Partida Rol por web

El juego de las jokrinetas aumenta de intensidad, de ritmo, de virulencia. Esas figuras eran ¡el equipo Unitato! Hubbo, ahora lo recuerdas, pero quizás sea demasiado tarde. Una de esas figuras, la pequeña y rojiza, ha sido aplastada por vuestra insistencia rodante. El pobre Benito no ha podido resistir el embate de Hubbo y su banda. Su pequeño cuerpo ha sido reducido a una mancha amarillenta sobre el suelo del desierto, una mancha brillante, hermosísima, lo que atrapa tu atención y la de los tuyos.

Cómo no muere un diablo

Del cuerpo aplastado y untado como mantequilla de Benito se alza una luz, una luz que muy pocos pueden ver. Desde luego ni Knox, ni Mita, ni Tahïr lo hacen, pues corren despavoridos alejándose de la ferocidad de las jokrinetas. Es una luz hermosísima, que permite comprender que la fealdad de la raza de Benito es sólo exterior, quizás hasta una defensa natural desarrollada durante milenios para proteger su increíble belleza natural. Y es que los de esta raza no mueren, sino que se transforman, como pura energía.

Esa luz danza entre las jokrinetas, embelesándolas, distrayéndolas, mientras elige su nuevo huésped. Desgraciadamente no hay mucho donde elegir por aquí cerca, una jokrineta no se diferencia mucho de otra... así que Benito, o su esencia astral, elige a la que considera mejor de entre ellas, sin destruir a su amigo Hub, reclonado en Hubbo.

Ahora eres una jokrineta, al igual que Hubbo. Tu cuerpo es una bola de roca, pero te sientes feliz en él. Las jokrinetas son criaturas inocentes, que sólo buscan jugar como niños. Rodar por el desierto, chocando entre ellas y destrozando cosas a su paso. No hablan por su bajo intelecto, pero Hubbo y tú sí que lo hacéis.

Quizás te cueste un poco adaptarte a tu nuevo recipiente, pero Hubbo te ayudará, se ha convertido en el líder de la manada.

La excitación de la carrera es brutal, y me encanta la velocidad que cogemos. Jugar a los bolos es una pasada, pero cuando se mueven, empieza lo divertido... hasta que veo que son conocidos. Amigos casi. Hermanos en todo caso... - Wooooo, woooo, dutonorooooooosssss... no juogoooooo, cuododooooooo.... - Pero era tarde. Conseguí que pararan, pensando que iba a ser otro juego, pero Benito... Benito ya no estaba. 

Aunque el tipo era raro. Muy raro ya de antes, pero ahora... brillaba. Me quedé alucinado, porque había más luz que con el día, pero la luz parecía Benito... que se vino a mi lado. Y me miró. 

- Eh, eh, ¿Benito? ¿Benito? ¿Eres tu? ¿O sólo uno de estos amigos? Lo siento, es que... humfff, me gusta jugar, ostras, esta mente nueva es divertida, me encanta dar vueltas, chocar, divertirme, tirarme contra cosas, chocar con otros, buscar lugares para correr... y no nos dimos cuenta de que erais vosotros, ¿eres tu? Grrrrr, no quería, aunque era tan interesante, tan excitante, ya verás, genial, genial... - Digo mientras hago medio queja y medio pasión jokrineta por todo lo que me gusta mi nueva vida

El re-surgimiento de Bennu te conmueve. Tanto que empiezas a rodar alrededor de él, olvidándote del resto del Team Unitato. ¡Ya no están! ¡No les ves por ninguna parte! Pero tu amigo, tu rojo compañero, parece no poder hablar, no como tú. Quizás le dieron un modelo de jokrineta defectuoso, o sin mutar. Simplemente se balancea, como si te saludara, y gira sobre sí mismo.

En esas un pequeño droide volador aparece, llevando con él un paquete de los patrocinadores. Este modelo viene con un altavoz y pantalla incorporados. Femto es un gran aglomerado galáctico, y en esta ocasión tanto el droide como el regalo como la canción que suena son de esta megacorporación:

En algún extraño programa de la holovisión...

Dum, dum, dum

Te creías un unitato especial

y ahora eres un jokrineta más

eres una albondiguilla sideral

que choca y salta en baja gravedad

uuuuaaaaaa

ruedo, ruedo, choco, choco, salto, salto, aplasto aplasto

soy un jokrineta más, una albondiguilla sideral

oooohhh, ese solo de batería wwwuuulaaaaa

El droide volador suelta el paquete, que contiene un ejemplar de la brutal campaña de merchandising que la Femto Company ® ha lanzado con ocasión de vuestra re-encarnación en jokrinetas. Se van a hacer de oro, más todavía si la única y genuina jokrineta parlante la lleva puesta:

Giro a su alrededor, respondiendo. Seguro que hablará, si se da el golpe adecuado en el lugar adecuado, si es que los jokrinetas tenemos de eso. Si señor. 

- Ohhhhh, lu voooooozzzzzz, lu voooooooozzzzz, woooooohhhh * - Digo, señalando al droide que aparece. Intento saltar para cogerlo, me parece divertido. Habla, canta, es divertido, se mueve, y como ya no están los amigos a los que había ido a buscar, lo quiero... - Voooooozzzzz, umugo, hublor, hublomos, suuuuuu.... - Es algo que me habla, me gusta, me apetece cogerlo, y si lo cojo, si lo cojo... Nos divertiremos. 

- ¡Jugor como lunzorso unos sobru otrus! Duvortudusumo, suguro. Suuuuu, tu cojo, ¡tu cojo! - Grito, mientras salto, y salto, y ruedo cogiendo carrerilla y saltando... pero sólo consigo meterme en esa cosa blanca que se parece a mi. Hummm... No se si eso es lo que quería. 

No se ni como ponerla, a ver... - ¡No podo vur nodo du nodo! - Digo moviendo las manrocas dentro de las mangas, pero con la cara tapada... - ¿Yu us nochu? Usto no su usorlo. ¡Ustoy yo! ¡Puro nu vuo nodooooo! - Digo, peleandome con la camiseta especial de Femto Productions

Al final te la pones, y todos tus hermanos ruedan a tu alrededor invadidos por la euforia. Se mezclan, chocan, y pierdes de vista a Bennu, que se ha integrado como uno más en la manada jokrinítika.

¿Y ahora? Empiezas a pensar que puede que tu destino sea este. Eso si no haces nada, claro. Pasar la eternidad atrapado en este cuerpo (o en otros peores), en este asteroide, con tu mente pasando de un cuerpo a otro, cada vez más demacrado y con tu memoria cada vez más corrupta. ¿Es eso lo que quieres, Hubbo? Al menos es divertido, eso sí. Es divertidísimo, rodar, chocar, jugar... pero ¿lo será siempre?

Pienso. Pienso. Bennu no está, no lo veo. Lo llamo, pero estamos disfrutando de más choques, y no me escucha. Mi amigo el de la voz que canta ya no está. Me gustaba oírlo. ¿Dónde había voces? Hum... Espera. 

- Bunnu, ¡Bunnu! Voy u buscor umugos. Mus umugos, poro duzor cosos. Poro hublor. ¿Rucordus uso? Vomos, ¡Vomos! - Intento recordar por dónde fueron aquellas figuras que había visto antes. Seguro que serían mis amigos y hablarían conmigo. Y si no, siempre podría chocar con ellos para pasarlo bien, como con Bennu. Me gusta. Señalo a los jokrinetas una zona para que jueguen, y llamo a Bennu otra vez, intentando que me acompañe, si es que aparece. 

Y luego, me pongo a buscarlos. Seguro que podremos hablar. Y reir. Y pasarlo bien. Y seguro que se hacen amigos de mis chocantes amigos. ¡Me voy rodando! ¡Rápido! Con mi camiseta, que no se mancha demasiado, cosa seguro del fabricante, se nota como el aire circula diferente al rodar... ¡Y mola!

Cuando te alejas de la manada, nadie te sigue. El resto prefiere seguir jugando, rodando, chocando. Prefieren divertirse a ir en busca de ¿unos bultos? No lo entienden, no tienen capacidad para entender esto. Así que emprendes tu camino en solitario, en aquella dirección.

Te vas acercando a una gran roca, una montaña rojiza, dura, que parece tener alguna construcción metálica en su par...

BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!!!!!!!!!!

Un fuerte estruendo resuena en el interior de la montaña, el suelo tiembla. Las jokirnetas salen en desbandada alejándose de ahí. Pero tú sabes que eso significa algo. Sin saber por qué, un juego de palabras viene a tu mente: Mita Dinamita. Recuerdas los bultos, las figuras, y en concreto aquella enorme y robusta.

Sigues jugando, rodando y chocando con el resto de jokrinetas. Pasa el tiempo, mucho.

Cuando te das cuenta Hubbo ya no está.

¡Aquella loca! ¡Me agarró! ¡Me amenazó! ¡Sabía explotar cosas! ¡Eso era una explosión! Todos los demás se fueron, aunque les hice gestos de que se quedaran, pero yo ya sabía dónde estaban. Donde hay humo hay fuego, y dónde hay explosiones... está la loca que me agarra del cuello. 

- Boh, suguro quo uhoro los uncuontro. Suguro. Cooooorrruondo, Hubbo, vomooos. - Me digo en voz alta, mientras, al desaparecer de los alrededores los demás jokrinetas, pierdo como un poco de esa euforia, casi como de rebaño, de colmena, y empiezo a ser yo... y quejarme. Hummm. - Jrrmmmm. U sobur quo mo duzun cun ustu formu du roco. Humsss. U vor. - Coloco mi camiseta para que no me moleste al rodar, mientras lo hago rápidamente hacia dónde se veía la explosión. 

Debes atravesar un húmedo y angosto paso entre dos rocas bien grandes. La humedad, por algún motivo, no te atrae demasiado, pero debes pasar por aquí si quieres llegar al lugar en el que has notado la explosión. Al otro lado hay un agujero, de metal, definido y rectilíneo, algo seguramente construido. Un agujero que se adentra en la roca más grande, en la montaña, y que debe llegar hasta aquella gigantesca construcción de allá arriba, siguiendo seguramente una red de túneles interior.

Tengo que cruzar. Hummmmfff. Humedades. Al menos no me saldrán hongos en esta forma, pero... humfff. No me apetece pasar. Si fuera de una buena bebida... Esto, espera. Cuanto más me separaba de los jokrinetas más me volvía a ser Hub "Rezongos". Bueno. Cuando rodaba o me daba un coscorrón no, claro, pero oye, parece que al menos esa mente inferior no me dominaba. O esa mente divertida. O lo que sea. Bah. Venga. A por ello. 

Es como pilotar, más o menos. Es coger impulso, y colarse entre dos o tres huecos, y conseguir pasar. Lo de no chocar bueno, en realidad como piloto me daba igual y como jokrineta me gustaba, así que si golpeaba un poquito entre las piedras por medio... no me iba a disgustar. No no. Me lancé a otro juego divertido, alcanzar a mis amigos...  no rocosos