Partida Rol por web

Cuando recobra el aliento y la calma, Trul resopla y, apoyado en su espada, parece entender la situación.

- Joder, ha faltado poco. Eso iba poniéndose muy oscuro para mi gusto. No sé porqué bañáis yunque con sangre ni porqué hacemos caso a espectro, pero ahora parece todo más tranquilo. Salgamos de aquí. Cuevas me gustan, pero no esta.

De vuelta en la ciudad todo es incómodo y nuevo para Trul. La gente no lo recibe a pedradas, los niños corren a su alrededor en lugar de en dirección contraria. La verdad es que Trul está bastante incómodo... Más tarde le confesaría a Calethos

- Pues no va una lugareña y me quiere bañar. ¡Bañar! ¿Y si después huelo como Kulenov? Además no hacía más que preguntar sobre mi final feliz. Ni sé veces que repetí final de Dragón contra suelo después de recibir bola de fuego. ¿Hay final más feliz? No sé qué querría escuchar.

Está claro que la vida de comodidades del heroe no va con Trul y poco después descubrís que ha desaparecido. Nadie lo ve en días, y realmente, a nadie parece importarle. 

—¡Y ahora que hemos liberado este lugar del malvado Dragón, debemos convertirlo en una Mina de Enano de la forma apropiada!

Claro que no le dijo al druida ni al alcalde que para empezar a minar, usarían mercurio y otros materiales contaminantes y las tierras se resentirían pero... ¿Donde irían sin el progreso? ¡Los enanos resurgirían! Seguro que podía encontrar mineros voluntarios y así bajar la tasa de paro del pueblo. Estaba seguro que currarían por las condiciones estándar del contrato enanil. Prácticas durante cinco años, paga retenida y prohibición de sindicatos. Todo perfecto. ¡Como enanos! 

Le alegró no haber tenido que matar a Trul, no podía atacar a un camarada de armas, pero se estaba convirtiendo en un Trasgo vecino y esos eran perfectamente asesinables. Su desaparición le alegró. Y eso que no tuvo nada que ver. 

El cuerpo le seguía doliendo pero Zeljko estaba bastante subidito, la bola de fuego que él había lanzado era el instrumento que terminó con el dragón en su tumba, o mejor dicho, en aquella tumba de roca y piedras que era la mina...

¿Y ahora qué? Si sabía jugar sus bazas seguro que encandilaba a alguna buena moza en Phandalin, a más de una si se lo proponía... Aunque eso seguro que terminaría como siempre, teniendo que escapar de noche del pueblo porque algún padre, esposo o novio celoso no entendía que las mujeres le pudieran preferir a él...

En fin, en cualquier caso, tenía bastante claro por dónde empezar y Linene ya había mostrado algo de interés la última vez que hablaron así que...

Con la ayuda de Daran Edermath, Alton encontró una vieja granja abandonada que compró a un precio ridículo, gracias al consejo que siempre usaba su tío Pab Loes'Kobar: oro o acero.

Y, claro, negociar con un mediano cargado de armas y con gesto de psicópata, solía hacer que la gente no quisiera forzar su suerte respecto al precio a conseguir.

Pero en vez de arar el campo, decidió dedicar los terrenos como una escuela de entrenamiento para guerreros, los cuales solía enviar a hacer prácticas a la mina de Gurneg, el cual le dejaba una bonita comisión.

Hasta el alcalde del pueblo se le acerco con una propuesta en la que le encargaba la protección del pueblo a cambio de una bonita mordida...

Al final la justicia siempre relucía y Calethos habría cumplido la primera parte de su destino. Ahora le quedaba la segunda. El alcalde corrupto y vendido a las élites debería ser sustituido por alguien más apropiado, y quien más apropiado que uno de los vencedores del Dragon. El futuro de Palanthir sería brillante una vez él estuviera al cargo. Sin dudarlo.

Mientras tanto había que vigilar al enano, nunca te fíes de las minas, dan problemas. Suelen aparecer bichos raros dentro.