Dirigió una sonrisa a Hirachi tras escucharle -Espero que no. Mira, por ahí viene.- Dijo al ver a la joven volver. Observó como servía los vasos. -Veamos que tal esta...-
Tras devolver una tenue mirada a los hombres que vigilaban, Katsue tomó el vaso de té y dió un pequeño sorbo tras agradecer de nuevo asintiendo con la cabeza a aquella joven que lo había servido.
No era el tipo de sabor que la unicornio solía probar en su tierra, aún así no pareció desagradarla. Frunció el ceño ligeramente y acabo por tragar. -Pues... no esta tan mal...- Dijo dejando ver que se esperaba lo peor. -¿Lo habías probado antes?-
Aquel olor le transportó en el tiempo. Era un olor realmente parecido al que recordaba de cuando era niño y veía a sus padres tomando té. Era el olor que le hacía querer jugar a preparar ceremonias con los otros niños y ahora que estaba ahí, le hacía pensar en sus padres como jóvenes alumnos de la escuela de cortesanos practicando en salones como ese.
Hirachi acarició la suave y caliente superficie de la taza con los dedos casi disfrutando de la sensación de que quemase un poco.
La atmósfera se quebró un poco cuando Katsue dudó del sabor de la bebida. ¿Era acaso que los unicornio no solían ofrecer aquello que sabían que estaba bueno? ¿Sacarían sus peores tés para los invitados…? No, aquello no tenía sentido. Más podía ser algún tipo de prejuicio o… ¿Y si… ella no acostumbraba a beber té? Eso sí era una desgracia…
- Me alegra que os guste, Katsue-san. No, no había tenido el gusto de probarlo. Me temo que me marché de estas tierras demasiado pronto.
Desde la mesa objetivo, podeis escuchar claramente a aquellos truhanes, mientras agarran a una camarera, la cual se resiste sin conseguir nada, solo cuando quieren soltarla, la chica se va. Entre risas y chanzas, podeis escuchar claramente
-Venga, rápido, trae la última que nos vamos-
Katsue dio un respingo al escucharles
-Hirachi-san, creo que no estamos consiguiendo nada, creo que lo mejor será que me levane y les diga un par de cosas...así quizás logre llamar su atención-
pnjotizado hasta nuevo aviso.
Ver la forma en que tratan a aquella chiquilla consigue poner enfermo a Hirachi. Está claro que no sienten ningún respeto por el deber del samurái y sólo son una fachada bonita. Se muerde el labio preocupado y acaba asintiendo a las palabras de Katsue. Seguramente es la única opción que tienen antes de que dejen el local.
-De acuerdo. Pero sé cuidadosa.
-Maldita sea, Kirai-san, llevo esperando tres meses a que nuestras familias acuerden nuestro matrimonio, y ahí estás, pasmado como siempre, ¡que vergüenza!-
Todo eso le espetó al pobre Hirachi, gritando para que todos la escucharan, sin pensar en consecuencias de ningún tipo, así eran los unicornios, obstinados y rudos según que situaciones.
Al parecer en las tierras unicornio levantarse e ir a decir algo a alguien tenía un significado muy diferente al que tenía en el resto del imperio. Y no sólo eso, además podía poner su reputación, el día que la tuviera, en peligro si le relacionaban con lo que estaba diciendo Katsue. Hirachi no estaba hecho para mentir, de hecho había estudiado sinceridad con el objetivo de la honestidad y no sabía qué tenía en mente su compañera pero se sentía incapaz de llevarlo a cabo.
-Otaku-san, tu familia no estaría contenta si supiera que hablas con un hombre que no conocen de acuerdos matrimoniales ficticios en público.
Katsue bufó
-PFF hirachi-san, podías colaborar un poco, si seguimos así, van a salirnos raices en el trasero-
Su tono seguía siendo alto y malhumorado, pero pareció captar la atención de algunos de sus objetivos
...Dicho y hecho, un par de grullas de la mesa objetivo, algo pasados con la bebida, parecieron interesarse por aquella estúpida conversación, y tras decirse unas palabras entre ellos, se acercaron a la pareja
-Eh, Eh, esto es un lugar de renombre, ¿A que viene tanto alboroto?- inició el primero de ellos, con kilos de más en su cuerpo, y una pátina de sudor cubriendole el rostro, a decir verdad parecía un cerdo.
-Vaaaya, los tortolitos tienes problemas eh!-
-Bueno, no me extraña, no se sabe bien quien es el hombre y quien la mujer- Secundó su acompañante, de rostro afilado y de aspecto traicionero
Katsue no perdió el tiempo en responder
-Quien sois, y que haceis aquí, es de mala educación interrumpìr una conversación privada, marchaos-
-Anda, si la princesita tiene voz-
El gordo se sentó al lado de Katsue, con una mirada lasciva, nadie de las restantes mesas, hacía caso al asunto, pues conocían la reputación de la banda, y meterse con ellos solo atraía muchos problemas.
Aquell grulla comenzó a acercarse a Katsue, con el propósito de estar pegado junto al cuerpo de la chica
-Y encima eres muy bella, yo creia que las unicornio teníais quijada de caballo, jeje, pero parece ser que no-
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El otro Grulla se acercó a hirachi, y sin mediar palabra levantó un mechón de pelo del joven, y lo olió
-¿Que perfume usas para el pelo? no lo distingo y huele bien-
El vocabulario que empleaba su compañera escandalizaba constantemente al joven cortesano, que quiso invitarle a suavizarlo cuando otros dos samurái se… invitaron a su conversación. El primer impulso fue levantarse para disculparse por el ruido pero los grullas no le dieron tiempo, insultándoles a ambos. Más que el propio insulto, lo que Hirachi temía era la contestación airada de Katsue… que sorprendentemente se comportó mucho mejor de lo que había esperado de ella. Pero la pareja de borrachos no había terminado.
Tanto como grulla como como cortesano se sentía en el deber de librarla de aquel horrible hombre más los problemas se acumulaban. El otro hombre le había tomado un mechón de pelo y se lo había acercado al rostro sin ningún pudor para olerlo. Despacio y sin mucha fuerza, pasó la mano por su cabello para liberarlo de los dedos de aquel invasor de su espacio. Se sentía terriblemente mal, como si un escorpión con ganas de alardear le hubiera vuelto a dejar en ridículo a la vista de todos.
- No se burle, por favor grulla-sama. Es sólo esencia de sakura.
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Katsue finalmente perdió la paciencia y le propinó un tremebundo golpe al borracho en toda la nariz, la cual sonó a rota. El grulla agredido cayó hacia atrás, mientras que de su nariz salía sangre a borbotones. Se quedó pasmado.
El otro grulla, al ver la escena, dio un salto para encarar a la unicornio, pero unas palabras suaves, pero firmes, lo detuvieron.
-Quieto Ichigo, eso le pasa a Kei por idiota, ha sido él, quien fue provocando primero, tienes suerte de que no te haya ocurrido lo mismo a ti-
Para sorpresa de la pareja de agentes de la magistratura, el líder de los alborotadores se había levantado de su asiento, y caminaba dando pasos elegantes y cortos hasta ellos.
Le hizo un gesto a su secuaz para que se llevase al herido, y se dirigió a Hirachi
-Perdone su comportamiento, Doji-san, a veces, cuando beben, se vuelven idiotas, permítame enmendar su error compartiendo una bebida y contándole alguna historia, al menos eso relajará la tensión-