Partida Rol por web

- No tiene sentido que se esté yendo a ningún sitio... si no puede asegurar el libro en la mansión no sé dónde pretende esconderse con él. - dijo su mujer, con un tono claramente preocupado - Quizás haya algo en la red de la mansión, si Wasp consigue acceder a ella quizás descubramos algo... -

¿Julian?

Durante una milésima de segundo que pareció un minuto entero, Alexandra perdió la compostura quedándose casi literalmente "con el culo torcío".

¿Qué narices hace él aquí?, se refugió de nuevo tras el pequeño parapeto que conformaba en la entrada y se pellizcó el labio inferior mirando de soslayo hacia el umbral del recinto. No le resultaba extraño que hubiese mercenarios de todo tipo intercambiándose palabras bonitas en forma de balas... ¡Pero es que parecía que el puñetero cosmos al completo se hubiese confabulado para poner a Shark una y otra vez en su camino! Una parte de ella sentía una irritación eterna con solo pensar en él y la otra, bueno, la otra aún no tenía ni idea de qué pensar de Julian además de que era una especie de encarnación de "quien la sigue la consigue".

Pero Julian no estaba ahí para ofrecerla soporte, tenía sus propios problemas tal y como pudo comprobar cuando todo pareció temblar y una mezcla desagradable de polvo, cascotes y algo más blandito y humano empezó a llover tras la granada.

No, no es una buena idea. Y tampoco te vas a quedar aquí esperando a que alguien salga, te dé la hora y las buenas noches para dejarte pasar a la mansión.

Estrechó los ojos, a veces las conversaciones consigo misma eran irritantes en la misma medida que usaba lo obvio para resultar cínica. Recuperando la composotura echó a correr bordeando los límites del lugar, en algún lugar tendría que haber una fisura en los enfrentamientos que le permitiesen entrar.

¿Y la familia?

Mientras corría la pregunta, inoportuna como ella sola la asaltó. ¿Y si habían acabado con la familia? No, claro, era algo muy improbable.

Pero no imposible.

¡MIERDA!

Con sumo cuidado, Wasp comenzó a subir las escaleras hasta llegar al piso de arriba, el cual ya estaba desierto. No había rastro de Robert ni de aquella voz tan joven que le había causado escalofríos por algún motivo. El pasillo de aquella parte se extendía con alguna que otra salida a cada lado, todo más amplio que en la parte de abajo (o quizás mejor estructurado).

La primera puerta que tenía a la izquierda era grande y robusta, con una filigrana dorada a su alrededor y una pequeña rendija de luz débil asomando por debajo de dicha puerta. No necesitó mucho para adivinar que era el despacho de Robert: si no había nadie dentro era una opción ganadora, ya que si no encontraba el libro, podría acceder a la red.

Comenzó a rodear la finca, rezando porque no hubiese ningún francotirador en los edificios colindantes, ya que de ser así estaría perfectamente a tiro de cualquiera de ellos. Por suerte para ella, no parecía haber nadie más, ya que llegó hasta la parte de atrás de una larga carrera en la cual no tuvo contratiempos.

Allí se encontró con, además de la valla metálica que cubría aquella entrada (que no era muro, a diferencia del resto de la finca), una parte con donde antaño se encontraba el depósito de gas de la mansión. Estaba rodeada por una valla diferente, más débil y que se podía llegar a saltar con cuidado, pero para entrar a la parte de dentro se necesitaba cruzar de alguna manera la valla de la propia mansión, más segura y casi imposible de sortear desde arriba.

Una vez más cerca, hubo dos cosas que le llamaron la atención. Una, que a lo lejos, algo escondido tras un árbol, había un coche apagado, aunque no podía ver muy bien si había alguien dentro. La otra fue que alguien había roto la valla de la mansión por la parte de la zona de gas, posiblemente con una cizalla.

Bueno Dorita, el camino de baldosas amarillas se divide ¿hm?

Aminoró el paso hasta prácticamente detenerse. Podía ir hasta la valla (Cielos, Alex, alguien se ha tomado la libertad de abrir un agujero para ti, que detalle) o acercarse al coche.

No, Alex, el coche no es una buena opción ¿y si te pegan un tiro? Has gastado ya mucha suerte. Ve a la valla, vigila tus espaldas y cuélate en la mansión.

Desvió sus pasos hacia la valla, tan tensa que podría grabarse dando un salto al más mínimo ruido como uno de esos videos de gatos de youtube, caminando sin apoyar el pie entero al pisar, más pendiente de escuchar algo que se distinguiera de los disparos ya viniese de su espalda o de lo que fuera que le esperara al otro lado de la valla.

Para colarse por aquí no hace falta ser un luces... pero cualquier imbécil bien podría liarla aquí y que todo se fuese a la mierda.

Sus propios pensamientos no la reconfortaban mientras se recogía el vestido (maldito estilo...quién me mandaría ponerme esto) y se colaba al otro lado de la valla, poniendo todo el cuidado posible en no rasgarse la ropa ni la piel al pasar.

Me acerqué a ella. Casi me daba pena, pero sólo era casi. Aquella chica había ordenado a Allan que no interviniese, y no creía que fuera casualidad. Pero no me apetecía comentar lo que le había pasado al pobre Allan. La cargué como un saco de patatas, de la manera menos delicada posible en una especie de infantil venganza.

-Será mejor que nos vayamos.

Era el despacho, había acertado, pero debía averiguar si había otra persona ahí, si estaba otra persona, tendría que golpear, o disparar. Wasp se apoyó en la puerta, y su oreja para ver si podía escuchar algo.  La chica llevó su mano a la perilla de la puerta y la giró lentamente, poniéndose a un costado,  mientras la puerta se abría. Si había alguien, dispararía a matar.