Partida Rol por web

La estrategia no funcionó. El craneo se resquebrajó si, pero las lanzas no acertaron ninguna al nucleo de aquel dragón. Tenía la esperanza de que esto acabara en solo un asalto, desapareció al instante. Cada vez más sentía que mi hermanito iba a utilizar uno de sus más poderosos hechizos y debía de evitarlo... Para que no ocurriera algo peor...

Por suerte Fio volvió en si, y se mantuvo en el liderazgo del grupo contra el dragón. Agarré a mi hermanito una vez hizo sus hechizos - Fio... - Dije mientras me contaba el resto de su plan. Acto seguido le agarré de la mano muy fuerte - No Fio... Por favor es muy peligroso. - No obstante su rostro expresaba decisión y confianza, mientras que el mio solo reflejaba preocupación ajena a todo lo que pasaba. No me quedó otra que soltarle aunque doliera - Vuelve a mi...

Dicho eso volé junto a todos los lanceros mientras que Fio hacía lo suyo. Tan solo empecé a concentrarme en la esencia de Fio - Hermanito... No puedo dejar que te sacrifiques yanto... Mucho menos que hagas tanto... Si seguimos así... La princesa sospechará y... No quiero que te quiten de mi lado - Agité la cabeza y trás mirar con decisión a la cabeza del dragón y ver la esencia fuerte de mi hermanito allí, alcé las manos hacia delante. - NADA MAS SE ABRA EL PORTAL, ATACAD, Y NO LE DEIS A FIO - grité a todos los lanceros mientras invocaba el portal directo contra la gema

Yo estaba dando la vuelta para dar la voz de aviso por todo el castillo... hasta que Muramasa me interrumpió el camino -¿Eh? Voy- dije un poco pillada por sorpresa entrando en la sala del trono, cuando me explicó que nosotros debíamos trabajar para proteger a la familia real -Viendo lo que hay fuera... ¡has tardado en decirmelo!- le dije al giganton. Dios... sin duda entre retener a un gigante dragón cadáver y proteger a los reyes y príncipes de algún loco que se pueda meter... prefería irme a mi casa y mantener a salvo a mi madre; pero tendré que hacer el trabajo por el que me pagan.

Cuando escuché que la princesa había intentado salir fuera, suspiré pesadamente -Joe princesa, ¿porque siempre eres la que más trabajo nos da?- pregunté resignada y los brazos en jarra, aunque sin malicia ninguna -Es un dragón de hueso del tamaño de treinta Muramasas... créeme, mejor no verlo- le recomendé a la princesa. Cuando escuché a Muramasa reírse, reí levemente también como Bearic -Bueno... también es que a ese dragón no podrías matarlo... ya esta muerto. Quizás es por eso- le comenté al caballero de la katana mientras que yo tenía mi hacha apoyada encima de mis hombros, a la espera de usarla o no.

Cuando Bearic me habló a mi, empecé por palparme el cuerpo un poco -Si, por lo que veo y yo sepa, también me encuentro aquí...- le dije al super-manco sonriendo. Cuando dijo lo de que a él le apetecía enfrentarse al saco de huesos... yo no estaba tan convencida, por la misma razón que él -Seh... dudo que yo pudiera hacer mucho contra algo así de grande... además, que si le pongo la zancadilla, seguramente me quedo sin pierna... y si funcionara me llevaba a media ciudad por delante... no es plan- reconocí. Prefiero proteger a la familia real que enfrentarme a Bowsitos.

Y bien, ahora teníamos más apoyo -¡Ey! Hola Frey, ahora somos más aquí...- dije contenta, aunque un poco extrañada -¿Estas enfermo o algo? Has elegido el peor momento para hacerlo... ¿pero estas bien?- le pregunté al caballero cuando noté su expresión. Y de repente... -¡¿NANI?!- exclamé cogiendo mi hacha, al ver a Frey atacar a Bearic -¿Pero que coño haces Frey? ¡No hagas tonterías que este no es momento!- le dije acercándome hacia él con actitud de "¡O para o te paro yo!".

Alanís vió el estallido de magia en la cabeza del dragón y escuchó las vocecillas de las hadas, más serias de lo usual como era de esperar en este evento. Pero tuvo que ponerle atención a su actual situación en tierra. Apenas comenzó a mover sus alas, comprendió lo que iba a suceder y saltó de su montura, sujetando las riendas.

-Con permiso, por favor sujete el cuello.

Estando solo cerca de Alessandro, tomó de un lado la rienda de este si se lo permitía y se adelantó para evitar posibles patadas de pánico de los animales. Uso la mano del brazal para sujetarlas, y seguidamente se acuclilló. Extendió los dedos libres sobre la superficie de la calle y...con un movimiento brusco, comenzó a enterrarlos con pura fuerza bruta para literalmente anclarse a la calle hasta que el viento pasara.

Como podías esperarte, la princesa no respondió a ninguno de tus comentarios, después de todo quería hacerse la dura y orgullosa como hacía siempre. A pesar de ello, tras tus ánimos antes de entrar a la sala del trono, se te quedo viendo instantes antes de seguir su camino al interior; fue cierto gesto de duda, como si quisiese decir algo o creer en tus palabras, mucho más de lo que podías pedir...

La sala fue gobernada por el silencio durante breves instantes, durante los cuales todos centraron su atención sobre ustedes. Marshall, como el encargado de la organización mientras no esta Zedron, alzó su mano a modo de detener a los soldados que quisiesen intervenir.

-Caballeros, ¿que esta sucediendo? -les reclamó.

Pero Frey no estaba para conversar. Empuñando su lanza, hizo un par de movimientos con la misma a modo de desafío y provocación, encarandolos con la punta de su arma listo para enfrentarlos.

-Ya empezamos... -Muramasa, viendo que Frey no parecía reaccionar de ninguna forma, se preparo para el peor de los casos y decidió conjurar una barrera santa en medio de la sala, dividiéndola así en dos: a un lado quedaban ustedes, algunos soldados y Frey, mientras que del otro lado estaba toda la familia real y personas importantes, como Muramasa. -. Se que podréis solos con él: yo mantendré la barrera en pie -adicionalmente, la barrera se extendió como un cubo hacia vuestro lado, bloqueando la puerta y paredes de forma que no podrían destruir el lugar, pero seria como luchar allí mismo.

-¡Argh! -sin esperar por más palabras, Frey se lanzó nuevamente, esta vez a por ambos con un rápido Tajo Vertical.

Durante aquella ráfaga de aíre, Alessandro tuvo la suerte de tener a Alanís allí con él para ayudarle enormemente a evita salir volando por los aíres; después de todo, tras su intento fallido de derribar al dragón, aquel aleteo le había tomado desprevenido...

Mientras el dragón se mantenía en posición agitando sus enormes alas, las hadas intentaron nuevamente atacar, esta vez con el portal mucho más cerca. De esa forma, varios de los lanceros pudieron clavar las puntas hechizadas de sus armas en el núcleo del dragón, rozando por muy muy poco al hada que permanecía pegada a él. La bestia se detuvo para soltar un enorme rugido, agitando así su cabeza de modo que aparto el núcleo del portal y logró despegar a Fío, al menos momentáneamente. Las lanzas clavadas habían causado múltiples grietas en el núcleo, pero este permanecía en una pieza, era algo que Fío podía comprobar desde su posición.

Entonces, el dragón hizo lo que todos temían que hiciese: Piso firme, abrió sus alas de manera amenazadora, y su boca se abrió en dirección al castillo. A los pocos segundos, una gran cantidad de fuego gélido empezaría a acumularse en su interior, preparándose para disparar en cualquier momento...

-¡Mierda! -nuevamente Alessandro mostró su musculatura oculta, esta vez tomando a Alanís del brazal que siempre llevaba consigo. -. No le des al hada... -y tras decir aquellas palabras que pronto cobrarían sentido, el caballero dio un gran salto llevando a la caballera rubia consigo, lanzandola entonces con todas sus fuerzas hacia las alturas, con el fin de que llegase mucho más arriba de la cabeza del dragón y pudiese tener el núcleo a la vista. Ahora todo dependía de ella y las hadas...

Palideció al ver como una de las lanzas casi lo ensartaba y el movimiento que provocó aquello hizo que por un momento se apartase de su posición aunque rápidamente se agarró de una de las lanzas que se habían quedado clavadas y con ello volvió a pegarse al núcleo el cual no se había roto aún provocando que el dragón enfureciera y se pusiera en serio, si no lo lograban en ese último golpe estarían acabados, sabía que era importante acabarlo todo ya así que tomó todas las energías que le quedaban y abrazándose a la gema pasó a esta toda la energía caótica en forma de hechizo corruptor tal y como había hecho con el cráneo para que este se desmoronara solo que no pasaría lo mismo con la gema, era demasiado poderosa lo que quería decir que si bien la debilitaría, necesitarían de un ataque más para acabarla aunque eso el no lo vería. 

Con ese último hechizo gastó toda la energía que le quedaba así que como si fuera una mosca empezó a caer hacia abajo completamente desmayado, había confiado completamente en su hermana para que esta lo recogiera al vuelo en cuanto lo viera caer por el agotamiento, el último golpe debía ser de Alanís quien tendría la ventaja ahora gracias a la extrema fragilidad de la gema. 

Al ver el resultado del plan improvisado que teniamos que realizar Fio y yo justo en ese momento, me quedé helada, mi piel ya palida de por si, empezó a empalidecer aún más de por si y mi rostro marcó una expresión de miedo desesperado total al ver como las lanzas de los lanceros se clavaban a excasos centimetros de Fio - N-no le deis... N-no le hagais daño. A-apuntad mejor. F-F-Fio... - El dragón se movió y justo dejé de ver a Fio y el estado en el que se encontraba - Fio... - Pensaba alterada esperando que estuviera bien pero reconociendo que en un momento dejé de mirar y que podría estar herido - Hermanito por favor... dime que estas bien. - Mis lagrimas brotaron esperando que ese deseo fuera real...

Hasta que le noté, su magia, su caos, su oscuridad... Todo su poder desprendiendose de su cuerpo - Hermanito... N-no lo hagas... No debes quedarte sin magia o... - Todo el combate, me quedé atras, sin saber que hacer, sin saber como moverme, con aquel pensamiento bloqueandome en todos mis movimientos... Y entonces empecé a culparme - Debí de haber lanzado uno de mis más poderosos hechizos... Debería haber hecho que mi hermanito se quedara conmigo... No debí haber escuchado a la princesa decir aquello... Quiero dejar de tener miedo por el pasado. - Con decisión di un solo paso hacia delante, saltando para volar a través del portal mientras mis lagrimas se desprendían de mi rostro - Retroceded y preparar las defensas - dije como única orden a los lanceros para después de atravesar el portal cerrarlo y condensar aquellas magia luminosa en mi mano.

-Fio donde estás Fio, Fio - Empecé a buscar volando en dirección hacia el dragón del cual vi caer por entre los huesos a mi hermano a peso. - Se ha quedado inconsciente. - FIOOOOOOOOOO - grité mientras ví a Alessandro saltar con Alanis, y entonces brilló mi mente con aquellas ideas locas y vertiginosas. Cerré las alas con un impulso para caer en picado hacia Fio y agarrarlo en el vuelo con mis brazos antes de con todo el poder condensado que iba a usar como ataque para el dragón, lo desviara a otro hechizo que iba a lanzar a la paladina voladora

-¡ALANIS! - grité - ¡TOMA ESTO Y ACABA CON EL! - Justo lancé la magia luminosa hacia ella con la mayor parte de mi mana, guardando lo suficiente para un único escudo si hiciera falta. La bola de luz fue directa hacia ella y cuando la tuviera en su mano, se forjaría un arma totalmente de luz resplandeciente que tenía la forma del arma que ella mayormente usaba, y con una energía y poder increibles.

Alanis cerró un ojo momentáneamente, se sabía en el aire pero entre la sorpresa de que actualmente Alessandro acabara de arrojarle en su armadura completa a una buena altura y los destellos de magia, lo que notó es que le dolía la muñeca. Aún así, no dudó en evaluar su actual posición un instante. Normalmente usaría su propia lanza, pero aceptó la de Faith, apreciando que la magia de las hadas había causado grandes daños. De forma difusa oyó los gritos de la vocecilla aguda buscando a su hermano y se sintió "ligera" en sitio un momento, con el dolor punzante taladrándole la cabeza de forma increíblemente más fuerte que la última vez que había experimentado eso.

Respira. Solo son unos momentos.

Su peso, el impulso de caída y el de la armadura harían todo, solo tenía que aferrar con fuerza y apuntar bien a una de las grietas para agrandarla de forma decisiva.

Si Alanís tuviera que describir la sensación que sentía, era la de tener el brazo del brazal perforado por al menos 20 cuchillos en distintas zonas del mismo. De todas formas aferró lo más fuerte que podía aquella lanza de luz y mantuvo un rostro estoico más allá de haber cerrado ese ojo un instante, y adelantó la punta del arma para que fuese lo primero en impactar.

Mientras las llamas celestes del dragón se formaban en sus fauces cada vez más cerca de enterrar en hielo todo lo que estuviese en su mano, todos aquellos en las murallas pudieron observar aquella pequeña luz que voló hacia la caballera en las alturas, la cual luego empezó a caer como un rayo volando directo hacia la cabeza del dragón.

-¡VAMOOOOS! -gritaba Alessandro y otros caballeros desde abajo. De igual forma, los magos y lanceros en las murallas animaban con fuertes gritos, los cuales seguramente molestaban al nigromante allí presente.

De esa forma, cuando el dragón estuvo a escasos segundos de disparar, como un rayo caído del cielo Alanís paso por el agujero en el cráneo y salió por el otro lado, dejando detrás de ella la explosión del núcleo que volaría en mil pedazos cristalinos junto al propio dragón esquelético, cuyas partes saldrían disparadas no muy lejos de él. La nube de humo levantada fue considerable, dejando a todos sin palabras mientras esperaban que se disipase: y allí, saliendo de los restos de las costillas de la bestia, la caballera salía ondeando su capa al frío viento.

-¡SIII! ¡Ganamos! ¡VICTORIA! -celebraron todos como era merecido. Los refugiados dentro de las murallas abrazaban a sus familias, ya tranquilos de que la amenaza había sido derrotada nuevamente por los caballeros del reino.

Con el combate concluido, el grupo que acompañaba a Alanís se dirigieron hasta ella para entregarle su caballo y felicitarla por aquel golpe de gracia; las hadas también tenían mucho crédito, pero ya se les felicitaría cuando bajasen.

-Bah, hubiera deseado que durase más... Ya las peleas no son como antes -bromeo Alessandro mientras colgaba su lanza en su espalda y relajaba su cuerpo luego de todo el estrés que le había ejercido.

Mientras el viento arrastraba el polvo y los huesos pequeños en una dirección, Glaius se tomó las molestias de comunicarse con ustedes.

-...Bien hecho... Los demás grupos aún están rescatando a la gente; la familia real querrá tenerlos aquí dentro al menos por unas horas para celebrar la victoria... Parece que al final no resulto ser la gran cosa... -pero se equivocaba.

Poco a poco, aunque el viento no fuese muy fuerte, más huesos y trozos de carne empezaron a reunirse en el interior del cráneo de la bestia. Entonces, se dieron cuenta de que aquel combate aún no había terminado...

Tomados por sorpresa, desde la oscuridad de aquella cabeza dragonica salieron volando cientos de afilados huesos en vuestra dirección, como una ráfaga de agujas que tirarían abajo a los caballos y sus jinetes. Alessandro, por su parte, pudo protegerse tras unos escombros evitando así salir mal herido, pero tenían el presentimiento de que esa lluvia de huesos era el menor de vuestros problemas ahora...

-Alabados sean los hijos de aquel... Pecadores sin orgullo que no se respetan ni a ellos mismos... -tras aquellas palabras, una silueta salió desde el interior del cráneo del dragón, mostrándose con sus esplendorosas alas echas de hueso y algo de plumaje blanco; los restos de carne aún continuaban subiendo por su cuerpo, moldeándose y regenerándose hasta tomar un aspecto más vivo y natural. De esa forma, aquel sujeto creó a partir de los últimos huesos un arma, la cual sujetaría detrás de él con ambas manos en una posición relajada.

Sin haberles dado un respiro, lo que parecía una nueva amenaza se presentaba ante ustedes.

Habiamos ganado, aquel dragón esqueletico había sido destruido al fin, gracias al poder unido de los tres. Sin duda Alanis había sido muy fuerte, Fio muy valiente y yo... No volvería a dejarme llevar por esa preocupación, menos cuando podría poner en peligro a mi hermanito. Lo sabía muy bien.

Cientos de huesos llovieron a nuestro alrededor y tan solo podía intentar servir de protección a mi hermanito usando mi propio cuerpo para que no le hicieran nada. Por suerte al ser tan pequeñas apenas tuve que esforzarme, tan solo levantando un escudo de luz pequeño frente a nosotros para desviar los huesos

Todos al fin vitorearon la victoria, haciendome sentir un gran alivio con el cual abracé a Fio - Ya está... se acabó la pelea... No tenemos que usar más hechizos por ahora... Hermanito yo... lo siento... D-debí haber reaccionado antes pero... Me daba miedo... me daba miedo que pudieran culpabilizarnos más de lo que ya estamos, incluso que vieran algo peligroso en nosotras cuando solo intentamos ayudar... He sido... m-muy tonta. S-sin ti, me da igual que me puedan considerar un peligro. N-no volveré a dejar que el miedo me domine, cuando tu eres tan valiente.

Y entonces ocurrió.

Como salido de la nada un nuevo ser parecido muchisimo a un angel, se formó entre lo que era la cabeza de aquel dragon, con un gran arma a su espalda y con aspecto peligroso - N-no puede ser... - Pensé mirandolo - E-es... d-demasiado - no podía dejar de preocuparme al ver que poco habían escatimado en recursos para tratar de hundir al reino...

Pero no me iba a dar por vencida.

De entre mis bolsillos saqué una botella, algo reconocible que jamas pensaría usar, ya que me la dió el nigromante y confiaba totalmente de el... Pero siendo así la situación tan peligrosa y requeriendo rebasar nuestro poder una vez más, no me quedaba otra que usarla. Por ello abrí la poción, bebiendo hasta la mitad, para luego la otra mitad retenerla en la boca, alzar la cabeza de Fio y aunque no fuera lo que yo quisiera, besarle los labios, abriendoselos un poco, para pasar lo que restaba de poción a el directamente.

Poco a poco sentí entonces como aquella poción tan valiosa hacia efecto y como ahora estaba lista para una segunda ronda, pero aún necesitaba que Fio despertara*

Alanís salió acomodándose el brazal con esmero al percibir la amenaza como neutralizada, habría tenido algunos cortecillos menores por los trozos pequeños de hueso que salieron volando al caer, pero su armadura hizo rebotar los mismos, excepto en el rostro donde tenía una magulladura minúscula. Los rápidos sucesos que se dieron le habían dejado reflexionando un poco sobre las hadas, aunque parecía que estas tenían sus propios dilemas ahora. Esencialmente parecía que estaban bien, afortunadamente.

Respiró aliviada, y negó ante los cumplidos con sencillez, descolgando la lanza para poder colocarla en un flanco de los arneses de su caballo.

-Todo caballero aquí presente hizo algo importante. Solo sucedió que quedé en la parte más llamativa del asunto.

Antes de poder relajarse demasiado, algo estalló lanzó una lluvia de astillas de hueso hacia todas partes, y dió un paso hacia adelante.

-¡¡Detrás de mí!!

No usaba escudo a diferencia de la mayoría de la caballería estándar, y era exactamente porque usualmente su lanza soportaba el castigo de ser arma y escudo a la vez. No solo era una herencia familiar, sino que estaba diseñada para soportar castigo y que no quedara desarmada por su modo de usarla, como el movimiento que ejecutó que habría roto cualquier otra cosa.

Levantó el arma y la bajó con toda su fuerza en un barrido horizontal. Claramente ella misma no poseía poderes mágicos relacionados al viento ni nada similar, pero buscó generar una onda de aire. para abrir un agujero en la cortina de espinas óseas. Quizá porque tenía gente detrás, se aplicó extremadamente bien en esto, y apenas le fue posible emprendió carrera.

-Ríndete o muere -informó secamente, acudiendo primero a medir qué clase de fuerza tenía ese nuevo oponente.

¿Estaba dentro del núcleo?

Frey no estaba en sus cabales, pero desde luego no iba a morir por el. Era su compañero, pero se había levantado en armas y no escuchaba a nadie que intentaba detenerle, así que  Muramasa levantó una barrera para que pelearan contra aquel loco.

Por su parte, Baeric suspiró y hizo una floritura con su espada.-Muy bien, muy bien…ya te he avisado Frey, perdóname por lo que voy a hacer, pero es lo que hay…-Dicho eso se posicionó como si de un duelista fuera y lanzó una rápida estocada en dirección al rostro del caballero, pero esquivando en el proceso.

Aquello le daría el margen suficiente para hacerle creer que solo querría esquivar su ataque.  

Marshall nos preguntó que que estaba pasando... solté un bufido -Pfff, ¡como si lo supiéramos!- le dije al encargado con bastante sarcasmo mientras me preparaba para una pelea que sinceramente no me apetecía demasiado.

Entonces, Muramasa hizo magia... y nos separó del resto de los presentes. Así, sin avisar ni nada... por todas las monedas de mi bolsa, el cabreo que me pegué -¡Muramasa! ¡¿Pero no es más fácil dejarle encerrado SOLO A ÉL?!- le grité enfadada desde mi lado, mientras que escuchaba con molestia su explicación -¡Y claro que podemos! ¡Pero la proxima vez dejanos elegir si queremos o no! ¡Que sepas que los gastos de envío de tu pedido van a subir... depende de lo herida que acabe cuanto aumenta!- le dije enfadada, antes de enfocarme en la pelea.

Frey nos lanzó un ataque. Baeric prefirió esquivar, mientras que yo preferí bloquear el golpe con mi hacha para dejarle al menos un segundo sin poder usar el arma -Adelante Bearic- le dije mientras que yo trataba de "ganar algo de ventaja para nuestro equipo". Soltando una mano del hacha, le dirigí lo que parecería un puñetazo en el rostro... pero al detenerlo cerca del rostro... ¡una nube de picapica saldría de mi manga derecha a su cara! Dejándolo preparado para el ataque de Baeric mientras yo me alejaba para darle hueco... no me va el juego limpio.

A pesar de haber perdido la consciencia, seguía sintiendo el frío calar en el mientras caía en picado, solo, sintiéndose únicamente tranquilo en cuanto sintió aquella calidez que tanto conocía. Se dejó hacer por quien la llevaba pues a pesar de haber recuperado ligeramente la consciencia con su agarre era incapaz de hablar, de abrir los ojos, se había drenado completamente con ese último hechizo que había provocado que se debilitara a más no poder la poderosa gema. El no se daba cuenta de lo que ocurría alrededor, ajeno a los problemas tras caer solo podía esperar a recuperarse lentamente... O no.

Al inicio se sentía paz, podía notar la suavidad de unos finos dedos abriéndole la boca un poco, unos esponjosos lábios posarse en los suyos derramando en su interior un líquido... Todo le pareció tan pausado y natural durante unos segundos que se despertó aturdido, tosiendo porque el último trago de poción se le había escapado por el otro lado y sonrojado a más no poder al darse cuenta de que su hermana acababa de besarlo para despertarle de manera desesperada, ofreciéndole una carga sobrenatural de su energía. 

-¿Q-que...?... Entonces alzó la vista y lo vio, imponente, aquello no había acabado... - No.... El sonrojo fue dispersado rápidamente por una palidez claramente causada por la visión de aquel ser que, a pesar de no saber que había aparecido tras la derrota del dragón se olía que no era un aliado precisamente. Se apartó un poco de su hermana para que no tuviera que soportar el peso muerto y se tomó de la mano con ella, no podían hacer nada, no aún... Debía idear un plan rápido, ¿Pero cual? todos estaban cansados... y ellos... Acababan de tomar una poción a medias. 

Fuera de sus cabales, Frey continuó atacando hasta que se vio detenido por el hacha de Cytla; enseguida, al ver aproximarse el ataque de Baeric, intentó esquivar agilmente pero se vio entonces con un corte en el rostro, uno que le distraería de aquel puñetazo que lanzaría Cytla con una sorpresa... Polvo "picapica".

-¡Argh! -tras un notable quejido, Frey retrocedió pasándose una mano rápidamente por los ojos, antes de mirarlos con la mirada enrojecida a causa del ardor, pero un caballero diamante no seria detenido por eso.

Pero entonces, todos sintieron un pequeño temblor que sacudió momentáneamente el suelo, seguido de un gran ruido en el exterior. El combate del dragón debía ser un gran alboroto, aunque el sonido y el temblor cesaron rápidamente, además de que usando buen oído se podía escuchar celebración en el exterior...

Sin darle importancia, el peliazul se lanzó de nuevo a por ustedes, esta vez de manera más torpe a causa del polvo en sus ojos, girando su lanza a gran velocidad para atacarlos con otro corte.

Gracias a la eficaz y valiente acción de Alanís, varios de los presentes se pudieron salvar del feroz ataque de espinas, entre ellos las hadas, las cuales en esos momentos concentraban sus esfuerzos en recuperar energía a través de una poción de mana otorgada por el nigromante...

-Hmph... -al tener a Alanís justo en frente, posiciono su arma delante de si mismo para bloquear la lanza de Alanís y mantenerla delante de él, haciendo una prueba de fuerza entre ambos mientras ojeaba a la caballera de pies a cabeza, clavando entonces su mirada en el rostro de está. -. Hmmmmph.... -con gran destreza, saltó hacia atrás para tomar un poco de distancia con la chica, o más bien altura: sus esqueléticas alas le mantenían levemente en el aire, el suficiente tiempo para abrir su mano hacia la rubia y liberar de esta otra lluvia de huesos igual que la anterior, solo que esta vez menos amplia y más concentrada hacia ella.

Al ver la situación, Alessandro consideró pedir ayuda.

-¡Glaius! ¿¡A que nos enfrentamos!? -preguntó pensando que el nigromante podría tener respuesta.

-En estos momentos no puedo ayudarles, tenemos nuestros problemas...

Las hadas y el caballero rojo voltearían instintivamente para ver a que se refería Glaius, y es que desde allí se podía ver como una gran cantidad de esqueletos no-muertos estaban ya sobre la muralla, enfrentándose a los caballeros y magos que allí estaban, entre ellos el propio Glaius.

-M-Mierda... ¡¿Donde demonios están los otros grupos?! -chasqueando la lengua, Alessandro sujetó firmemente su lanza y fue hasta su caballo. -. Daré apoyo en el castillo. Enviaré a Zedron a darles otra mano, resistan -les dijo antes de partir a toda velocidad en su montura.

Para ese entonces la poción ya había hecho efecto. Faith y Fío sentían el flujo de su mana recuperado, al menos la mitad de este... Podrían seguir en combate, pero no sabían exactamente por cuanto...

-Gemelos Edrielle.

Alanís no volteó, tenía la vista fija en no perderse los movimientos de su adversario, y al ver la nueva lluvia de huesos, deslizó uno de los pies hacia atrás, inclinándose momentáneamente en el suelo. Solo un instante, porque se enderezó mientras lanzaba un escombro voluminoso que acababa de recoger del suelo con la mano libre de la lanza, el cual arrojó con un solo movimiento de brazo con brusquedad. Fue directo contra el concentrado de espinas, con el sencillo principio de que suficiente fuerza y algo más duro que el hueso arruinarían la ofensiva, y de hecho más. Seguiría subiendo, aunque se iría deshaciendo en el camino de a pocos. Pero, tenía buena chance de llegar a la fuente del ataque y bajarlo al suelo de forma poco cortés pero efectiva.

-Para mi, la prioridad es la familia real. -sujetó su lanza con ambas manos por el momento- Si el castillo peligra, su magia puede ser de mucha más ayuda allá que apoyando a una sola persona aquí. Son libres de ir o quedarse, por supuesto. Pero si es sobre resistir, puedo hacerlo. Ni siquiera estoy herida aún.

Frey recibió un corte en la mejilla y para colmo fue cegado por Cytla…todo aquello mientras afueras se escuchaba el clamor y los gritos de alegría de la gente, habían derrotado a la bestia, eso era un hecho, pero Baeric aún tenía que enfrentarse a aquel loco…

Su compañero tuvo oportunidades para rendirse, pero parecía que no pensaba con claridad. Era una lástima, pero no podía pararse, tenía que seguir luchando hasta reducirle o…lamentablemente, matarle.

Era algo que no gustaba al caballero halcón, pero tenía que hacerlo por su seguridad y sobretodo la seguridad de la familia real y el reino. Rápidamente realizó una pirueta y lanzó una estocada en dirección al pecho del caballero, su espada perforaría con facilidad la coraza del caballero, ¿verdad?