Partida Rol por web

Comida gratis. Qué alegría. Finalmente alguien comenzaba a reconocerlos como los verdaderos héroes que estaban por ser.
O por lo menos les tenía suficiente simpatía como para pagarles un almuerzo.

La ceja de Raff se arqueó con curiosidad al escuchar la broma de Élise. La risa no le sonaba para nada sincera, pero saber si el chiste simplemente le resultaba incómodo o si escondía algo de verdad era algo que no le preocupaba ahora.

—Eso si hay que admitirlo. Mover un grupo de 12 personas para asaltar solo a 2 es señal de que les sobra la mano de obra— comentó respecto de los gremios—... O les falta trabajo.

—Me suena bien entonces. Después de comer iremos con Eritai, y luego a revisar libros— dijo frotandose con entusiasmo las manos al ver su plato de comida acercarse. Hacía años que el pícaro no pasaba verdadera hambre, pero las costumbres de la infancia tienden a perdura.—Mufisimaf Grafias— añadió alcanzando la jarra de cerveza con premura porque claramente se estaba atragantando. Remató la frase dandose un golpe en el pecho para reacomodar lo que estaba fuera de lugar y sonrió con gusto.

La moza no tardó en aparecer con una bandeja a rebosar de bebidas y comida: quesos, pan, medio jabalí asado, fruta variada, jaras de vino, cerveza y agua. Todo tenía una pinta excelente.

Edwina no tardó en soltar un bufido mientras miraba fijamente a Jallarzi pero ésta la ignoró. Raf no tardó en abalanzarse sobre dichos manjares, lo que aún indignó más a la pseudodragona.

Todos repusisteis fuerzas en un ambiente distendido, Connery y Jallarzi parecían dos magníficos anfitriones con un gran sentido del humor y en general pasasteis un buen rato de asueto. 

Una vez concluido el almuerzo, os despedisteis de los magos. Connery os despidió muy amigablemente y recordó que os inscribiría en la Casa del Gremio. Jallarzi, por su parte, os pidió que saludarais a Eritai por parte del Gremio y de ella personalmente ya que eran viejas conocidas.

Ya estabais listos para volver al templo de San Cuthbert.

Las palabras de Eritai te hicieron recordar varias cosas que habías aprendido sobre el Gremio de los Ladrones en Greyhawk:

- El Gremio está metido en todos los asuntos de la Cuidad Libre y tienen agentes repartidos por el seno del resto de Gremios y también todos los grupos poderosos. Parece que no hay nada que pase inadvertido para ellos en Greyhawk.

- Su poder y reputación son bien conocidos a lo largo de toda Flaenia. En realidad, hoy en día sólo es una sombra de lo que un día fue, aunque sin duda es un grupo poderoso a tener muy en cuenta.

- Aunque el latrocinio es una parte importante del Gremio, no es tan común como cabría imaginar. Suelen extorsionar a los extranjeros, dejando a los locales tranquilos. Incluso tienen límites establecidos para ello y tienen establecido que no pueden robar a ningún miembro de la Casa del Gremio.

- Una gran proporción de los miembros del Gremio de los Ladrones está compuesta por aprendices, que van siendo trasladados a los diferentes barrios según mejoran sus habilidades. En cada barrio hay designado un Maestro Ladrón para coordinar las actividades del Gremio.

Había realmente disfrutado los exquisitos manjares, un festín al que pocas veces estaba acostumbrad. Además, sus anfitriones habían demostrado no solo ser inteligentes y generosos, sino también divertidos y resueltos; se notaba que estaban acostumbrados a reuniones como aquella, aunque seguramente con gente de una clase social más alta que ellos. Nada de eso, sin embargo, pareció importarles, una humildad que los ensalzaba a ojos de ella. No quedó más remedio que despedirse, agradeciendo de nuevo la agradable comida, y prometiendo que volverían a verse. También que saludarían a Eritari de su parte, por supuesto. Y allí es a dónde se dirigían en primer lugar. Si con una parada por medio o no, era algo que ya dirían por el camino, pues por su parte no recordaba haber pasado por los mercados demasiado mientras reunía información. No es que los hubiera evitado deliberadamente, pero simplemente no era su habita natura y además ya tenía todo lo que necesitaba. La decisión, sería de los demás, aunque lo mejor era meterles un poco de prisa, o por experiencia corrían el riesgo de rezagarse.

—¿Vamos? —dijo en un tono agradable, sonriendo.

Espero a que alguno abriera la marcha —Hodrum, por ejemplo, que era quien necesitaba hacer compras; o Raff, que parecía haberse adaptado bien a la ciudad y podía guiarles hacia uno de los sitios mencionados por Jallarzi sin desviarse demasiado—, y se encaminó tras éste.

Algo desalentados por lo difuso de las pistas sobre Mizaab, os dirigisteis al punto de partida. Eso sí, la compañía de Connery y Jallarzi había sido muy agradable y vuestro estómago estaba ocupado y feliz.

Al llegar al Templo de San Cuthbert, parecía que todos os estaban esperando. Varios acólitos sonrieron ante la aparición de Sir Talasek y os condujeron con presteza a la sala de conferencias que ya conocíais. 

Allí os esperaba Eritai que, con una cierta mueca de satisfacción, os entregó lo que parecía ser un antiguo mapa enrollado con una larga vitela.

El Maestro de la Bóveda y sus ayudantes han estado peinando las bóvedas durante todo el día, y los bibliotecarios han buscado en todos los volúmenes de la biblioteca. Finalmente, se ha descubierto un estuche plano, albergando el mapa que os entrego. Estoy segura de que es el mapa de la guarida del Halcón. Podéis quedároslo para vuestro viaje. He hecho que uno de los escribas dibuje una copia detallada y precisa para que tengamos el registro de vuestra misión.

Los ojos de Talasek se iluminaron de agradecimiento y su lengua se vio algo trabada a la hora de contestar.

Her... Hermana Eritai..., no sabes lo que esto significa para mí - dice mirando al resto del grupo-, para nosotros. No sé cómo podríamos agradecerte este gesto.

Raff miró el mapa por sobre el hombro de Talasek. No quiso interrumpir la escena emotiva, pero necesitaba hacer algunas preguntas.

—Estoy seguro que desterrar lo que sea que allí esté escondido es un buen comienzo. Yo también quisiera agradecer el trabajo que han hecho. Muchísimas gracias, en serio, pero tengo algunas dudas que es mejor resolver ahora.— dijo el pícaro con el mayor tacto posible, esbozando una sonrisa amable.— ¿El mapa traía algunas otras notas? ¿Tenemos idea de cuanta distancia hay hasta ese lugar? No hay una escala incluida... y me preocupa todavía eso de "pensar como aves cuando debíamos pensar como serpientes" ¿Alguna nota respecto de eso? ¿O por el momento solo podemos suponer que es por lo sinuoso del camino?

El pícaro tampoco lo comentó, pero ahora que el camino era mínimamente claro, se sentía un poco intimidado. No le gustaban las montañas, y parecía que iban a tener que caminar varios días, y quizás meses, a través de unas cuantas. Y todo para llegar a donde una bruja, o monstruo, o algo a mitad de camino entre las dos, decidía pegarse una siesta para recuperar fuerzas. Todavía faltaba revisar la biblioteca, pero por el momento sentía que le faltaba mucha información, y temía que cuanto más supiera, más dudas tendría.

Eritai no estaba acostumbrada a la falta de modales y protocolo de Raff. Sin embargo, trató de ser amable en sus respuestas.

Os he entregado el mapa tal cuál, y su transcripción ha sido totalmente fidedigna. Esto es todo lo que tenemos, nada más y nada menos. 

La sacerdotisa reflexionó. El pícaro no era natural de esta zona y por eso tampoco tenía por qué conocer las distancias entre los territorios del Domino de Greyhawk.

Según parece y teniendo en cuenta el terreno, el viaje a pie os debería llevar al menos tres días siempre que el tiempo de marcha diario sea de unas diez horas. Esto sin tener en cuenta que podréis encontraros con algunas criaturas y otros impedimentos que moran en las Colinas de los Túmulos. Su terreno es rocoso y dudo que exista un camino marcado para llegar hasta el punto que marca el mapa. Si decidieseis ir a caballo tampoco acortaríais demasiado el tiempo de viaje y probablemente tendríais que abandonar a los animales una vez alcanzado vuestro destino, pero es decisión vuestra.

Eritai quedó pensativa, al parecer no podía aportar mucho más en las subsiguientes preguntas de Raff.

Al respecto de lo que hablas, querido Raff, siento no poder ser de más ayuda.

Lo que allí aguardaba era mucho más de lo que había esperado. Muchísimo. Aunque no habían logrado encontrar a Mizaab, cuyos conocimientos y experiencia enfrentándose al culto seguramente habrían sido inestimables, ya sabían dónde se ocultaba el Halcón. Tres días de camino y podrían poner fin a todo aquello.

—Lo que habéis hecho, vuestra ayuda, es inestimable. Muchas gracias mi señora, estamos enormemente agradecidos por todo. Si sobrevivimos a este mal, sabed que podréis contar conmigo siempre que lo necesitéis.

Una vez más, volvió su completa atención al pergamino. Tanto esa así que, mientras observaba el mapa con detenimiento, apenas reparó en los comentarios de Raff, aunque si en las respuestas de Eritai; esa mujer tenía más paciencia de la que ella misma sería capaz de imaginar sobre sí misma. Y cada vez que hablaba, arrojaba un poco más de luz a su futuro. Dudaba de que hubieran podido avanzar jamás en la misión sin ella, así que tenía muy en cuenta sus opiniones y consejos.

—Si cree que los caballos no nos servirán de mucho, lo mejor será no arriesgar las vidas de esos animales. Además, es cierto, no creo que las monturas no sean de gran ayuda si debemos pasar por zonas rocosas y puede que sin camino. —Asintió, pensativa, haciendo planes en su cabeza.

Tenían duras jornadas de viaje por delante, por lugares desconocidos y seguramente llenos de peligros. Debían pertrecharse, descansar y poner rumbo a la guarida cuanto antes.

—Deberíamos usar el resto de la tarde para prepararnos, y partir por la mañana, con las primeras luces del alba. —Y esa vez no debían arriesgarse, no debían permitir contratiempos—. Será mejor no hablar con nadie sobre nuestra excursión, y tal vez sea mucho pedir, pero si pudiéramos dormir aquí ésta noche...

Todo lo dicho, lo hizo con voz humilde, respetuosa hacia Eritai. Al acabar, simplemente quedó expectante.

Barakanar llevaba absorto en sus pensamientos practicamente todo el dia, pero no sacaba nada en claro. El descubrimiento del mapa parecio sacarlo de su letargo.

- Estupendo, ya sabemos donde esta la guarida del Halcon, murmuró mientras cerraba el puño de su mano y lo volvia a abrir.

Del laboratorio de Mizraab nos olvidamos ? preguntó a sus compañeros, Esta bien poder localizar el cubil de la serpiente, pero necesitaremos el hechizo para poder desterrarla, cosa que de momento desconocemos

Talasek, comedido como siembre, tomó la palabra no sin antes aclararse la garganta.

Elisé creo que San Cuthbert estaría muy orgulloso de contarte entre sus seguidores. Tu astucia y determinación son muy loables, las enseñanzas de tu orden te han convertido en una mujer honorable - el paladín se refería en especial a la toma de decisiones, que eran casi siempre las correctas -. Sin embargo, esto no es una hospedería, creo que tenéis buen trato con Gruenab del Pez Silbador y estoy seguro de que vuestro descanso allí será mucho más confortable. Yo mismo marcharé a mi casa a pesar de tener asegurada una alcoba en el Templo.

Talasek esbozó una sonrisa, le parecía bien ocupar el resto del día aprovisionándose para el viaje. Era algo que no necesitaba decirle a Elisé pues se conocían desde hace mucho tiempo y se entendían a la perfección sin muchas palabras. 

Después se dirigió a Barakanar, quién parecía haber estado algo ajeno a toda la conversación:

Si supiésemos algo sobre la localización de ese lugar o simplemente si en realidad aún existe, no dudaríamos en fijar nuestro rumbo hacia la guarida de Mizaab. Pero la realidad es que esto es lo que tenemos, no es gran cosa y sí lo es al mismo tiempo. Parece que ya no podemos tener más ayuda del enigmático mago... pero quizá sea suficiente.

Talasek dio un repaso a todo el grupo, incluyendo familiares y volvió a hacer una mueca de satisfacción.

Creo que si encontramos al Halcón, podremos derrotarlo con nuestros propios medios.

Suspiró contrita, agachando la cabeza. No había sido su intención faltar al respeto al Templo insinuando algo semejante, pero en cuanto Sir Talasek lo dijo, se dio cuenta de que tal vez había pedido algo que no debía; lo entendía, en su orden las restricciones a quienes podían o no acceder a los lugares sagrados eran más duras aún. No era falta de hospitalidad, ni siquiera tenía algo que ver la confianza, sino simplemente un celo necesario para mantener a salvo secretos y fuerzas que no debían caer en malas manos. Permitirlo una vez, sentaría un precedente peligroso.

Empero, aunque lo entendía, no tenía porque gustarla. No había pasado nada en los últimos días, ningún ataque inesperado en la oscuridad, ni emboscadas en callejones durante una noche sin luna. Si era suerte, o si los acólitos simplemente se habían escondido, era algo que no tenía forma de saber, pero habría sido una necedad pensar que estaban a salvo. Si ahora que tenían una pista fiable sufrían algún percance... Puede que no tuvieran otra oportunidad.

—Está bien. —No podía dar más vueltas al asunto. Los siguientes pasos estaban decididos, retrasarlo más no serviría de nada—. No quiero ser irrespetuosa —se disculpó—, pero creo que deberíamos ponernos en marcha ya. Aprovechemos las horas de luz para ir al mercado y luego descansemos. Mañana deberíamos encontrarnos en las puertas de la ciudad.

—Está bien, pero sugiero movernos por el Mercado Alto, salvo que sea realmente impagable. Necesitamos conservar fuerzas, y el gremio de ladrones de Greyhawk suele preferir asaltar extranjeros antes que a locales.

Desde que habían llegado Hodrum se había quedado callado, estaba pensativo y algo ausente. A veces le pasaba sin darse cuenta y era algo que no podía evitar, pero no fue el mapa lo que le lo volvió a la realidad. Por más que los mirase le costaba guiarse con ellos, aunque por suerte no solía necesitarlos.

Tras una pequeña "reprimenda" de Sir Talasek a Élise, ella hizo una propuesta con la que estaba totalmente de acuerdo. - Es cierto que deberémos prepararnos y coger todo lo que podamos necesitar en nuestro camino. -

Miro a Eritai un momento he intentó no parecer grosero ni exigente. - Necesitaremos conseguir materiales y equipo para afrontar los peligros del camino, pero por lo que nos han dicho, el Mercado Alto dispone de precios demasiado elevados. - Estuvo pensado en como realizar la pregunta pero al final lo hizo como le vino a la mente. - Sin intención de ofender ¿usted tendrá algún contacto que nos pueda conseguir lo que necesitemos por un precio razonable?. -

Eritai esbozó una sonrisa, a pesar de su relativamente corta edad, había vivido mucho y no era tan fácil ofenderla.

Me temo que vuestra mejor opción es el Mercado Bajo, Hodrum - dijo sin pensar demasiado -. No os ofendáis, pero he de suponer que los artículos que buscáis ni si quiera estarán disponibles en el Mercado Alto.

Tras reflexionar un poco, Eritai sí que proporcionó algo de ayuda.

En cualquier caso, si necesitáis pociones o cualquier otro material curativo, nuestros miembros os proporcionarán lo que necesitéis por el coste de los materiales*.

Raff asintió con la cabeza. Tenía sentido que en los barrios de nariz respingada nadie tuviera necesidad de comprar artículos de aventurero. La gente de dinero prefiere pasarse el tiempo con el culo apoltronado en sillones más caros que el año de vida del ciudadano promedio. Quizás los materiales del mago puedan estar ahí, pero nada más.

—Los necesitaremos, tengo la impresión de que muchas cosas van a intentar matarnos en los siguientes días. Muchas gracias por el ofrecimiento— dijo el pícaro mientras empezaba a hacer mentalmente un inventario de todo lo que necesitaría para el viaje.

No tenía muchas intenciones de retrasarse, era mejor pasearse por la ciudad mientras hubiera sol. Hoy saldrían de compras, mañana saldrían de viaje.
Realmente eran muchas cosas, era toda una fortuna contar con su maravilloso morral mágico.

—De nuevo, agradeceros vuestra ayuda es poco, mi señora. —Tan cierto como que amanecía cada mañana. Eritai había ayudado en aquella empresa más de lo que cualquier otro hubiera hecho, y aún así sus ofrecimientos seguían allanando el camino de manera sorprendente—. ¿Debemos pediros a vos las cosas o hablamos con alguien del Templo? Creo que, dado nuestro último enfrentamiento con el culto, tenemos una idea aproximada de lo que necesitamos.

Hodrum afirmó ante las palabras de Élise. - Como dice nuestra compañera os agradecemos vuestra ayuda una vez más. -  Seguramente les pareciese una tontería lo que iba a pedir pero a él le parecía una buena idea. - Pero antes de que nos vayamos ¿podría conseguirnos una bolsa para monedas con botones metálicos para cada uno de nosotros? - La petición sin una explicación parecía absurda así que prefirió dar una explicación para que no lo mirasen como a un loco. - Seguramente acabemos yendo al mercado bajo y si nos intentan robar las bolsas pueden servir de cebo ya que dudo mucho que se pongan a revisar el botín nada más cogerlo. - No sabía si a sus compañeros le parecería una buena idea pero no perderían nada por intentarlo. - Le pagaremos por las bolsas y los botones, por supuesto. -

Después del aviso de Jallarzi, Hodrum se había quedado con la mosca detrás de la oreja y cualquier prevención le parecía poca. Si las llevaban a la vista cuando entrasen al mercado y se las guardaban en un sitio "seguro" darían a entender que lo que estaban guardando era de valor y no intentarían buscar en otro lugar. Al menos eso es lo que Hodrum pensaba.

Eritai asiente con usa sonrisa a Raff y después responde a Élise.

Uno de nuestros acólitos se encargará de las transacciones - afirma haciendo un ademán con el brazo hacia la entrada de la sala -. Sois la apuesta de San Cuthbert para arrojar algo de luz sobre este caso, todos los miembros de nuestra orden estarán agradecidos de atender vuestras peticiones.

Tras oír a Hodrum, Eritai no puede evitar una tímida risita ante su petición -. Me temo querido Hodrum, que no disponemos de esa clase de artículos en el Templo. Sé de buena tinta que el Mercado Bajo no es un lugar seguro para... ehm... los bolsillos. Espero que vuestra visita al mismo no sea tan traumática como creéis.

Dicho esto, Eritai se levanta seguida de Sir Talasek que tras una ligera reverencia abandona la sala tras ella.