Partida Rol por web

De nuevo con los competidores, su enfrentamiento contra el macizo montañoso había resultado digno de verse. La mitad de los participantes dándolo todo con sus objetos especiales, sumando a esto alguna que otra confusión con los dados y la casual aparición de barrenas de dinamita, habían dado pie a un combate épico en el que Alain Prost había muerto vuelto a su planeta. Por su parte, tanto Pe Jota como Anadrius no habían entendido que se enfrentaban al peor enemigo de los saurios... Rocas muy grandes que caen del cielo hechas pedazos. Por último, y en recompensa por sus thorribles chistes, Thor también acabó saliendo herido en la contienda de una forma un poco inexplicada. O un mucho. 

El trayecto desde las montañas rocosas hasta los Grandes Lagos hubiera sido digno de relatar en un  tramo por si solo, que hubiese incluido a los Blues Brothers, los nazis de Illinois y un enorme montón de coches de policía estrellándose contra todo el mundo. Algo épico, sin duda alguna. Pero lamentablemente para la planificación del circuito, los Blues Brothers acababan de ser mencionados, y volverlos a sacar a la semana hubiese sido tan poco original como utilizar una canción en tu post que ha utilizado la crítica para descalificar a otro jugador. Así que nos saltaremos esos aburridos estados y daremos paso a algo más peligroso que unos blancos con traje... Un blanco comportándose como un hermano en un barrio de negros.

El recorrido atraviesa de lleno el peligroso barrio de las 8 Millas, un suburbio lleno de gangstas, niggas, bitches and hoes. Y algún que otro blanquito que se cree que puede rapear como los grandes, yo. Los hermanos vigilan los vehículos a la que pasan, esperando la mínima oportunidad para robar llantas, o acribillarlos a balazos. El barrio es un sitio duro. 

Pero no son el único peligro en el lugar. En la calle de enfrente, junto a la 8 Mile Road, se alza un imponente edificio aun si cabe más espeluznante, y dirigido por gente si cabe más peligrosa que los raperos de las bandas callejeras. Edificio que por cierto está coronado por un simio inflable gigante.

El American JEWelry & Loan, un lugar donde a la mínima comprarán tu coche por un precio ínfimo y lo venderán por diez veces lo que te han pagado, todo ello mientras te gritan, se ríen de ti, y dos seguratas de dos por dos vigilan que no la lies con los dueños. Un obstáculo más a superar en una ciudad decadente, en la que los coches de policía parecen preocuparse poco de lo que les pase a los participantes y algo más de la orden federal de busca y captura pro destrucción de monumentos y tesoros de la nación. Quizá eso se convierta en un problema. 

Tras su paso por Dakota del Sur, Rayo McQueen había entrado en una profunda depresión. Casi tan profunda como en mitad del rodaje de "Cars 3: A Syberian Ice Adventure!" cuando se dio cuenta que sus deudas de juego con la mafia soviética alcanzaban niveles astronómicos. O astrofísicos, uno ya no sabía. En cualquier caso, su querida Abuela Sauce se había volatilizado, así como la figurita del Happy Meal que había descansado en su salpicadero durante años.

La siguiente etapa de rodaje era la ciudad de Detroit, pero a la archiconocida estrella de Disney Pixar ya no le apetece rodar nada.

—Sois unos esclavos de la industria del cine, malditos directores, y yo me niego a seguir rodando esta cutrada para mocosos -dice Rayo con amargura—. Pero os a salido el tiro por la culata, maníacos, porque conozco esta ciudad como la palma de mi mano, ¿dónde creéis que vengo a pillar esos chutes de óxido nitroso que me mantienen a tope para vuestras películas? Este jodido tugurio tiene mierda de la buena, yo, yo, madafaka.

El coche que conduce sin conductor acelera por las callejuelas de rap y flow, creyéndose tan rey de Detroit como lo es de las películas de Cars. Y en cierto modo, lo es: ahora tiene que cuidar su imagen de estrella de niños, pero con su primer sueldo como actor en la primera peli de la saga, se fue de fiesta con su amigo Kung Fu Panda por el barrio negrata y ambos se tunearon como hermanos del hip hop y lo fueron petando como big daddys in tha hood, yo bro.

Ahora ya no son esos tiempos, pero Rayo sigue manteniendo sus contactos. Se acerca a un callejón oscuro, y frente a una puerta metálica con una mirilla realiza la siguiente combinación de signos: luces cortas, luces largas, mueve retrovisor izquierdo, gira ruedas a la derecha, luces cortas, posición, marcha atrás, encender radio, apagar radio, luces largas y apagar luces.

La trampilla-mirilla se abre con violencia y Rayo habla en bajito con ella:

—Yo, brodah, ¿qué pasa, hermano? Escucha, necesito pillar un poco de magia, de esa gasofa adulterada que tú sabes... sí, joder, ¡tengo dinero para pagar! estoy en plena crisis, hermano, he perdido a mi puto espíritu guía, colega... ¡No, joder! Déjamela fiada, vamos, sabes que estoy a punto de cobrar esta mierda de película de Cars 4... en cuanto me paguen, te pago esto y te compraré un bidón entero, hermano... Yeah, solo necesito fliparlo un poco, una dosis y volveré a por el resto con la pasta, tío. ¡Te lo prometo, colega! ¡Echa eso por el depósito!

Un señor que en nada tiene que ver con un hiphopero de Detroit (de hecho, es un hombre blanco vestido de tirolés), sale de la misteriosa puerta y vierte en el depósito de Rayo un líquido color verde fosforito. 

—Ahhh... ¡esto es la hostia! ¡la hostia...! —dice el coche, extasiado. Y a continuación, empieza a notar los efectos de la gasolina ilegal. Todo parece un cuadro de Picasso y el coche se sorprende rodando por los tejados de edificios suburbiosos.

—Woaaaahhhhh, qué viaje, tíííííííoooo... 

Rayo McQueen había emprendido ese "viaje" para buscar un nuevo espíritu guía, y sin embargo en medio de todo su flipe, se encuentra con unos raperos que le gritaban no sé qué de que pagara la gasofa, primer aviso. Resulta que aquel tirolés que le había dado la gasolina no era ningun dealer, sino que era un comprador habitual que se había escaqueado con un par de litritos de más (y sin pagar, claro) y por eso le había dado un poco a la estrella de cine.

Los camellos raperos persiguen como locos al coche que conduce sin conductor y éste, viendo un mono gigante hinchable, y creyéndolo de verdad, dice:

—¡Un mono! ¡¡Mi nuevo espíritu guía!! —grita el protagonista de niños, con las pupilas de su lunita delantera como balones de fútbol. Rayo pone el turbo a tope para abrazar a ese gorila gigante, pero al contacto con el globo, éste sufre un pinchazo y se va volando, llevándose por delante a algunos raperos que reclamaban el pago de la droguita. 

En ese momento, Rayo "despierta" de su mal viaje y abre su capó para potar un aceite de motor verde enfermizo sobre otros raperos.

—Cough, cough —dijo, como si fuese el enfermizo pequeño Timmy. Cuando se ha recuperado un poco, exclama—. ¡Lo he comprendido! ¡Los camellos no eran mi animal espíritu guía! ¡Ni tampoco el mono gigante! ¡¡¡¡YO SOY EL ESPÍRITU GUÍA DEL MONO!!!! ¡Pe Jota Mackey, ven aquí! ¡Soy tu coche espiritual! —y con júbilo persigue al mono piloto, mientras pone ojitos en forma de corazón.

A Lester no le gustaba nada la ciudad de Detroit. Era una ciudad llena de negratas con los pantalones por las rodillas: uno de tantos bastiones caídos ante la dominación de negros, y de negros extraterrestres si me apuras.

Sin embargo, todo aquel odio contra los negros se vio relegado cuando Lester vio algo que le hizo hervir la sangre: la casa de empeños donde emitían "Empeños A Lo Bestia".

- ¡Maldita panda de judioh amigoh de los morenoh! -gritó alzando el puño al aire desde LA BESTIAJA.

El sureño solía ver el programa porque los dueños estafaban en su mayoría a negros raperos y negras gritonas, pero cogió un odio visceral al programa desde que en un episodio vio como pretendían timar a sus tíos-primos-segundos Obadiah y Cletus McFare. ¡Y encima, al final, una señora negra que no tenía nada que ver se había puesto a gritarles sin ningún motivo!

Lester no podía abandonar esa asquerosa ciudad sin vengarse de ese negocio de rateros. En su cinta de cassete (cara A) empezó a sonar un temazo que le dio una idea:

- ¡El fantáhtico Johnny Cash! ¡Déhmole su merecío a esoh ehtafadoreh de loh empeñoh con unoh anilloh de fuego, ordenadoh! -dijo Lester frunciendo el ceño.

KITT.9000 estaba en ese momento en estado de suspensión, por lo que no hizo ni caso de las instrucciones del redneck, pero a éste no le hizo falta. Tomando los controles de LA BESTIAJA, sacó del tractor un lanzallamas (que encendió gracias a un bidón sobre el que unos mendigos de Detroit se calentaban) y empezó a expulsar círculos de fuego gigantes contra el negocio de "American Jewelry and Loan".

Viendo lo que pasaba en ese momento, un fan de Kiss vio lo que estaba haciendo Lester y gritó:

- ¡Eh, amigo! ¡Dale su merecido a esos estafadores de los empeños! ¡Mi familia son rednecks de Tennessee y vi en la tele lo que les hacían a nuestros compañeros barbudos! ♫ You gotta lose your mind in Detroit Rock City ♫ Yeeeaaahhh -y con su guitarra de cartón piedra empezó a dar guitarrazos a sus dueños Les, Seth y Ashley.

Thor había llegado finalmente al siguiente tramo. Después de varios días de ausencia, un saco lleno de polvorones, tarros de fabada y un gorrito de papá Noel que aún llevaba puesto y a punto de perderse la tercera semana de posteo tras la increíble cogorza de navidad, llegaba como podía apoyándose en su corcel y con su vehículo colgado de una oreja.

-¡Oh! ¡Malditos licores de hierbas y ponches! - le gritaba a su carismático corcel. - ¡Ya ni siquiera recuerdo qué camino era el correcto! - decía con una voz perfectamente clara que no indicaba en absoluto su estado de embriagadez extrema.

- ¡Bah! A mi no me preguntes. - le respondió el caballo. - Mejor habla con esos señores uniformados que apatrullan las calles. ¡Seguro que ellos saben por dónde continuar!

-Pues oks. - contestó nuestra heroína, tras lo que se acercó a esos amigables señores dispuesto a preguntar.

-¡Wholas, amabbbbles señ-iores! - dijo, ésta vez mostrando sus dotes de discurso, como todo borracho de carretera que se precie. - ¡Me prodddían uztte-hic! ustedes. Decir, dónde esstá el camminodelllll a carrrrrrrrrrrr-era?

-¡Oh, Jimmy! - le dijo un policía al otro. - ¡Mira lo que tenemos aquí! ¡Un blanquito borrachuzo!
- Cierto, Tom. - afirmó Jimmy. - ¡A ver, tú! ¡Manos arriba! - le dijo a Thor.

- Pfffffff. - explicó nuestro rubio piloto. - Esperad. ¿Esto que es? - dijo, mientras agarraba un extrañamente colocado tebeo. - ¡Oh! ¡Soy YO! ¡Wooooooooo!

No podía ser. El susodicho cómic era un manuscrito relatando las archiconocidas aventuras de... THOR! ¡Las probabilidades eran ínfimas! Tan ínfimas, que el universo comenzó a vibrar de emoción. Pero nada pasó esta vez. Excepto que a Thor no le gustaba que le apuntaran con un arma. Y al grito de ¡Por Aasgraardoo! y ante la estupefacción de los polis, les dio tal mamporrazo que se desintegraron en un vaporoso color azul.

- ¡Hala! ¡Pues se acabó! -terminó el aguerrido guerrero en lo que probablemente fuera su último post.

Audevius estaba avanzando con su Ford de 2027 por un barrio que no le gustaba nada de nada. Maldita sea como podía haber un lugar tan asqueroso en el mundo. Menudas pintas llevaban los chavales y no tan chavales que andaban por las calles. Los pantalones caídos, consumiendo drogas, unas camisas en las que entraban cinco gordas de sobra... que vergüenza.

Audevius no podía dejar pasar aquello. Se tomó una de sus pastillas azules moradas verdes rojas que le hicieron convertirse en un ser todo poderoso de unos 39 millones de metros de altura con una garrota que pesaba más de 700 quintrillones de toneladas. Se bajó del coche y atacando con la vara mató a Papá Noel que en esos momentos viajaba a unos -750 kilómetros por hora marcha atrás con Rudolf a la cabeza encocado hasta el culo y con la nariz completamente roja y seguramente ya sin tabique nasal. El trineo cayó encima de unos de esos raperos matando únicamente a cuatro.

Se volvió a montar en su coche Ford de 3222 y se marchó del lugar tan tranquilo ya que aunque fuera una soberana mierda que te cagas al menos había hecho algo en el tramo y por lo tanto el dios todopoderoso que controla la carrera no podía hacerle daño...  

Inexplicablemente la cama el descapotao del primo feo y raro de Loe seguía en la carrera, aunque ese ataque a las montañas peludas, al mas puro estilo Quijote. la habían dejado bastante maltrecha, incluso empezaba a petardear o puede que fuera el propio Joe, pasandole factura la cena de navidad. Fuero la chorrada que tocase, ahora estaba en la zona mas rara y absurda de todo el globo, una zona de negros. Y lo peor de todo es que se creían que sabían cantar. Eso solo era cosa de Mr.Armonica, quien se había auto titulado así durante la carrera.

-Mira esos negaos, con sus rimas, insultos, oros y dientes blancos. La canción de conquista con la gingivitis no con dentífrico ja! y mira ese tiene un reloj gigante como collar.-A saber con quien hablaba, el caso es que estaba decidido a contarles un par de verdades a esos blancos descoloridos empezando por el de la derecha.

-¡DERECHA!-Eso le recordó que en su cama había un botón rojo y luminoso que ponía: "Apretar solo en caso de estar en Brooklyn." Se tiro de los pelos, porque tocaba, y apretó el botón, algo que produjo un terremeto a pequeña escala y un par de reactores marca ACME:

Saliendo de dios sabe donde para acoplarse a la cama y coger una velocidad de vértigo, lo que le ayudo a poder golpear, machacar y gritarles consignas pegadizas mientras escapaba de esa trampa mortal llamada Detroit, ¡Ah! El coyote que vino con los reactores lo uso como arma para destrozar mandíbulas y culos de gallundos estúpidamente altos.

Tras dejar Dakota atrás, el mono se detuvo en una licorería. La navidad los había alcanzado y, como correspondía, había que permanecer en estado de borrachera hasta que los reyes magos dieran por terminadas las celebraciones de final de año.

Se pertrechó muchos cartones de licor de huevo, bananas -que tuviera que beber no quitaba que el simio estuviera listo para hacer uso de su lanzador si así lo requería el caso. Por qué la licorería vendía bananas, es un tema que escapa a la comprensión de quién escribe- y un muérdago por si Zoraya decidía hacerle una visita el 31. Una vez listo, consultó el mapa para ver por donde ir, mientras descorchaba su primer cartón -no busquen explicación para esto tampoco. Supongo que quien escribe debería haber largado la bebida navideña un par de horas antes de ponerse a escribir, pero es lo que hay- y comenzó a beber. No quería estar sobrio al llegar a Detroit.

-IH IH IH IC! UH UH AH AH IC! IC! IIIIIIIIIIIC!- Pe Jota saludó a McQueen. Seguramente tenía mucho que ver el licor de huevo, pero el coche comenzaba a caerle simpático, ahora que había comenzado a adorarlo (o al menos eso había entendido el mono de toda la cháchara Disney).

-IH, IH, IIIIC? UH UH AH A....- un chirrido violento interrumpió su monólogo. Inconscientemente, había clavado los frenos cuando un trineo cayó a escasos centímetros del lugar por donde iba a pasar-. IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHH!!!! IIIIIIIIHHHHHHHHC!! IIIIIIIIIIIII... IC?- el ocupante del trineo tenía un ropaje muy lindo y una bolsa llena de brillantes y moñosos paquetes. -IH IH IH IH!!! UH AH Ah AH AH! -ni lerdo ni perezoso, tomó aquellos ropajes, cargó el saco en el tanque y, entre brindis y brindis, comenzó a disparar regalos hacia el grupo de tipos vestidos de azul y cara de mala leche, con intenciones de alegrarles la noche.

Nº17 seguía compitiendo. Cualquiera pensaría que lo más normal es que con tantos kilómetros como llevaba en las ruedas de cartón, cualquier iluminado hubiera intentado hacerse con el fajo de billetes que desde el tramo anterior se había convertido en un flujo interminable de orgullo patrio, ¡dolares, señores!

Pero como le llevaba ocurriendo desde que saliera de Dakota del Sur, por la imposibilidad de encajar más billetes en la cuna de carreras, éstos iban dejando un rastro. Su estela particular de migas de pan, con cada dolar acabando en los bolsillos de los inútiles que no se habían dado cuenta que el competidor nº17 se había convertido en la gallina de los huevos de oro de la historia actual.

Pero en Detroit era distinto. Aparte de los raperos, los judíos y los negros, todos sabían que la policía local era la más pringada en el tráfico de droga. Les venía muy bien los billetes voladores que parecían acabar en sus manos. Sí. Tan bien que tres de ellos echaron mano a su toma del día y dejándoselo tan a huevo se lo metieron ahí mismo. Pero los billetes no eran de curso legal, ni siquiera podían considerarse billetes. Al tirar pa'dentro, no solo entró la coca, sino que los billetes de deshicieron, convirtiéndose en una dosis letal que dejó a los tres polis contentos, tan contentos que parecían haber muerto en mitad de un orgasmo.

Tanto culo duro y prieto que había visto en el Monte Rushmore había puesto a Zoraida más perra que Christina Aguilera bailando reagetton. Además viajar en la coñoneta del Kevin, cambiar de marchas con aquella palanca de forma tan sugerente, le traía recuerdos inolvidables. No en vano habían intercambiado en múltiples ocasiones fluidos en los asientos de atrás forrados en cuero beige. En un principio, cuando iniciaban la relación, Kevil la agasajaba con oro cada vez que quería tener relaciones íntimas. A Zoraida la volvía loca el oro, cuanto más mejor. Ahroa que iba conduciendo veía sis finas manos colmadas de pulseras y anillos dorados, y pesados.

Otro complemento muy común en una buena choni era un hijo, fruto de una relación en la que “la marcha atrás” no funcionó bien del todo. Zoraida no era una excepción y, aunque no lo había dicho a nadie, estaba embarazado del Kevin. Un hijo póstumo. En parte había sido una de las razones por las que apuntarse a la carrera. Aunque era millonaria, sus padres mejor dicho, quería que su hijo, el hijo del Kevin, viiera al mundo con un pan bajo el brazo en forma de billón de dólares. Se llevó la mano al vientre mientras la angustia se apoderaba momentánemanete de ella. Necesitaba hablar con alguien, con sus amigas. Ahora que pasaba por Detroit qué mejor que llamar a una de sus mejores amigas. Necesitaba una buena fiesta que le hiciera olvidar todos sus problemas. La carrera no iba nada bien y ya daba igual que perdiera un poco de tiempo. Sólo una copa y continuaría. Mientras seguía conduciendo llamó a Christina Aguilera.

- ¤♪♬♪ツ - Zorrah lo que necesitass es un fiesstón. Aquí conozco a unos!!MiiVidaAH ENTEERAHHHHHH(L)(L):$ que dan una fiesta. Ya verás que bien, son raperos!

Lo que iba a ser una copita rápida se convirtió en un megabotellón en el parking de un polígono. Negros, raperos, armas, oro, mucho oro, mujeres objeto....había perdido el tiempo yéndose de fiesta y lo peor es que no recordaba nada. De nuevo en la coñoneta sólo la boca pastosa, el pelo fosco y revuelto, un tremendo dolor de cabeza y la entrepierna sudada le decía que se lo había pasado de puta madre. Un mensaje de whatsapp de Chistina lo confirmaba.

- $ha_PuUtiiKaaH_RoOneaaNtaaH!!* los dehamosh sekos ¡*

Thor había llegado finalmente al siguiente tramo. Después de varios días de ausencia, un saco lleno de polvorones, tarros de fabada y un gorrito de papá Noel que aún llevaba puesto y a punto de perderse la tercera semana de posteo tras la increíble cogorza de navidad, llegaba como podía apoyándose en su corcel y con su vehículo colgado de una oreja.

-¡Oh! ¡Malditos licores de hierbas y ponches! - le gritaba a su carismático corcel. - ¡Ya ni siquiera recuerdo qué camino era el correcto! - decía con una voz perfectamente clara que no indicaba en absoluto su estado de embriagadez extrema.

- ¡Bah! A mi no me preguntes. - le respondió el caballo. - Mejor habla con esos señores uniformados que apatrullan las calles. ¡Seguro que ellos saben por dónde continuar!

-Pues oks. - contestó nuestra heroína, tras lo que se acercó a esos amigables señores dispuesto a preguntar.

-¡Wholas, amabbbbles señ-iores! - dijo, ésta vez mostrando sus dotes de discurso, como todo borracho de carretera que se precie. - ¡Me prodddían uztte-hic! ustedes. Decir, dónde esstá el camminodelllll a carrrrrrrrrrrr-era?

-¡Oh, Jimmy! - le dijo un policía al otro. - ¡Mira lo que tenemos aquí! ¡Un blanquito borrachuzo!
- Cierto, Tom. - afirmó Jimmy. - ¡A ver, tú! ¡Manos arriba! - le dijo a Thor.

- Pfffffff. - explicó nuestro rubio piloto. - Esperad. ¿Esto que es? - dijo, mientras agarraba un extrañamente colocado tebeo. - ¡Oh! ¡Soy YO! ¡Wooooooooo!

No podía ser. El susodicho cómic era un manuscrito relatando las archiconocidas aventuras de... THOR! ¡Las probabilidades eran ínfimas! Tan ínfimas, que el universo comenzó a vibrar de emoción. Pero nada pasó esta vez. Excepto que a Thor no le gustaba que le apuntaran con un arma. Y al grito de ¡Por Aasgraardoo! y ante la estupefacción de los polis, les dio tal mamporrazo que se desintegraron en un vaporoso color azul.

- ¡Hala! ¡Pues se acabó! -terminó el aguerrido guerrero en lo que probablemente fuera su último post.