Partida Rol por web

¿Dije "AGI"? Quise decir, Habilidad, pero da igual, tienes el mismo valor.

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Cuando el tipo aún gritaba por su vida, Roldán dió unos pasos hacia atrás, cogió carrerilla (no por ello sin mirar al suelo y a la extraordinaria altura que la separaba de una tremenda muerte) y comenzó a correr por los estrechos palos que hacían de andamiaje. La gente se congregaba abajo poco a poco, y aquel Lunes Santo iba a ser más movido que si hubiera habido un fanático linchamiento a un judío por las calles. Como si de una pequeña liebre se tratase, el Aragonés, corrió y corrió; y en el borde se impulsó y su cuero se alzó casi como un ave, con piernas y brazos estirados, y sus manos intentarían coger al peón que allí estaba.

Mientras volaba ya casi en plena noche (que se os había echado ésta encima "con la tontería"), las miradas atónitas de la gente (y también de la inmaculad Virgen allí presente) se fijaban en éste, y tras un segundo en el que todo el mundo contuvo la respiración, Roldán consiguió llegar hasta el tipo, cogerse de la cintura, y hacer que se soltara (con evidentes gritos de miedo del malogrado). Acto seguido, tras el impulso hacia delante, venía el impulso hacia atrás, y los dos comenzaron a moverse como una campana, hacia un lado y hacia otro, pendidos de una sola soga.

Sólo Dios y la Vírgen quisieron que ésta, pese al roce continuo en los picos del madero que hacía de punto de apoyo sobre la pared, no se rasgara, y poco a poco, mientras ya comenzaban a marearse del ir y venir a doce varas de altura, los compañeros de abajo comenzaron a bajarle).

Justo antes de tocar ya el suelo, Roldán, acompañado de su presa (pues el conejo sobre andamio había convertídose en como en una rapaz despiadada), escuchó cómo todo el mundo congregado a la puerta de la catedral le brindaba un sonoro y emotivo aplauso acompañado de vítores y alegrías.

Finalmente, los dos tipos llegaron al suelo, y espontáneamente la gente levantó al nuevo alguacil en hombros (pese a no reparar en que estaban tocando a una autoridad), casi olvidándose del verdadero protagonista que a punto había estado de perder la vida.

Solté la cuerda con las manos doloridas y busqué al aragonés cuando la multitud hubo dejádole un poco más tranquilo.

-¡Jodido aragonés con suerte! ¡Estás como una puta cabra!

Un abrazo siguió a mis palabras y un par de sonoras palmadas en su espalda, que el cuero del jubón amortiguó en parte. Una vez nos hubimos separado tras el abrazo, una enorme sonrisa seguía en mi cara, pensando en el provechoso primer día de trabajo bien hecho. Al fin estaba ganándome la vida de forma honrada y había encontrado a un buen par de compañeros que ya podía llamar amigos: lejos quedaba ya aquella amarga noche en la taberna en la que cavilaba en solitario cuál sería mi próximo paso.

 Siendo casi el último en llegar, apartando a manotazos la multitud, el montañés corrió en pos a sus amigos.-¡MALNACIDO HIJO DE...!- La última palabra se la tragó el enorme abrazo de oso que le dedicó Severo a su amigo. Levantándolo en vilo y zarandeándolo como si de un muñeco se tratase, Severo no podía parar de gritar.-¡ES UN HÉROE! ¡UN JODIDO HÉROE!-.

Bajándolo de nuevo al suelo, se puso entre ambos y agarró a sus compañeros de fatiga por los hombros.-Por todos los santos que hoy bien nos hemos ganado la paga...- dijo dándoles un fuerte y cálido arrechucho.- ¡JA! Primero el truhán este se me encarama en un árbol sin que lo viéramos y en un pis pas me baja a hostias a ese pequeño cabrón. Y luego el otro se me sube al campanario y salta al vacío como si fuera un pájaro agarrando a una liebrecilla...- Con una sonrisa enorme de oreja a oreja, concluye.- ¡Mal vamos si tengo que igualar vuestras gestas! ¡Bebamos, hombres! ¡Bebamos y celebremos nuestra suerte mientras dure!-

Mientras Tristán y Severo complacían a su compañero, igual que el resto del corrillo, con vítores y chanzas y otros ademanes de agradecimiento y homenaje, pareciera que la Virgen, aún esperando en la puerta, hubiera sido desplazada, y el que fuera a salir en procesión no fuera sino Roldán. Sin embargo la gente lo bajó de nuevo, y el feligrés que tiró de la cuerda le besó las manos las manos al Aragonés como agradecimiento, para luego irse al interior de la catedral y gritar eso de "¡Preparen a la Virgen!", como para salir ya en procesión.

El malogrado peón de la catedral, un joven cristiano, logró finalmente acercarse a Roldán, quien le agradeció sobriamente lo ocurrido. No es que no le hubiera besado las manos o los pies como mínimo, es que andaba aún en medio de la expectación y el shock... Algunos compañeros suyos le tomaron del brazo y se lo llevaron, presumiblemente a su casa...

Pese a que Severo casi blasfemaba con eso del beber y del celebrar por tal proeza, muchos devotos bien pensaban en tal banalidad, puesto que en aquellos días se conmemoraba la muerte de Cristo, para ellos verdadero héroe al cual no se le hacían celebraciones ni comidas por todo lo alto ¡Qué desvergüenza! Menos mal que a la autoridad no podíasele rechistar, sino mas de uno... En fin, sea como fuere, la gente se dispersó del lugar, y en vez de corrillo se formó un pasillo de personas (tras retirar los restos del andamio caído), y la Virgen pudo desfilar por las calles toledanas. El alguacil Fernando había desparecido de todo el embrollo, tan misteriorsamente como llegó en el momento de la gesta...

Tras estar vigilando un rato más el barrio judío y su entrada, llegó el final de vuestra primera jornada (¡sin duda alguna ya habíais pagado y hecho el trabajo de un mes entero compilado en una sola noche!). Tras ésto, marchásteis a la taberna, al escudo Verde, donde más de una persona os esperaba.