Partida Rol por web

- BBBBBBZZZZZTTTTTTTBBBBBBBBBBZZZZZZZZZTTTTTBBBBBBBRRRRRGGHHHHHHHHHHZZZZZTTTTTTTTTTT. No le ocurre nada a su televisor. No intente ajustar la imagen. Ahora somos nosotros quienes controlamos la transmisión. Controlamos la hor...- La estática vuelve, para dejar paso a la conocida voz del presentador.- ¡Vaya, eso ha sido raro! Inclemencias climatológicas han interferido en la señal. ¡Lamentamos los problemas y retrasos que esto haya causado! ¡Ahora volvamos con la carrera!

La cámara muestra a los competidores dejando atrás el tornado. El tramo que se suponía tenían que haber hecho ha quedado atrás, siendo los participantes arrastrados por el viento huracanado a una posición muy al norte... Dakota del Sur. ¿Irónico, cierto? Lamentablemente para ellos, no han salido indemnes del encontronazo con la naturaleza. La perrita en triciclo abandona la carrera en los restos de la última casa medio derruida, al parecer en brazos de una niña desesperada, rumbo a algún mítico lugar con duendecillos, brujas, leones y espantapájaros. O tal vez solo a estrellarse en unos 5 kilómetros. Quien sabe. Por otro lado, el vehículo de Chuck Bravo es atravesado de parte a parte por el tronco de uno de los árboles presentes en el huracán. El destino del conductor es incierto, pero lo más probable es que no necesitara demasiado nada por debajo de la cintura para vivir. Aunque su seguro de salud (privado, claro está), tendrá que aportarle una silla de ruedas. Por último la estatua de cera de Fernando Alonso abandona el circuito al caer del coche que ¿conducía? y quedarse en una barca con las dos vacas restantes del tornado. Su situación no parece haber cambiado mucho, pero al no admitirse vehículos marítimos en la competición, queda descalificado. 

Si bien no ha acabado con ellos, el viento ha hecho mella en las lunas de Rayo y en los encantos de Zoraida, entendiendo por estos a sus ubres de descocada. A su vez, el Papel de Azucar se ve retrasado por el hecho de que el viento le ha arrastrado más de lo debido, si bien no lo ha llegado a sacar de la atmósfera.

La ubicación de los corredores puede haber variado, pero la carrera continúa, y es menester que abandonen Dakota del Sur para ir a un lugar más al este. En su camino sin embargo se encuentran las montañas rocosas. Y en ellas, el Monte Rushmore.

El monumento nacional se alza en medio del recorrido, impidiéndoles el paso. Junto a otras tantas montañas, claro. Y piedras afiladas. Y lo que parecen ser canteras de piedra, con algunos mineros cargados con dinamita. Esa dinamita podría ser útil para pasar, pero los mineros no parecen dispuestos a donarla a la ligera. La situación es, cuanto menos, explosiva. 

- Apasionante – comenta Alain tras la magggggnífica introducción a la siguiente etapa del circuito – un gran dominio del verbo y la intensidad dramática.

- No te la has leído siquiera, ¿verdad? - pregunta retóricamente un Greguar escayolado hasta los meñiques.

- Por favor – Prost mueve la mano como quitándole importancia al detalle, o quizás pidiendo un cubata y una mamada – este post estaba escrito antes incluso de que se crease la nueva etapa.

Mecánicamente, saca su movil, dispuesto a usarlo para...

- Yo creo que al final los críticos se van a cansar de que en cada escena uses el móvil para llamar a un cipote de la F1 y te resuelva el tramo – interrumpe a coste de un maná azul el infatigable Greguar, dando inclusive toquecitos con su índice en el aparato.

- Y yo pienso que me pueden comer el miembro de un extremo a otro, en estéreo y si bemol, como de hecho se puede ver en la crítica ya publicada. Joder, Greguar, ¿que has hecho?

Plano de detalle a la pantalla del móvil. El dedaco escayolado de Greguar ha marcado letras a ojo, y pulsado el botón de llamada.

- ¿Eso es un nombre? - espeta intrigado el mecánico recubierto de yeso.

En ese instante, aparece por ahí Taki Inoue, antes incluso de que el bueno de Prost pueda cortar la llamada y quemar el teléfono.

- Toyota kawashaki sushi, kendo karate kiosko yamato!
- Como odio a los putos japoneses.
- Es normal, hasta la propia naturaleza les lanza maremotos y radiación a ver si desaparecen.
- Un cáncer, ellos y su intrusión cultural.
- Ya te digo, corrompen a la juventud.
- ¿Y el machismo que promueven? - dice Prost dejando el cubata sobre la cabeza de la felatriz que le limpia los bajos – siempre vestidos de sirvienta o de colegiala. Que manera de denigrar a la mujer.
- Kikiriki supendo akihito morito yasito.
- ¿Ahora que dice?
- Yo que sé.
- ¿Por qué lo tenías en la agenda? ¿Que sabe hacer el pichacorta este?
- ¿Éste? Nada de utilidad. Sólo es famoso por una cosa.

En ese instante, y prececido por un folklóriko "YEEEEEHAAAAAAH", Taki Inoue es arrollado por el vehículo de Lester Montgomery.

Plaf.

- Es el único ser humano que alguna vez ha sido atropellado por un safety car.
- Oh. Bueno, que antes de que resuelvas la etapa, dice tu patrocinador que quiere meter publicidad, así por la puta cara.
- Por mi como si se mea en el Pit Stop.
- Dabuti.

Entra en escena un tipo orondo y barbudo, con gorra de director y una camiseta que reza "Motel Gore en Mesa: Parió la abuela".

- Una gran carrera la tuya, Alain, como se nota que te guionizo yo.
- Me están sorbiendo el sable, disculpa si no te hago el menor caso.
- Claro que si, Throm, claro que si. Tu sigue con lo que sea que vamos mientras metiendo la publi. ¡Venga, soltadla!

Aunque parezca increíble, una centaura aparece con un cartel de publicidad. Espera, no.

No, no. No es una centaura.

Es una vieja que va tan encorvada y las tetas le arrastran taaaaaaanto por el suelo que parece cuadrúpeda. Pero casi daba el pego, oye. En el cartel pone algo sobre una quedada, y con una voz melodiosa cual rebuzno de asno asmático, proclama a los cuatro vientos (que huyen despavoridos):

- VENÍ A LA DÉCIMA KDD BOLUDO, DEJÁ DE MASTURBARSE COMO LA PUTA LA MARY SUE DE LA SETA, LA CONCHA LA LORA, Y PAGÁ DE UNA REPUTÍSIMA VEZ

- Un prodigio del marketing – comenta un felicísimo y al borde del nirvana Alain.

- GORDO DE LAS REMIL PUTAS, DEJÁ DE PONERME TANTO ASENTO

- El texto es mío, como el de Taki – dice el patrocinador, muy orgulloso de su trabajo – Se me dan cojonudamente los idiomas.

- MARADONA CORRALITO CHORIPÁN... CONCHETURMANA ESO NI TUVO SENTIDO PUTO SIFILÍTICO BORRACHO DEJÁ DE HACER EL MEMO Y TERMINÁ LA ESCENA DE UNA REPUTA VEZ

El patrocinador mira su reloj y suspira.

- Bien, creo que podemos dar por terminado el momento publicitario, pero vamos a darle un toque auténtico al asunto.
- Oooohh joooodeeeeer... - suspira Prost.

Entonces la vieja berreante se pira y aparece Alberto Colombo.

- Perfecto, con un piloto afro todo queda mucho mejor. Alain, sigue con lo de correr.
- Me niego a hacer el chiste de correr aprovechando lo que tengo ahora mismo entre las piernas. Muy poco sutil, incluso para el nivel mantenido hasta ahora.
- Pues te recuerdo que tienes que joder al paleto sureño, y por ahora sólo le has hecho el +1 de un japonés subnormal que se ha estampado contra su parabrisas.
- Cierto, la idea de dejar todo esto preparado antes de que empezase la nueva etapa era ser tan cipote de atacar por la cara al paleto sin siquiera saber que saldrá en el dado.

Prost salta a su monoplaza, y se lanza raudo en persecución de Lester Montgomery. Obviamente, viendo las críticas (más bien viendo como le lamen el escroto en ellas), es el pilóto más peligroso de la carrera, ergo hacerle daño no sólo es aconsejable, sino deseable y un servicio a la coherencia dramática, porque es bastante cerdaco hacerlo tan premeditado y alevoso.

Además eso hará que el pobre desgraciado, sabiéndose favorito, no tenga más remedio que estar cada semana atento al posteo de Darkhar para evitar que otro mongol le ataque por la puta cara y le joda el primer puesto por la via criminal; todo lo que sea putear a un compañero agrada a Dios.

Claro que puede que al final en el dado salga una tirada de mierda que pueda superar como si nada. Pero ya habrá sentido en su nuca el soplo de la derrota. Como Ayrton Senna. Aunque Ayrton se comiese un muro de hormigón, que es algo que no tiene nada que ver con que a uno le soplen la nuca, salvo en la parte de estar jodido, bien jodido.

Pero siempre es divertido hablar groseramente de los muertos, cada vez que alguien hace un chiste así, un querubín mea de la alegría. Ácido. Ácido de la alegría.

El caso es que Prost se pone a la altura de Lester en este tramo que supongo que el master habrá definido de algún modo, y usa su objeto especial, es decir, ÉL MISMO (¡que original! ¡nadie había usado este recurso antes!¡uau!) a través de una fotografía que demuestra que Prost mola mucho, mucho, mucho, mucho más que Montgomery.

Porque es una foto de Prost en un jacuzzi.

Con dos titis en pelotas.

Una se llama Betti Jo.

La otra, Amaleen.

Y, como evidencia el estremecedor documento gráfico, ahora las dos tienen el lote completo de venéreas, gentileza de Alain Prost, mesías del Cipotismo y del "Follar con condón es de losers".

Eso, si estuviésemos en un universo en el que el daño psicológico se pudiese cuantificar... que coño, estamos en ese puto universo, ¡cuantifiquemos el trauma!; eso son 1 punto del japonés hecho papilla en su parabrisas, más 3 de Prost fardando de su felonía, más lo que salga en el dado, que ha resultado ser...

Sinco, pol culo te la hinco. Gross.

Wow, peaso ataque cockrocker a la cordura de la nenita de la crítica.

- No te preocupes, Lester, no era nada personal. Fue sexo duro, sin amor, nada más.

Nuevamente abandonado, Greguar, escayolado de pies a cabeza y a duras penas manteniendo el equilibrio, mira como se aleja su patrón con un par de lagrimones cayendo por sus mejillas.

- Cuanta belleza, hostia. Es el post más antideportivo de toda la historia del JDRDLSP. Aunque no es el escrito con menos sentido. Echo de menos a Huracano.

Tonse le cae una vaca en la cabesa así de guaper. LOL

El tornado vuela cual TARDIS (en espacio pero no en tiempo) hasta la siguiente etapa de la carrera del rodaje: Dakota Faning del Sur. En cuanto el ciclón pisa el estado, suelta a todos sus "ocupantes", lanzándolos despedidos por ahí (como si de un autobús en última para se tratase) y da media vuelta. Los tornados solo se quedan en Kansas, y salir de ese maldito estado de baldosas amarillas le costaría caro a un huracán de renombre, así que no se la juegan.

Lo que sí que le va a costar caro a la famosísima estrella de Disney Pixar Rayo McQueen es el estropicio que el tornado le ha hecho al sacarle del túnel doctorwhoviano: una raja enorme cruza su cristal delantero, justo donde tiene sus ojos de adorable cochecito infantil. Él, sin embargo, no se da cuenta.

—Ejem, ejem, ¡¡MAQUILLAJE!! ¡¡Tengo una mota en el ojo!! Creo que me ha cagado una de esas asquerosas ratas aéreas en mitad del entrecejo, venid a limpiarme esta guarrada. ¿¿HOLA?? ¡TE HABLO A TI, SÍ! —el coche grita encolerizado a una turista que anda cosplayeada de dios sabe qué coche. Al menos, no es japonesa—. Trae tus estúpidos pincelitos y déjame impoluto; algunos tenemos una reputación de fans que mantener, no como tú.

La chica se acerca entusiasmada a pesar de las duras palabras que el enfurecido vehículo rojo le ha dedicado.

—¡Vaya! ¡Pero si es mi ídolo Rayo McQueen, que conduce sin conductor! ¡¡¡OOOOHHHH!!!

—Sí, nena, muy bien, lo que tú digas, y ahora límpiame los ojos, ¿quieres? —dice Rayo con desdén.

—Pero señor McQueen… no tiene los ojos sucios… tiene la luna delantera rajada. Creo que necesita que se la cambien y le pongan una luna nueva.

La expresión de Rayo es de auténtica perplejidad. Su vaso de la paciencia ha llegado a su fin y de repente, estalla:

—¿Luna Nueva, dices? 

—¿¡LUNA NUEVA!? POR EL MUÑECO DE MICHELÍN, ESA BIRRIA DE VAMPIROS DE TRES AL CUARTO NI SIQUIERA ES DE DISNEY. Me niego a seguir trabajando en películas ajenas a lo de Cars: "Luna Nueva", "Aviones"… ¿Qué os habéis creído? ¿Que porque soy un coche que conduce sin conductor me podéis intentar engañar haciendo que ruede tres películas a la vez sin que estén estipuladas por contrato? SE ACABÓ. Hasta mi sobrino Poochie McQueen podría dirigir esta basura con mayor maestría, y eso que solo está empezando en el mundillo. 

Se aleja a toda velocidad hacia el Monte Rushmore, donde unos mineros se disponen a explotar esa cantera, ajenos a berrinches automovilísticos de estrellas de la gran pantalla. Rayo les mira y les lanza una piedra(*) pequeña desde donde está.

—¿También mineros? ¡Volved con vuestra dichosa Blancanieves y vuestras ganas de trabajar, no pienso actuar también para vosotros en el papel de manzana envenenada, debido a mi envidiable color rojo! ¡Yo me las piro! Las productoras y los directores solo veis en mi carrocería símbolos de billete de dólar, y por si no os habéis dado cuenta, mis tatuajes son del número 95: El número de la Abuela Sauce, porque al menos YO SÍ CREO EN ALGO.

Y vaya que si creía. En una de sus fiestas descontroladas en un desguace, Rayo había tomado demasiada gasolina adulterada y había estado toda la noche flipándolo con experiencias místicas. En ellas se encontró a su espíritu guía, la Abuela Sauce, a la que le preguntó: "Abuela Sauce, ¿cuál es mi camino?".

Ella le cantó la canción que daba la respuesta al sentido de su universo: 95. Sí, no era 42, era 95 porque era el número de Rayo. Toda la Guía del Autoestopista Galáctico está mal, y no, Rayo no va a protagonizar un remake de coches en el que Arthur es un bólido de carreras rojo. Bastantes pelis le han encasquetado ya al pobre McQueen en esta basura de rodaje de Cars 4.

—Cui-cui-da natura, y lo entenderáááás... aaaaabre el corazón y lo entenderáááás... —empieza a cantar Rayo mientras quema rueda y se aleja a todo trapo. Una lágrima parece salir de su ojito de luna resquebrajada, pero en realidad es el agua jabonosa que tienen los coches en el limpiaparabrisas. Los coches no lloran, solo hacen llorar.

Y de repente, la magia ocurre. El espíritu de la Abuela Sauce, atrapado en la figurita cutre del McDonalds que Rayo tiene en su salpicadero, salta por la ventanilla y empieza a transformarse en un árbol. 

—YO… SOY… GROOT —dice crípticamente el árbol con voz grave.

Rayo McQueen se para en seco. ¿La Abuela Sauce (¡SU ABUELA SAUCE!) había tomado por fin una forma tangible que ni era un sauce ni era abuela? ¿Cómo era posible?

—¿A-a-abuela Sauce…? —tartamudea la famosísima estrella— ¿eres tú? ¿eres ese árbol?

—¿ÁRBOL? —responde la Abuela Sauce con voz lenta y pesada— NO SOY UN ÁRBOL, SOY UN ENT.

El coche rojo traga saliva remueve el aceite en el circuito de sus válvulas mientras ve como la Abuela Sauce Groot Bárbol saca las raíces del tiesto, digo del suelo, y empieza a repartir leña (y nunca mejor dicho, jejejejejejejejeje, ¿eh? repartir leña. Leña. Porque es un árbol. Digo un Ent. Bueno, mira, lo que sea, pero está hecho de madera) a esos enanitos mineros.

A pesar de que a Thor le había encantado el paseíto por los aires a lomos de su semi-tocayo, a su lindo corcel no le había parecido tan genial. Estaba escondido en el fondo del coche, tiritando y muerto de miedo.

- Tranquilo, Rocinante, ya ha pasado la tormenta. Hemos avanzado al siguiente nivel. - dije con fruición y pesimismo, como comiendo limones con gusto - Necesito tu ayuda para postear terminar la carrera.

Entonces el caballo me miró con lágrimas de furia y salvajismo. - ¡No pienso seguir en esta carrera! ¡Llevame a casa! ¡AHORA! Ya estoy harto de tus paranoyas y tonterías. Que si "soy Thor!", que si "Thorpedos" que si "Thornados"... ¡Ya puedes seguir tú solo la carrera, que yo que me quedo aquí sentado hasta que acabes!

Las palabras del animal eran tajantes y concisas. La carrera parecía estar terminada para nuestro valiente héroe. Pero éste no se daría por vencido. Al grito de "Por Asgaardo!" agarró el carro con su inhumana fuerza y se lo echó a los hombros, continuando la carrera a duras penas.

Los mineros se reían de él a carcajadas, señalándolo con el dedo y haciéndole muecas. Pero poco sabían estos lo que les esperaba. En un instante, entró en escena un enorme árbol y comenzó a repartir leña entre los desgraciados mineros. - ¡Oh no! ¡Es un Ent! - se oyó una voz desde el interior del vehículo de Thor, seguido de un caballo apresuradamente corriendo en dirección opuesta. Sin darse cuenta de que aún llevaba el arnés del vehículo puesto, comenzó a tirar de éste. Y entonces Thor supo lo que tenía que hacer. Miró a la abuela sauce y le dijo. - ¡Eh! ¡Vieja chocha! ¡Tu actuación en Pocahontas apestaba a sobaco!

-¿¡COMO!? ¡VEN AQUÍ, DESGRACIADO! - respondió al instante nuestra Ent (¿Nuestra? ¿Acaso tienen sexo los Ents?)

Dos ents teniendo sexo

Una vez comprobado el sexo de los Ents, continuamos la historia. La Ent dejó de masacrar a los saboteadores y comenzó a perseguir a Thor cual thormenta furiosa. Desgraciadamente, los ents no se conocían precisamente por su velocidad. Haciendo honor a su especie, comenzó a llorar desconsoladamente. Lloró y lloró tanto que provocó un maremothor. Afortunadamente, la ola expansiva fue detenida por una miríada de rocas afiladas que estaban convenientemente colocadas en el camino, aunque la zona quedó sumergida poco después.

Nº17 acabó aterrizando con fuerza, perdiendo a la mitad de su tripulación por el camino. Le importaba bien poco que aquella carrera se estuviera grabando, que tuviera espectadores y que los humanos tuvieran contratados críticos que no cumplían con el contrato. ¿Y qué mas daba que el fin de semana tuvieran que entrar en las escenas para masacrar, pudiendo hacerlo sobre la marcha entre semana? A Papel de azúcar sí que le daba igual.

Pero lo que sí que notaba era el exceso de espacio que tenía en la caja de cajón convertida en cuna de carreras. En cada curva, boquete y frenazo, su ligera persona bailoteaba junto al resto de sus compañeros dentro del cubículo por culpa de aquella maldita gravedad. Necesitaba volver a sentir la presión a su espalda, apretujándole contra el frontal, agudizando sus sentidos para conseguir llegar el primero al final de una carrera que seguramente acabaría tornando en algo totalmente distinto.

Suerte que Estados Unidos vigilaba su economía, poniendo la maquinaria en marcha para poder así acuñar la moneda de un trillón (10^12 americano) de dolares. Cuando esta maravillosa y quizás endiosada moneda de platino sintió el hálito de la vida que provenía de Dakota del Sur, adquirió una conciencia inabarcable, más inmensa que el universo, algo que contenido en un cuerpo tan pequeño creaba en sí una paradoja que destrozaba cada ley descubierta por el ser humano. Como ocurriese en la ridícula película del 2014 donde una humana dejaba de ser humana al alcanzar el 100% de su capacidad cerebral, la moneda del trillón de dolares dejó de ser una moneda y la cuna de Papel de azúcar se volvió a llenar de billetes. Curioso que un simple papel de azúcar fuera el estandarte, el guía de la economía de todo un país, cuando solo necesitaba el lengüetazo de un niño para desaparecer.

Pero de la cuna siguieron saliendo billetes que salieron volando hasta ocultar el rostro de dos de las efigies roqueras del monte.

Ahí estaba, una de las 17341 maravillas del mundo, el Monte Rushmore. Sus cuatro omnipotentes caras talladas en piedra representando a aquellos antiguos presidentes que una vez... espera, espera... una, dos ¿y ya? Las otras dos caras han sido completamente empapeladas con billetes... la leche, la que le va a caer al papel de azúcar nº 17 cuando le pillen.

A lo lejos se puede ver una enorme montaña de polvo que cada vez se va haciendo más y más grande, además de escucharse el rugido de un motor... el motor de un Ford de 1999. Y todos sabemos de quien es ese Ford de 1832. 

Si agudizas bien el oído podrás escuchar a decenas de miles de animales gritando de terror y corriendo intentando huir de la bestia que va detrás de ellos destrozando todo a su paso. Árboles (uno parecía que tenía vida),  plantas, seres vivos... todos son arrollados por el poder de aquel Ford de 2017 de más de trece mil caballos de potencia y con unas ruedas tan grandes como las del coche de tu puta madre.

La escena podría ser representada perfectamente por esto:

Joder, no sabemos que pasa pero es como si una energía descomunal se apoderada de nuestro cuerpo y... vaya ojala tuviera una ametralladora de cinco cañones para ir disparando a diestro y siniestro. Si, es el maldito espíritu americano, que cerca de este lugar se multiplica por mil millones del copón gracias a las jodidas caras esas. La puta cultura del rifle entra en tus venas de la misma manera que ha entrado en las de Audevius.

Ahí va el, agarrado al volante de su Ford de 1900 como si estuviera poseído. -¡¡¡AMERRICAAAAAAAAAA FOK YE!!! Wacha tuyu, minigüeine nianoniaaaaaaaaaaaaano, ¡¡¡AMERRICAAAAAAAAAAAAA FOK YEEEEEEEEE!!! Os voy a reventar, sois todos unos putos hippies, ¡¡¡AMERRICAAAAAA FOK YE!!!- va cantando mientras se dedica a llevarse por delante todo lo que puede. Que carnicería y como nos gusta joder.

Un conejito asomó la cabeza por la madriguera y vio aquella bestia parda Ford del 77 acercarse a toda velocidad. El conejito cerró los ojos sabiendo cual era su destino, sin embargo en el último momento el coche de Audevius paró y la música de destrucción se detuvo. El conejito miró con cara de agradecimiento y felicidad. Audevius, bajó del coche y se acerco a la madriguera. El conejo estiró la cabeza para dar las gracias, a lo que Audevius agarró el este por las orejas, le pegó una hostia de karate en el cuello partiéndolo en el acto y dijo -Genial, ya tengo para la cena. Lo cocinaré como en mis tiempos. Cuando un conejo se cruzaba por la pista, el coche que lo REVENTABA a 300km/h tenía que bajarse y cocinarlo usando el calor y el aceite del motor y comérselo. Joder eso si que eran buenas costumbres.-. Se volvió a meter en el coche, puso de nuevo su canción y mientras cantaba continuó destrozando todo.

El monte Rushmore. Si no hubiera estado depilada hasta la más recóndita superficie de su piel, se le hubieran puesto los pelos de punta. Por no tener pelo no tenía ni cejas, para poder perfilarlas "perfectas" con con su lápiz de ojos, en trazados tan imposibles como los de la propia carrera que se celebraba en los EEUU de américa. ¿Pero por qué tenía escalofríos Zoraida? Por supuesto que no conocía quiénes eran los rostros esculpidos en la pared montañosa. Sabía quien era Obama y lo prefería a otros presidentes ya que congeniaba mejor con sus ideas: un color de piel bronceado. Por lo que sufría Zoraida es porque veía que no iba a ganar la carrera y no era conocida por saber gestionar sus frustraciones, precisamente. Siempre había conseguido todo lo que se proponía y era caprichosa como pocas. Así que si quería ganar tenía que hacer algo radikal: trampas. Tomó un camino no permitido para lograr ponerse en primera posición. Pero cual fue sus sorpresa al contemplar qué le esperaba al otro lado del monte. Ella no era de pìedra y tuvo que forzarse para apartar la mirada varias veces, lo que ralentizó su marcha.

Tras haber dejado atrás la zona de tornados, el mono se serenó. Buscó un espejo para comprobar lo que ya imaginaba: su cabello era un desastre!

Sin embargo, no había tiempo para acicalarse -además de que hubiera necesitado un par de manos extra. Frente a él, la carrera continuaba y nuevos obstáculos se presentaban ante su termotanque.

Analizó cual era la mejor opción en aquel momento. Seguramente, utilizando el lanzador de cáscaras de banana podría dejar fuera a esos mineros barbudos que intentaban llenar de baches la carretera, o tal vez si descargaba su tanque de pis, lograra disolver la piedra de las efigies (definitivamente, sus municiones de caca no las pensaba usar... aunque Kansas había quedado atrás, el enojo con su ex todavía lo acompañaba). ¡Qué difícil decisión! Por fortuna, la troupe de Alain Prost le dio la solución cuando uno de los japoneses que lo acompañaban salió disparado contra su mirilla, dejándolo sin visión exterior durante unos momentos.

Japoneses! el uruguayo que le había vendido el termotanque le había comentado algo acerca de unas modificaciones introducidas por unos japoneses. Según le había dicho, si apretaba el botón señalado, el vehículo ganaría potencia. Sin embargo, le había advertido que tenía sus fallas, por lo que no era muy recomendable su uso.

El mono consideró no usarlo. Pero el botón era taaaaaaan lindo. Pero mejor no, seguro que si le habían hecho la advertencia, era por algo. Pero era taaaaan hermoso y lo miraba como diciendo "Tócame", que no pudo resistirse.

Apenas el dedo del mono hubo llevado el botón hasta el fondo, todo el tanque comenzó a vibrar y ciertas partes se abrieron y otras se cerraron y hubo algunas que crecieron y otras que cambiaron de lugar, transformando el tanque en un enorme monstruosaurio aterrador.

Una de las cosas que permanecieron donde estaban, fue la cabina del conductor. Formando parte del cuerpo, de pronto el mono se encontró dándole la espalda al suelo y viendo las nubes (y de vez en cuando los bracitos brazotes del Bozilla).

-IH IH IH UH UH UH AH AH AH -el mono maniobraba de aquí, allá, sin tener idea de por donde estaba pasando porque no podía ver la carretera. Con placer destructivo, avanzaba por donde sentía ruido a huesos aplastados, pisoteando a lo que -estimaba- fueran los mineros o algún otro competidor. Regodeándose en su ansia destructiva, no se dio cuenta que, junto a los mineros, también había dinamita. Pisoteando y zapateando, aplastó todo lo que quedaba en los alrededores, con tanta mala fortuna -aunque hay quienes que dicen que se lo había buscado- que terminó por aplastar una de las cargas.

BOOM! Se escuchó. El terrible tanquesaurio salió despedido con potencia, siendo arrojado contra las rocas afiladas que cercaban la carretera. Su imponente mole cayó cual tortuga patas arriba, provocando un estruendo aún mayor, pero acabando con aquellas taimadas que se proponían dañar su querido fuselaje.

-IIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHHHHHHHH IIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHHHHHHHH IHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- a pesar de que el mono seguía en una pieza, el viaje no le había gustado ni un poco. Al final, el uruguayo tenía razón. Aquel botón no estaba hecho para ser apretado.

La doma del tornado había sido todo un éxito, a pesar de que en medio de la exaltación algo se le había enredado en las ruedas de LA BESTIAJA; Lester creía que había sido una mofeta y no le había dado más importancia, pero las partículas de un japonés (triturado por las violentas veinte ruedas del vehículo agrario) flotaban en el aire que poco a poco se empezaba a calmar. Lester se quitó con orgullo la camiseta de "Tractor Rodeo": seguía siendo el vaquero tractoril más diestro de todo el sur de los Estados Unidos de América, eso quedaba claro.

Echó un vistazo a su alrededor y soltó un bufido: el Monte Rushmore indicaba que solo podían estar en Dakota del Sur. El redneck miró con un poco de tirria al busto de Lincoln que, inanimado, tenía sus ojos pétreos orientados al horizonte. Que en su día a Lincoln le diera por abolir la esclavitud estaba causando que en la actualidad los negros dominaran el universo. Porque sí, Lester estaba seguro de que los invasores alienígenas (como por ejemplo, Anadrius Pentatoicus) eran los negros de sus respectivos planetas, que habían sido expulsados de ellos, y ahora se dedicaban a intentar dominar la Tierra. 

- ¡No señoh! Ningún repudiao de coloh verde o negro o como sea va a quedahse con el estao de Alabama. Voy a ganah ehta carrera aunque la tenga que compráh con mi dineral, ya me lo dijo la Betty Jo –dijo con convicción. ¿Y para qué quería Lester ganar la Gran Carrera y llevarse el premio del gritón de dólares, si él ya tenía una codiciada fortuna? Para ganarse el respeto de su querida Amaleen, por supuesto, la flor más bonita de pueblo de McKenzie.

Mientras adelantaba al piloto alienígena y le hacía con las manos la señal de un rifle disparando (tenía un rifle auténtico en la guantera de LA BESTIAJA y podía haberlo hecho con uno real, pero el paleto era de pocas luces), Lester Montgomery vio como el monoplaza de Alain Prost se ponía a su altura y le lanza una foto.

Una brisa, un resquicio sin duda del tornado que ya pasó, estuvo a punto de llevarse la foto volando a la otra Dakota, pero KITT.9000 sacó una pinza de LA BESTIAJA y la rescató al vuelo. Observándola con su ojo rojo de computadora que se vuelve loca y quiere matar a los ocupantes de una nave espacial, comentó con voz asqueada:

- Oh, qué desagradable, pornografía a la vieja usanza: una foto raída. La gente no entiende que el futuro está en los bytes a través de una pantalla, en los archivos en la nube, en la consulta de la información a través de un dispositivo, en cualquier momento y lugar, el futuro es la tecnolog…

- ¿Qué diceh de pohno, Ordenadoh? ¡Si sale teta gorda, trae pacá! –interrumpió el paleto.

Lester cogió la foto y…

Allí estaba retratado Alain Prost en una piscina de agua caliente, como las que se preparaban en McKenzie pero en pijo. Con la Amaleen y la Betty Jo como Dios las trajo al mundo.

El sureño era de procesamiento lento, así que primero se quedó embobado viendo a su querida y bella Amaleen sin un trocito de tela.

- ¡¡ARREA, LA AMALEEN SIN ROPA!!

Luego se fijó en Betty Jo, su tía carnal, y comentó presumiendo un poco:

- Ah, y la Betty Jo, a ehta ya la he catao yo, vaya cordera.

A continuación se extrañó y miró con ojos entrecerrados a Alain Prost, en la foto y en la realidad.

- ¿Pero y tú qué haceh ahí entre lah doh? ¿Fuihte a McKenzie y to' a bañarte en la charca?

Y mientras decía este último comentario, dio la vuelta a la foto y…

¡¡¡ERA UNA FOTO DOBLE!!!

¡Por la otra cara tenía OTRA foto que hizo que todos los cabos sueltos del minúsculo cerebro de Lester se atasen como un nudo marinero digno de un pescador de Alabama:

¡¡La prueba irrefutable, con autógrafos de los tres, de que Alain Prost se había liado con las dos mujeres más importantes en la vida de Lester!! El sureño reconocería la estilosa y elegante firma de Amaleen en cualquier parte: concisa y breve, pero llena de matices de profundidad. Una obra de arte, mérito y superación para alguien que, como su hermosa amada, ni siquiera sabía escribir.

La casualidad quiso que la cinta de cassette (cara A) reprodujese un tema que a Lester le hizo recordar algo:

- ¡Tú fuihte ese tío alto vestío de negro y con gafah de sol que vino a tocah una veh a la verbena de McKenzie! ¡Elwood Blues! La Amaleen se enchochó contigoh y yo me tuve que ir dehpechao a beber whisky de mi alambique secreto. ¡Mancillahteih el honoh de la pobre Amaleen con vuehtrah canciones de blueh imitando a country (mu bien tocáo, poh cierto)! ¡Po’ te voy a dah yo a ti tu merecío, dehvergonzao!

Totalmente fuera de sí, Lester rebuscó en el habitáculo de LA BESTIAJA algo que pudiera servirle para vengarse de ese canalla de Alain Prost. No fue la metralleta que tenía en el techo del vehículo, ni fue un arma secreta de KITT.9000, ni fue esa escopeta olvidada en la guantera, fue… un flamante látigo que tenía colgado junto a una pegatina de "Prohibido OVNIS". 

Rompiendo la barrera del sonido en cada sacudida que lanzaba al aire, Lester trató de acercarse al piloto francés para castigarle con unos latigazos en la espalda como si de un negro algodonero se tratase.

- ¡Ojalá tuviera mi maizal en propieda’, que te iba a poneh a recogéh mazorcas a golpe de éhte! ¡No te ehcapeh, maldito Elwood! –dijo, chasqueando más su látigo mientras intentaba alcanzarle.

Mientras tanto, el mono Pe Jota Mackey había convertido su vehículo en un bicharraco que arrasaba todo a su paso como si de un transformer gozillesco se tratase. En uno de sus destrozos, un cartucho de dinamita completamente intacto saltó despedido hasta donde estaba LA BESTIAJA, con tan mala suerte que su látigo se enredó en él mientras lo chasqueaba y ambos objetos salieron volando hasta impactar contra el monoplaza de Alain Prost. Éste, con los ojos tan abiertos como la imagen de avatar que tiene el redneck ahora, miró a la dinamita y luego a Lester Montgomery una última vez...

- ¡Noh vemoh en el infierno, un buen lugar para conocernoh! JUA JUA JUA. ¡Eso poh retozáh con mi querida Amaleen! -dijo el paleto, riendo maquiavélicamente.

Y en ese momento la dinamita estalló. El fórmula 1 de Alain se elevó por los aires debido a la explosión mientras que una voz mecánica y claramente doblada por encima de la voz original del piloto francés dijo: 

"AHORA HE DE IRME. MI PLANETA ME NECESITA." *Nota: Poochie Alain Prost murió en el camino de vuelta a su planeta*

- ¡Mosquih! ¿El Elwood Blueh era de otro planeta? -se preguntó Lester, extrañado-. Poh sí que está invadía la Tierra de marcianoh -y se encogió de hombros mientras seguía conduciendo.

Por alguna razón incomprensible, el bueno del primo bastardo, tocador de huevos de caballo y armónicas absurdamente gigantes e inútiles, apareció en la carrera junto a otros muchos, atraído por el huracán que se quedaba atrás con el chico cara de cera y sus súper amigos: perros en triciclo y tipos con bigote inclusive.

Su codazo por otra parte parecía a verse quedado con ellos y ahora conducía un descapotable. Que también debió llevárselo el dichoso Katrina, el problema es que no podía usar sus pies negros, ni sus manos, ni siquiera dar cabezazos al volante porque no tenia, eso, volante. Una gran maquina que se guiaba simplemente por su instinto, armoniosa voz y de combustible orina por como olía la colcha.

Pero Joe, viendo que tenia una oportunidad para seguir adelante, allí que iba él con su descapotao, como bien le bautizo. Y cantando la armoniosa canción del monta Ra-s-mon, recordando su bueno tiempos, cuando era mas viejo y mas gordo, así como menos borracho y presentador de especiales.

Pero alguien no pretendía comprender su música, alguien o mas bien algunos que con su falica y puntiaguda forma, parecían reírse de su tamaño y trabajo. Reed lo calo muy pronto y pronto uso su dedo acusador para amenazarlos, que se creían ellos que porque estaban cerca y al pie de las cabezas gigantes y pensantes de América ¿Tenían derecho a reírse de el y su diminuta... persona?

-¡NO SEÑOR! Eh acabado antes con gente de mueca fija y esbirros del Anti-SGAE y pienso hacer lo mismo con foráneos racistas como vosotros, ¡Gigantes de tres montañas!-La armonía de su descapotaocambio radicalmente y pa'ya que fue directo a por ellos: los llamados montañas rocosas, por el camino robando a un mono con pistolas algo de dinamita y un casco de minero que vete tu a saber para que lo quería. La encedio, con el mechero Bunsen que guardaba en la rabadilla, la coloco en el casco de minero y uso la correa para simular una honda bien cargada, lanzandola 100-enes y 100-enes de metros por encima de su cabeza, hacia su objetivo, sin aminorar la marcha, pues después de la explosión le tocaba a él, y darles su merecido.
-¡Hay te pudras!

Ana consigue llegar el primero al Dakota del sur junto a Lanoris, al que iba a freír a insultos cual trozo de panceta en una barbacoa (Es que no he cenado). Aunque él no tiene ni puta idea de dónde está. Bastante tiene con no perderse entre tanta porquería que reside en su amasijo de hierros (De aleación alienígena, no lo olvidemos!)

Pero muy inexplicablemente, el maldito y jodido pueblerino lo adelanta!! No puede ser!! Cáspita!!

Olvidó a Lanoris para luego. (Para la cena, ya se sabe, panceta) y miró hacia el cuello-rojo. Entonces lo vió.

El asqueroso le estaba vacilando haciendo como que le disparaba! Eso era peor que disparar de verdad. Una afrenta así no podía quedar en el olvido. No, al menos, para Anadrius Pentatoicus. Si ya acumulaba ira hacia éste ser folla-familiares, ahora era el cúlmen. Un estado en el que nunca había entrado Ana por su naturaleza amable y pacífica. Su cabeza se transformó, haciéndose tremendamente grande, aquello salía por encima de su vehículo, expulsaba babas mientras gritaba, enseñaba unos enormes colmillos que hasta ahora habían permanecido ocultos o inexistentes.

-GRRROOOAAAAAOOORRRR!! Peedaazo de estiércol de Astojifjoe!! No has tenido suficiente, mierda con cejas!!?? Si no te mato directamente es porque tal vez seamos hermanos! Ya que mi padre le gustaba recorrerse la galaxia para irse de PUUTAAAASS!! GROOAAARRR!!  Cuando te pille vas a saber lo que es potencia alienígena en tu primitivo culo, bastardo malnacido!!! GRRRUUUAAAAAARRRR!!

Todo eso y más que he evitado escribir para no herir sensibilidades le dió tiempo a decir al bicho verde. Pero cuando el redneck le adelantó y no hubo más distracciones en su camino, se percató del enorme obstáculo:

-GRRRRR!!! Humanos gigantes de piedraaa!! Nos os mováis si tenéis huevos, Os voy a desintegrar pedazo de Moquiebres!! GRRUUUOOAAAAAAAARRRR!!! 

El capullo miserable en su chatarra, con la enorme cabeza rellena de un enorme cerebro, podía pensar con más claridad. Con su vehículo a toda leche, usó una de las rocas afiladas para impulsarse y estrellarse contra una de las efigies.

Dió un terrible y enorme salto y reventó la cabeza de Lincoln, haciéndola añicos. Cruzó a través de ella y lo mantendremos en el aire hasta la próxima escena, porque sí. Y porque tengo hambre y quiero cenar.