Partida Rol por web

 -Para siempre... -correspondió tus palabras antes de unirse con aquel dulce beso, uno de muchos antes de caer ambos dormidos en aquel mueble que haría de cama, siendo que tras todo lo sucedido ambos finalmente pensaron que podrían darse un merecido descanso...

 Y así seria hasta pasadas varias horas, llegada la madrugada, cuando el cielo nocturno de la ciudad fue remplazado por cientos de luces que se filtraban entre las nubes, atronando de manera ensordecedora mientras el suelo temblaba como nunca antes lo había hecho, haciendo difícil siquiera ponerse en pie.

 -¿¡Qué sucede!? -se preguntó Jonathan, alarmado luego de despertarse de esa manera.

 Las puertas que daban al balcón se sacudían ferozmente por el viento, permitiéndoles ver a los lejos la figura del castillo siendo bañado por la luz del cielo, segundos antes de que un gigantesco rayo cayese justo en el centro de la ciudad y provocase una explosión que se expandía hacia todas partes.

 -¡Cytla...! -se lanzó Jonathan a abrazarte, en un intento desesperado de protegerte de aquella luz oscura...

 El hada albina un gesto de "no fue nada" ante los agradecimientos, conmovido por escuchar a su hermana abrirse y demostrar nuevamente cuanto se preocupaba con su familia al punto de haber estado dispuesta a dar cada gota de su ser. Por otro lado, el vistazo que echaría al resto de sus hermanas seria más... desalentador: a diferencia de él y ustedes, ellas continuaban en un estado completamente inconsciente, apenas con una luz de lo que fueron anteriormente.

 -Se recuperarán, cuando todo esto se solucione... -declaró, antes de volver a sonreír. -. No tienen que agradecerme nada ahora, ya podrán hacerlo luego cuando salven al mundo: ahora deben prepararse para lo que se viene...

  Por su parte, Muramasa parecía bastante perdido en cuanto a lo que estaba sucediendo, pero entendía lo importante que era lo que se avecinaba, cruzando los brazos mientras era llevado por el portal junto a ustedes.

 -Creo que entiendo al hada... Yo también consideré una vez ceder ante métodos cuestionables para traer de vuelta a mi chica, pero... entendí que ella no querría eso, no se merecía seguir sufriendo -declaró, suspirando pesadamente. -. Supongo que ya estamos metidos en esto de cabeza, no queda de otra: habrá que resolverlo -respondió a Fío, decidido.

 Faith parecía compartir su determinación con el grupo, asegurando que serian quienes salvasen a todo el mundo de la oscuridad que estaba por corromperlo, algo que dibujaría una honesta sonrisa en el rostro de su hermano mayor.

 -Has crecido mucho... -comentó, avanzando para colocar una mano tanto sobre la cabeza de Faith como en la de Fío. -. Ambos lo habéis hecho: Sé que podrán hacerse cargo -y mientras decía aquellas palabras, su cuerpo empezó a cubrirse por un aura blanquecina a través de la cual se iba desvaneciendo como motas mágicas de polvo.

 El portal entonces empezó a aumentar la velocidad con las que los movía, señalando que estaban llegando al final, y mientras Edén se iba desvaneciendo, esté les dedicaría una de sus mejores sonrisas.

 En un pestañeo, se encontrarían tirados en el suelo en medio del bosque de las hadas, junto a los cuerpos inconscientes de sus hermanas hadas, todas a excepción de Edén. Muramasa también los acompañaba, y lo primero que haría seria mirar a su alrededor, quedándose viendo específicamente al cielo.

 -Oigan... Creo que tienen que ver esto...

 Desde cualquier parte del continente se podía apreciar el cambio de clima que azotaba a Danhir: espesas nubes negras cubrían el cielo, y a través de ellas se filtraba una luz oscura que brillaba amenazante bañando con sus rayos todo lo que pudiese alcanzar. La tierra temblaba, el cielo rugía ensordecedoramente, y se podía sentir como el aire ardía ante aquel descontrol de la naturaleza que solo se podía describir como un preludio al fin de los tiempos: Los rayos caían intentasemente por todos los reinos, alterando la realidad y sembrando el caos a su paso, siendo la capital humana la que se vería bañado por uno de estos enormes truenos capaz de alterar las reglas del mundo como se conocían, y así mismo, alrededor de los demás reinos, las personas observaban impotentes como el fin del mundo se avecinaba en forma de tormenta.

 El caos tomaba distintas formas, y actuaba antes distintas motivaciones, como aquel que era capaz de sacrificar su propia existencia por conseguir sus objetivos...

  Aquel que estaba dispuesto a arrancar la cabeza de los reyes y exponerlas para demostrar algo olvidado con el tiempo...

Aquel que estaba dispuesto a hacerlo todo por amor...