Partida Rol por web

-¿Tan pronto queréis separar el grupo? Si es por las heridas de Sareval no te preocupes, Sarenrae proveerá, pero si queremos alcanzar a esos bandidos antes de que sea demasiado tarde tendríamos que salir ya mismo.

- ¡En marcha, pues! - Golgandur se dirigió al establo para recoger a su pony y se preparó para partir.

Si no os importa, por el camino me gustaría buscar los restos de mi caballo, tenía varios materiales en el mismo y me apenaría perderlos. Esta de camino al campamento y yo también creo que lo mejor es que vayamos todos juntos. Además tengo que aprivisionarme antes de continuar, no se sabe cuando conseguiremos comida y agua otra vez.

Oleg y Svetlana se atreven finalmente a somar de su vivienda. Al ver el cuerpo de Kressle tendido en el suelo no pueden evitar mostrar una vergonzante satisfacción ante la muerte de la sádica mujer. Oleg intenta que su mujer no le escuche preguntar por el anillo de boda que supuestamente debería estar en posesión de la difunta bandida.

Gottfried terminó de invocar a Sarenrae para curar las heridas de Sareval con varias salvas de energía curativa, antes de acercarse a Oleg y comentarle en voz baja- Parece que la bandida no portaba entre sus ropajes el anillo que buscabais. Nosotros vamos a perseguri a los supervivientes de su banda antes de que puedan alertar a otros bandidos, pero si queréis podéis registrar los cuerpos de estos dos malhechores por si escondieran el anillo en un doblez o un bolsillo escondido.

Volviéndose hacia sus compañeros, le animó a ponerse en marcha- Rápido, antes de que nos saquen más ventaja, salgamos en su persecución.

-Bueno si tantas ganas teneis de perseguirlos alla vamos, aunque no creo que sea la mejor idea el perseguirlos por la noche- decía Sandael mientras cogía un caballo. -Oleg te traeré el caballo de vuelta, no tardaremos.

Sandael no tuvo problemas para encontrar el rastro de los bandidos, que habían huído en desbandada y al galope en dirección sur. La luz de la luna le permitía ver con claridad garacias a la enorme sensibilidad de sus sentidos élficos. Estaba claro hacia dónde se dirigían pero les llevaban una ventaja bastante considerable y tendrían que azuzar bastante a los caballos si esperaban dar caza a los maleantes.

Era evidente que la rapidez no era el punto fuerte del enano; el pony que montaba soportaba una tremenda carga, debido a su voluminosa armadura y los miles de cachivaches que portaba.
- ¡Adelantaos, no me esperéis! - gritó al subir al pequeño animal - Yo seguiré vuestros rastros y nos reuniremos más adelante... jodido animal - masculló.

Adentrándose en la noche tras sus compañeros, Gottfried cabalgaba con cuidado extremo, procurando que su caballo no se enredara con alguna raíz, atento a todos los accidentes del terreno. Desafortunadamente para él, los accidentes del terreno podrían haber sido terribles, pero las ramas bajas son un enemigo aún más formidable para el jinete inexperto, y fue una de estas la que tiró al clérigo de su silla para acabar en el suelo, con un sonoro golpetazo.

El rastro era fresco, pero las dotes de Gottfried como jinete no ayudaban a que el grupo consiguiera dar caza a los bandidos. Incluso Gongaldur tuvo que reducir el ritmo de su pony para poder avanzar a la misma altura que el resto del grupo. Al cabo de unas horas de desesperante persecución en la oscuridad Sandael cocnluyó que los bandoleros ya debían haberse alejado tanto que iba a ser imposible alcanzarles. El cansancio empezaba a hacer mella en los jinetes y los caballos. Quizá fuera momento de regresar y descansar.

-Muchachos, el rastro es este, pero no creo que les alcanceis. Si quereis seguir os esperaré en el puesto de Oleg, cuando regreseis empezaríamos la misión.- Sandael se gira y da media vuelta con el gesto torcido.

Abrumado por las circunstancias y dolorido en el trasero y en el orgullo por la infame cabalgata, Gottfried no pudo estar más de acuerdo-. Cierto, no parece que hoy vayamos a conseguir nada más, regresemos y mañana tendremos tiempo de acudir a su antiguo campamento y, quizá, de buscar tu antiguo caballo, Sandael.

- Maldita sea, nuestra negra suerte... más nos vale tener mil ojos a partir de ahora porque los refuerzos de esos hijos de puta van a ser mucho peores que diez como Kressle... - la mirada de Puñal brillaba de ira por no haber terminado con el trabajo. Quizás la matanza a sangre fría de los bandidos había despertado la sed de sangre del Ladrón, oculta desde hace días.