-Señor Arturo, si algo tengo es un don para calar a las personas. Y ustedes me dan buena espina. No obstante ejerceré mi derecho de dudar brevemente de sus deducciones.
Dicho esto, miro a mis compañeros y pregunto.
-¿Pedimos la cuenta?
-Espero que su don sea bueno entonces, señor Bloen.- digo con aire conciliador y a continuación llamo al camarero con un gesto para que nos traiga la cuenta.