Partida Rol por web

SEGUNDO ACTO: INQUISICION

El tiempo fluye, la noche transcurre, mientras tanto permanecéis encerrados en la sala bajo llave y vigilancia.

Estáis totalmente incomunicados con el exterior. Lo mas que habéis logrado percibir de afuera desde el interior ha sido el cambio de guardia en la puerta de acceso.

Algunas de las lamparas amenazan con apagarse de un momento a otro, las velas están muy consumidas y las tristes llamas parecen luchar por brillar y no perecer.

La penumbra comienza a apoderarse de la habitación y aun no sabéis nada de lo que afuera se acontece.

Finalmente cuando parecía que ya nadie volvería a contactar con ellos esa noche, el cerrojo de la puerta vuelve a sonar.

La puerta se abre y tras ella aparece la figura de Guillermo Alipranado, su rostro no parece tan serio como largo rato antes, cuando os pedía que colaborasen para su custodia.

Antes de nada comienza por explicaros la situación :

Lanzo os ha acusado de la violación de la Tradición de Cain y ha usado la evidencia circunstancial de la posesión de las flores de sanguiaria contra ustedes. Esta prueba ha influido a varios cainitas importantes entre ellos a Tommaso.

Antes de que podáis reaccionar, Guillermo continua hablando y solo es capaz de vislumbrar en ese pequeño intermedio vuestros rostros como reacción de sus primeras palabras.

No se preocupen. El caso de Lanzo es insostenible, y lo mas seguro es que no triunfe. Narsés ha aceptado escucharos, para mantener la paz. Esta es la única solución viable debido a la tensa situación que hay en esta ciudad.

Estoy seguro que se puede saber quien es el culpable, por medio de la disciplina Auspex. Algún cainita de la ciudad poseerá ese magnifico poder supongo... Aparte de que esta gente sea inocente o culpable, estaba claro que yo no pertenezco a su círculo de confianza, aún así me habéis encerrado en este lugar. Dígale al señor Narsés, que espero una disculpa, inmediatamente.

Vuelvo a sentarme en el suelo, cabreado.

-Está bien, gracias por advertirnos señor Aliprando, lo tendremos en cuenta. Pero yo no estoy especialmente versado en leyes, soy un guerrero, y es muy probable que aquellos a los que hemos ofendido, aunque sea imaginariamente, sepan volver nuestras palabras en contra nuestra, haciendo parecer verdad lo que realmente no ha sido. ¿No hay ninguna evidencia nueva que haya surgido durante el tiempo que hemos estado encerrados? Pero es de agradecer la oportunidad al menos de que se nos escuche, el Príncipe narres nos honra con su benevolencia. En todo caso, ¿tendremos que ir por separado o todos juntos?

Espero las reacciones de los demás vástagos, así como al de Guillermo, el cual parece de alguna manera afín a nosotros,

-Por cierto señor Aliprando, ¿podría preguntarle como se han pronunciado el resto de cainitas?

Guillermo escucha los últimos comentarios pero no puede agotar mas tiempo en atenderlos como es debido.

- Disculpen pero el Príncipe os espera en la sala de audiencias. En unos momentos pondrán fin a sus cuestiones. Si son tan amables de seguirme...

Acto seguido se gira, ordena a varios guardias que le acompañen , dos de ellos les acompaña delante junto a el, otros cuatro cierran el grupo detrás de vosotros.

Al salir observáis que la sala donde os encontrabais antes esta vacia. Poco a poco os van guiando por otra puerta, por la que la noche pasada se fueron la mayoria de los cainitas de la reunión que se hospedaban alli mismo.

Tras las puertas un angosto pasillo recorre un largo trecho hasta encontrar una bifurcación. Hacia la izquierda una escalera de caracol custodiada por dos guardias, a la derecha el pasillo continua ensanchandose progresivamente hasta hacerse doble anchura que la inicial.

En este nuevo pasillo hay varias puertas cerradas a los lados, el decorado es mas seco en estos pasillos.

Al fondo una gran puerta de madera de roble tallada, en el tallaje se aprecia el abrazo escenificado de un caballero hacia una joven y delicada dama.

Guillermo abre las puertas y tras ellas una gran sala aparece en escena.

La sala de audiencias parece mucho mas opulencia que la del conclave. Hay varios cainitas que no aparecieron durante el concilio. Quizas algunos de ellos fueron representados por los emisarios del concilio, otros cainitas de la ciudad curiosos al conocerse la noticia del asesinato de Roland... Entre la multitud podeis encontrar a los presentes en el concilio, Tommaso Breixiano, Lanzo, Lucita, Anna Sgorina, Khadijah Saadeh, Aimery...

Los mosaicos que cubren las paredes y el suelo estan salpicados en oro y estatuas de porfido adornan el salón. Narses se encuentra sentado en un majestuoso trono con una tunica roja que se parece a las del patriarca bizantino. El trono esta elaborado de madera de nogal con incrustaciones de marfil. Junto al Principe su báculo de oro que descansa en uno de los amplios posa brazos.

Todos en la sala os miran curiosos, al menos casi todos.

-Por supuesto señor Aliprando.- digo irónicamente.

Esperemos que realmente tengan interés en esclarecer la verdad y no sea solamente una simple pantomima para dar a entender que la justicia existe en el reino Veneciano.

Mirando hacia los lados, tomando consciencia de la disposición de todos los lugares que recorremos por si fuera necesaria una huida precipitada sigo a nuestros “anfitriones”, esperando la reacción del resto de los cainitas encerrados.
 

Narses alza su voz grave que se escucha desde cualquier parte de la sala.

- Traed a los acusados ante mi.

Guillermo os guia hasta el centro de la sala. Todos los cainitas presentes mantienen sus miradas en vosotros.

- Quienes acusen a estos caballeros que den un paso adelante.

Escucho con atención las palabras de Guillermo, explicando la situación. El frío y la penunmbra me han hecho meditar; el silencio ahora es mi mejor aliado. Mientras sigo preparando una defensa que emitir ante el príncipe presto atención a la conversación de Guillaume y Guillermo; cualquier dato que capte, por pequeño que sea, puede resultar de gran ayuda...

También interrumpe mi meditación la contestación de Luccius...

Pobre criatura... en el fondo es tan solo alguien tan asustado como los demás... es como un niño; esta última pataleta no hace más que confirmarlo. Cada vez parece menos peligroso.

Dirijo una mirada condescendiente, acompañada de una sonrisa a Luccius y sigo en silencio, pensativo

Escuchas bastante murmullo dentro de la sala. Nada en concreto pues son muchas voces hablando a la vez, aunque los demas no parecen escuchar nada, como si la sala estuviese vacia.

Al abrir la puerta el murmullo cesa de manera instantanea.

Acercándome al trono, empujado por los guardias, hago una ligera reverencia ante Narses, atento a todos los gestos de la multitud ante las palabras que están prontas a ser dichas, buscando algún detractor o benefactor, al menos posible, nuestro entra la muchedumbre.

Con al mirada en el príncipe, ultimo jurado de los hechos, no dejo de preguntarme realmente que ha generado mas expectación entre los aburridos vástagos venecianos, si la preparación de las Santas Cruzadas o la posible ejecución de alguno de su estirpe.
 

Lanzo Von Sachsen da un paso firme hacia delante. Acto seguido Tommaso Brexiano tambien da un paso adelante.

En ese momento se aprecia un murmullo general en la sala, al parecer estan sorprendidos al ver a Lanzo y Tommaso congeniar en un tema.

Desde su trono Narses se dirige hacia los acusadores.

- Alguno de vosotros, nobles caballeros, ¿ha visto a los acusados en posesion de las flores de sanguinaria?

Comienzas a mirar hacia la multitud. Pero no haces mas que ver caras nuevas entre las ya conocidas ( las del concilio ).

Las miradas de Tommaso y Lanzo se cruzan en la sala. Lanzo parece algo mas inquieto mientras que Tommaso mantiene su fria compostura.

- Con todos mis respetos... De forma directa no he visto a los acusados en posesión de las flores pero - dijo mirando y señalando hacia Anna Sgorinna - La señorita Sgorina si los vio, ella puede atestiguarlo. Por favor señorita.

Anna avanza hacia delante titubeante.

- Si. Vi las flores en manos de los forasteros, pero no creo que sean culpables.