Partida Rol por web

Se levantan luego de unas horas de sueño, las paredes estaban húmedas y cada tanto una gota de agua emanaba de estas, solo había seis camas, pues, eran más bien mantas en el piso, las ratas pasaban a sus lados como mascotas, el olor a muerte era muy alto, igual que el olor a agua estancada, no sabían cuanto tiempo habían estado en la cárcel. 1, 2, 3 días o hasta semanas, el tiempo pasaba lento.

Sus armas habían sido sacadas igual que sus armaduras, lo único que poseían era la esperanza de salir temprano de ese lugar o sino seria comida para las aves, habían sido llevados por varios sucesos, o por el hecho de utilizar la magia que se considera legalmente prohibida o empezando, por robar, por muchas razones... No sabían dónde estaban pero seguro que no era el castillo del gran rey, parecía que habían llegado a un pueblo, el cual desolado se mantenía, no pasaba mucha gente por ahí, por lo que habían escuchado a los otros presos, lo que si sabían eran los castigos que los guardias le daban, para peor con sus propias armas, sus heridas se curaban rápido pero no sabían cuanto mas podrían durar.

Cuando se levanta ven a Minos y Athos los guardias feroces que protegían sus celdas, se acercan a ustedes y luego sonríen, en su sonrisa notan la perversión que les causaba a ustedes.

- Pero miren quien se levanta, las muchachas nuevas, espero que esta vez soporten el dolor verdad Athos?-La voz de Minos era sádica y parecía ser muy cruel.

- Espero que no se desmayen y esa chica esta vez quiero probar otra cosa Minos, nadie se enterara que le va a pasar jajajaja... - La risa de Athos era muy estruendosa y maligna.

Por lo que saben era ex-guardias reales pero estos fueron despedidos al ver que estaban en malos tratos y hacían cosas no muy buenas, por lo que empezaron hacer guardias de celdas, donde a nadie le importaban lo que hacían con estos.
Sus esperanzas se venían abajo puesto que no sabían si podían sobrevivir a otra tortura como esta, sus cuerpos se mueven del frio.

Pasan las horas y nadie hace nada, cuando Minos empieza abrir la puerta para su castigo del día, ven una flecha impactarse en su nuca y atravesarlo de lado a lado, creándole un tercer ojo, esto ocaciona que su cuerpo caiga hacia adelante abriendo la puerta y ocasionando un ruido metalico de la puerta. Athos se vuelve y mira a la persona adelante.

- Quien carajos eres, Minos... Mastates a Minos, maldito pagaras...-  Mientras Athos corría hacia el nuevo ser, desenfunda su espada larga y con una movimiento de manos intenta golpear a su enemigo, esta golpea contra su armadura y rebota hacia atrás, el nuevo individuo saca un espadón, con sus dos manos lo toma y desenfunda con una velocidad que nadie puede creer, da dos espadazos al aire y Athos bloquea 1 y el otro lo hiere en el tórax perforando mucho.

Athos retrocede y lo mira.
- Quien eres... Quién demonios eres, muéstrate para que te vea.-El recién llegado a dos pasos y Athos lo mira, sus ojos se ponen blancos del miedo y comienza a balbucear demasiado. - Tu... Tu... Co... Cómo...?, Por... Porque Es... Estas A... Aquí?

 El caballero da dos pasos hacia delante.

- Ellos se van de este lugar y ustedes no lo impedirán, ellos serán los siguientes. - Señalando a la celdas de ustedes, su voz era tranquila y al a vez no tanto, con su espadón corre hacia Athos y traza un arco en su cabeza para luego bajar el espadón muy veloz, cortando a la mitad a Athos, salpicando sangre para todos lados, la puerta ya entreabierta para que puedan salir.

- Ustedes son el futuro, ahora salgan... Si logran salir vivos de la cárcel, entonces conocerán la verdad, son 4 pisos bajo tierra y la salida, están en el 5, sobrevivan y serán recompensados, sus armas y su mascota están ahí tomadlas y corred. - Cuando se acercan cada vez más, ven la silueta del caballero que nadie conoce, que nadie sabe nada de este, solo que parece ser una buena persona, luego de esto sale corriendo.

La puerta ante ustedes esta abierta, saben solo 1 cosa, las cosas pasan por algo.

Nimos ya casi se había acostumbrado a las palizas así que se escontraba preparándose mentalmente para soportar una más. Cuando la flecha atravesó el cráneo de Minos, lo pilló tan de sorpresa que no puedo reaccionar. Los abusos pasados y las burlas recibidas encontraron justo castigo y poco tardó su compañero en caer también.

Nimos miró a sus compañeros y no se lo pensó más, saltó sobre los cadáveres y, tras propinarles unas cuantas patadas y desahogarse, los registró en busca de armaduras, armas o objetos útiles.

-Ahora ya no os reis tanto, ¿verdad mal nacidos? -les dijo a los cuerpos.

En estos últimos días he aprendido muchas cosas. La primera, que no hay que intentar robar al comandante de la guardia mientras está alcoholizado hasta las trancas en un concurrido callejón. Qué le vamos a hacer, necesitaba las monedas. La segunda, que no hay silencio en los calabozos. Un goteo constante. Olor a orina insoportable. Alaridos. Gimoteos. La balbucería de algún loco que quizás lleve encerrado aquí media vida. Y no hay día ni noche. Siempre estamos rodeados de sombras. Y aún así, no he conseguido cerrar los ojos ni una sola vez.

Me encerraron con unos tipos, humanos y extrañamente un elfo, y pensé que lo iba a pasar mal, pero creo que las torturas de esos dos hijos de troll nos dejan a todos sin fuerzas ni para quejarnos del dolor. Pero duele. ¿Acaso nunca nos van a soltar? ¿Y nuestra sentencia? Me parece que se han olvidado de que existimos. Sí... ¿Quién se iba a acordar de unas meras ratas?...

Un ruido de pasos hace que me estremezca. Pego mi espalda contra la pared, temerosa de los dos guardias que nos visitan, y esbozo una mueca de dolor: no recordaba los latigazos en la espalda. Cada vez se acercan más. Al fin, llegan a nuestra celda y se ríen de todos nosotros. Para colmo, uno de los guardias dice tener otros planes para mí. Ya sí que me muero. ¡Si llego a saber que unas malditas monedas me iban a salir tan caras...!

Más tarde, cuando los guardias abren la puerta para sacarnos y pasárselo bien torturándonos, algo inusual ocurre. ¡Pum! Al suelo de un flechazo a la cabeza. Un guardia menos. ¡Zas! ¡Zas, zas! Otro muerto. Todo sucede muy rápido o al menos a mí me da esa sensación. Un hombre, al que no puedo ver su rostro, parece saber mucho de todos nosotros. En resumen, ha abierto la puerta de la celda, sí; ha aniquilado a esos hijos de loba, sí; pero para salir de ahí nos las tendremos que apañar solos. ¡Y con nuestras armas! Con suerte, podré afanarme algo más de la sala dónde tienen las armas... ¿Quién echará de menos una inocente daga?... ¿O un "diminuto" arco largo?

Sin pensármelo mucho, y sobretodo viendo que uno de los compañeros ya ha echado a correr hacia los cadáveres, salgo y me dirijo hacia la sala en la que tienen nuestras pertenencias. Al pasar al lado del tipo que se ha agachado a registrar los cadáveres de los guardias le digo:

- No hay tiempo para llenar tus no-bolsillos. Busca las llaves de la cárcel si lo que quieres es salir de aquí de la forma más rápida e indolora.

Espero encontrar la sala que nos ha indicado el héroe anónimo para poder afanarme con algo de equipo.

La vida en la celda empezaba a volverse monótona. Llevo casi dos semanas allí metido repasando de memoria cuantos hechizos soy capaz de recordar y planteándome lo que puede haber pasado con mis cosas.

-Lanzaría a uno de estos imbéciles contra los demás guardias si tuviera tiempo.-Pienso mientras me levanto de mi cuestionable asiento.-Solo para que vean que la magia es más temible de lo que piensan. Sería divertido ver las caras que ponen cuando se den cuenta de que el que intenta matarlos es uno de sus amigos. Creo que alguno no podría resistirlo. Sin embargo no tengo tiempo ni ganas. Otra vez será.

-Creo que casi mejor salimos de aquí, ¿No creéis?-Pregunto a mis nuevos compañeros mientras me pongo en pié y me acerco a la puerta.-Haces bien en registrar los cuerpos, necesitamos armas y armaduras para abrirnos paso hasta afuera. Yo con una daga o un garrote y mis conjuros puedo apañarme, pero no sé si los demás...

-Por cierto, mi nombre es Gloisy.-Digo mientras me inclino sobre otro de los guardias en busca de algo útil.-Y tengo el placer de dedicar mi vida al estudio de la magia arcana.

Esos últimos tres días habían sido totalmente diferentes. Desde ese fatídico día, donde atacaron el templo y robaron el tesoro que tantos esfuerzos le había costado custodiar, no había vuelto a ver la luz del sol. En lo único que podía pensar era en la venganza que les impondría a los carceleros y a sus superiores.

Estaba acostumbrado a soportar el dolor por mis duros entrenamientos, pero que te torturasen era otra cosa muy diferente. Aunque nunca había gritado, ni había mostrado debilidad ante los carceleros, mi cuerpo se empezaba a resentir de las condiciones en las que estábamos.

Entonces, apareció nuestro salvador. Un hombre con un espadón y con el rostro tapado. Mató a los carceleros y nos dijo cómo salir de allí y donde tenían nuestras pertenencias.

Le hice una reverencia con las palmas juntas delante del torso antes de que se marchase. Aunque no había luz, ya estaba acostumbrado y podía guiarme bastante bien.

Empiezo a andar hacia la puerta de la celda y haciéndole una reverencia a Gloisy le digo -Yo soy Kazeken, también llamado "Puño del Viento" y estoy contigo. Tenemos que recuperar nuestras cosas rápido y salir de aquí antes de que den la alarma...

Acto seguido, mirando de reojo al que está rebuscando en los cadáveres añado -Venga, vámonos. -Y empiezo a andar detrás de la mujer que ha salido primero.

Menudo grupo, pienso. La mujer se ve delgada, ágil y de gestos eléctricos. El calvo es claramente uno de esos monjes que pelean con las manos desnudas. El elfo...bueno, todos los elfos sirven para lo mismo, tirar con arco. Me quedo mirando algo mas rato a Gloisy. ¿Un mago? Bienvenido sea, mi magia es mas ofensiva que de control y un mago de academia puede trabajar de lujo con alguien como yo. El último de aquellos extraños es un humano de aspecto desconcertante, de piel verdosa. No tengo ni idea de que tipo de luchador resultara pero se le ve fuerte.

Cogí las espadas y me levanté para seguir al resto. Si el desconocido tenía razón mi camisote de mallas sería mejor que aquel cochambroso cuero endurecido. antes de moverme, le di una patadita final a aquellos dos cabrones.

-Nimos Katarian. Guerrero y mago. Busquemos nuestras cosas. A saber cuando vendran a darles el relevo a estos dos. ¿Quién quiere la otra espada? Tu, el de piel verde, tienes pinta de saber usarla.

El de la armadura ha dicho que el equipo esta "ahi", asi que deberia estar todo al salir por la puerta.

-Guerrero y mago.-Digo levantándome del cadaver.-Bien, nos llevaremos bien. Ahora creo que deberíais vestir las armaduras y coger las armas lo antes posible. Uno de los dos debería además tratar de hacerse pasar por guardia. Puede que funcione, ¿No? El caso es salir de aquí lo antes posible.

Varios días habían pasado, -¿Que sucedía?- me preguntaba continuamente, Ah! si, lo recuerdo bien... recuerdo salir de el mercado después de hacer unos negocios con algunas de mis "obras de arte", recuerdo cuando mis pasos avanzaban hacia la posada donde me hospedaba y observar como en un callejón unos pillos de calaña humana estaba abusando de una joven... recuerdo ser invadido por la ira en contra de esa escoria y sacar un par de mis flechas para atravesar sus pechos sin dudarlo.... recuerdo a la joven gritar horrorizada y salir corriendo, como si huyera de mi.... finalmente recuerdo como estaba rodeado de presuntos guardias que me juzgaban de asesino... Si, parece estar todo muy claro, estaba perdiendo la noción del tiempo y de lo que sucedía... quizás por los maltratos, quizás por intentar comprender porque había sido acusado cuando había salvado a esa joven... las leyes de los humanos... -Pfffff estúpidos, no pueden ver cual es el verdadero enemigo-, hay que comprenderlos, pero aún así debo aprender a convivr con ellos.

Me incorporo lentamente, observando a las demás personas que se hayan conmigo en esta celda, quizás porque estaba sumido en mis pensamientos y meditaciones no me había percatado de los sucesos, miro a mi alrededor y veo los cadáveres de los carceleros, una mueca de satisfacción se posa en mi rostro, mientras escucho las palabras de el que parece ser nuestro libertador... rápidamente avanzo en la dirección que indica mientras me apresuro, veo como yo todos mis "compañeros" de celda han comenzado a actuar, avanzo rápidamente, buscando recuperar mi equipo y encontrar a la única conexión y regalo que me queda de mi familia, mi leal "Flash".

Al llegar a el lado de la mujer, me percato de sus rasgos, ciertamente es una Elfa, me alegro al ver que por lo menos hay una persona en la que puedo confiar inmediatamente... al menos más que esos humanos, ninca se sabe que se puede esperar de ellos.

-Es verdad!, busquen las llaves, me adelantaré un poco para ver si alguién se acerca... ya habrá tiempo para presentaciones formales! 

Avanzo junto a la mujer, manteniendome atento ante cualquier eventualidad.

Comienzan a tomar sus cosas de una mesa, la cual estaba en medio de la sala, se escuchan pasos de botas de metal golpeando el suelo, solo habia una razon para eso... Guardias. Por lo que escuchan son unos 4 y vienen a una velocidad enorme, la luz es poca por lo que saben que esto sera una pelea muy dura para aquellos que no ven en la oscuridad, se escuchan los gritos de estos y como los insultan, comienza a soplar un viento que los atraviesa.

Me coloco la armadura justo frente a la puerta. Mi viejo camisote de mallas se adapta a mi cuerpo castigado como un guante. Agarro mi gran hacha, Arancar con ambas manos y separo las piernas, preparado para lo que sea . Al primero que abra la puerta, le soltaré un hachazo en la cara.

-Parece que va siendo hora de repartir algo de dolor. Kazeken, tu y yo seremos la vanguardia, supongo.

Cojo tan deprisa como puedo mis pertenencias y las coloco en mi mochila precipitadamente. Una vez lo he conseguido, cojo mi libro de conjuros y mi bastón, y me coloco tras el filo del ocaso preparado para recibir a lo que venga por la puerta.

-Parece que habrá que abrirse paso a golpes.-Susurro con cierto entusiasmo mientras me coloco tras él.- Yo te daré apoyo, pero has de ser certero con ese hacha. ¿Listo?

-Por cierto, si alguien puede cargar con uno o varios guardias en nuestra huida... o al menos con su equipamiento... sería útil. Necesitaremos oro una vez estemos fuera.

Me apresuro a tomar mi Arco Largo y pongo mi el Carcaj de Flechas en mi Espalda, Me equipo la mochila y envaino espada larga y corta cada una a un costado de el cinto... Abro la jaula donde tienen a "Flash" y le hago una indicación para que espere.

Rápidamente apoyo mi espalda contra el muro mientras apoyo una rodilla en el piso y apunto mi Arco hacia la puerta...

-Yo los cubro! Salgamos de aquí antes de que esto se infeste de Guardias.

Llegamos a la sala que nos ha indicado el caballero misterioso y, efectivamente, allí se encuentran nuestras pertenencias. Me pongo mi túnica por encima del hombre derecho y me vuelvo a atar el cinturón, dónde tengo una pequeña bolsa con equipo básico, para que no se mueva. Rebusco entre los objetos que aún se encuentran en la mesa y en otro rincón encuentro mi preciado collar, el único recuerdo de mi difunta madre. -Pagarán por haberme separado de ti... -susurro mientras me lo pongo por la cabeza.

-Estoy listo Nimos. ¡Vamos a patear traseros! -le respondo a mi compañero mientras me coloco en posición de lucha pegado a la pared para poder atacar al primero que pase el umbral de la puerta.

Tal y como llego a la sala tomo mi vieja mochila con todo su contenido intacto. Me coloco el cuero y recojo mi carcaj, mi arco y el resto de mis armas: el carcaj me lo cuelgo en la espalda, con el arco dentro; la espada me la ato en el muslo con su cincha; y la daga, como siempre, dentro de mi bota. Todo el resto de compañeros de la celda hacen lo mismo y recogen todas sus cosas. Pero empieza el peligro: guardias. Los insultos con los que nos deleitan así lo confirman. Por lo que escuchamos, en breves llegarán hasta donde nos encontramos.

El tipo duro del hacha ya se coloca delante de la puerta de la sala. El otro tipo, se coloca junto a él. El mago, detrás del tipo duro. El otro elfo, está unos pasos más atrás con su arco listo.

Viendo que la puerta está más que cubierta, me coloco en la zona más oscura de la sala, preparada con el arco. No estoy demasiado lejos ni demasiado cerca y como son humanos seguro que tardan en percatarse de dónde le llueven las flechas...

El ansia del combate hace que me tiemblen las manos. Los conocidos temblores del guerrero. Ni que yo lo fuera acaso... pero supongo que la adrenalina es algo incontrolable, seas quien seas.

Mientras se posicionaban en formas de que serian estrategicas para atacar a sus enemigos, la puerta se abre y entra una persona la cual al mirarlos se queda en blanco, no lo podia creer, aunque sabe que su vida acabara, logran ver unas señas que hace con su mano y sonrie.

- No saldran con vida... Malditos.

Por fin se abre la puerta y aparece uno de los guardias. Suelta su palabrería antes de morir mientras yo le apunto con mi arco, buscando qué punto más al descubierto tiene. Punto localizado. Termino de tensar la cuerda y suelto la flecha, que sale disparada hacia su mortal destino.

Aguanto el hacha en alto durante lo que parece una eternidad. Finalmente, la puerta se abre y, acto seguido, empiezo a bajar los brazos, haciendo descender el hacha verticalmente hacia la cabeza de quien se asome.