Partida Rol por web

El primer combate real de su vida. El primer encuentro con la muerte cara a cara. Cierto que en su mocedad mas temprana había realizado "combates" de practica con su sable contra el maestro de armas de la casa Byncekass, pero nunca había habido ni un apice de riesgo más allá de una magulladura o un rasguño sin importancia. Pero aquel pandemonium en el corredor había sido muy real...y podrían haber muerto. Tembloroso como una hoja al viento todavía, sujetando el rifle blaster contra su pecho, y aspirando el aire cargado de ozono quemado fruto de las descargas blaster, Talram se acercó a los demás para ver como Tin se desenvolvía con soltura en el manejo del panel de seguridad de la puerta que debían franquear. Esta se abrió como una flor en primavera, ofreciendo un nuevo desafio a los reclutas. El interior de aquella sala representaba la ganancia que merecían por demostrar algo de valor y arrojo, y, al mismo tiempo, una recompensa por la porción de suerte que habían tenido. En un despilfarro de valor inusitado, el joven noble se pronunció:

- Ire yo delante. Erasmus esta mal, los demas deberiais cubrirle por si nos sorprenden por la retaguardia. - Y asi se dispuso a entrar en la sala recien desflorada.

La puerta se abrió ante la destreza de Tin con los controles de seguridad y la negrura les esperaba. Armándose de un valor inusitado, el ex-senador Byncekass abrió la marcha y el resto de reclutas le siguieron.

La sala no era muy grande y estaba atestada de estanterías en las que supuestamente se almacenaba el material. Lo cierto era que no habían grandes cantidades de explosivos aunque sí lo suficiente para hacer volar el búnker. Instintivamente todos levantaron la vista hacia el techo por si había algún indicio de las aberturas que habían atiborrado de leña en llamas... No vieron nada.

En total, una docena de detonadores térmicos y cinco granadas de fragmentación era todo el botín. Lo recopilaron como pudieron y lo sacaron del edificio. Caminaron de vuelta al punto de encuentro y enviaron la comunicación para que fueran a recogerlos.

Su primera misión había concluido.

Lo habían conseguido: habían recuperado el material y habían vuelto a salvo. Pero quedaba la pregunta de ¿qué había pasado allí?

Kadlo desechó la pregunta momentáneamente. Su misión era recuperar la munición e informar, ..., y a eso se iban a ceñir, ..., no fuese el caso de que les abriesen un consejo de guerra por preguntar o pensar demasiado, ..., el Imperio parecía no promulgar con el libre albedrío.

Para romper un poco el hielo, costumbre humana, Kadlo se dirigió a Erasmus y le comentó, en un intento de simular la camaradería típica humana:
[B] - ¡Alégrate! A la vuelta podrán curarte tu pierna, ..., o bien, te dejarán descansar. -[B] Dijo esto intentando esbozar una sonrisa en una práctica un poco desconocida para él.

Tin estaba emocionado. Habían cumplido con éxito la misión que se les había atribuido, y volvería de una pieza. Sin pensarlo ayudó a recoger la parte de explosivos que le pertocaba, y antes de marchar echó un vistazo alrededor. Eran varios los soldados que yacían sin vida esparcidos por el suelo del búnker, y sólo la fortuna o el destino habían querido que uno de esos láseres blásters no hubiera atravesado el blindaje de su cuerpo.

Miró a Kadlo y las mismas preocupaciones que atribulaban al durosiano, hav¡cían mella en su entendimiento. No sabía que había sucedidod allí, pero lo que estaba claro es que había sido alguna acción llevada a cabo por saboteadores... Quizás infiltrados de la resistencia.

Exito!! De golpe, tras la inspeccion del bunker y la recopilacion de cargas y detonadores, una alegria y jubilo se apoderaron del ex-senador. Habían sobrevivido y habían llevado a cabo su primera mision sin mas lamentaciones que la fea herida de Erasmus. Alla dentro no hayaron nada para hacer una cura basica, asi que el viaje de vuelta seria mas largo y costoso, pero el buen animo de los reclutas hizo el trabajo de la cura, pues apenas padecieron en su regreso. Hubo bromas, risas jocosas y camaraderia a partes iguales y abundantes. Pero al llegar a la base, instintivamente se relajaron y dieron paso a una actitud mas marcial y seria, pues los peligros y reveses de la mision no eran nada comparados con el agrio catacter de su oficial al mando: Pinaza. A buen seguro se encargaria de menospreciar su exito y de encontrar errores en cuanto hiciesen el informe, pero al menos, el tiempo que pasaron regresando, un tiempo alegre y distendido, en el cual se sientieron un poquito heroes incluso, no se lo quitaria NADIE... ni Pinaza, ni las heridas, ni siquiera el mismisimo Emperador.