La celebración procede con tranquilidad hasta que un grito destroza la calma como si de un cuchillo se tratase. Mi alerta se intensifica de golpe al sospechar, con aquel estruendo, que quizás nuestra misión no ha terminado y que quizás la famosa bestia de Hima no era una sola bestia.
"Quizás el Hida tenía razón. Espero que esté vivo aún y la otra bestia no lo haya matado."
Me pongo a correr hacia el grito de mujer que interrumpió la celebración y echó por tierra todas nuestras expectativas de lo que hasta el momento había sido una victoria fácil.