Partida Rol por web

Un... minuto-dijo, solicitando al lacedón amoroso una pausa en el combate.

El kóbold empezaba a jadear. Su pecho se hinchaba y deshinchaba de puro cansancio. Es lo que tienen los albinos: una constitución y resistencia físicas de caca. La espada de Roman golpeó torpemente la baranda del barco. Rayo Blanco dejó reposar allí el filo un rato, que así el arma no se le hacía tan pesada. Con eso debería bastar para recuperar el aliento y volver a dar estocadas certeras... pero no.

Mostrando una mala educación increíble, el lacedon no concede a Rayo el minuto que ha pedido y se la sigue intentando clavar a toda costa. No obstante, el kobold se resiste a sus avances.

Clausius ha agotado su buena suerte con el Estornino y vuelve a fallar el tiro. El lacedon que acosa a Jinrozo no está más afortunado que él, y falla todos sus ataques.

Mamá flumph azota con sus tentáculos al lacedon que ataca a Jinrozo, pero el muerto viviente está "muy vivo" y evita los ataques.

¡Un minuuUUUtooooo...! ¡He dicho que un minuuuutooOOOOO...!

Era indignante. Rayo Blanco había pasado de sentirse pretendido a sentirse acosado. ¿Acaso no entendía el lacedón sus sentimientos? Uno era un paladín... el otro, un muerto viviente. Uno descendía de una larga estirpe de reptiloides, seguramente descendientes de dragones... el otro, se había transformado y corrompido a partir de un cadáver humano. ¡No tenían nada en común!

Y no solo eso. En el día a día, Rayo Blanco se sentía embargado por una triste sensación de soledad. El único de su especie... o por lo menos el único kóbold blanco repudiado por otros kóbolds. Eso le condenaba a una vida casi monacal. La vida de paladín también influía, claro, pero su celibato estaba sobretodo causado por el color albino de sus escamas. No podía corresponder al lacedón. Y si el lacedón no se daba por aludido con palabras amables, tal vez comprendiese que su amor no era correspondido si Rayo Blanco le atizaba bien atizado.

¡TOMA ZASSSSSCA!-exclamó, imprimiendo a su estocada toda la fuerza de un espíritu de autorrealización e independencia de aquel que no necesita de una pareja.

- Cagon la putah, no ma mire que ma pongoh nerviosa, dal timó que nostrallamos le dijo ya totalmente histerico, veía como el bicho hostigaba sin cesar al pobre Jironzo, así como levantando las manos por encima del pajaro y haciendo ruidos raros. Si seguía así lo iba a matar de un ataque al corazón y eso no podía pasar. Cargó otra flecha más pero de los nervios destensó la cuerda antes de tiempo y calló un par de metros por delante de él totalmente inofensiva. - Tamoh jodioh.

Aghelas se unió a la lucha, desesperado por acabar con aquellas criaturas demoníacas y abandonar el barco cuanto antes. Pero las prisas no son buenas, y su mazazo cruzó el aire sin tocar al lacedón.

-¡Maldita sea! ¡Hasta Pelor nos ha abandonado en estas horas intempestivas! ¡Vamos a morir todos ahogados! ¡Os lo dije!

Entonces recordó el chorro apestoso del flumph en la posada, y le dijo a la madre que si podía, lanzase dicho ataque contra el monstruo.

Jinrozo estuvo tentado de atacar al lacedón. Sus compañeros lo estaban dando todo, y él se limitaba a esquivar los embates de la criatura. No obstante, en su mente pasaron de golpe todas aquellas ocasiones en las que había intentado usar las armas, con resultados catastróficos (para él). Era terriblemente malo combatiendo, así que lo mejor que podía hacer era seguir concentrándose en la defensa. Al fin y al cabo, al menos así distraía al monstruo. Algo es algo... pensó para consolarse a sí mismo.

Rayo blanco parte por la mitad a ese lacedon de manos largas. Mientras tanto, sus compañeros se dedican a blandir las armas en el aire y a disparar flechas al agua. 

El muerto viviente se abalanza sobre Jinrozo y hace una serie de cortes con sus garras por todo el cuerpo. El kenku de nuevo resiste la parálisis, pero está herido por varios sitios y empieza a marearse por la pérdida de sangre. 

Es entonces cuando mamá coraje salta hacia delante y azota al lacedon con sus tentáculos. La criatura chilla cuando el ácido de la flumph corroen su carne y sus huesos. Retrocede a trompicones, lanza un último aullido sobrenatural y se derrumba en cubierta entre convulsiones.

Lo que siguió fue el caos propio de la refriega. La tripulación deja de pelear entre si para hacer frente a los lacedones que tratan de alimentarse de los vivos. Continuáis con vuestro empuje, y junto a mamá flumph, ayudáis a rechazar a los muertos vivientes. Cuando comprueban a golpe de espada y flecha que no habría comida fácil en el barco encallado, los lacedones se retiran a la Roca de la Luz Muerta entre los vítores de la tripulación. 

El Capitán Sarim Pepper tose con violencia debido a la agitación del combate, y limpia su espada de la sangre negra de los lacedones. 

-Os debemos la vida, inspectores -dice el capitán-. Necesitaremos la ayuda de otro barco para remolcar al Angelina del arrecife donde hemos encallado, pero al menos podemos contarlo. Y es gracias a vosotros.

Frunce el ceño en dirección a su propia tripulación.

-¿Podríais explicarme qué ha pasado aquí, exactamente? -dice, y añade rápidamente:-. Alguien al que pueda entender cuando hable, a ser posible.

La lengua de Jinrozo había recuperado la sensibilidad, de manera que aprovechó para adelantarse con las explicaciones, sacando el resuello que le permitían sus heridas.

-Ejem. Lamento comunicarle que su segundo de a bordo, Durgol, había planeado un motín junto a este sujeto-dijo señalando el cuerpo tendido de Estornino-. Este es el criminal al que andábamos buscando. Y esta-cambió la dirección de su zarpa, esta vez señalando a la madre flumph- es una de las criaturas que forman parte del cargamento ilegal con el que estaba traficando. Pero no se preocupe, pues hemos reducido y maniatado a Durgol. Está en la bodega de carga. Con gusto nos llevaremos a Estornino y a estas criaturas en cuanto podamos bajar de aquí.

Ooooh...-dejó escapar, asombrado, antes de ponerse a aplaudir.

Plas, plas, plas, plas...

No eran las explicaciones de Jinrozo las que habían hecho a Rayo Blanco alucinar. Él había estado presente durante toda la investigación, y esa parte se la sabía más o menos. Lo asombroso era lo bien que luchaba mamá Flumph.

Aghelassss... Dile a mamá Flumph que "ijto buh kayak ina-ina uga panni niko pai" de mi parte-pidió que tradujese el enano-. Ha ssssido una luchadora de primera.

Tú también, Clausssiusss... Le disssste matarile al Essstornino tú ssssolo. Aghelasssss... Dile a Clausssiusss que "umo moka café cortado ila-lila mongo tongo papai pan" de mi parte.

A Jinrozo no le traduzcassss que ya no habla raro. Jinrozo... Nunca en mi corta vida he vissssto un pájaro tan valiente como para parapetarssse y ponerssse a cubierto de un modo tan heroico. Ha sssssido insssspirador.

Felicidadessss a ti también, Aghelasss... aunque en ocassssionessss hassss esssstado como aussssente, hassss ssssido un traductor muy oportuno cuando hacía falta. Y hassss evitado que a Jinrozo le diessssen matarile, que también essss una hazaña importante, pero menossss.

Clausius se rascó la cabeza al escuchar al Capitan pedir explicaciones. Para que demonios se había desgañitado tanto, no lo entendía. Alzó los brazos a la desesperada y marchó a recoger el cadáver del Estornino y arrastrarlo hasta sus compañeros. Al pasar al lado de ellos les preguntó por su estado mientras él mismo les enseñaba la herida recibida en su lucha contra el rufián. - ¡Paber morido! Bueh trabajoh aigos, capturá al sisero ha sio geniá.

Tras acercar el cadáver del estornino ante sus amigos revisó sus bolsillos y pertenencias en busca de alguna nota que desentrañara en que estaba metido y cual era su objetivo para después pasarselo a Jironzo que era más culto y leía mejor, quizá hubiera pruebas que delataran sus actividades junto al semiorco.

Aghelas suspiró aliviado al ver que la cosa se había calmado a bordo, aunque no estaría totalmente tranquilo hasta que alcanzaran tierra.

-Sí, sí... muy bien todo, pero volvamos al puerto cuanto antes.

Acto seguido, se comunicó con la madre flumph para agradecerle su ayuda. Le dijo que ya eran libres, y le transmitió el lugar donde se encontraba su hijo, con el que se habían encontrado en la posada.

-¡Joder, mierda! ¿Será cabrón hijo de puta? -suelta Sarim Pepper-. ¡Traedme a Moreno ahora mismo, le voy a arrancar la piel a tiras!

Se peina los cabellos con las manos, hacia atrás, mientras deambula por la cubierta.

-Tenéis que creerme, inspectores. Yo no sabía nada de esos bichos. Si lo hubiera sabido, ¡joder!

Señala los tres botes.

-Por supuesto, coged un bote para vosotros si necesitáis partir de inmediato. Mis hombres lo traerán de vuelta. Y... siento mi suspicacia, inspectores. En toda mi vida jamás había visto desastre semejante.

Mamá flumph se queda un poco confusa con lo que le acaba de decir Aghelas. Al final, tras unas cuantas preguntas, cae en la cuenta de que el enano se refiere a Ulmoapop, su marido, no su hijo. La flumph se pone muy contenta ante la perspectiva de reencontrarse por fin con Ulmoapop, y reúne a sus chiquillos en cubierta para darles la buena noticia.

Clausius, por su parte, registra el cadáver aún caliente del Estornino. Encuentra una daga en cuyo filo hay grabadas unas runas, algo parecido a una varita mágica, seis viales de acero que contienen una sustancia oleosa, un juego de ganzúas y por supuesto, el coleto de cuero tachonado. Y también encuentra una carta...

Rayo Blanco ojeó la nota, gracias a que para registrar un cadáver en el suelo Clausius se tiene que acunclillar y quedar a la misma altura que el kóbold.

Puf... obviamente essss una nota falssssa que intenta incriminarme. Esssa "K" que firma, essss una "R" por cerrar. "R" de Rayo Blanco.

O "K" de kóbold, o incluso "K" de kenku. Seguramente, Clausius escribe su nombre con "K", si es que sabe escribir. Incluso puede que no sea una "K" sino una runa del idioma enano... ¡Enano como Aghelas! De todos modos, Rayo Blanco ya daba el caso por cerrado. Tenían al Estornino, y esa era la misión encomendada. Todo lo demás sería comerse mucho el coco.

El paladín se acercó a uno de los botes e intentó empujarlo con todas sus fuerzas, que no eran muchas.

Ehm... No va. Parece que esssstá atasssscado. ¡Capitán! ¿Pueden ssssusss hombresss echar el bote al agua para que nosss podamosss ir? Graciassss... Y que passse usssted una feliz aplicación del régimen dissssciplinario con Moreno. No ssse preocupe por caussssarle demassssiado dolor...

Desssspuéssss de todo, losss diossssesss no pueden sssssentir el dolor...-pensó para sí.

Aghelas se ruborizó un poco por la confusión sobre el marido de la madre flumph. Pero todo se aclaró en seguida y se alegró al ver a esa extraña familia libres y, pronto, juntos de nuevo.

No obstante, lo que más entusiasmaba al enano era subir al bote para volver a tierra cuanto antes. Eso, y la sensación de un trabajo bien hecho. 

Jinrozo se colocó unas vendas en las heridas y se preparó para marchar. Echó un vistazo a la carta que había encontrado Clausius y sintió curiosidad por esa K, que también había llamado la atención de Rayo Blanco. Sin embargo, el kenku ya había tenido demasiadas emociones como para seguir investigando. Habían completado el trabajo y salvado a una familia. ¿Qué más se puede pedir?

Subió al bote con una sonrisa, entrecerrando sus pequeños ojos y respirando la brisa del mal. ¡Qué bien sienta estar vivo!

La nota no contenía nada relevante, solamente el echo del porqué se habían llevado a los Flumphs. El estornino estaba ansioso de una buena paga y eso había provocado que su grupo de compañeros fueran más ricos de lo que eran. En cuanto entregarán a aquel rufián.

- A estén palurdo no lo llevamos detenio, aunque te morido le dijo al capitán. Arrancó las puntas de las flechas para que ninguno se pinchara cuando le metieran en la barca. - Os lo dije tabah chupado ehhh. Tamo una poco molió pero lamos bordado. Jajajajaja se río finalmente como un histérico presa del dolor del sábado que se había comido.

- Cap'tan, tie que limpiar de mierdah lah oreja, que tas como un tapial. le dijo despidiéndose de él. - Amo por el metabolismo, ca nos lomos ganado. y cuando les dispusieron la barca echo al estornino en el interior y cayó en un profundo sueño.

El Capitán Pepper hace como que no oye a Clausius para no tener que repetir que no ha entendido ni una palabra de lo que acaba de decir. Ladra las órdenes pertinentes y los marineros remolcan una barca de remos y la echan al agua. 

Os despedís del capitán y remáis hasta la orilla. Allí, en la discreta obscuridad bajo los muelles de Calmatormenta asistís a la enternecedora reunión de la familia flumph. Observáis que la tenue coloración de sus tentáculos pasan pasan del azul al rosa. Probablemente reflejen el estado de ánimo de aquellas criaturas.

La guardia de Calmatormenta os intercepta en cuanto os ve merodear por las calles de la ciudad con un cadáver. Les decís que se trata del infame contrabandista Estornino, y con gusto os escoltan a la vivienda del Magistrado Aurus. Tras hacer las comprobaciones pertinentes, el Magistrado os felicita por vuestro trabajo y os entrega la recompensa. Abandonáis su casa mil doscientas piezas de oro más ricos -una pequeña fortuna para unos aventureros principiantes como vosotros-, con su gratitud y la de la ciudad. 

Esta no fue la última aventura de este grupo variopinto. Mas al contrario, fue la primera de sus estrafalarias aventuras. Pero esa... esa es otra historia.

FIN