Partida Rol por web

 Tras las palabras del mago Adolamin no puede parar de reír, tanto que hasta se le saltan las lágrimas, no puede parar de reír y encorva su cuerpo por el dolor que le está haciendo en los músculos del estómago el no parar de reírse.

 - Vamos Gaelan, escúchate a ti mismo, atiende a cómo la estás describiendo, estás enamorado, si no obsesionado, de ella. Pero tranquilo te ayudaré a conquistarla, cuenta con ello.

El relámpago en los ojos de Beatrix hace que esté a punto de dar un paso atrás, logro aguantar su mirada el tiempo suficiente hasta que Harold sale y nos hace pasar. Entro me siento en la silla ofrecida, saludo tímidamente a la druida May y me giro al oír a Harold.

Es una pregunta directa, con lo que le gusta a Harold escuchar y contar historias... miro las caras de unos y otros, algo serio está pasando y puede estar relacionado con el cadáver, pongo en orden los hechos y cojo aire para explicarles lo que ha pasado en el lago.

Fuimos al lago a bañarnos, Brynn subió a la cascada para tirarse, una locura se podría haber caído y darse con las piedras de la pared... pero no es eso. Estando arriba vió algo y se tiro a buscarlo, nosotros desde la orilla le seguimos, bueno en realidad Ado le intentó seguir nadando pero no pudo... sacudo la cabeza para centrarme en lo importante. El caso es que llegó hasta lo que flotaba en el lago y lo trajo a la orilla, temíamos que fuese un niño por su tamaño pequeño pero tenía la piel escamosa, toda oscura, un hocico alargado del que sobresalían dientes afilados y ¡tenía una cola!, Gaelan dijo que era un kóbold... Arrugo la nariz recordando la imagen y mi mano coge un mechón de pelo suelto y lo pone detrás de la oreja. Estaba hinchado y un corte cruzaba su pecho, Gaelan encontró esto en un bolsillo de sus pantalones, él y Adolamin se quedaron allí y nosotros vinimos a buscarle para que lo vaya a ver.

Con la última frase saco el objeto de madera y se lo enseño a Harold, ahora que he acabado de hablar miro a la cara de los tres mayores, para ver sus expresiones e intentar saber qué pasa.

- Vale, si… me gusta… no puedo negarlo. – confirmó lo que era evidente entre molesto y aliviado por fin por poder contárselo a alguien. – Pero… ¿Y qué?. Es una Kingsley… Una Kingsley. ¿Crees que alguien como ella se va a fijar en mi? ¿En el hijo del maicero?. – continuó algo apesadumbrado. – Lo siento Ado, pero las cosas deben continuar como están. No me gustaría hacer el ridículo, y mucho menos delante de todo el mundo, y sobre todo, delante de su hermano Ray. -

La charla continua hasta el inequívoco sonido de una zambullida en el agua os llega desde mas alla de un montículo de rocas que os obstruye la visión.

- y sobre todo delante de su hermano Ray, que… - no pudo continuar hablando, algo llamó su atención. – Espera, ¿has oído eso?. Hay alguien más por aquí. – normalmente no habría dado importancia a que alguien más se estuviera bañando en el rio, pero es que estaban junto a un cadáver de una extraña criatura, y podría ocasionarles problemas. – Rápido Ado, ayúdame a esconderlo en esos setos y acerquémonos a ver quién es. Podrían ser Brynn y Jaelle, pero por que se habrían ido más para allá, saben dónde estamos… - comentó mientras comenzaba a coger el cuerpo e intentar esconderlo entre los arbustos.

No teneis problema en meter el cadaver entre la maleza del bosque.

Brynn ingresó al desordenado aposento de Beatrix, siempre le había atemorizado esa misteriosa chica y siempre la había evitado en lugares públicos. Nunca habría entrado en esa casa, donde se rumoreaba que había una colección de niños huérfanos convertidos en sapos, murciélagos y otros animales; Si no hubiera sido porque la Elfa se adelantó y se adentró y dentro estaba Harold Agramont, no hubiera puesto su sucia bota embarrada sobre el suelo del hogar de la hechicera.

Asintió ante la explicación de Jaelle, inflando pecho cuando contaba su proeza de escalar el risco, pero no pronunció palabra alguna, se había tomado muy a pecho lo que le había dicho Ava.

A medida que os acercais a las rocas se os hacen más evidentes trs voces. Las tres femeninas. Parecen reirse y quejarse de que el agu está fría.

 Al escuchar el chapoteo me apresuro a esconder el cadáver en los arbustos con la ayuda de Gaelan. - Nunca se sabe quien puede venir, mejor tomar precauciones.

 Me intento asomar para ver qué ha sido ese ruido y de quiénes son esas voces femeninas, hago una señal a Gaelan para que guarde silencio.

 - Cuidado, voy a asomarme a ver qué es ese ruido, intenta no llamar la atención, a lo mejor es peligroso. Y no queremos que nadie nos vea por aquí ni note la presencia del cadáver hasta que lleguen Jaelle y Brynn con el profesor.

Harold compartió una rápida mirada con Beatrix y luego ambos se volvieron hacia la druida May. La druida se levantó de la mesa y metió un montón de mapas que estaban esparcidos por la mesa dentro de su zurrón. Se lo echó al hombro y se dirigió hacia los chicos.

-Vamos. El sol no tardará en ponerse. Harold, quédate tú. Bea, conmigo.

La druida hablaba con un tono autoritario, muy distinto al que estais acostumbrado a escuchar de ella, siempre agradable, suave y cariñoso, como cuando os cuenta historias sobre la vida en el bosque, los pasos de montaña repletos de gigantes y cuando os enseñaba a dar de comer a su halcón, Fromo.

Os llama la tención que Agramont obedece sin chistar, como si entendiera que no es momento de protestar.

No me pierdo el cruce de miradas que hay, y me quedo clavada en el sitio cuando la amable y cariñosa May se levanta y nos insta a marchar, tomando el control de la situación. Parpadeo sin acabar de entender lo que ha pasado pero no quiero parecer una cría y, viendo que el señor Agramont asiente en silencio, me levanto cogiendo la mano de Brynn y apretándola lo arrastro detrás de mí, mientras salgo siguiendo a la druida y a Beatrix.

Cuando estoy a punto de traspasar el umbral, me acuerdo de las buenas maneras y con apenas un hilo de voz me despido de Harold. Adiós señor Agramont, gracias por escucharnos.

Harold os observa desde la silla en la semioscuridad. Una sincera sonrisa aparece en su rostro y os despide con la mano.

- De nada, Jaelle. Daos prisa y que no os sorprenda la noche.

Dejais el pueblo siguiendo la misma ruta que usasteis para venir. De vez en cuando la druida May se os adelanta y desaparece en la espesura pero siempre acaba volviendo. Siempre os llama la atencion el silencio absoluto con el que se mueve en el bosque. Beatrix, a su vez, va con vosotros y guarda silencio hasta que, por fin, se decide a hablar. 

-¿Y Gaelan? ¿Estaba con vosotros?

Asintió con la cabeza al comentario de Adolamin y se quedó al otro lado de las rocas. Dado que las habilidades de subterfugio no eran su fuerte y que al otro lado se escuchaban voces femeninas, prefirió no asomarse, no quería que fueran vistos por su torpeza, así que se quedó quieto. – Ten cuidado. – le susurró.

Mientras Ado subía, permaneció abajo escuchando y observando todo a su alrededor, por si hubiera alguien más… - ¿Ves algo?. - volvio a susurrar.