Partida Rol por web

Tin, al igual que la gran mayoría de sus compañeros, no podía esquivar con aquel mamotreto lento y torpe. El fuego de los T-47 había conseguido inutilizar los mandos de control del AT-AT, pero aquello no impediría al valiente recluta lucha hasta el final. Como si de una lúcida idea se tratara, expuso lo que discurría por su mente sin ponerle el filtro a su plan:

- ¡¿Por qué no usamos las máquinas de guerra para destruirlos?! ¡¿Podríamos pisarlos?!- le dijo al resto de sus compañeros, y con el subsiguiente riesgo de que el Sargento Pinaza lo echara de allí por mencionar tan estrambótica idea.

Su idea pareció calar en sus compañeros, pues bien visto, ya tenían muy pocas cosas que perder. Desde hace un rato eran como un enorme saco de arena que no dejaba de recibir golpes. Sin perder mucho tiempo, alzó una plataforma inferior del tren de tracción terreste, y los dejó caer sobre el primer T-47 que tuvo cerca, para rápidamente lanzar otro tremendo pisotón que haría retumbar el suelo...

El ordenador que controlaba a los T-47 imaginarios se lo debía de pasar en grande torturando a pellizcos a los caminantes Imperiales. Mas impactos dejaron a su AT-AT en estado de miseria mayuscula, y ya sus compadres recurrian a la inventiva y a la improvisacion para soliviantar aquel desproposito. Ver a aquellas moles de acero dar coces como mulas borrachas era en extremo hilarante, aunque ninguno de los cuatro sonreia ni un poco, de eso Talram estaba mas que seguro. Y Pinaza, menos que ninguno de ellos. Y solo por llevar la contraria, el niño bien volvió a abrir fuego con los cañones pesados. Si ya era dificil acertar con unos blasters que zumbaban a 1000 m/s, cuanto peor seria aplastar a uno de aquellos aerodeslizadores raudos como centellas con aquel pie grueso como una columna de su palacio natal. Los rayos, gruesos como arboles jovenes, surcaron el aire, y punto. Talram, apretó los dientes, y ya iba pensando que le diria a su padre cuando volviese a casa con la cara roja de vergüenza...

Cuando la situación se estaba poniendo más difícil los reclutas pusieron en marcha unas tácticas poco ortodoxas para acabar con sus enemigos. Tratarían de utilizar los imponentes AT-AT para pisotear a los rápidos deslizadores rebeldes... Y casi todos se salieron con la suya, los T-47 empezaron a caer bajo los férreos pies de las moles imperiales y se desintegraron ante tamaña fuerza. Hubo varios que escaparon al empuje de los reclutas. Las pantallas volvieron al negro. La voz burlona del oficial Pinaza se volvió a escuchar en la sala.

Ya está bien, el recreo ha acabado. Lo único que puedo desear es no tener la desgracia de coincidir con ustedes en misión alguna.... porque me pego un tiro antes. Malditos paletos.... márchense de mi vista....

Los simuladores se apagaron y el oficial Pinaza salió de la sala dejando a los reclutas con la adrenalina a flor de piel tras el arduo combate que habían tenido que enfrentar... A pesar de las palabras del oficial, podían decir que no habían caído bajo el fuego enemigo y eso era algo que no todos podrían decir.

El ejercicio había sido una verdadera y auténtica mierda. Aunque no habían caído bajo el fuego enemigo, había sido una pírrica victoria, con multitud de daños y poca efectividad. Kadlo, aunque no lo mostrase públicamente, estaba realmente frustrado por el ejercicio. Durante más de la mitad del ejercicio se convirtió en mero espectador, incapaz de redirigir la situación adversa. Definitivamente, el combate terrestre no estaba hecho para él.

Salió del simulador y no emitió ni juicio, ni queja alguna. Aunque su inexpresiva cara no diese pistas, estaba realmente enfadado con su actuación, y con la sensación de que había fracasado estrepitosamente.

La mole de acero que Tin gobernaba propinó un par de pisotones a sus T-47. Los aerodeslizadores no esperaban dicha treta por parte del recluta, con lo que fueron  víctimas de las "pezuñas de tonelada" del AT-AT. 

-¡¡Toma escoria rebelde!!- exclamó efusivamente al ver como sus enemigos caían. Ahora tenía tiempo de recuperar sus cañones y apoyar a Kadlo y Talram, pero la pantalla se fundió en negro... ¡¡Y Pinaza ofendió!!

A pesar de eso, Abstinius salió contento de aquel ejercicio, pues había sido creativo en el combate y había salido victorioso, aunque fuera poco elegante. Bien mirado, en la guerra no hacía falta ser elegante, si no efectivo y él lo había conseguido. 

Ya fuera del simulador topó con Kadlo. No sabía cómo interpretar la cara del durosiano, pues aún le parecía muy difícil diferenciar las emociones del alienígena.

- ¡¡Vaya jodienda de ejercicio!!

El T-47 había mordido el anzuelo. Paso algo alejado en la primera pasada para cerciorarse de la avería del AT, y acto seguido lanzó el arpón. Pero de poco le sirvió. Erasmus, como un depredador al acecho de su presa, espero al momento idóneo para llevar a cabo su plan, por malo que fuese, ya que no le quedaba otra. Sus mandos aun chisporroteaban e intentar disparar era imposible por el momento. Así que en el momento que la nave rebelde se aproximó lo suficiente para empezar a dar la vuelta, Erasmus, con un rápido movimiento, o todos rápido que lo permitía el AT, descargo la enorme pata sobre el desdichado infeliz.

-Te cacé!!!!-pensó para si Erasmus. 

Y ciertamente lo había hecho. Toneladas de metal fueron descargadas sobre el rebelde mientras este en un desesperado intento de evasión, trataba de evitar su inminente muerte. Pero fracasó, y una gran explosión sacudió el AT cuando la nave desapareció bajo la pata. 

Acto seguido vio como alguno de sus compañeros se encontraba en serios apuros, así que trato de reparar la consola de mandos para poder echar una mano, pero aquello no iba a poder ser. La pantalla fundió a negro y acto seguido aquella voz a la que empezaba a odiar con todos las células de sus comenzó a meter puyas e insultos referentes a esta última prueba. 

-Como si tu lo hubieses hecho mejor, trozo de escoria!!!-pensaba para sus adentros Erasmus. 

Lentamente salió del simulador, y se encontró con Kadlo y Tin, y este último hablaba efusivamente con el Durosiano sobre lo que le había parecido aquella simulación. Y después de los comentarios de Pinaza, no podía estar mas de acuerdo. 

-Creéis que algún día lo haremos bien a ojos de Pinaza?

Kadlo estaba demasiado cabreado como para hablar, y en una primera instancia pareció pasar de los comentarios del resto. Pero algo estaba cambiando en el extraño alienígena, ..., ¿se estaba volviendo sociable quizá?

- No he podido hacer nada de provecho. En todo momento tenía los controles inutilizados. - Comentaba a Tin, aunque en un tono llano que nadie sabía diferenciar si estaba enojado, apesadumbrado o vete a saber - Sólo en última instancia se me ha ocurrido la poco ortodoxa idea de intentar pisar las naves rebeldes, ..., y ni aún así he solucionado nada. - Tal vez sí que se estaba en una de esas situaciones, aunque su tono seguía siendo llano y carente de emoción.

Posteriormente se unió Erasmus. Le había ido un poco mejor, cosa que no era muy difícil, en comparación con el desastre de ejercicio que había realizado Kadlo. Y expuso su pregunta al resto:

- No. El rol de Pinaza es ese, y de ese no saldrá. Nos toca aguantarlo, ..., pero ya deberías de estar acostumbrado, ...., lo raro será que nos reconozca las cosas que hagamos bien.

Si la cara del durosiano era dificil de traslucir, la de Talram era todo lo contrario. Su mueca era de autentico asco e incluso repugnancia, y, lo peor de todo, era que esas emociones estaban dirigidas a el mismo. Su incompetencia para con el manejo de maquinaria belica lo enfermaba hasta limites indecibles, puesto que su gran sueño era comandar uno de aquellos formidables destructores espaciales... pero a tenor de sus actuaciones ultimas, lo maximo a que aspiraba comandar era a un grupo de fregatrices.

- Nunca lo haremos bien a ojos de Pinaza... jamas. Y ya puestos, ni a ojos del oficial ni de nadie... al menos en mi caso... - mascuyó escupiendo las palabras con acido veneno insolito en la siempre correcta manera del ex-senador. Con gesto afectado, se quitó la gorrilla propia de los reclutas, mesandose su melena dorado-rojiza, clavando sus ojos de acero cromado en ninguna parte y en todas a la vez.

- No se que cojones hago aqui... - sentenció ya casi susurrando, pues incluso en su desolacion mas negra, se resistia a soltar soeces e improperios mas propias de gentes ignorantes, zafias y penosas con las que el nada tenia que ver. Y quizas, solo quizas, aquel fuese el asunto. Que el ejercito Imperial, solo estaba formado por gentuza despreciable, y que el no tenia lugar en aquel mundo miserable.