Alton se paseaba mirando las armas que había en la tienda con ojo profesional, como si estuviera pasando revista a las armas de un batallón.
Estuvo tentado de preguntar el precio de una de las espadas, después de lo de anoche más valía que les ofrecieran un buen descuento, pero tuvo un momento emocional al recordar el momento en que le había quitado la espada al no-muerto.
¡Lo que molaba tener una espada con esa historia!
En cuanto salieran de la tienda, revisaría la espada a conciencia y, si la oxidación solo era exterior y residual, la llevaría consigo. Además, si algún enemigo escapaba o acababa con él, al menos podría terminar infectándole la herida por el oxido.
Ale, mi fluff para no cambiar el arma ;D
Cita:
Mi puerta siempre esta abierta - responde con un ligero rubor.
Tomo nota. Confío en que nuestros pasos se volverán a cruzar.