Perfecto, asumo que corres hacia los minisubs, ¿no?
Perfecto, asumo que corres hacia los minisubs, ¿no?
Como si me fuera la vida en ello ;)
Los oídos de Rodríguez registraron el grito de Schmitt fuera de la sala, pero de inmediato su mente lo puso en la lista de tareas futuras. Debía priorizar. Primero cargarse al líder de los intrusos. Si salía de esa sala con vida podría ir a ayudar a otros.
Un rugido rascó su garganta cuando empezó a disparar. Los cuerpos de los dos primeros cayeron y ella, con la boca fruncida en una mueca y las mandíbulas apretadas, se veía a sí misma como una antigua valquiria, fiera e implacable contra sus enemigos. Por un instante saboreó la adrenalina y la rabia que mantenían su dedo apretado en el gatillo. Se vio de nuevo en Afganistán, luchando por su vida y por su patria. Por la Libertad en mayúsculas. Durante uno de esos segundos que parecen durar toda una vida la seal sintió que podría salir de la base como una furia ardiente de rubia melena y ojos de hielo, dejando el camino tras ella sembrado con los cadáveres de los intrusos.
Pero el sueño no duró más que ese brevísimo instante. Obnubilada por el latido pulsátil en su sienes su cerebro tardó en procesar que el impacto que sintió en el muslo había sido su propio disparo, como si su mismo cuerpo desease aplazar el dolor hasta un momento mejor.
—¡Me cago en la puta! —exclamó al ver cómo el último cabrón se largaba al mismo tiempo que su pierna empezaba a enviar señales de queja a su cerebro—. ¡Joder!
Dejó caer el subfusil sin molestarse en recargarlo y se pegó a la pared arrastrando la pierna. Allí se palpó la herida, comprobando por la inercia de otras batallas si había orificio de salida y si la cantidad de sangre indicaba que la bala había tocado alguna arteria. Poco más allá llegaban sus conocimientos de primeros auxilios, pero había cosas que había aprendido por la fuerza.
Le temblaban las manos pero sabía que no podía quedarse quieta. En ese momento con el bastardo de mierda dando seguramente la voz de alarma no podía perder el tiempo. Con la izquierda empezó a desabrocharse el cinturón mientras que con la derecha apuntaba hacia la puerta con otro de los subfusiles. Sólo lo soltó para colocar bien la cinta de cuero encima de la herida de su pierna. La cosa se ponía cada vez más difícil, pero no iba a dejar de luchar mientras le quedase aliento. Eso era lo que siempre le echaban en cara sus profesores cuando era una cría. «Es lista, pero demasiado peleona». Recordó lo que su padre les respondía en esas ocasiones y la sombra de una sonrisa se asomó a la comisura de sus labios.
Apretó los dientes al mismo tiempo que ataba el cinturón con toda su fuerza. Jadeaba por el dolor, pero volvió a coger el arma. El frío del metal la ayudó a centrar su mirada. Tenía que seguir adelante, siempre adelante. No estaba acabada, le faltaban años luz para estarlo.
«Va por ti, papá».
Bedoin pudo mandar la secuencia de emergencia a la superficie, alertando a quien estaba arriba que abajo tenían problemas. Respondieron que la ayuda estaría en camino, pero que deberían aguantar hasta entonces. Palabras demasiado fáciles para quien estaba encerrado allí abajo viviendo un infierno.
Popov pudo ver pasar a Schmitt, a toda la velocidad que daban sus piernas, hacia el módulo de descompresión. En su espalda una rosa escarlata delataba el impacto de una bala y la razón por la cual su voz se había elevado y se había extendido por parte de la estación. Alguien le había disparado y ahí estaba ella, huyendo corriendo como podía. Eso al menos acalló la duda que el ruso se cuestionaba, su compañera estaba vivita y coleando.
Los disparos volvieron a resonar por toda la estación.
Aprovechando la confusión y los disparos de la sala de acceso, Schmitt corrió tan rápido como pudo hacia la sala de descompresión. Ningún asaltante se molestó en seguirla con la que tenían liada al lado. Simplemente se parapetaron y apuntaron con sus armas hacia el lugar de los disparos de inicio. Ya habían perdido lo que venían a buscar, quizás el resto les eran prescindibles a estas alturas.
Cuando pasó por el almacén principal corriendo vio por el rabillo del ojo a Popov. El ruso no se había movido apenas de aquel lugar, ahora se limitaba a vigilar la puerta de la sala de comunicaciones y a mirar a la científica en su carrera. Schmitt no iba a perder el tiempo, iba a hacer lo que debió hacer en un principio, huir de allí como si la vida le fuera en ello. Y así era realmente.
Los disparos volvieron a resonar por toda la estación.
Debido a la subida de adrenalina que la seal experimentaba, el sangrado de su herida era mucho menor de lo que sería más tarde. Lo bueno es que no se moriría desangrada, no de inmediato, lo malo es que esa bala no había salido. Al rebotar no había tenido toda la fuerza posible para atravesar limpiamente el muslo. Ató el cinturón alrededor del mismo y se aseguró que aquella herida no fuera la molestia que podía ser. En el peor de los casos perdería tanta sangre que se desvanecería poco a poco sin apenas notarlo, no iba a darles a esos malditos esa oportunidad.
Enseguida las balas de sus enemigos llegaron, aunque solo haciendo ruido pues estaban disparando a ciegas. Tras la muerte de su líder no iban a tentar a la suelta entrando en aquel módulo para correr la misma suerte. Rodríguez se había ganado una fama durante su carrera que la calificaba como muy mortal y lo había demostrado. Su padre estaría orgulloso de su pequeña, dando guerra hasta el último aliento si eso era lo necesario. Como una verdadera norteamericana.
Salió levemente de su cobertura para hacer rugir de nuevo a su subfusil. Apenas fue un segundo lo que tardó en disparar, pero para ella pasó a cámara lenta. Acertó a sus objetivos, viendo cómo caían como pesos muertos al suelo. El sonido de las balas no daba cabida a ningún otro ruido en la estación en ese momento.
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 1
Dado principal (1d8): 5 = 5
Dado salvaje (1d6): 6+(1) = 7
Total: 7 = 7
Dificultad: 4
Resultado: Exito
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 1
Dado principal (1d8): 7 = 7
Dado salvaje (1d6): 1 = 1
Total: 7 = 7
Dificultad: 4
Resultado: Exito
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 1
Dado principal (1d8): 5 = 5
Dado salvaje (1d6): 2 = 2
Total: 5 = 5
Dificultad: 4
Resultado: Exito
Hice de nuevo 3 disparos por ráfaga, por ejemplo.
Debo aclarar que, hoy que he remirado el mapa de la estación, vi que me equivoqué al narraros como "Sala de reuniones" el módulo 11 que es el área de acceso.
PD.- Tenéis el último turno de juego para vosotros, tras este irá un epílogo.
La respuesta le vino por sorpresa. Ella se giró, indecisa. No había pensado qué haría después del mensaje porque no había imaginado que habría un después. Miró a Popov con una sonrisa, descreída.
— Me han dado su palabra, darán el mensaje a tus padres. Dicen que vienen de camino, pero que tenemos que aguantar.
Markus estaba en su puesto y con el rifle le pareció fuerte, decidido a resultar un enemigo formidable ¿De verdad que entre todos no habrían podido evitar que se la llevaran?
Aunque ahora corría más peligro que nunca por primera vez se permitió pensar que quizá podrían salir de ésta. Se reprochó haber perdido tan pronto la esperanza y sintió vergüenza y una extraña y loca alegría de vivir.
De pronto se dió cuenta que había recordado todo lo ocurrido en esa sala la pasada noche. Ella le robó un beso a su colega y Nello salió del aprieto como salía de todos los aprietos, cantando una de esas canciones italianas antiguas que todo el mundo conocía de oídas.
Su voz sonó en su cabeza como si estuviera cantando ahora, como si estuviera cantando siempre.
A Ana siempre le había gustado el instante después de una batalla. Ese momento en que el cuerpo empezaba a temblar por la tensión contenida y todas las sensaciones parecían maximizarse de golpe. El silencio que se extendía espeso mientras el suelo absorbía la sangre derramada y el tiempo se detenía cargado de electricidad. Era excitante sobrevivir. La sensación de estar viva rodeada de tanta muerte era casi adictiva.
Ese silencio. Su padre. Las dunas. Los ojos de Aanisa. Los recuerdos se entremezclaban en su cabeza mientras uno a uno los cuerpos de sus enemigos caían. Y se preguntó si eso significaba que iba a morir allí. Que al final todas esas mierdas de la vida pasando por delante en los últimos momentos iban a ser verdad. O quizá fuese porque no tenía muchas esperanzas de salir de esa sala por su propio pie. Sabía que en el mejor de los casos Bedoin y Popov habrían pedido refuerzos, pero tardarían. Se le acabaría la munición antes de que llegasen. En el peor, le meterían un balazo en la frente.
Se resguardó tras la cobertura y recargó el subfusil, preparándose para los tiros dispersos que llegarían. Los intrusos estaban bien equipados, pero les faltaban huevos para asomar la cabeza. Y hacían bien, porque podía ser que ella no contase con salir viva, pero se iba a llevar a todos los cabrones que pudiera por delante. Utilizaba la rabia como motor para mantenerse en pie, para ignorar el dolor de la pierna, para contar hasta tres y volver a asomarse.
«Venid aquí, bastardos, hijos de la gran puta. Venid a por mí».
Rodríguez aspiró el aroma de la pólvora al apretar el gatillo. En ese preciso instante el ruido de las balas se le antojaba el mejor sonido que podían escuchar sus oídos, casi como la música esa alemana que les ponían cada mañana en la academia militar para que despertasen con las pilas puestas1. Algo bueno tenían que tener esos malditos nazis.
—¡Vamos, joder! ¡Vamos!
Su grito se mezcló con el sonido de las balas tronando su canción de muerte.
No había un sonido mejor.
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 1
Dado principal (1d8): 1 = 1
Dado salvaje (1d6): 4 = 4
Total: 4 = 4
Dificultad: 4
Resultado: Exito
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 2
Dado principal (1d8): 8+(2) = 10
Dado salvaje (1d6): 3 = 3
Total: 10 = 10
Dificultad: 4
Resultado: ¡Exito con aumento!
Tirada de Protagonista
Motivo: Disparo 3
Dado principal (1d8): 8+(6) = 14
Dado salvaje (1d6): 5 = 5
Total: 14 = 14
Dificultad: 4
Resultado: ¡Exito con aumento!
1 La cabalgata de las valquirias, de Wagner.
Ya, me di cuenta de lo de la sala, pero me adapté a tu narración y listo XD. Así que no problem :).
Darán el mensaje, suena como si fuera a morir aquí abajo. Miró a Bedoin y esbozó la sonrisa mas sincera que pudo formar en su cara.
-Gracias, Lucie, espero que hayas podido enviar un mensaje también. Solo tenemos que esperar... Solo eso... Esperar-
Se aferró a su rifle mientras contenía los nervios. No quería morir, nadie quiere. Cuando Schmitt pasó corriendo frente a sus ojos se quedó boquiabierto, estaba viva.
-¡Eh eh! ¡Acabo de ver a Schmitt! ¡Parecía herida pero... Estaba viva!- Se giró, distrayéndose por unos segundos para compartir este hecho casi increible con quién podría ser su compañero en los últimos minutos de su vida.
Cinco personas habían terminado encerradas en aquel almacén, huyendo de unos atacantes desconocidos en aquella estación en las profundidades del mar.
Cuatro habían sido los que se habían escondido y la habían abandonado a su suerte, siguiendo a la Doctora Mellows en lo que parecía una misión suicida y no molestándose siquiera en socorrerla.
Nueve meses llevaba en aquella estación, más de seis mil horas rodeados de la oscuridad del fondo marino que obligaba a utilizar los potentes generadores de la estación para conseguir unos ciclos lumínicos que les permitiesen tener una percepción de día/noche.
Dos eran los soldados que le habían encontrado y dos eran también los que la vigilaron, asistiendo impertérritos al sufrimiento y agonía del capitán.
Una era la oportunidad que tenía Schmitt para salir de allí con vida.
5-4-9-2-1.
Era curioso como el cerebro en momentos de máxima tensión era capaz de dedicar recursos a trabajar en cosas aparentemente triviales, como usar técnicas mnemotécnicas para recordar el código de los mini submarinos mientras corría sin parar entre el sonido de gritos y disparos.
Cuando vio a Popov, estuvo a punto de reducir el paso y gritarle que le siguiera, una actitud propia de la mujer que sus padres habían educado, pero luego recordó la sensación de impotencia cuando todos le habían abandonado a su suerte y solo dedicó una dura mirada al mecánico de la estación.
El propio Popov había decidido su destino y Schmitt debía luchar por el suyo, conseguir salir con vida de aquella estación y poder narrar lo sucedido.
Apretando los dientes ante el dolor de su herida, siguió corriendo con la respiración entrecortada.
Las balas de Rodríguez resonaron en la estación como un canto anunciado de muerte. Cuando las cosas estaban tensas y había armas de por medio, no podía ser de otra forma. Los asaltantes desde luego no esperaban resistencia alguna. Quizás, de haber comenzado antes esa resistencia no habrían acabado las cosas como acabaron. Quizás.
La seal descargó su cargador contra los intrusos y contó numerosas bajas entre ellos pero, finalmente, otra bala más le alcanzó. La pérdida de sangre por ambas heridas a la larga fue su mayor hándicap y acabaron reduciéndola con un par de disparos más. Al final acabó donde había deseado, reuniéndose con su padre. Porque un verdadero soldado no se cuestiona las órdenes o su moralidad, un verdadero soldado sabe obedecer sus órdenes y eso hizo.
El último esfuerzo de Rodríguez dio la oportunidad perfecta a Schmitt. Está pasó tan rápido como le permitían sus piernas hacia la sala de descompresión. Ni siquiera se paró a pensar que Bedoin y Popov quedaban a sus espaldas. A veces el sentido de supervivencia era así, totalmente egoísta. Llegó a la sala de descompresión y tardó algo de tiempo para poner en marcha el mini submarino. Cuando acabó salió huyendo de allí, acabando por ser la única superviviente del asalto y pudiendo contar lo ocurrido cuando llegó a la superficie y recibió asistencia médica.
En la historia de la científica hubo varias omisiones. A nadie le gusta saber que está hablando con una cobarde en lugar de con la heroína que ha salido ilesa de un asalto como aquel. Se dieron ruedas de prensa internacionales donde pudo contar su parte de la historia, pues jamás se oiría otra. Hasta enseñó durante años posteriores su cicatriz en el omóplato, siendo ya una profesora consolidada en la Universidad de Berlín de Ciencias Aplicadas. Qué bueno para ella que los supervivientes fueran los que contaran la historia.
En cuanto Bedoin y Popov, no sufrieron tan buena suerte. Los pocos asaltantes que quedaban, a la muerte de Rodriguez, siguieron el camino de Schmitt hacia el mini submarino restante. Eliminaron a todo el que se les puso en su camino, dejando la estación sin ningún superviviente allí abajo. El técnico ruso quedaría al menos aliviado de saber que el mensaje llegaría a sus padres y Bedoin… Digamos que podría intentar tentar a su compañero Nello en la otra vida, que es donde quizás se reencontrarían.
La prensa internacional se hizo eco de la noticia, de lo que se pudo contar. Una estación internacional asaltada, sí, pero nunca hablarían del módulo 505, de la investigación secreta o de cómo la doctora Mellows se inmoló. No, lo único que el mundo conocería sería la versión que Schmitt pudo dar sobre el asunto, que fue más bien poca. Tampoco se supo nunca nada de lo que quedó de los asaltantes, que se calificó de terroristas de forma genérica.
La alemana aún se despertaba alguna noche sobresaltada sintiendo aquel dolor sordo en el hombro y los gritos de sus compañeros que dejó atrás.
FIN