Partida Rol por web

Fio y yo ibamos cogidos de la mano, siendo yo la que iba tras el un tanto más afectada. Al llegar allí, como siempre tendriamos que pasar reporte, pero era tremendamente dificil dar un reporte de algo que dolía tanto. Más aún cuando los otros grupos también la mencionaban. Sentía que cada vez que hablaban de dicha hada, el mundo de mi hermanito y el mismo mio, se derrumbaba con fuertes golpes. - Si estamos aquí... es por ser un simbolo de paz... Si dejan de pensarlo... ¿Vendrán a por nosotras?

Justo en ese punto tenía mucho miedo, y cuando Alanis mencionó al reino del Este más aún. Quería que la paz se mantuviera así que, cuando tocó nuestro turno adelanté un paso mirando aún al suelo con las alas alicaidas y di nuestro reporte - El nigromante... colaboró dejandose detener y atar para que no hiciera nada malo mientras sucedían los ataque que dicen mis compañeros. Nos dió información sobre el ser que atacó el día anterior a la prisión del castillo, y lo derrotamos al ser un muerto viviente... Pero hay alguien por detrás que según Glaius, es su discipulo... Es muy probable que este individuo esté también tras los ataques y quiera herir al mago Glaius, pero no podemos confirmarlo sin exponernos a que Glaius haga una de las suyas...

-Por otro lado... - Dije más timidamente mirando hacia atrás, hacia Fio... - Dejamos nuestro puesto para seguir el rastro del hada de fuego... algo extraño ya que una de nuestras hermanas posee también los poderes del fuego... Sin embargo, n-no fue ella quien atacó. Ni Fio ni yo sabemos quien es... P-pero... unimos nuestras magias para poder ver a donde fue ya que su rastro terminaba en mitad de un bosque. Posiblemente usara una magia de teletransportación y nosotros... - No para de mirar a mi hermanito, cada vez sentía que necesitaba más y más su apoyo - La vimos. Habriendo un portal por su recorrido mágico. Algo peligroso... - Al final apretando ambos puños miré a Zedrion con una mirada triste y cristalizada por las lagrimas - No es ningún hada conocida maestro Zedrion, pero si es necesario ir al reino del Este, denos dicha misión a Fio y a mi. Por favor. Si son hadas, es un asunto de hadas... Y nosotras estamos aquí por la paz. Se lo ruego. - No había dado mucho detalle, ya que el que mejor sabía dar detalles era Fio, pero había mostrado algo inusual en mi.

Me importaba tanto el asunto que haría cualquier cosa por resolverlo.

Las hadas iban tomadas de la mano y en un orden poco usual siendo esta vez Faith quien iba atrás con posición y mirada afectadas por lo que sucedía. Si bien decidieron no hablar hasta que todos hubieran reportado, posiblemente sería peor si lo dejaban más de lado o así debió pensar Faith quien dio por fin un paso al frente quedando al lado de Fío, aún tomados de las manos y empezó a hablar. 

Le soltó la mano y apoyó esta sobre la cabeza de su hermana con suavidad, en esos momentos le tocaba ser a el el punto de apoyo y lo sabía muy bien. Aquello se estaba volviendo complicado para su hermana y en cuanto vio que iba a estallar de nervios la hizo recular hacia atrás para que se sintiera más arropada, le tocaba a el decir lo que ella no había podido. 

-Bueno... Siguiendo con el informe de mi hermana, debo avisar que todo el campo del Valle Floreado en donde terminaba el rastro del hada fue completamente arrasado. Tragó algo de saliva y continuó. -Nosotros le vimos a el y el nos vio por igual, incluso se dio la libertad de preguntarnos por qué confiábamos tanto en los humanos. Si quedara aquí no habría suficiente material con el que trabajar pero... Mencionó que si tanto nos fiábamos, que fueramos a hablar con los visitantes del Sur, al parecer algo habrán hecho pues los Enanos están escondiendo sus artesanías a toda costa... No se fían y al parecer tiene algo que ver con el enfado de ese Hada. Era extraño que se hubieran girado las tornas, era Faith la intranquila mientras que el podía hablar con fluidez y calma del tema. - Le dijimos bien claro que no queríamos una nueva guerra entre el reino humano y el de las hadas, como ofrenda de paz que somos desde hace 200 años no se lo permitiremos... Miró a su hermana y le sonrió un poquito volviendo a darle la mano. - Si en algún momento se vieran en la necesidad de enviar a alguien hacia el este, nos gustaría ser partícipes. Aquello era algo delicado para ellos, aún recordaban los años rojos en los que hadas y humanos se enfrentaban y eso que eran bien pequeñas en ese entonces. Si cualquier hada por muy extranjera que fuera causaba el caos y los ciudadanos empezaban a quejarse y a hacer revuelta contra las del bosque se rompería todo trato y con eso, el rojo volvería a teñir y regar los bosques... Algo que ninguno de los dos deseaba en absoluto. 

En cuanto terminó de hablar se achicó un poquito y los colores le subieron a las mejillas colocándose al lado de Faith y agarrándose de su brazo para susurrarle al oído. - A-activé mi... mi... poder pa-para poder.... ser s-serio y... coherente... Aho...Ahora me si-si-siento avergonzado... guh... 

Cuando mi Fio habló sobre la epoca roja, es cuando en mi cara se mostró más la expresión de terror y tristeza, casi como si se tratase de un trauma anclado del pasado. Sin embargo cuando mi hermanito habló bajito, me lancé a abrazarle casi a punto de llorar mencionandole muy muy bajito - Gracias... - Realmente... lo había hecho por los dos, y por nuestro reino, pero me afectaba tanto a mi, que sentí que se lo debía
 

Cuando mi hermana corrió a abrazarme no pude evitar devolverle el abrazo mientras mi mano le acariciaba la parte superior de la cabeza y le susurraba.- Luego nos ponemos al día, primero hay que resolver lo que tenemos entre manos.- Tras decirlo mientras le dedicaba una sonrisa pareció darse cuenta de la situación, incluso fue la primera en dar su informe.

Fui escuchando todo lo que habia ocurrido y haciéndome una idea de todo pero mi nariz se arrugo levemente antes de que me llegara mi turno a hablar. Comprendía que las hadas hubieran prestado mas atención a lo que tenia que ver con su raza, pero me seguía preocupando mucho el esqueleto que había llegado hasta Glaius.

Mi lengua chasqueo antes de hablar.- Como ha dicho Faith, un muerto viviente controlado por un nigromante apareció en el lugar que estaba Glaius. Cuando lo derrotamos el nigromante tomo control del cadáver para dejar un último montaje. “Algo grande esta por venir. “Algo grande que les mostrará a los caballeros reales y a la familia real su lugar. Estarás orgulloso de mi, Glaius. Estarás orgulloso de todos, excepto de aquellos que no podrán proteger al reino como prometieron hacerlo”.- Cite directamente las palabras de declaración de guerra que había hecho el esqueleto antes de convertirse en polvo

Di un leve suspiro.- Lamento comentarlo, pero dudo mucho que quien estuviera controlándolo fuera el hada ya que como habéis comentado sus poderes estaban basados en el fuego. Creo que nos enfrentamos a dos oponentes diferentes y…- Dude durante un momento antes de dirigirme hacia el rey haciendo un ligero saludo militar.- Si realmente nos vamos a enfrentar a un nigromante creo que usar a Glaius para contrarrestarlo será necesario. Si no han sido amenazas sin fundamento podemos estar hablando de una guerra contra cadáveres…- Algo a mi manera de pensar bastante más grave que un hada rebelde en busca de romper la cohesión de los reinos.

Baeric estuvo esperando su momento, dejando que todos los demás fueran hablando con tranquilidad para explicar lo que ocurrió durante el día, algunos parecían estar bastante conmocionados a decir verdad, cosa que le extrañaba. Tenían que ser caballeros, comportarse como tal…aquella era la regla de oro, ¿Cómo va alguien a contar con ellos si actúan de semejante manera?

Lentamente se adelantó y se aclaró la garganta, hablando con ese tono tan sereno y melodioso que siempre le acompañaba.-Fui a investigar el gigante muerto con Yurrax y los cinco aprendices…-Empezó.-Dimos con el cadáver con relativa facilidad, pero nos encontramos un pequeño problema…alguien había manipulado el cuerpo, una mujer ciega y con un bastón se encontraba examinando los órganos del ser, no tardé en intentar arrestarla, pero…intentó huir, no sin antes hablar de un supuesto amo.-Baeric puso las manos tras su espalda y prosiguió con el informe.

-La mujer escapó y cuando di con ella decidió invocar una especie de caballero de hueso, lo derroté y atrapé a la mujer…se le escapó que su amo era un verdadero hechicero y que no sabíamos nada de magia…fuera como fuera, la arresté y ahora está esperando en las mazmorras, si se me permite, empezaré con el interrogatorio lo antes posible…-Pero antes tenía que hacer algo más, algo mucho más importante que interrogar a una anciana.

En conclusión, el día había resultado bastante movido. Por suerte nada había escapado del control de los caballeros del reino, pero la guerra no había terminado por ganar una batalla.

-En definitiva, todos estos eventos están relacionados de una u otra forma... El enemigo al que nos enfrentamos se ha cuidado para obtener poder de manera desapercibida para que no pudiéramos dar con él antes de estar listo para declararnos un conflicto -dedujo Zedron de todo lo que sabían hasta el momento. -. No debemos dejar escapar ninguna fuente de información...

-No sera necesario que nadie vaya a ninguna parte: los magos de comunicación son más que suficiente para informar al Este y que nos informen -comentó entonces Marshall respecto al ofrecimiento de las hadas. -. En otra ocasión será.

-Ahora debemos movernos... No por haber detenido el primer ataque significa que el enemigo no nos atacará durante el resto de la noche -afirmó el rey, dirigiendo su vista a el gran caballero real a su lado. -. Zedron, encárgate de la organización. 

-Como ordene, su majestad.

Pero antes de que el caballero de mayor rango pudiese empezar a dar ordenes a los presentes, las puertas del salón se abrieron de par en par, dejando entrar al viejo jujin Perceval que huía a toda prisa de un caballero diamante que no estaba presente en la reunión.

-Ven aquí, perro inútil... Devuélveme lo que es mio, y confiesa tu crimen... -en definitiva, no estaba contento. Era ese tipo de caballeros que podían volverse un peligro si se enfadaban, y en ese momento lo estaba mucho; tal vez la ausencia del colgante en forma de corazón que siempre llevaba podía ser la causa de ello.

Detrás del caballero venía la princesa, casi tan molesta como el propio espadachín.

-¡Te he ordenado que lo dejes en paz! -le gritaba.

-¡¿Cual es la causa de esta interrupción?! -intervino Marshall desde su posición, haciendo una señal para que todos los caballeros preparasen sus armas por si Muramasa perdía el control.

-¡Yo no he tomado nada! ¡Lo juro! -decía el jujin tirándose al suelo delante del trono del rey a modo de pedir piedad.

-En su momento me lo creí, pero ahora no caeré en tus trucos, perro traidor... -si nadie se ponía en medio, era seguro que terminaría matando a Perceval tardé o temprano. -. ¡Majestad, traigo ante usted a otro bandido comprado por el hada! -declaró con seguridad en sus palabras mientras señalaba con su mano libre al tembloso Perceval.

-¿Que es lo que esta pasando? -preguntó el rey, intentando mantener la serenidad, aunque parecía que se le hacía un poco difícil con tantas cosas sucediendo de pronto.

-¡Perceval fue comprado por el hada, y tengo una prueba! -Muramasa sacó de su cinturón un papel enrollado cual pergamino, con las puntas notablemente quemadas pero el interior en buen estado. Entonces dejo caer parte del papel para que este se abriese y mostrase su contenido:

Tu información sera muy útil. El ataque comenzará mañana a la hora acordada, asegúrate de mantener a la princesa allí hasta entonces.

Encontrarás las monedas de oro bajo esta carta.

De un momento a otro, la situación respecto al jujin había cambiado.

Rápidamente me pongo delante de Muramasa con mi escudo por delante para bloquear su posible ataque y proteger a Perceval y le digo. La princesa ha ORDENADO que te detengas. Y a mi me ordenó protegerlo. Así que has de pensar dos veces la situación.

En esa carta no se menciona a Perceval y sin pruebas de donde la encontraste no es más que una acusación que podría ser infundada pues que alguien tan fuerte como tú intente MATAR a un acusado más débil antes incluso de presentar las pruebas que podría significar más que intentas que parezca culpable mediante la intimidación. He usado esto con mi hermano tantas veces que ya suena trillado para él, para mi hermana y para mi. Pero como no deja de ser cierto no me queda otra que intentarlo y concluyo diciendo. Detente Muramasa, reacciona, recapacita y expón los hechos como un caballero diamante y no como un matón de tres al cuarto.

En verdad, parece que las cosas estan saliendo muy bien. En realidad, todo estaba demasiado tranquilo, hasta la aparicion de Perceval y Muramasa, que en realidad se miraba muy cabreado. Era extraño, tomando en cuenta que este tipo habia demostrado una buena actitud, y no lo considero de los tipos que se ponen asi solo porque si, es extraño, pero mientras mas se adelantaba la situacion, al parecer podemos tener un traidor entre nosotros. Me acerque a leer el papel expuesto, y observe a Perceval, algo extrañado. — Vaya, y yo que pensaba que ibamos a estar mas tranquilos. — Dije, dando un giro a mi lanza y colocandome enfrente de Muramasa, pero no en contra de el, si no encarando a Perceval. 

— Calmate, Muramasa. Explica que fue lo que te robo, como lo conociste, y donde encontraste ese pergamino. Parece claramente que se intento alguien deshacer de el, o al menos, hacerlo parecer. — Dije, observando analiticamente a el jujin que pedia piedad a la realeza. — En todo caso, supongo que tendremos que hacer mas de un interrogatorio, porque puede ser que asi como esa cosa pueda ser una trampa para el jujin, cosa que no me pareceria logico que el hada se molestase en eso... O en verdad tenemos a un posible traidor en potencia. Vamos, explica. — Le dije ahora mirando de reojo a Muramasa, esperando su respuesta.

Luego de mirar un poco al jujin, recordaron el pasado del viejo jujin: antiguo caballero que incluso fue encargado de proteger al pequeño Artorias cuando estaba en cuna. Con el tiempo, los rumores señalaban a que Perceval ya no era capaz de seguir con su trabajo, y Aztora decidió retirarlo formalmente para evitar más problemas. Años más adelante, con el secuestro de la princesa Artanis, Perceval ayudó en el rescate pero no fue reconocido, más bien fue señalado por muchos como alguien que intentaba raptar a la princesa de los verdaderos raptores para llevarla a otra parte. Desde entonces, el rey Artorias prohibió la entrada del jujin al castillo. Por último, fue en su casa donde sucedió el ataque de hoy a la princesa. Se suponía que el día de hoy fue perdonado por el rey, pero viendo la situación... era probable que el Jujin se metiese en más problemas.

Mientras mantenía su forma de arma para que pudieses usarla en caso de ser necesario, Bhlade no se contuvo al comentar lo que pensaba.

-Esto no tiene buena pinta, Ameline... Muramasa es del tipo de caballeros desastrosos a los que hay que tenerles cuidado, pero cumple su trabajo como cualquier otro... ¿Es posible que alguien sea culpado de tantos crimenes, y sea inocente de todos ellos? -la verdad es que Perceval o tenía una terrible suerte como para meterse en tantos problemas, o tenía una muy buena para salir de todos ellos.

Tras permanecer un buen rato sumida en sus pensamientos al ver el caos que se había creado se sintió obligada a dar un paso al frente con los ojos fríos y llenos de determinación. Puso una mano en el hombro de Sutera.

— Cálmate, somos caballeros Diamante. Muramasa no se insubordinará delante del rey. 

Le dedicó una sonrisa a su compañera y se acercó hasta el caballero diamante enfurecido poniendo una mano sobre su espada mientras le miraba a los ojos.

— Estamos en una sala real, esto no es una taberna, ni la plaza del pueblo. Los caballeros diamantes no somos jueces, impartimos justicia pero no la decidimos. No creo que sea de recibo tras el difícil día que hemos tenido hacer una entrada tan efectista con una historia llena de lagunas donde primero habláis de un colgante, y luego de una nota. Con la intención de realizar un acto violento saltándose las leyes de este lugar. 

Su tono no se había elevado lo más mínimo pero su voz era clara y audible.

— Si tenéis una acusación que presentar reunid vuestras pruebas y formalizadla de acuerdo a vuestro rango. Si Perceval se demuestra culpable estoy seguro de que se tomarán medidas contra él pero este tipo de actuaciones más propias de un patio de escuela que de un caballero diamante solo restan credibilidad a vuestras palabras. Así que haced el favor de enfundar vuestra arma y dejad que las autoridades adecuadas sean las que se encarguen de esto. 

- Esto no me gusta, Bhlade. No me gusta nada. Pero no permitiré que Perceval sea asesinado delante de la princesa sin haberse demostrado su culpabilidad. Y sí, yo también creo que es mucha casualidad pero las cosas se harán bien, con una investigación, y un juicio. No así. 

-No hagamos acusaciones salvajes entre nosotros, o crearemos discordia innecesaria. Muramasa protegió a la familia real de poder ser atacados directamente por el enemigo, puedo asegurarte que de haber querido podría haberlos dejado desprotegidos justo cuando algun ataque fuera hacia ellos o habernos atacado por la espalda en pleno combate. Alanis respondió a las palabras de Sutera con aire neutral, pero firme. Puedo garantizar que debería estar fuera de cualquier sospecha. Sin embargo...si es cierto que también pudo haberse plantado esa nota en Perceval. Por favor, ambos mencionados deberían mencionar como llegó esa nota a la posesión de uno y a la atención del otro.

Se quedó callado escuchando al rey cuando la puerta se abrió de golpe de tal forma que provocó que se pusiera completamente en guardia volviéndose del tamaño más pequeño posible ( 15cm) y que sacara su bastón como acto reflejo tras tantos años en la guardia. Miró a Perceval, luego a Muramasa y... Así pasó varias veces durante la conversación agitada que se sucedía hasta que se abrió la carta para poderla leer cosa que hizo que el hada avanzara un poco para ponerse cerca del tipo, sus ojos brillaban y su hermana sabía que posiblemente eso quería decir que estaba perdiendo los estribos aunque por el momento no parecía hacer ni demostrar nada mientras el resto hablaba e intentaba calmar las cosas. 

- ¿Otra vez?.... Acabas de ser readmitido. ¿Quieres que intente adivinar? Veamos... Fuiste duramente acusado, expulsado. No sé si lo que hiciste fue cierto o no pero lo siento, no tengo ninguna duda de que esta vez puedas haberlo hecho. ¿Ha sido por venganza no? Diste esa información por despecho y sin tú saber nada hoy mismo fuiste readmitido por la guardia.  Lo apuntó con el bastón, se le habían ennegrecido los ojos pues no podía soportar la idea de que aquello fuera real, siempre había creído en que volvería a palacio pero no de ese modo. Le temblaba el pulso pero se controlaba, siendo que para no acabar desatando el puro caos y entendiendo que podía liarla muy parda el solito se acercó a su hermana para que esta lo contuviera. Después de todo ellos fueron de los pocos que lo defendieron aquella vez con la primera acusación y le pegaba duro.  

Mientras estaban preparados para continuar, la princesa apareció en el salón, acompañada de Perceval y un caballero diamante. El joven caballero Baeric suspiró aliviado al verla, pero no tardó en ponerse serio al ver que la situación lo requería, escuchó como la princesa ordenaba, incluso el Rey parecía intentar mantener la serenidad, pero aquello no estaba siendo fácil…principalmente porque sus propios compañeros estaban complicando la escena.

-¿Acaso tenéis serrín en la cabeza?, estáis en presencia del rey, ¿Qué comportamiento es este?, amenazando, desenvainando e incluso  intentando usar magia.-Baeric chasqueó la lengua y bufó, lo repetiría una vez más por si os muy zoquetes no caían en la cuenta.

-¡Estamos a las ordenes del Rey y de la familia real, bajad las armas y tranquilizaos hasta que se resuelva el asunto!.-Gruñó acercándose levemente a donde s encontraba la princesa.

-Mi señora, tranquilizaos y explicad lo sucedido, no ocurrirá nada sin vuestro beneplácito y el del rey.

Después de las palabras del rey me sentí un poco mejor, sin embargo no pude evitar contener la sorpresa que ocurrió cuando irrumpieron Murasama y Perceval siendo este último seguido por el primero. - ¿Otra vez? - Sin embargo los hechos que sucedían, a pesar de ser ya reconocidos tanto por Fio como por mi, no eran los más idoneos como para volver a ponerse a pelear, aunque fuese entre nosotros. Descendi mi cabeza cuando todos parecían defender a Perceval y tratar de calmar a Muramasa, hasta que entonces Fio empezó a ir encontra de Perceval tal y como esperaba pues ya lo conociamos.

En otras circunstancias, hubiera estado con Fio y le hubiera intentado calmar mientras decía que tenía razón... Pero ahora mismo... Solo quería limpiar las manchas que había dejado aquel hada sobre nosotras y que si no cuidabamos nuestros actos acabaría llevando a cosas peores que ninguno quería. Me acerqué a Fio siendo que estaba cerca de Perceval y le abracé - Tranquilo hermanito. No hay por qué sulfurarse. Si que es verdad que sabemos los antecedentes de Perceval, pero estamos en el castillo. No es necesario usar nuestros poderes. ¿Vale? - Agaché la cabeza para mirar a sus ojos y que se tranquilizase un poco sonriendole de forma calmada. - Sin embargo... - Apreté mucho a mi hermano para que sintiera mi luz al mismo tiempo que proclamaba un hechizo - Bengala. - Una luz surgió entonces desde donde estaba yo, cubriendo a Perceval y Muramasa por igual y al resto de los presentes cercanos y no llegando mucho más alto que lo que era la habitación.

Fue entonces que miré a Muramasa. - Esta torre de luz evita los ataques siendo que todo aquel que intente realizar siquiera un ataque, saldrá despedido de la torre de luz. Muramasa la princesa ha ordenado que te detengas, así que por favor, enfunda el arma, y si las ordenes de Sutera son correctas, confio en mis compañeros y en los reyes y principes. No bajaré la torre hasta que no enfundes el arma o lo ordenen los reyes. - Por el apretón que le estaba dando a Fio, sabía que me estaba doliendo no ponerme de su parte, pero más me dolía el no limpiar el nombre de las hadas. Solo esperaba que con aquella acción que mostraba pura y a favor de los reyes se relajara de aquella situación y se concentrara en otra cosa.

-No puedo...

Negó, tras murmurar algo sin finalizar.

-¿ES necesario que comencemos a usar habilidades mágicas como si estuviéramos tratando con delincuentes? Baeric tiene razón. A este punto están haciendo parecer a los caballeros de Diamante como reclutas nuevos con la cabeza caliente.

Alanís sonó bastante irritada tras el acto, y caminó un poco con la estancia con cierto estrés notorio pero controlado, similar a algún animal acosado por el momento. Sin embargo, detuvo sus pies en un esfuerzo por mantener el porte y no colaborar con más conductas cuestionables al momento.

-Nadie va a atacar sin una orden o una provocación, y de hacerlo la desgracia que tenga como castigo debería compartirla solo. Si estuviera en mi mano estaría impartiendo penalidades por este espectáculo. Sin embargo...la última palabra es para nuestro superior en rango. Guardemos orden hasta que se sus majestades y Zedron se pronuncien al respecto.

Jodeeeer... esto se esta yendo de madre increíblemente rápido...- pensaba en voz alta mientras miraba la escena que se estaba desarrollando y que parecía que iba a acabar bastante mal, tanto para el jujin, para Muramasa... y seguramente para todos. 

Primero los informes de actuación de mis compañeros... los cuales sin duda tenían varias razones para las que preocuparse entre hadas malvadas, nigromantes, interrogatorios... mientras que yo solo he ejecutado a un bandido y ganado unas cuantas manos de poker durante la espera a unos pocos guardias de menor categoría.

Y si solo fuera eso... sino que ahora el loco de Muramasa había entrado en la sala muy enfadado pidiendo explicaciones sobre un colgante desaparecido y una nota que parecía incriminar al caballero recién readmitido en el intento de secuestro como uno de los perpetradores... ¡¿que?! Joder, desde luego hoy no volvía a la tienda temprano. Encima parecía que se había formado como bandos: los que ya acusaban a Muramasa de loco, los que acusaban a Perceval, y los que llamaban idiotas a esos dos bandos... porque lo eran. Era evidente que yo estaba en el tercer bando -Vamos a ver, hadito, caballero de problemas de agresividad, el resto... calma. La violencia nunca da beneficios de primeras...- dije intentando "calmar los ánimos" -A ver, estamos frente a la familia real al completo, que sea ellos quienes decidan que hagamos con esto... ¿vale?- terminé diciendo.

Pero nada, que aquí la gente quería protagonismo y liarla... la hermana del hadito, quien en principio parecia que iba a calmar a su hermana... directamente realizó un hechizo "aprisionando" tanto a Muramasa como a Perceval -...- me quedé durante unos segundos con cara de circunstancia mirando la escena. Entonces, sin casi pensarlo me fui acercando a Faith mientras que Alanis daba su discurso de regañina... y sin mediar palabra ni nada, saque unas pocas monedas -¿Y quién te ha dado derecho a meternos en semejante hechizo hadita?- le pregunté... Y sin avisarla, deje caer las pesadas monedas sobre las haditas de quince centímetros... Les habría hecho daño y puede que hasta pues que estén aplastadas un poco las hadas en esa forma tan débil y pequeñita... Y no salí disparada -Me encanta encontrar formas de romper las reglas... Hasta las mágicas...- dije, aunque sin sonrisa ninguna -Que tu hermano y tu seais "haditas especialitas", "regalos de paz" y esas cosas no te da derecho a actuar sin permiso de los reyes... Mucho menos afectando a todos los caballeros de tu mismo rango con un hechizo que nos obliga a hacer lo que tú quieras. Así que deshaz el hechizo, y deja que sea la familia real quien actue- le dije con una seriedad inflexible e increíble... muchas tonterías he aguantado y visto ya para aguantar a una hadita con ganas de usar magia -¡AHORA!- le terminé gritando.

Escuche atenta las palabras del rey, pues obviamente, era el quien tomaba la ultima decisión. Hice un leve asentimiento ante sus palabras. Era muy razonable que si habían atacado pudieran hacerlo en cualquier momento y… En cuanto la puerta se abrió gire el torso mientras mi mano tomaba la empuñadura de la espada aun sin sacarla de su funda presenciando aquel espectáculo.

Mi hermana pequeña fue la primera en posicionarse entre el agresor y el atacado, esperando alguna explicación mas aparte de un pergamino sin nombre que podía ser claramente incriminatorio. Confiaba lo suficiente en mi hermana como para no moverme y seguir observando como se desarrollara la situación pero esta pareció no avanzar de una manera pacífica por parte del resto de los caballeros Diamante.

Cuando vi como el hada lanzaba un hechizo no pude más que murmurar.- _{Menudo gasto de mana más absurdo…}- Mi cabeza se agito de un lado a otro negativamente antes de hablar en dirección del hada.- Deberías pensar bien lo que significan tus actos Faith. Con ese hechizo estas insultando a todos los presentes de la sala. Con ese hechizo acabas de declarar que no crees que los caballeros diamantes de la sala, incluso que el gran caballero real, pudiera manejar la situación... - Pronuncie de manera seria mirando la situación.

Fue en ese momento en el que mire al caballero diamante tan dispuesto a eliminar al Jujin.- Dudo que un caballero diamante únicamente se base en un pergamino encontrado, posiblemente de forma muy propicia, que fácilmente podría haber sido dejado allí para incriminar a alguien…- Comente mientras caminaba y cogía el pergamino del suelo y lo observaba.- Tu acusación tendría algo más de peso si hubieras encontrado a Percival justo cuando intentaba quemarlo para borrar las pruebas- Pregunte mientras mis dedo índice se deslizaba por el borde quemado del pergamino.

Una vez más mire al caballero, confiaba lo suficiente en cualquier miembro que hubiese llegado a caballero diamante como para creer que no se dejaría manipular por una incriminación… O eso era la teoría, había muchas fallas en su lógica.- Aun siendo cierto… ¿Por qué matar a una persona de la cual podríamos obtener información sin siquiera juicio?.- Pregunte sin posicionarme en ninguno de los dos bandos aunque, en ese momento, me resultaba más sospechosa la actitud de Muramasa que la del propio Jujin.

La audiencia real que parecía iba a transcurrir de forma tranquila y aburrida se había desmadrado a una velocidad vertiginosa. Las acusaciones, los gritos e incluso la magia hacia de la situación aun más acalorada mientras los caballeros Diamantes formaban bandos, de alguna forma, era extraño que Feris no estuviera en mitad de todo el lío.
Con paso tranquilo en mitad del barullo el lobo ando hasta Perceval quien aun permanecía postrado y clavo su arma justo en frente suya.

-No hagas movimientos bruscos hasta que esto se aclare, o si no…- No hacia falta decirle al jujin mucho más. Mientras muchos se centraban en detener a Muramasa, Feris había optado por vigilar al acusado hasta que se decidiese que hacer, y si bien parecía estar actuando de forma fría, cualquier mal movimiento de Perceval desencadenaría sin dudar que la naginata se dirigiera a su cuello incluso a riesgo de disparar el hechizo del hada.