Jaali se tapo con la manta, intentando dormir. Segun la druida estaban a un dia de Kelmarane y teniendo en cuenta que traian tanto la cabeza del Rey Carroña y el artefacto, mañana empezaria una temporada muy ajetreada para el mago. En cuanto le diesen la licencia y el local que habian prometido, entre el y Zastoran tendrian que montar una Escuela de Magia desde cero
Y un laboratorio. - penso el mago - parte del acuerdo con la Iglesia de Nethys incluye mantener mi investigacion. Quizas podriamos poner una tienda de objetos magicos para sufrag...
Jaali.
El mago dio un respingo y miro a su alrededor. Jonova montaba guardia con Jarael, totalmente en silencio. Se encogio de hombros y se volvio a tumbar
Jaali Er'Khah. Curunír.
Esta vez el mago se quedo quieto. La voz sonaba dentro de su cabeza.
Eres consciente de su poder. Liberalo. Hazte su dueño.
El mago se volvio a sentar, y miro a su alrededor a pesar de que sabia que no habia nadie. Era plenamente consciente de quien, o que, le estaba hablando. Desenrollo la manta alrededor de su mochila, que usaba como almohada y abrio la mochila, sacando otro paquete perfectamente cerrado en mas telas. Lo puso en el suelo y lo abrio, dejando a la vista el pergamino que habian sacado de la cripta. Lo miro unos segundos sin hacer nada. Acerco la mano y apenas toco la superficie, se alzo una columna de fuego y en ella aparecio un effretti, el mas grande y terrible que habia visto hasta ese momento.
Ash Rovagug durbatulûk, ash Rovagug gimbatul, ash Rovagug thrakatulûk, agh burzum-ishi krimpatul - le dijo el inmenso ser igneo con una voz que era una mezcla de odio e ira, mientras el fuego llenaba todo el campo de vision del mago
Jaali. Estas bien?
El mago parpadeo. Delante suya estaba Jonova, mirandole extrañada. Jarael gruñia. El mago bajo la cabeza y vio el paquete del Pergamino, completamente sellado, en su regazo.
No esperes una parada larga en Kelmarane, druida. Mientras tengamos esto con nosotros, nadie estara seguro. Y desde luego no se lo podemos dejar a la inutil de Almah.
Dejame dormir. - dijo metiendo el paquete en la mochila y acostandose de nuevo - Y aleja al saco de pulgas ese de mi.
La druida se alejo meneando la cabeza, acostumbrada al imbecil del mago.
Zastoran tendra que hacer los tramites iniciales sin mi. Esperemos que este a la altura...
Jaali.
Por la magia de Nethys, callate - murmuro el mago poniendo una manta extra alrededor de la mochila
Dorwas no pudo evitar la mirada de Diegen cuando salió del agua.
Jonova le había apoyado y sabía que Jaali no iba a reprocharle nada como había hecho Amara. Mujeres... mejor estaban en el burdel que de aventuras.
E Itzala vivía en su mundo, donde era un héroe en su mente enferma.
Pero el muchacho le miró raro, como si quisiera decirle algo pero no supiera el qué. Y el enano no se había quedado muy tranquilo.
El viaje de vuelta a Kelmarane prosiguió sin problema, al menos durante el día, pero Dorwas sufrió varias noches de pesadillas, en las que se levantaba sudoroso, más aún si posible, e incluso alguna vez con la cimitarra en la mano pero sin acordarse del motivo.
Utilizaba entonces el ancestral sistema de los Skars: lingotazo y a seguir durmiendo.
Pero las pesadillas no cesaban.
Llegaron a Kelmarane e informaron a Almah, quien no derramó lágrima alguna por la noticia de la muerte de Harve y Turnling pero Garavel frunció el ceño, no del todo convencido ante las explicaciones dadas. Aunque apreció las nuevas incorporaciones en forma de antiguos esclavos, sabía que serían buenos trabajadores, acostumbrados al trabajo duro.
Y así fue como, después de que eliminamos a decenas de escoria gnoll que parecían tener una tasa de reproduccion mayor que las liebres del desierto, Dorwas acabó con el Rey Carroña...
No hay que olvidarse de la araña gigante, luego fue el escorpión ese y aquel maldito pulpo...
Que consiguieron eliminar gracias a mis maravillosas tonadas que insuflaron su espíritu y guiaron su brazo, de la forma que conseguí engañar a los trogloditas eso para llevarnos a la chusma esclava esa...
Los trogloditas pueden llegar a convertirse en un gran problema, similar a los gnolls, sería prudente mantener la zona vigilada.
Cuando llegó el momento de explicar las muertes, hubo un tenso silencio.
Una lástimas. - dijo el mago sin levantar la vista del polvoriento libro que había sacado de su túnica y estaba ojeando mientras el resto se trastabillaba con un El río subterraneo... se enredaría con las cuerdas...
Días después, Undrella, preocupada porque Dorwas seguía teniendo pesadillas, habló con Diegen, en vista de que Morbo solo veía como solución comer y beber más.
Eso son rimordimentos. - explicaba al enano. - No, no, lo que dices de después de comer son regurgitamiento. Digo rimordimentos. Verás, Ateela me explicó que a veces los hombres pueden recordar una muerte en sueños o sufrir por lo que han hecho, que en caso contrario serías un saciapata, como esos asesinos a sueldo.
Una semana después y un par de charlas adicionales con el paladín de por medio, hicieron que Dorwas volviera a conciliar el sueño y retomara un ritmo de bebida saludable.
Motivo: Remordimientos: ¿Cualo? <60 < Pseeeee <90 < ¿Igual me pasé?
Tirada: 1d100
Resultado: 81
La vuelta a Kelmarane había sido callada, nadie apreciaba a Turling y si la espada de un gnoll hubiera segado su vida, nadie habría derramado una sencilla lágrima por él.
Y Jonova se encontraba confusa, mientras que ella misma no había ayudado a Turling porque el noble no la había ayudado a ella, y aprobaba de todo corazón que Dorwas tampoco hubiese tirado de la cuerda, se preguntaba porqué no estaba del todo contenta con el asunto.
Quizá porque es culpa nuestra desde el inicio, no tendríamos por qué haberle juntado en el grupo, si nunca fue la más mínima ayuda, si hasta nos amenazaba con entregarnos a los gnolls.
Y con esos pensamientos, y el trabajo duro de guiar, ayudar y proporcionar comida en las tierras baldías a los lerdos de su grupo y a un montón de esclavos recuperados, se olvidó pronto del asunto.
En Kelmarane, después de explicar las buenas noticias a los Nobles se dedicó a integrar a los nuevos esclavos liberados y a introducirlos en la comunidad. La pequeña aldea crecía cada vez más al ser uno de los lugares con agua de todo el desierto y al estar bien defendida y mejor organizada era un reclamo para nuevos colonos, que tendrían que trabajar duro.
Si tan sólo liberaran a los esclavos de las plantaciones de Pesh. No entiendo esa política de Garavel de utilizar esclavos y no esclavos. De todas maneras no los trata mal... dice que mejor "vivos y trabajando" que "maltratados y muertos". Y no le importa que los atienda para curar sus enfermedades. Y las plantaciones de ese cactus se agrandan cada vez más y él cada vez tiene más oro... pero claro, es fácil, si sabes como abonar la tierra y airearla apropiadamente con los componentes adecuados... si es un juego de niños... y yo le ayudaré mientras me deje ampliar los canales de regadío y crear no un pequeño oasis que es lo que es ahora, sino un punto verde, uno desde el cual Katapesh pueda volver a ser el vergel que una vez fue antes de las depredaciones de los gnolls.
Y así, preparó un plan de explotación del territorio desértico, con la intención de ir ampliando año a año. Todo se basaba en las palmeras datileras, cada una podría dar casi una centena de kilos de dátiles al año siempre que se trabajaran adecuadamente, a media altura los arbustos frutales darían fruta y a la altura del suelo, se explotarían verduras. Podrían expandir la plantación de palmeras a un ritmo constante. Las propias palmeras retenían la humedad y permitían la existencia del resto de cultivos*.
Les diré que mientras aumente el oasis de palmeras, aumentarán las tierras fértiles alrededor de Kelmarane y podemos aumentar el tamaño de los campos de Pesh. Y así podremos tener más colonos trabajando y...
Jonova pensó también en el agua de los ríos. Conocía qué tipos de peces eran los más frecuentes y hablaría con los nativos para crear estanques donde el agua corriera pero los peces no pudieran escapar, así solo habría que alimentarlos con sobras, que se reprodujeran y podrían tener suministros de pescado. Truchas y barbos. Y había tipos de cereal que se podrían plantar en las tierras baldías, no eran aptos para el consumo humano pero se podrían montar unas granjas de pollos...
Las posibilidades eran inmensas...
*Todo esto está plagiado de los oasis de Túnez, visitados por Ithaqua y yo meses antes de que empezara la "primavera árabe" contra el dictador Ben Alí.
No, desde luego que no comentamos ninguna idea liberal a los nativos, ni yo lo hice un año antes en Egipto... todo fueron casualidades.
Esa primera noche durmiendo en el valle, Diegen no consigue pegar ojo. No sabe si es por la angustia del paso del río, o por algo extraño que mora en el valle, pero el semielfo no consigue dormir. Lo intenta dos o tres veces y al final se da por vencido. Aunque los druidas insisten en que no hace falta montar guardia en sus dominios, el semielfo se dedica a caminar alrededor del campamento con la extraña sensación de que les están vigilando...
Sin embargo,cuando la Rosa del Amanecer asoma por detrás de las montañas todo sigue en calma.
El viaje a Kelmarane transcurre sin mayores sorpresas. Diegen apenas habla en todo el trayecto, salvo con Amara... y poco. No tiene claro cuáles son sus sentimientos respecto a Dorwas, o Jonova, y no tiene nada de qué hablar con los demás.
La llegada a Kelmarane es una alegría. A pesar de todas las dificultades, Diegen es sinceramente feliz cuando vuelve a ver a Zastoran y a los chicos. El ojo de Lanzrot está prácticamente curado. Todos los paladines están encantados de tenerle de vuelta.
En Kelmarane, Undrella viene a verle al segundo día preocupada por su marido. Dice que tiene pesadillas y suda más de lo normal por la noche, y que así ella no puede dormir y hacerse cargo del negocio por el día. Diegen acepta hablar con Dorwas.
- Si con mi palabra o con mi consejo puedo ayudarte, lo haré. Cuenta con mi apoyo.
Dorwas viene al día siguiente y el enano y el semielfo se sinceran. Dorwas no está orgulloso de lo que hizo, pero cree que hizo lo correcto. La situación es incómoda para Diegen, y siente que no habla con la fluidez que el momento requiere, pero se escucha a sí mismo hablando de remordimientos y repitiendo palabras que le enseñó Ateela cuando no era más que un aprendiz:
- Tal vez Turnling miriciera la muerte, y tal vez Lazrul también. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te aprisures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.
Dorwas todavía vuelve dos veces más a hablar con el paladín, la segunda de ellas para ayudar a Diegen a enseñar a los paladines un par de movimientos con la cimitarra. Tras la clase de esgrima, Dorwas y Diegen vuelven a solas a la iglesia, dándole vueltas al mismo tema: la vida, la muerte, los remordimientos, proteger a los demás a costa de qué?
- ...Mírame, por la fuerza de mi brazo me juzgas? Pues no deberías, porque mi aliada es Sarenrae, y poderosa aliada es! La vida la crea y la hace crecer. Su energía nos rodea y nos une. Tú y yo, seres luminosos somos. Debes sentir a Sarenrae a tu alrededor; aquí, entre tú y yo, en la sombra del árbol, la roca, en todas partes, sí...
- No sé, no sé... Lo de que Torag sea dios, vale; lo de que Kols sea dios, vale; pero lo de que esa bola de fuego que da vueltas por el cielo sea dios... no me entra, es que no me entra!
- ...la fuerza de un paladín viene de Sarenrae. Pero cuidado con el alineamiento malvado. Ira, miedo, agresión... eso son el alineamiento malvado. Fluyen rápidos en la batalla para seducirte, cambiarte el alineamiento, y hacerte pagar una penalización en puntos de experiencia.
Cuando el enano se va de vuelta a su posada, Diegen cierra la puerta de la iglesia y se va a dar una vuelta cerca del río. A estas horas del día no hay casi nadie paseando por Kelmarane y Diegen siente un cierto frío interior tras la conversación con Dorwas así que recibe con agrado tanto el sol abrasador como la soledad que transmite el discurrir del agua.
Perdido en sus pensamientos, el paladín tropieza en un agujero y cae de bruces junto a la orilla del río. Allí, a cuatro patas en el barro, una imagen vuelve de inmediato a su cabeza: otro río, otro barro, y algo más... una presencia extraña, maligna. Diegen vuelve a recordar lo que sintió aquella tarde, siete días atrás. En aquel río había algo, o alguien, que no era uno de ellos y que no eran los druidas; tampoco era la ansiedad de ahogarse, aunque ésta le había impedido pensar en nada más con claridad en aquel momento; ahora, mientras sus recuerdos vuelven a su mente vívidos como si estuviera allí de nuevo, todo está claro. Allí había algo más, algo decadente y malsano. Sería esto lo que había movido la mano de Dorwas?
Igual retomo el proselitismo de Diegen para la partida siguiente, que no le he dado mucha cancha en esta partida.
El semielfo tarda un buen rato en recuperarse del viajecito. Tose, escupe agua, apenas puede respirar. Jarael le ha dado un zarpazo en toda la cara y entre el dolor y el susto ha perdido la cabeza y el aire de los pulmones. Si no llega a estar atado a la cuerda, no lo cuenta. Ha tragado mucha agua y, aunque las manazas de Dorwas se la han sacado casi toda, también le han quitado las ganas de vivir. Todavía pasa unos minutos buscándolas a cuatro patas sobre el fango de la orilla.
Cerca de un árbol, invisible para cualquiera sin visión mágica, una figura azulada y con largos ropajes observa la escena. Tiene relativamente poco pelo en la cabeza pero lleva una barba bien cuidada. Ya no lleva la pesada armadura por la que su cuerpo mortal se arrastró por la Casa de la Bestia, sino la túnica de gran caída por la que le gustaba andar por casa en su tierra natal. Y ya no tose, pues ya no tiene pulmones ennegrecidos por la enfermedad.
Mira a su alrededor y no ve nada raro, sólo a los vivos afanándose en sus preocupaciones y en su vida. Ahora, desde el otro lado, le parecen todo banalidades. Se preocupan acaso los pájaros por qué traerá el mañana? Se preocupan los lirios por seguir adelante?
Y sin embargo ahí están todos: los druidas del valle, los esclavos, el mago soberbio pero bueno haciendo apuestas, el paladín semielfo intentando recuperar el aliento... ah, sí, y la druida y el enano gordo.
Harve sonríe pensando en su recién descubierta capacidad para influir en los vivos. Hay que reconocer que tampoco tuvo que esforzarse mucho para convenver a Jonova de que el noble no necesitaba ayuda, o a Dorwas para que cortara la cuerda. En ese sentido, hay que reconocerle a Turnling de Grieftsen su capacidad para hacerse enemigos incluso entre sus más allegados. Alterar los pensamientos del paladín habría sido más difícil, pero la druida y sobre todo el enano eran fruta madura. Pensando en el noble, Harve echa otro vistazo alrededor, pero no ve nada fuera de lo normal. Donde quiera que esté el alma de Turnling, o no está en este plano o las almas en pena no se pueden ver entre sí.
El espectro mira satisfecho su fantasmal agenda, abierta por la página de "tareas pendientes en vida", y tacha con esmero el único elemento: "Matar a Turnling de Grieftsen". Por las venas de Harve corre sangre Vogon, y a los Vogon les gusta el trabajo bien hecho. La única pena es que ya no disfrutará de su recompensa en vida, pero a estas alturas tampoco le preocupa mucho.
Harve no sabe si cambiará de plano ahora que sus deudas están saldadas o si estará obligado a vagar por el plano material como alma en pena. De momento no le preocupa mucho. Después de todo, la vida después de la muerte no tiene tan mala pinta. Y ya no tose.
Escena de revelación de secretos para cerrar la aventura, y posible disculpa moral para Dorwas y Jonova.
Ahora javi a cerrar :-)