Partida Rol por web

Gilles se quedó mirando a Raimbaut, se acercó un poco aguantando la respiración para no olerle y observó el estado de la herida - ¡te han dejado como nuevo! te puedes quedar con Surci hasta que volvamos a por ella, pero nada más, cuando partamos con el grupo de caza, iremos todos, Yo, tú, Rene - había mirado a Regnier - Surci - y se quedó callado mirando a Gastón durante un incomodo segundo hasta que asintió, sonrió y - y el vago - no había más que discutir, iban todos.

Regnier cruzó una mirada con Raimbaunt cuando el señor se equivocó de nombres. Estaba claro que lo único brillante que tenía aquel hombre era la armadura. Iban a ir a cazar pielesverdes a la montaña. No era el tipo de trabajo que esperaba acompañando a un noble, todos se pasaban el día en lizas,  monterías, fiestas y prostibulos caros pero él había tenido que ir a seguir al único que se dedicaba a pasar penurias en los caminos o ir a las montañas a buscar problemas. Maldita sea su suerte. 

Cuando le apodó Rene, Regnier suspiró disimuladamente. Tendría que ser así, al menos no era el vago. Que carisma tenía el Sir, que maravilla, era algo digno de ver. - Estoy listo Mi señor, será mejor que vayamos ya mismo no vaya a ser que nos quedemos sin plazas para ir a limpiar las montañas de los pieles verdes y nos tengamos que quedar aquí, seguros, buscando otra forma de probar nuestro temple. - dijo con un sutil toque de ironía que confiaba que el señor, brillante como era, pasase por alto. 

Raimbaut suspiró, resignado. 

—Mu' bien, señor. Más, si partimos en po' de cobrarme la mía venganza, le ruego me asista y me coseche de algún lao un arco y unas flechas, no sea que me vuelvan a trinchar, señor. Que soy un gorrino, sí, pero un gorrino con ojos de halcón —y se adelantó a su respuesta postrándose y abrazándose a su pierna—. Por fa'or, por fa'or, sir Gilles. Por fa'or se lo ruego. 

Sourcil miró desde el suelo al caballero y se alegró, no le había caído reprimenda pues rápido se había entusiasmado por las noticias de goblins a los que achicharrar. Inclinó la cabeza varias veces en dirección a la Madre Dhuoda, pues aunque no le enseñaría cómo curetear heridas en aquella ocasión, sí que le había librado de unas duras cachetadas que no tenía especial ilusión por recibir.

- Gracias, gracias, Shallya sea nuestra luz y esperanza, sisisí - dijo hacia la religiosa antes de incorporarse y situarse cerca de sus compañeros, en especial de Raimbaut, a quien codeó un poco.

Le susurró Sourcil a Raimbaut.

- Eh, eh, eh, si el señor no te compra un arco hablemos de arreglos, ¿Hmmm? - tamborileó sobre su arco corto, cruzado sobre su hombro - Consígueme cuatro palomas mensajeras o entréname a cuatro salvajes si supieras y te prestaré mi arco ¿Hmmm? - había mucho interés en los ojos de Sourcil pero también apretaba la madera de su arco con intensidad.

Raimbaut separó la cara del empeine de las grebas del caballero para asentir a la zurcidora, y después reanudó sus ruegos y plegarias. 

Gastón puso los ojos en blanco ante la idiotez del señorito. Que cruz de hombre por favor. No por primera vez se replanteó su idea de hacerse asaltador de caminos. Tendría una muerte igual de violenta y desagradable, pero con un poco de suerte no tendría que aguantar a esa panda de desgraciados. Un llorando y mendigando, la otra pidiendo cosas a las monjas y el señorito ahí en medio, con sus brillantes ideas de ir a la montaña a pegarse con los orcos.

Es que ni siquiera funcionaba en la estúpida lógica de los caballeros. ¿Qué iba a ser? ¿Sir asusté a unos pobres orcos que vivían en las montañas? Gastón no era un instruido, pero estaba seguro que para ser caballero había que hacer algo de provecho como matar a un dragón, conquistar un castillo o algo relacionado con princesas. A ser posible las tres, eso daba un extra de caballerosidad.

Se encogió de hombros. Ya era oficialmente el vago, así que no esperarían mucho de él. Mejor, no pensaba dar mucho.

La Madre observó al campesino lanzándose a los pies de su señor y suplicando por un arco, y se limitó a comentar

Parece que ya esta curado. Amélie, buen trabajo. - Le hizo un gesto con la cabeza a la joven, que asintió complacida al contar con la aprobación de su superiora. La Madre volvió a dirigirse al caballero, mientras hacia lo posible por ignorar el pequeño espectáculo de Raimbaut - Si el caballero desea unirse a la expedición debería hacerlo temprano, pues tengo entendido que el Duque desea partir mañana mismo, al amanecer. Para acceder al castillo se debe pagar el peaje, pero si pide hablar con el sargento Cédric y le informa de que yo misma lo mando a hablar con el Duque para prestarle ayuda en su tarea, se ahorrará los 5 ecus que le costaría cruzar la puerta.

Dando por finalizada la conversación, la Madre se despidió del caballero con una reverencia y continuó con su trabajo. 

Gilles abrió los ojos de par en par ante el precio, después de haber ignorado a Raimbaut, esos cinco ecus le parecieron un precio demasiado alto, por fortuna, la madre mes había dado una posible facilidad - Mil gracias mi señora, partiremos prestos a castillo a través de su buen amigo el sargento - pausa dramática, hasta se podía ver el esfuerzo de Gilles por memorizar el nombre, era realmente un desastre en esa lid - ce... Drrr... Ic ¡CEDRIC! - exclamó en voz alta de manera súbita como si confirmara que se hubiera memorizado a la perfección el nombre - Madre, que tenga un excelente día. ¡Vamos mis valientes! ¡ A presentar los respetos y poner nuestras armas al servicio del Duque! - su abuelo le había aconsejado que aludiera siempre a la valentía de los campesinos, todos sabían que eran unos cobardes por definición, pero su abuelo tenía la teoría de que si les hacía creer que eran valientes, al final aguantaban más en las batallas.

Antes de salir por la puerta se giró para encarar a Raimbaut - Reginer, veremos si por el camino encontramos algún vendedor para buscarte un arco corto

Raimbaut se levantó cuando sir Gilles se separó de él, siguiendo sus pasos encabronado por haberle hecho humillarse para nada, solo para encontrarse con que no había sido así. El caballero se volvió y le dijo que le buscaría un arco, y con la tontería él ni siquiera se dio cuenta de que le había vuelto a llamar Regnier. 

—¡Mil gracias, mi señor! ¡Consi'érelo una estensión de suspada! —dijo. Frotándose sus mugrosas manos, se colocó al lado de Sourcil, a la que le dijo algo por lo bajo. 

—S'al final comprame un arco el caballero, pue'o ayu'arte con lo de los palomos que m'has dicho. Más, ¿pa'qué quiere tanto pajarraco una zurci'ora? —y se rascó la cocorota, cavilando al respecto de su acuerdo. 

Me alegra que haya querido premiar mi actuación en el barco regalandome un arco, señor, pero creo que Raimbaut hará mejor uso de ese arco si al final encontramos donde comprarlo. - dijo distraido antes de ver, por la reacción de Raimbaut, que el señor se había equivocado de nombres de nuevo. Idiota. 

- ¿Sabes de muchas zurcidoras que hayan ensartado goblins? ¿Qué hay de campesinos que hayan sobrevivido a un ataque? ¿Hmmm? - le dedicó una mirada cargada de intención a Raimbaut mientras susurraba y tamborileaba su arco otra vez - Y ahora puede que te compren un arco ¿Hmmm? Puede que el campesino acabe siendo arquero y que la zurcidora acabe siendo mensajera - se tocó con el índice el tabique nasal, había opciones para ellos si eran listos al respecto y el señorito no les ponía a arar la tierra de nuevo.

Sourcil se olía otra oportunidad y, pese a sentirse algo desinflada de ánimos tras no obtener lo que quería de la madre Dhuoda, había de intentar sacarle todo el provecho posible al momento de amabilidad del caballero para trabar comunicación con él.

- Uuuuh, el Duque de Folcard ¿Verdad, mi señor Gilles? Y antes hay que hablar con el Sargentooo... Cedric, cierto, cierto, cierto -  dijo con entusiasmo similar al del caballero, dudando donde él había dudado -. Tantos nombres y tantos más que están por venir ¿Cómo hará para recordarlos todos cuando nosotros ya le estorbamos con los nuestros? - señaló con el dedo en dirección a Regnier de Labrait para que Sir Gilles le prestase un segundo de atención - Dejádselo a Regnier, él presta mucha atención y sabe leer, se lo aseguro; leyó para nosotros el tablón de la posada del Conejo No-Muerto, esto es verdad, verdad, verdad - asintió varias veces para respaldar su alegato -. Vuestro abuelo, Sir Gawain, deja que le anuncien, ¿Cómo no os lo vais a merecer vos de alguien que tiene las manos menos ajadas y el rostro más suave que el de una mujer? - levantó sus manos con las palmas hacia fuera para que viera los cortes y durezas que tenían por trabajar cosiendo con su madre mientras que las de Regnier estaban prácticamente inmaculadas - ¿Hmmm?

No dijo más, haciendo una profunda reverencia que casi la hace tropezar, pues todos seguían moviéndose en dirección al castillo. En otras circunstancia no se habría atrevido a tanto pero el caballero ya le había dejado pasar un par de desafortunadas meteduras de pata y en aquel momento hasta les llamaba "valientes". Se le notaba contento y los hombres que ella había conocido en su vida hasta ahora habían sido menos propensos a la violencia y los castigos cuando estaban contentos.

Giles observó a sourcil y le sonrió enternecido, como diciendo "ay que tontita, mujer tenías que ser" - Ese que señalas es René, Regnier es el que han curado - y ladeó l cabeza levemente sin perder la sonrisa, parecía que estuviera diciendo un de nada a la pobre sourcil - no te preocupes por los anunciamientos, pero podemos confiar en el joven René como bien apuestas por el - agarró del hombro a Regnier y lo zarandeó un poco - perfecto, tenemos anunciador y quién escribirá mi épica aventura - cuando salieron del templo, se quedó mirando a la nada y soltó un - mi caballo

Sourcil quedó con la boca entreabierta por lo que acababa de llegar a sus oídos, pestañeó a medida que su cerebro se destrababa de aquel atoramiento provocado por la incongruencia de su señor ¿Quién se atrevería a corregirle? Ella no, eso desde luego.

De manera que rápido fue a recoger el caballo de su señor y, al pasar por delante de Regnier de Labrait, le codeó, se encogió de hombros y le sonrió.

- Ve, no te entretengas René, el señor quiere darte una oportunidad - soltó una exhalación, deseándole a su compañero paciencia, por su propio bien. Cuando volvió con la yegua bajó la cabeza ante Sir Gilles y le tendió lo mejor que supo las riendas - ¿Deseáis que busquemos dónde comprar el arco y regateemos el precio por vos? Con una palabra vuestra nos pondremos a ello.

Con un gruñido, Gastón siguió al grupo, que seguía discutiendo alrededor de la estupidez del señorito. No pensaba entrar en ese juego, si el muy imbécil decidía llamarle vago, pues que le iba a hacer él. Ya se encargaría la vida de corregirle. Ya fuera con una pedrada en la nuca o las correas cortadas de una silla de montar.

Habían corregido sutilmente la confusión del señor Guilles con los nombres y este no solo le había ignorado a él, sino que había tratado con suma condescendencia a la muchacha. No había nada peor que un tonto condescendiente. Regnier se mordió el labio con cierto nerviosismo antes de echar un rápido vistazo alrededor. 

Cerciorándose de que estaban solo los miembros del extraño séquito, Regnier negó con la cabeza antes de decir. - Raimbaut, mi señor. Raimbaut es al que han sanado la herida en el brazo. - dijo con educación intentando sonar lo más comedido posible para que su voz no fuese más allá del grupo. - Yo soy Regnier, mi señor. Ellos son Sourcil y Gastón. - añadió de nuevo con toda la educación del mundo. - Y será un honor ser quien os anuncie y quien escriba vuestra historia, mi señor Guilles. - dijo aceptando el encargo con una sonrisa. - Capitulo 1. De cuando Sir Gilles acudió a Monfort a poner sus armas al servicio del Duque Folcard... - comenzó a decir movido por la emoción. - Ya notó como las aventuras se escriben solas... - dijo sonriendo. 

Gilles sonrió de oreja a oreja, como sino comprendiera que estuviera diciéndole Reginer, a pesar de ello, se armó de paciencia y le respondió - lo que he dicho Reginer, que Raimbaut es el herido que han sanado y tú serás quien escriba mi aventura y anuncie como Sourcil ha dicho - pero si reconoció algo - ¿El vago se llama Gastón? Vaya, solo me lo presentaron como un vago - se encogió de hombros recogiendo las correas de su caballo que la mujer le había acercado, a la cual le respondió a colación de su propuesta - si sois hábiles en el innoble arte del regateo, bienvenido sea, no creo que sea bueno ir gastando todo el dinero a la primera de cambio.

Sin duda lo que usted a dicho, mi señor. - dijo Regnier asintiendo complaciente. - Debió de tratarse de un despiste, intentaremos que no ocurra de nuevo, mi señor. - añadió haciendo referencia a la presentación de Gastón antes de hacerse a un lado y dejar que Sourcil fuese la que se encargase de regatear algo en la compra venta del arco.