocultaba el dolor que sentía al verme encerrado en este cuerpo inmóvil e inútil el resto de mi vida habiendo tenido todo el poder en mis manos, incluso tener la capacidad de elegir quien vive y quien muere. No podían quitarme eso de golpe, diciendo que todo había sido un mal sueño producto de alguna droga rara-. ¡Vuelve a meterme en su pellejo o vete al infierno! -y escupo hacia el doctor-.