Partida Rol por web

Poco a poco el campamento va quedando levantado y preparado. En primer lugar Hanila se ha esforzado por ello, incluso pidiendo una ayuda que no acabó por llegar explícitamente, si bien Kulla la apoya finalmente aportando su fuerza. Arhuna por su lado se pone manos a la obra, resultando visible que tiene más maña que la awilu.

Tras un rato vuelve Abdul al campamento. Trae madera seca y aparentemente talada, perfecta para la hoguera... pero también una pequeña herida en un brazo, no más que un hilillo de sangre.

La verdad es que aquello era agotador. Lo de tener que montar un campamento era algo que no había tenido que hacer nunca, pero bueno, veía que aún iba a tener que necesitar algo de práctica para poder cogerle la mano.

Lo que sí que tenía más claro era que entre el viaje y el esfuerzo de aquel momento, iba a dormir como un lirón aquella noche. Vamos, tardaría más en cerrar los ojos que en quedarme dormida.

Abdul volvió con las ramas para hacer una hoguera y yo, me acerqué porque quería ver cómo se hacía una. Sí, en aquel momento era como una niña ávida de conocimiento.

- ¿Estás bien? - Dije al ver que se había herido con algo. - Estás sangrando... - Señalé lo obvio seguramente.

Un extraño sonido cercano... pronto entendéis que son pasos. Veis el contorno de una figura extraña aparentemente humanoide acercarse entre las sombras con paso seguro... y finalmente lo distinguís. Es Bakra, que regresa un buen rato después de marcharse, totalmente impregnado en sangre y algunos restos de vísceras, cargando el cadáver de una hiena abierta en canal y casi vaciada por dentro. La imagen del sangriento cimerio es imponente cuanto menos.

Estuve algún momento observando como mi ama intentaba, infructuosamente, levantar su tienda. La escena me fue un tanto graciosa, aunque un sentimiento de culpa me inundó y me hizo ir rápidamente en ayuda de mi señora. Unidas, no nos fue difícil poder realizar las labores necesarias y acabamos rápidamente.

Pasado un tiempo, vi a la distancia una figura humanoide que se acercaba, tomé mi espada y rápidamente me puse entre Hanila y el posible enemigo. Me tranquilizó ver que esa figura humanoide era la de Bakra. Relajé un tanto mi posición y me fui acercando al cimerio para ayudarle con el peso de la hiena.

Llegue al campamento con la madera como había prometido pero traía algo más, rápidamente Hanila se percato y me asalto a preguntas. Si, no os preocupéis, es solo un rasguño. Deje los troncos cerca de donde habíamos planeado encender el fuego y me dispuse a tratar mi herida. Una serpiente me ataco cuando asalte su casa en busca de madera, siempre hay que mantener la guardia. Dije a modo de lección, tanto para ella como para mi. Mientras cortaba la hemorragia vi aparecer la figura de Bakra con la cena, una hiena, su carne nos vendrá bien para reponer fuerzas. Cuando me fui a levantar un ligero calambre me recordó la herida y Kulla ya estaba ayudándole por lo que permanecí sentado y seguí tratándome la herida.

Me quedé con la boca abierta cuando vi aparecer a Braka cubierto de sangre. No tenía muy claro si había cazado al animal o se había dado "un baño" en él, pero bueno, parecía que no sería la última vez que me sorprendería, porque hacía tan sólo un rato estaba escuchando algo en el suelo...

- Sorprendente. - Fue todo lo que pensé, bueno, también en lo horrible que tendría que ser quitarse la sangre seca del pelo, pero para mí que a nuestro compañero eso le iba a dar igual.

Abdul me estaba diciendo en aquel momento lo de la serpiente y entonces casi que lo miré con cara de susto.

- ¿Una serpiente?

Sí, no se me había pasado por la cabeza que habría serpientes a lo largo de nuestro camino y eso no me gustaba un pelo.

- ¿Y cómo sabes que no es venenosa?

Yo huiría de todas de la manera más rápida del mundo, pero necesitaba saberlo por si me mordía alguna en algún momento.

Con lo cazado por Bakra aprovecháis para ahorrar comida. Hacéis las guardias como habéis organizado y por suerte para vosotros nada ocurre durante la noche. El frío se hace notar durante las horas nocturnas, pero al usar las mantas y pieles que habéis traído habéis logrado descansar lo suficientemente bien como para que en el nuevo día el cansancio del día anterior no os pase factura. Además aún el frío no es tanto como lo será más avanzado el invierno.

Retomáis camino con el carro y la bestia tirando de él, guiados por Abdul. Durante el atardecer de repente el uridimmu se da cuenta: hay un montículo de grandes rocas a cierta distancia en el horizonte a vuestra izquierda, y deberíais haberlo dejado a la derecha según las indicaciones que le dieron. Habéis estado recorriendo un camino inadecuado, y tendréis que corregir el rumbo. Por este motivo tardaréis más de lo debido en ir y volver... y alguno cae en la cuenta de que vuestros suministros no serán suficientes sin haceros con alimentos adicionales, como por ejemplo la caza.

Dado que no queda mucho para el anochecer os encontráis con que podéis dirigiros al montículo de rocas para guareceros entre ellas para pasar la próxima noche, o seguir el recorrido corrigiendo el rumbo y levantar campamento donde toque, probablemente en medio de la nada, como la noche anterior... con lo que no sumaríais retraso.

Llega un nuevo día, y tras un buen descanso con él vuelve la energía a Bakra, así que cuando se levanta el campamento y se retoma la marcha el cimerio adopta la misma posición que tuvo el día anterior caminando al lado del carro. El día transcurre sin ningún sobresalto hasta que al atardecer Abdul se da cuenta de un error en el rumbo que el grupo estaba siguiendo. Una vez corregido el itinerario, Bakra se acerca al uridimmu:

-¿Estás seguro de saber a dónde nos estás llevando? Este error nos ha hecho perder mucho tiempo. Ahora no hay duda. Deberemos seguir caminando hasta el anochecer.

Asiento abochornado ante las palabras de Bakra. Sí, estoy de acuerdo, debemos corregir el rumbo lo antes posible e intentar aprovechar el máximo de luz. Miro pensativo al suelo durante unos instantes intentando recordar el camino y donde me he podido equivocar. ¿Quizás al ver a mis compatriotas me desvié ligeramente? Un pequeño cambio en el rumbo podría suponer acabar a kilómetros del lugar donde estaba la tumba, todas mis cábalas serian meramente una excusa. Lamento mucho haberme despistado el rumbo será más certero a partir de ahora. Aseveré a Bakra mientras conducía al grupo hacia la nueva dirección.

Parecía que no estábamos siguiendo el rumbo correcto, pero claro, yo no es que fuera la reina de la orientación por ningún sitio que no fuera una ciudad. Esto de ver sólo camino y lugares agrestes era totalmente nuevo para mí.

- Yo si no os importa, creo que voy a ir a sentarme un rato al carro. No estoy acostumbrada a ir tanto tiempo a caballo y me duelen las posaderas. - Y alguna cosa más también, pero eso no se lo iba a explicar, porque iba ya entre líneas de la explicación que había dado.

Una cosa es que quisiera integrarme en aquella expedición y otra muy diferente era que quisiera dejarme la salud intentándolo. Las cosas no se podían hacer todas de golpe.

- No te preocupes Abdul, siempre que no acabamos en un lugar donde nos quieran arrancar las orejas - sí, siempre resultaba fina con estas cosas - está bien.

Bakra aceptó sin modificar el semblante las disculpas que le ofreció el uridimmu, esperando que fuera la última vez que metiese la pata. La próxima vez las advertencias habrán de ser más contundentes. Estaba volviendo al lado del carro cuando vio que Hanila se subía a sentarse y le decía algo a Abdul con lo que no se pudo contener:

-Por supuesto que tiene que preocuparse. No se trata únicamente de que nos vayan a arrancar las orejas, las piernas o la cabeza. Cada error que cometamos lo vamos a pagar caro. Ya con este retraso tendremos algún problema con nuestras provisiones. Y si aquí nuestro guía- gira la cabeza en su dirección -sigue equivocándose, lo más seguro es que acabemos abonando el suelo de este paraje tan desolado, y sin necesidad de que nadie nos arranque una uña. En tu lugar no hablaría mostrando tanta ignorancia.

Claramente, Hanila no era el tipo de persona con quien fuera a congeniar.

-Creo que deberías cuidar tus palabras Bakra. De seguro no desea que esto se transforme en algo que te traiga malas consecuencias.- le dije al cimerio al ver que le hablaba de manera golpeada a mi señora.

Me puse al lado de la carreta y caminé tomando una posición agreste. No era mi idea tener que golpear a Bakra, pero si el ofendía a mi ama yo tendría que tomar cartas en el asunto.

Para ser sincera, la mirada tan optimista de mi señora no me parecía correcta. Aunque yo cuidaría de sus intereses y de su vida siempre. Y si ella decía que el error de Abdul no había sido para tanto, así también era para mi.

Vaya, parecía que había decidido unirme a la gente más simpática del planeta y por un momento elevé la vista y miré al cielo, como si algo en el firmamento fuera a otorgarme paciencia para aguantar a aquella panda de impresentables.

- Por supuesto que ha sido un error y va a traer consecuencias, pero no me parece que lo haya hecho a posta y sobretodo, no es un error que por el momento nos vaya a costar la vida.

Empezaba a creer que se ponían todos muy gallitos conmigo porque era una noble y parecía que no era ninguna amenaza, pero se me estaba empezando a hinchar alguna parte de mi cuerpo que de decirlo sonaría bastante malsonante.

- Quizás debamos entender que tú eres perfecto y no te equivocas nunca, porque el viaje está comenzando y aún vas a tener que demostrarlo.

Kulla volvió a hablar como si necesitara que hablaran por mí y eso me volvió a exasperar un poco, pero mantuve silencio por no ofenderla, a fin de cuentas, ella lo hacía sin mala intención.

Eso sí, cuando me dijo lo de la ignorancia sonreí al hombre que tan ligeramente iba insultando a los demás, pero no me molesté en responderle a eso.

De nuevo el grupo volvía a disolverse en una amalgama de cinismo y agresividad, empezaba a pensar que esta empresa estaba maldita. Demasiadas señales, demasiadas. Pero volverme atrás ahora podría incluso poner en peligro mi integridad física, viendo lo irascibles y beligerantes que son mis acompañantes... Y una oportunidad única desperdiciada. Debo continuar, quizás si encuentro alguna señal de ir por buen camino. Guardad las fuerzas para el desierto. -dije al final un poco exasperado- no me cabe duda que nos serán de utilidad pronto. Relajo un poco el tono intentado hacerlo conciliador de nuevo. La falta está hecha, y las disculpas que os he dado han sido aceptadas, no pido más. Sigo caminando conduciendo el carro delante del animal que tira de él sujetando sus riendas. Donde nos estamos adentrando el grupo es más importante que el individuo, debéis recordarlo. Paso la mirada por los tres. Todos somos uno solo ahora, solo así se sobrevive, solo así conseguiremos nuestros objetivos. El camino no parecía hacerse más corto cuanto más avanzábamos, quizás esta noche templaría nuestros corazones.

Me había mantenido un tanto al margen del grupo desde mi posición el lo alto del carro, siguiendo las indicadiones de Abdul. Observaba como los demás integrantes de la carvaan interaccionaban entre ellos y como las típicas rencillas en un grupo tan heterogéneo empezaban a surgir a la mínima. Incluso el hecho de decidir una guardia generaba situaciones de tensión.

La vaca parlante no permitía a la noble hacer nada por sí misma. El uridimmu parecía que siempre estaba pidiendo disculpas por todo aquello que hacía. Ahora era el foco de las iras del grupo porque al parecer nos habíamos desviado un poco del rumbo. Si sufrían por las provisiones, posiblemente el cimmerio podría cazar algo, no sé donde veían el problema. Ya había salido con anterioridad a cazar.

¡EH! Dejad al uridimmu en paz. Retomemos el rumbo y ya cazaremos algo durante las noches. implicará que tengamos que racionar un poco lo que nos quede así que apretaos el estómago que serán unos días algo duros. Parece que ninguno de vosotros haya cometido nunca un error.

Era esperable que Kulla acudiera rápidamente a defender a su dueña de una inexistente amenaza desprendida de las palabras de Bakra, así que cuando tomó posición amenazante delante del cimerio, éste siguió caminando como si no pasara nada. Únicamente ladeó la cabeza para volver a tener a la awilu en el campo de visión y le dijo:

-Me pregunto cuánto valor tendrías sin tus esclavos.