Las revelaciones que allí se habían destapado golpearon de forma aturdidora al joven recluta. Aquello era peor que sufrir un blasterazo... ¡¡El Imperio era malvado!! ¡¿Acaso no buscaban el orden en toda la galaxia?! ¡¿Y la prosperidad de todas las razas?!...
Las palabras de Pinaza fueron demasiado duras para digerirlas como aquel que da un sorbo de vino. El oficial instructor, era un traidor como su familia. Su padre había manchado el honor de su casa. Había tirado por tierra la reputación de una casta de guerreros leales a la única realidad, el Imperio...
Tin, visiblemente afectado y nervioso, sacó su pistola láser de la cartuchera y apuntó a Erasmus y Pinaza. El chaval estaba completamente desorientado. No quedaba nada de ese recluta valiente y con garra. Ahora parecía un loco perdido...
- ¡¿Por qué debo creeros, traidores?!...- espetó sibilinamente entre diente mientras su pistola oscilaba entre Kruegher y Pinaza. - ¡¡Los rebeldes como vosotros sois los culpables de que mi padre muriera!!... ¡¡Seguro que saboteasteis su Tie-bomber!!... ¡¡Hasta Darth Vader sabe que nadie podía haberlo derribado con tanta facilidad!! ¡¡Y menos ese novato de Skywalker!!... ¡¡Mi padre fue entrenado por Vader!! ¡¡El mejor piloto imperial!!- seguía diciendo con rabia el muchacho incapaz de recapacitar o pensar.
¡¿Así que habéis estado jugando con nosotros?!¿no?...- Exclamó acercando la pistola al carrillo del inmutable Pinaza. Nada parecía amilanar al imperturbable oficial. - ¡¿Por qué?!... ¡¿POR QUÉ?!- gritó al final Tin mientras las lágrimas caían por sus ojos.
Dramatismo total!!
Erasmus miraba como Tin, con ojos desorbitados, apuntaba y esperaba una respuesta por parte de los recién rebelados rebeldes, así que decidió hablar antes de darle la oportunidad a Pinaza. No porque dudara de este, sino porque quizá le faltase el tacto que aquella situación requería. Además, por mucho que Pinaza arriesgase diciendo aquello, él mismo aún tenía un sentimiento hacia el oficial de reticencia debido a la dureza con la que les había tratado, y podía entender al joven piloto:
-Tin, escucha. Se que todo esto es algo duro de digerir. A mi mismo todavía se me hace raro pensar en Pinaza como rebelde. Pero escucha. Se que eres un hombre de honor, y como tal te respeto. Pero dime una cosa, que hay de honorable en destruir un planeta donde habita gente inocente, para destruir quizá una base rebelde, la cual es posible que ni siquiera exista? Que hay de honorable en matar indiscriminadamente mujeres, niños y ancianos solo por el simple hecho de vivir en el mismo poblado que un rebelde? Tu mismo has visto como nos han tratado los otros instructores. Son déspotas. O Kadlo. Como ha sufrido las consecuencias de ser Durosiano en un ambiente puramente "humano". Eso tampoco es honorable.
Erasmus continuó hablando.
En cuanto a tu padre, quizá entendiese que la vida que llevaba no era la adecuada para su forma de pensar. Que quizá lo que había conocido hasta ese momento no era por lo que él había querido luchar. Quizá vio cosas que no casaban con su forma de ser, como ver a gente aprovecharse de su posición para ascender en la vida o simplemente por placer. Quizá acabó hastiado de un imperio podrido por las ansias de dominación del Emperador y Lord Vader.
Lentamente bajó las manos a su cartuchera, y con un gesto tranquilo, desabrochó el cinturón y su arma cayó al suelo.
-Ahora tú decides.
Los acontecimientos sucedieron de forma abrupta, hasta que el caos dominó toda la situación. Talram y Tin parecían estar en el bando del imperio, aunque los datos que parecían tener les había dado un golpe en toda su estructura mental, ..., casi lo que había dicho Pinaza de él, y que era más o menos lo que había leído en el papel ...
Por su parte, el mismo Pinaza y Krueguer parecían ser parte de la rebelión. ¡¡¡Esto se estaba convertiendo en una situación de locos!!! ....., o quizá fuese una prueba, ...., a tenor de lo sucedido esto perdía credibilidad, y ganaba peso el hecho de que los informes fuesen ciertos y el Imperio se estuviese convirtiendo en un tirano de la Galaxia sin el menor intento de disimulo.
Kadlo estaba igualmente confuso. Era evidente que el Imperio era racista, ..., pero ¿una "limpieza" de los no humanos que estaban en sus filas?, ..., por otro lado, ¿una incursión en la academia de aprendizaje del Imperio?, ...., Kadlo no sabía decir qué era más inverosímil, ..., o mas temerario ...., y por una vez, en su cara de alienígena, se pudo ver un atisbo de ¿"turbación"?
Reflexiones mentales, en línea con su carácter. ;-)P
Básicamente, dejo que los acontecimientos se produzcan.
Quizas fuese aquel bofeton de madre, quizas fuese el que Tin desengundase su arma y apuntase a Pinaza, algunas de estas cosas y otras que no se podrian explicar basten para justificar el cambio de Talram. Aquella rabia y furia se esfumó de repente, como una pompa de jabon. Todo aquello... no, no podía estar pasando. Un engaño monumental? Eso era todo aquello? Y para que demonios se habían jugado el pellejo en el desierto, con los weequay y aquel gusano demoniaco? Para QUE?! Para nada?
- BASTA!! - bramó el ex-senador. - Basta de juegos!! Pinaza, como puedo salvar mi mundo. Dimelo. Ya. Por ahora es todo lo que me importa. De las lealtades de mi padre ya me ocuparé a su debido tiempo. Tin, por favor, baja el arma... - suplicó Talram mientras acercaba su mano con cuidado y la posaba sobre el hombro de su camarada recluta. - Tenemos que averiguar la verdad del asunto. Por favor... - volvió a pedir con tristeza el noble garossano.
Los comentarios de sus compañeros, aquellos que habían estado a punto de morir junto a él en el más tórrido de los desiertos o la ciénaga más apestosa del lugar, golpearon el orgullo del recluta con la fuerza de un wookie. La mano de Tin temblaba, pero no lo hacía de miedo, sino de histeria y nerviosismo.Eencañonado con su pistola láser, tenía al oficial Pinaza sin variar un ápice la expresión de su cara.
¡¡Oh dioses!!... Le hubiera encantado apretar el gatillo de su arma láser y hacerle un agujero más grande que el ojete de Jabba el Hut, pero Abstinius no era así... El muchacho tenía honor...
Entonces, todos los que estaban allí pudieron verlo claro. Tras aquella armadura de lealtad y dureza inquebrantable, tras aquellos sueños de honrar el linaje guerrero de su familia y bajo aquella máscara de soldado entregado sin miedo ni limitaciones... Tras todo aquello, sólo había un niño... Un niño mucho más joven de lo que ponía en su informe de ingreso...
Tin soltó la pistola y cayó de rodillas ante pinaza. Las lágrimas de su llanto quebrado y sincero, eran capaces de partirle el alma a un Rancor hambriento, y sólo hubo silencio en el camarote para ver como se rompían unas ilusiones falsas. No había consuelo para el joven recluta. El mundo que creía conocer, había sido destruido con un fuego mucho más virulento que el de la propia Estrella de la Muerte.
Le daba igual lo que pensaran los que estaban a su alrededor. Abstinius Cipher acababa de morir en ese momento. Nada podrían hacer por él.
Pinaza se apresuró a recoger el arma que había dejado Tin. En su trastornado estado no podía estar en posesión de un arma, podría ser peligroso. El oficial decidió poner todas las cartas sobre la mesa, así todos jugarían en igualdad de condiciones.
Durante años he permanecido infiltrado en la Academia de Carida tratando de desanimar a los jóvenes reclutas y si los machacaba lo suficiente quizá acabaran engrosando las filas de la rebelión. Mis métodos son los más duros de la Academia y los rumores que corren son ciertos. Lo único falso son mis motivaciones.
Pinaza miraba a los reclutas uno a uno, su tono era didáctico y frío. Era impresionante como podía estar tan tranquilo con lo que estaba revelando.
En definitiva, tenéis dos opciones. En cinco minutos saldré de esta sala con todo aquel que quiera acompañarme a una misión oficial que me han asignado, podéis venir o podéis quedaros. Cada cual que tome sus propias decisiones. Obviamente, el que se quede lo hará con determinadas circunstancias que le impedirán dar la voz de alarma antes de que estemos lo suficientemente lejos.... Si tenéis dudas, es hora de plantearlas... Tenéis cinco minutos.
Kadlo no podía creer lo que estaba escuchando. Una infiltración por parte de la Rebelión, en el mismo seno del Imperio, ¡en la academia de reclutas! Aunque intentaba digerir la información, le resultaba indigesta. Pero las pruebas iban ordenándose en su cerebro. No era ningún secreto que el imperio era racista, ..., y la carta recibida ponía en evidencia que su futuro en el imperio, sería cuando menos, negro.
Así pues, aunque no teniendo todas consigo, su única baza para intentar tener un futuro mínimamente próspero, era acompañar al oficial Pinaza, ..., por muy mal que le cayese.
- Es una locura lo que se está haciendo, ..., pero a tenor de la información, y por imposible que lo vea en este momento, la única opción que me queda es acompañarle, ..., pero no creo que podamos salir de aquí sin que sospechen, por muy oficial de rango que sea, no dejarán salir a nadie del planeta sin una excusa perfecta.
Ala! From lost to the river ...
Erasmus se sentía por fin tranquilo, y le resultaba extraño por parte de quién había obtenido esa tranquilidad. Jamás hubiese pensado que Pinaza fuese un traidor al imperio, y aun en esos momentos tenía sus ligeras dudas, pero aquella situación era de lo más inverosímil.
Vio como Pinaza recogía el arma de Tin, y se dirigía nuevamente a los reclutas. Mientras escuchaba lo que les proponía, no podía parar de mirar al pobre Tin, destrozado por aquella dura verdad, llorando como un crío al que han golpeado con saña, y no pudo más que sentir compasión por el joven piloto. Se acercó lentamente a él, y con calma, posó sus manos sobre los hombros de Tin, y con la voz más calmada que pudo, se dirigió a él:
-Vamos Tin, todo ha acabado. Vayámonos de este lugar infernal de una puta vez. dejemos atrás toda esta parafernalia y acompañemos a Pinaza en esta última misión. Sabes en tu fuero interno que jamás hubieses encajado en este sitio. Cuanto hubieses durado? Dos, quizá tres años? Hasta que algún oficial sin escrúpulos te hubiese mandado matar a algún inocente, o bombardear algún puesto de civiles. Vamos Tin, dame la mano y salgamos de aquí como entramos en su momento, juntos.
Erasmus se levantó y tendió la mano a Tin, esperando que el joven piloto reaccionase a aquellas palabras.
Tin estaba completamente abatido. En su fuero interno se sentía como un completo perdedor y era consciente de que había fracasado. Su padre un traidor... ¡¿Qué pasaría si su madre y su hermano pequeño supieran de aquello?!... Y ahora era él el que debía decidir entre aquella macabra disyuntiva: ser fiel al Imperio y saber que su padre era un traidor o unirse a la Rebelión y perder el contacto de su madre y su hermano...
Las palabras de Erasmus sonaron demasiado lejanas. Todos parecían tener claro que lo mejor era desertar y unirse al enemigo, pero él continuaba siendo una mar de dudas. De repente vio como se acercaba la mano del mercenario y la cogió instintivamente.
Aunque no sabía muy bien lo que hacía, tenía claro que su mente, jamás podría mantener la ilusión que hasta hacía unos instantes poseía. Ya no deseaba pilotar. Es más... sólo deseaba estar muerto.
Quizás el plan de Pinaza le ayudara a conseguir la muerte...
Miró a los ojos de Erasmus con su cara enrojecida por el llanto y sonrió mientras se levantaba.
Quizas aquel hombre frio y duro tenía la clave para sañvar su mundo... siempre y cuando, claro, todo aquello fuese verdad. Y como no tenía otra forma de averiguarlo, no le quedaba otro remedio que continuar con aquel sinsentido. Pues eso era todo al fin y al cabo, un cumulo de sinrazones que como un tornado poco a poco lo iba devorando todo. Y había empezado por devorar a Tin. No sin esfuerzo, Talram se enderezó y miró al oficial traidor a los ojos:
- Muy bien, vamonos ya de aqui. Espero que con esto pueda salvar mi planeta... no lo veo otra razon a este juego extraño al que estamos jugando.
No sabía muy bien como se les iban a arreglar para salir de allí como si tal cosa, pero ya no le quedaba otra que confiar en Pinaza. Si llevaba tanto tiempo infiltrado, tendría sus recursos. También , como una vocecilla molesta, algo le decía que aquello bien podia ser tambien una prueba más de aquel lugar, pata ver su grado de compromiso para con el Ejercito. Si fuese asi... en fin, ya hacía tiempo que el ex-senador sabía que no acabaría sus dias formando parte de la maquinaria belica Imperial. Ya puestos, ese era un modo como otro de acabar allí aquel calvario...
Pinaza asintió ante las muestras de adhesión de los reclutas. Sabía que asimilar todo lo que les había dicho era un proceso largo y duro, no en vano él mismo había pasado por el mismo trago hacía ya unos cuantos años. Pero con el tiempo se alegró de haber tomado la decisión acertada. El Imperio no buscaba otra cosa que la satisfacción de un megalomaniaco disfrazado de una capa de rectitud y justicia. Para descubrir la verdad solo bastaba con viajar lejos del núcleo imperial, allí donde la maquiavélica maquinaria de guerra del Imperio actuaba sin subterfugios.
Bien, poneros el equipo completo. Nos han asignado una misión de transporte de material al planeta Tanaab y salimos inmediatamente.
Pinaza les dio el tiempo necesario para que se preparasen. Llegado el momento salió de la habitación y se dirigió con paso firme y seguro hacia la plataforma de despegue. Pasaron varios controles rutinarios que el oficial salvó mostrando las órdenes que tenía en su datapad. Todo estaba preparado concienzudamente. Llegaron hasta una lanzadera imperial que había sido modificada con un hiperimpulsor para realizar estos traslados de material. El despegue fue sencillo, al parecer Pinaza tenía bastante experiencia y la maniobra fue impecable. A los pocos minutos se adentraron en el hiperespacio.
La lanzadera apareció en medio de un enorme campo de asteroides de todos los tamaños. Afortunadamente, la nave todavía no había recibido impacto alguno, aunque iba directa a un pequeño asteroide pero la habilidad de Pinaza consiguió que sortearan el peligro
De repente, reciben una comunicación:
- Lanzadera imperial, ¿Me reciben? Espero que seas tú, Bringhope.....
- Sí, soy yo. Te traigo buenas noticias, una nave, unos Blaster y unos buenos aspirantes a la Rebelión.
En ese momento el oficial Pinaza, si ese era su nombre real, cortó la comunicación y se dirigió a los reclutas mientras empezaron a percibir que la lanzadera se veía impulsada por alguna fuerza, quizá un rayo tractor, hacia no se sabía donde.
¿Qué me decís? ¿Os unís a la Rebelión? El Imperio utiliza las tácticas más endiabladas que podáis imaginar. Posiblemente vuestros planetas estén siendo pisoteados y vuestros familiares sometidos a estricta vigilancia. Yo también estuve en el imperio, pero deserté al descubrir cómo habían matado a mi padre. Os lo aseguro, no os arrepentiréis.
Vayan cerrando su participación, esto se acaba
El muchacho salió con dirección a la camareta de reclutas con la cabeza gacha y completamente abatido. Todo en lo que había creído se había desvanecido de un plumazo y todavía no tenía muy claro cómo iba a encajarlo. Pinaza, el instructor implacable y despiadado, resultaba ser un agente de la rebelión... ¡¿Quién se lo iba a decir?!... En ese momento, sentía un profundo dolor en el pecho, una tristeza únicamente comparable a cuando se le quita un juguete a un niño... Quizás en ese momento convulso y dubitativo, hubiera deseado mil veces que su padre siguiera muerto y que toda la pantomima imperial siguiera su curso. Abstinius era feliz con sus aspiraciones de grandeza, con honrar el legado guerrero de su familia -una de las más antiguas del Imperio- pero debía despertar... Ahora era un desertor como todos sus compañeros.
Se secó con el dorso de la mano las lágrimas que aún caían por su mejilla. Se vistió con el traje de combate y ni tan siquiera cruzó la mirada con sus compañeros. Sentía vergüenza y asco por llevar el emblema imperial en su pecho, a sabiendas de que en unos minutos traicionaría lo que en días atrás pensaba que era justo.
Salió el último de la camareta. Caminaba lento y pesado tras sus compañeros. Bajo el casco, sus ojos todavía palpitaban enrojecidos por el llanto. Subió a la nave y notó como Pinaza le daba una palmada suave en la espalda. Ocupó su sitio y no dijo nada. Quizás con un poco de suerte, alguna patrulla los descubriera y los derribaran... a buen seguro que se lo merecieran por viles traidores... Pero todo fluyó tranquilo. Pinaza era un piloto extraordinario y en sus maniobras, Tin pudo detectar variantes de pilotaje de su padre... ¡¿Quizás ese hombre no mintiera?!¡¿Tal vez su padre todavía estuviera vivo y luchara por una causa mayor?!...
Pinaza volvió a mentar la oferta de unirse a la Rebelión. A estas alturas del partido, sería una temeridad dar un paso atrás. Ningún rebelde permitiría que se marcharan de allí vivos sabiendo la implicación de Pinaza en la red de reclutamiento de la Alianza, pero aquello parecía una formalidad más...
- Yo iré. Tengo ganas de reunirme con mi padre...- dijo con un tono apagado el muchacho, aunque era verdad lo que decía. Tenía ganas de que su padre le explicara el porqué de todo aquello. necesitaba oírlo de los labios de su progenitor. Si más tarde descubría que su padre estaba muerto y que todo aquello había sido una artimaña de Pinaza...
Lo mataría.
Toque siniestro al bueno de Tin.
Por mí perfecto que lo acabes aquí. En ningún momento pensé que el cabrón de Pinaza era un topo.
Decir que me ha molado mucho aunque quizás sea un sistema poco ágil para CU.
Kadlo estaba en estado de shock, aunque su semblante reflejase las mismas facciones de siempre. Las cartas eran ciertas, y sabía que estaba condenado si se quedaba allí, ...., era muy posible que las instalaciones orbitales de su gente, alrededor de su inhóspito planeta, estuvieran en franco peligro. La bofetada de lo que realmente era el Imperio llegó hasta él en toda su crudeza.
Pero todavía tenían que escapar de aquella "prisión" en la que parecía haberse convertido la academia. ¿Cómo lo harían? Pero para su tranquilidad, si se podía mantenerse uno tranquilo en aquella situación, Pinaza lo parecía tener todo controlado. Se puso la indumentaria, al igual que el resto de sus compañeros, y pasó por todos los controles rutinarios antes de salir. En aquel instante, agradeció no ser humano, ya que sin duda, sus emociones quedarían enmascaradas en su aparente inexpresiva tez.
Procedieron a salir de la órbita del planeta, y Pinaza saltó al hiperespacio. Cuando salieron de este, un campo de asteroides les vino a recibir, y en este, Kadlo y los demás, pudieron comprobar la destreza de Pinaza a los mandos de una nave. Sin duda era un piloto muy bueno, ¿un piloto de caza de la rebelión, quizá?, ...., ya habría tiempo de conocer las respuestas. De momento la primera salió cuando Pinaza comunicó con una aparente base en el campo de asteroides, ¿Bringhope?, ¿así es como realmente se llamaba Pinaza?, ..., pero sin tiempo a pequeños detalles, la invitación llegó: ¡¡¡Se iban a unir a la rebelión!!!
- Creo que no tenemos otra opción después de conocer "la verdad".
Aunque la frase podría fomentar la suspicacia, era mentada con verídico fondo. El Imperio parecía ser el enemigo de todos aquellos que osasen llevarles la contraria en el hecho diferente a la subyugación sin condiciones....
Idem, tampoco me lo esperaba, ..., pero tampoco se daba pistas que nos inclinasen a pensarlo, salvo el hecho de que una aventura con el Imperio en el universo de StarWars es de por sí raro.
Mientras la lanzadera infiltrada surcaba la alternativa realidad del hiperespacio, desgranando en forma de lineas difusas de varios colores las estrellas, nebulosas y demas cuerpos celestes, Talram cavilaba. Toda su vida había sido dedicada a servir. Si, por muy noble que fuera, por muchas comodidades que hubiese disfrutado, por mucha gente que estuviese a su alrededor dispuesta a hacerle la existencia mas comoda, en el fondo el joven Byncekass no había hecho otra cosa que servir. A su familia, a su Casa, a su mundo, a la Republica y más tarde al Imperio. Y ahora, toda aquella carrera de servicio y dedicación a los demás naufragaba sin remisión. Toda su labia, su retorica, su carisma y sus buenas maneras se tornaron inutiles. Aquellos a los que había servido con dedicacion y pasion podian estar sufriendo ahora mismo, y nada para lo que el estaba preparado era de utilidad alguna... Bueno, quizas aquello no fuese del todo cierto. En su loco afan por llegar a ser de ayuda en aquel conflicto había decidido alistarse al Ejercito Imperial, y cambiar las palabras por hechos. Y había fallado. A todos los niveles. Sin embargo algo había aprendido. El enemigo no era el Imperio, ni la Alianza Rebelde, no. El enemigo era el miedo. El derecho inalienable de no sentir temor se había mancillado, por ambas partes. Rebeldes y Leales jugaban a un juego infantil de toma y daca, y las batallas y escaramuzas en pos de hermosos ideales eran una broma pesada. Ya todo era un bucle de ver quien tenía mas razon, y poco importaba ya que terceros sufriesen en mitad de aquella pantomima militarista. Eran aquellos terceros los unicos que merecían la dedicacion necesaria de su tiempo y su vida. En el Imperio no había cabida para aquella dedicacion. Ahora, Talram solo esperaba que los Rebeldes (que infantil le sonaba ahora aquel nombre) tuviesen otro punto de vista, aunque con pesar, lo dudaba. Como soldado no valía gran cosa, pero había otros aspectos, a su entender mas importantes, que él podía manejar como nadie. Solo restaba ver si podria hacer gala de ellos de ahora en adelante. Solo el tiempo lo diria...
El rayo tractor atrae la lanzadera hasta la Base Rebelde de Roche. La rampa de desembarco se extiende y los tripulantes, todavía ataviados con sus trajes de soldado de asalto, son recibidos con enorme alegría por los miembros de la Base. Un alto oficial que parece al mando se dirige cordialmente a vosotros.
Habéis tomado la decisión correcta, queridos compañeros. La galaxia es un lugar más lleno de esperanza con
vosotros de parte de la Alianza Rebelde. Pronto podréis comenzar a servir en nuestras filas. Mañana tomaremos rumbo a nuestra base principal en Yavin, pero hoy descansad y sentíos como en casa. Ya habrá tiempo de charlar y conocernos mejor.....
Chim pum....
Además de los 7 puntos de habilidad que os faltaban para completar el personaje, tenéis 10 por acabar la partida
Agur