No era más que una gala benéfica, una de esas fiestas sin sentido que los acaudalados daban en sus galerías.
Por todas partes había gente cuyas narices apuntaban al techo de lo importantes que se sentían y los camareros y demás trabajadores se movían esquivando a invitados y las distintas obras de arte que habrían de ser donadas a los museos que más pagasen por ellas.
El plan era sencillo. Durante un par de meses había estado trabajando con una identidad falsa en el departamento de restauración del museo para poder agenciarse la ropa necesaria para ese día.
Debían pasearse por la fiesta hasta que las obras fuesen retiradas y de ahí aprovechar la distracción que su compañero debía hacer para colarse en la parte de personal, cambiarse de ropa y aparecer con aspecto desaliñado en restauración donde el objeto que buscaba sería etiquetado con la dirección del cliente codificada en vez de la dirección del museo.
Y en eso estaban, parados delante del cuadro neoclásico de Eros y Psique con la misma pinta de entendido que los representantes de los museos y sus benefactores obervaban las pinturas.
-Me gusta más la escultura- reconoció apartándose con un movimiento de cabeza uno de los rebeldes rizos que se deslizaban a menudo por el rostro amenazando con taparle un ojo. Tenía muchas cosas que decir sobre cómo tratarían el cuadro en el museo al que estaba destinado y ninguna era buena.
Mientras que Alexandra se sentía como pez en el agua, Shark se encontraba realmente incómodo aunque no fuese la primera vez que hacía algo así. Por si fuera poco, no le habían permitido fumar allí y estaba que se le llevaban los demonios.
Plantado frente a la pintura, se llevó una mano al bolsillo de pantalón de traje que llevaba. Junto a éste, vestía una camisa blanca y un chaleco gris que conjuntaba con el color del pantalón. Uno de los trabajadores se había puesto enfermo a última hora (debido a un pequeño problema con su bebida, cortesía de Alex) y el gerente se había vuelto loco pensando que iba a trabajar con una persona menos. Aprovechando la situación, la mujer ofreció llamar a "Daniel", un ex-camarero que era obviamente el mercenario. El gerente aceptó encantado, cayendo de lleno en la trampa.
- Pues yo no entiendo una mierda. ¿Por qué iban todas con las tetas al aire? Eso si, las tenían perfectas. - bufó el mercenario, mirando a un lado y a otro, paciente. No les quedaba demasiado para la hora de la fiesta
Alexandra resopló con un suspiro que se asemejaba a aquél que usaría una mujer de la familia de su interlocutor para explicar algo bastante obvio.
-No seas.... obsceno. En la época clásica las esculturas siempre estaban semidesnudas, principalmente para diferenciar de forma clara el sexo de los que allí aparecían a modo de apoyo ante los rostros esculpidos- ladeó la cabeza- las piezas neoclásicas no hacen más que imitar aquél estilo y en la pintura se sirven de la desnudez para ofrecer el contenido sexual del mismo- se giró para observar a Julian y esbozó una sonrisa- Eros en esta pintura está siendo frío y superficial pero ella se deja desnudar intentando parecer tan frívola como él, si te fijas en el rostro de ella pretende demostrar la pasión contenida, ocultar sus sentimientos...- le dio la espalda para asegurarse de que nadie realmente importante estuviese escuchando-el cuadro en sí es una porquería, Gerard no tenía talento pero como está muerto la gente paga auténticas barbaridades para poseerlo y que todo el mundo vea lo bueno que es cuando lo dona a un museo.
Con una caricia del dorso de los dedos se alisó una arruga imaginaria del vestido color borgoña y se humedeció los labios.
-¿Cuánto margen de tiempo vamos a tener?
El rubio pareció prestar atención seriamente a las palabras de Alexandra, pero algo en los ojos de Shark le confesó que no le importaba nada todo aquello que le estaba contando. Hasta que ella no volvió a hablar de la misión la sonrisa de Julian no se dibujó de nuevo en su rostro.
- ¿Cuánto quieres? - dijo emanando prepotencia por todos sus poros, con su famoso gesto de: 'Esto es pan comido.' - Depende de ti, realmente. Cuanto más rápida seas, menos posibilidades hay de que nos cacen. -
Shark se las daba de superhombre que jamás había recibido un disparo. En honor a la verdad, nadie podía demostrar ni había testigos (más que algún que otro mercenario rival movido por la envidia) de que hubiera recibido jamás un disparo exitoso de nadie. - Puedo disparar, pero no puedo prenderle fuego a esto, ¿verdad? Eso les entretendría. -
Estrechó los ojos hasta que se convirtieron en rendijas violáceas bajo las pestañas, fulminándole con la mirada. Era irritante. MUY irritante. Y algo le decía que Julian siempre era así, como alguien que debía haber recibido un bofetón en su momento y nadie se lo hubiese dado.
-¿Eres tan brusco siempre?- inquirió con cierta ambigüedad en el tono que desapareció en cuanto formuló la pregunta- Esto no es ninguna película de acción, Rambo, necesito diez minutos, diez. Nada de desalojos, podrían desalojar también al personal y perdería el cuadro antes de que pudiese ponerle el sello con la dirección adecuada.
Alzó la barbilla ligeramente, la estatura de Julian no creaba una diferencia de altura especialmente significativa lo que , interiormente, le producía una satisfacción terrible puesto que no era más bajo que ella usando zapatos con tacón. Dio la espalda al cuadro quedando frente a él y las comisuras de los labios se estiraron en una sonrisa felina.
-Cuanto antes terminemos antes podrás salir de aquí y... hacer lo que quieras hacer.- razonó- así que mejor hacerlo bien y no llamar la atención más de lo necesario-Como pedirle al fuego que dé frescor.