Partida Rol por web

Los corredores queman ruedas sobre el asfalto a la que salen de Detroit, dejando más muertos de minorías étnicas que la policía de Missouri. También quedan atrás los perseguidores de la propia policía, que dejan las persecuciones entre Estados a sus compis del FBI, que para eso cobran más. No es lo único que queda atrás, con todo. El alienígena Anadrius Pentatoicus queda a la par atrapado en los suburbios de la ciudad, al ser su vehículo desguazado por un taller ilegal en plena carrera. Mala suerte es quedarse atrapado en un planeta lejano, pero quedarse atrapado en Detroit ya si que es un infierno que el alien no podrá superar. Por otro lado, Audevius sufre en medio de la carrera una sobredosis de pastillas, que si bien no le hacen salirse de la calzada, le retrasan respecto al pelotón, y tarda un poco en recuperarse. 

El grupo sigue a marchas forzadas por las carreteras secundarias estadounidenses, si bien la mayoría se encuentran dañados de mayor o menor gravedad, bien mental o físicamente. Pasan sin novedad Ohio, que según parece solo tiene cosas aburridas como viñedos, Amish y museos del Rock and Roll, y al llegar al límite de la frontera, un sonido retruena desde unos altavoces colocados en postes telefónicos. 

- ¡BIENVENIDOS A PENSILVANIA! ¡MUAJAJAJAJA!- La voz que se escucha por el sistema de difusión es la del mismo presentador, que no había sido oída desde el tramo de Dakota.- Nos disculpamos por no haber podido alentaros desde hace un tiempo, según parece unos vándalos atacaron al equipo de sonido mientras instalaba el sistema en Detroit y lo vendieron todo en una casa de empeños. ¡Pero no pasa nada, seguimos en activo! ¡Y os damos la bienvenida al Estado del Terror!

Tras unos momentos de silencio incomodo, la voz del presentador vuelve a sonar por los altavoces, en lo que parece una discusión interna con el equipo de comunicación.

- ¿Que Trans ni que ocho cuartos? ¿Como que nos hemos confundido de maldito continente? ¿Me quieres hacer creer ahora que Dracula no es estadounidense? ¿Y que pasa con esa peli de Eddie Murphy? ¡Joder, si hasta era negro! Mirad, aquí vamos a tener un tramo de halloween os guste o no, y me la sudan las sandeces que queráis decir sobre Transiloquesea. ¿Y quien se ha dejado este maldito micro abierto?- Con un sonoro golpetazo, la retransmisión se interrumpe, dejando solo el aullido de los lobos de fondo.

Ya sea por el rápido trabajo de los técnicos, o por que verdaderamente hay algo oscuro en Pensilvania, no tardáis en encontraros con un tétrico castillo, iluminado por la luz de la luna llena. A su alrededor se alzan varios cementerios, y podéis ver correteando felices a una manada de perros salvajes, lo más próximo a los lobos que han podido encontrar para montar el tramo. 

Y en la torre más alta del castillo, iluminado por la luz de la luna, una espectral figura se alza de entre las sombras... 

¡Blácula, el Drácula negro!

Cuando Lester se enteró de que Anadrius Pentatoicus había abandonado la carrera, no cupo en sí de gozo. ¡Había vencido al extraterrestre de esa loca competición sin haber sido abducido! Muy contento, realizó a través de LA BESTIAJA una videoconferencia con su mejor amigo Otis Ledwood, un forastero que hacía años que se había mudado a McKenzie, pero que ya era como uno más en el pueblo:

- ¡Otih! ¡Que ya he ganao' al alien ese de la carrera! -exclamó muy alegre Lester.

- ¿Ganao'? ¿Y de cuánto era tu rebaño, Lehter?

- ¿Rebaño? Yo ya me bañé la semana pasá', toavía queda.

- ¿Quedáh? Yo hoy no puedo quedáh, Lehter, que toy mu' ocupaó con la cosecha, pero ya noh veremos. ¡Adioh, amigo!

Satisfecho, colgó el auricular. Ahora que su archienemigo no estaba, tendría que pensar una nueva motivación para ganar ese gritón de dólares del premio: entrecerró los ojos y puso los ojos entrecerrados en gesto de concentración...

...y se dio cuenta de que estaban en Pensilvania, donde un montón de gente se arremolinaba alrededor de un castillo terrorífico. Al mismo tiempo, de su cinta de cassette (cara A) empezó a sonar una melodía idónea para ese día.

- ¡Recórcholih! ¡El estao' de Pensilvania! Y que casualidad que hoy eh... -Lester miró su calendario de adviento- ¡29 de diciembre! ¡El día de la marmota vampírica! ¡Apartaoh, que quiero ver si el bicho pronohtica una buena cosecha pa' loh ajoh! -dijo, haciéndose paso con LA BESTIAJA hasta la primera fila, como si fuese el mayor fan de Punxsutawney.

A su lado, un presentador de la tele (probablemente un hombre del tiempo con aires de grandeza), cubría la noticia con su equipo:

- ¡El Día de la Marmota Vampírica solía significar algo para este pueblo! ¡Solían sacar a la marmota y chuparle la sangre hasta dejarla seca! ¡Sois unos hipócritas! ¡Todos! -decía el presentador, enfadado.

- ¡Digah que sí! -le animó Lester, contagiado por su espíritu revolucionario- ¡Trinchemos a esa marmota y clavémohle una ehtaca en su inmortal corazón, solo así recuperaremoh el ehpíritu de la verdadera marmota!

El público estalló en vítores y todos sacaron sus antorchas y sus horcas mientras gritaban:

- ¡LA VAMPIMARMOTA! ¡LA VAMPIMARMOTA! ¡LA VAMPIMARMOTA! ¡LA VAMPIMARMOTA!

Pero la Vampimarmota DracuPhil, acostumbrada a que todos los años algún loco la intentara robar para una predicción privada sobre la cosecha de ajos, ya iba preparada y armada hasta los dientes. 

Una batalla campal entre hombres, vampiros y marmotas acababa de empezar en Pensilvania. La lluvia de disparos acabó impactando contra el alcalde de Punxsutawney y mayor defensor de la tradición de la marmota vampírica: el conde Blácula, que quedó herido mientras veía como aleatoriamente las cosas se iban de madre en su tranquilo castillo vampírico del mal.

Una fiesta de Halloween en un castillo, pues allí dejó aparcada la coñoneta del Kevin. Ya le daba igual perder la carrera, lo tenía asumido. No podía seguir ese ritmo con un hijo en sus entrañas. Por supuesto que Zoraida no sabía qué significado tenían las fechas señaladas. Para ella Blácula, perros salvajes, un cementerio, no significaba nada más que otra fiesta donde pasárselo de puta madre. Cual fue su sorpresa cuando al llegar al castillo le soltaron a los perros.¿De qué iban?¡Ella era una VIP! Consiguió despistar a la mayoría de los chuchos pero dos la pisaban los talones, y nunca mejor dicho, puesto que para correr tuvo que descalzarse. Llevaba en la mano sus tacones de aguja, tan cómodos para conducir, así que los aprovecho para atravesar con ellos los cráneos de los cánidos. Aquello no era broma, era sangre de verdad pero estaba acostumbrada a dejar atrás sus remordimientos, era una superviviente. Sacó del bolso el spray bronceador y se lo aplicó con esmero, cubriendo por entero su piel, adquiriendo ese tono tan apetecible y sano. Así ocultó la sangre con la que se había manchado y su olor a persona viva. De esta guisa consiguió al fin traspasar la seguridad de la fiesta  pues era la viva imagen de Brácula pero en mujer. Una buena blachoni. Y así se pasó la noche de fiesta en el castillo, vomitando por los pasillos, rayando el suelo con sus tacones de infarto, gritando hasta quedarse afónica (y rompiendo los cristales), bailando una música ensordecedora que hacía temblar los cimientos del castillo. Al día siguiente apareció sin bragas y espatarrada en la coñoneta del Kevin. Al bajar la ventanilla para respirar un poco de aire puro, cual fue su sorpresa al ver que no quedaba castillo en pie. No era más que un cúmulo de escombros en una nube de polvo y cenizas. 

- ♠♦♥ pa veRnos matHao, ké fiesSHton.

Las voces gritaron que estaban en pensilvana y como buen cantautor, tenia la música perfecta en el radio-cola de su descapotao atómico (ahora tenia cohetes después de todo), asique encendio la radio y las imagenes llegaron a el, como si fuera the dhadow.

-Que mierda es esta, ¿Como puede hacer esperar mas de 5 segundos a que suene la musica?-Apenas había sonado la música y las imágenes se nitificaban cuando una vez mas se cargo, la nueva radio de su nuevo carro.

-Te voy a enseñar yo a morrearte delante de mi (:?), quiero decir... yo puedo hacer una canción de monstruo mucho mejor.-Carraspeo, echo un esputo llamado grl, y empezó a cantar, sin miedo, mientras continuaba con la marcha puesta (todo un portento, no parecía humano).

Todo un copy Rae, que quien lo escuchara sufriría del dolor, de eso, tener que escucharlo.

Ahora que Rayo McQueen era el espíritu animal locomotor de un animal, su mentalidad había dado un giro radical. Su principal misión era aconsejar sabiamente a Pe Jota Mackey en la aventura de la vida de La Gran Carrera, tal y como lo había sido la Abuela Sauce para él, y para ello le citaría fábulas aleatorias y moralejas crípticas y aparentemente profundas. Al lado de la estrella de Disney Pixar, Jorge Bucay sería un becario de esquelas, y el twitter de Debo Confesar Que sería un asco profundo lleno de chorradas. Algo que, por otra parte, ya era.

- Pe Jota, tú eres dueño de tu camino, y las ruedas de tu coche bananero son solo un instrumento hasta tus sueños ◕ ‿ ◕ -dijo con expresión sabia.

Tanta filosofada pedante no le hizo darse cuenta que habían llegado a Pensilvania, donde un especial de Halloween en la película les esperaba. En el currículum de Rayo ahora ponía como profesión principal "gurú espiritual" antes que "actor", pero como necesitaba el estratosférico dinero del premio del sueldo, accedió a continuar con el rodaje de Cars 4.

- Oh, aclamado director, muy hábil por tu parte el uso de una exprimida y recurrida parte de Halloween en el filme -en sus palabras no había resto de esa desagradable ironía que solía usar antes-. Mis luces antinieblas parpadean de la emoción de continuar con esta estupenda saga. ¡Viva! Veamos, así que la excelente escena va de halloween y vampiros, ensayaré mis expresiones de terror.

Rayo puso unas muecas que más bien eran de preocupación. Pero era un coche de Disney, y si en internet no parecían existir imágenes de "Rayo McQueen asustado", en la vida real tampoco y el coche que conduce sin conductor no tenía por qué ponerlas.

- "¡Vaya! ¡Unos malvados vampiros se han adueñado del Orfanato de la Velocidad donde reside el Pequeño Timmy! ¡Oh, noes! ¿Qué haremos? ¿Qué coche rojo protagonista de esta peli nos salvará?" -citó su texto con voz aflautada, mientras sus ojitos de luna miraban en ambas direcciones. A continuación, poniendo su voz de siempre, dijo amablemente a uno de los técnicos de colocar las tumbas y lápidas de atrezzo-: ¿Así está bien de dramatismo, queridos realizadores? ¿O debo poner más énfasis en mi interpretación? Estoy a sus deseos, nada es suficiente para la perfección de esta genial película.

Mientras decía estas cosas, seguía rodando, y golpeó sin querer a una de las calabazas del decorado, que fue a impactar contra Blácula, herido ya por unos disparos anteriores.

- No es mi intención cuestionar la magnificencia de este metraje, ¿pero no es muy adulto para una peli infantil colocar un conflicto bélico aquí, con vampiros y marmotas? Aunque si tú, director, confías en la escena, ¡yo lo haré sin dudar! ¡Muerte a los vampiros! ¡Viva la guerra!

Y dicho y hecho: Blácula quedó traspuesto por el calabazazo de Rayo, y los restos naranjas de la hortaliza dieron a dos perretes salvajes que ladraban alegremente por ahí.

Dejar Detroit atrás fue sencillo. Pero aguantar todo el viaje rumbo a Pensilvania escuchando la incesante cháchara iluminadora de Rayo McQueen fue un verdadero suplicio para el mono.

-IH IH IH UHUHHUHUHU AH AH AH IHIHIH IIIIIIIHHHHHHH!!!- el coche que no requería conductor hacía caso omiso de las protestas de Pe Jota y no paraba de evangelizarlo. Al principio intentó contraargumentar, pero la estrella de Disney no había participado de la filmación del Libro de la Selva -eso o se hacía el dolobu para no entender, como los chinos de los supermercados cuando tienen que darte el vuelto- por lo que sus chillidos cayeron en saco roto. Luego intentó taparse los oidos: probó con los dedos, con cera de abeja, incluso con bananas, de manera infructuosa. La aguda voz del maldito auto rojo penetraba hasta las barreras más gruesas que el mono había podido conseguir. Sacado de quicio, el homínido se arrepentía de no haber acabado con él en la largada, usando su lanzador de cáscaras de banana para hacerlo despistar. Tendría que haber hecho caso a su primera impresión de que la máquina parlante iba a convertirse en un verdadero dolor de testículos.

Harto de todo, comenzó a chillar con más fuerza y otra vez, la furia roja lo poseyó. -IIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHHHHHHH UHUHUHUHUH IIIIIIIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHH AHAHAHAHAH UHUHUHUHUH IIIIIIIIIIIIIIIIHHHHHHHHHHHHH -despistado, no vio que se salía de la carretera y que su termotanque comenzaba a aplastar todo lo que encontraba a su paso, metiéndose en el jardín del castillo donde se celebraba alguna especie de fiesta de fin de año. Lápidas centenarias quedaron reducidas a polvo, mausoleos cargados de gárgolas abrieron a la fuerza sus puertas, esqueletos variopintos debieron abandonar sus tumbas debido al temblequeo. Sin embargo nada de aquello importaba al mono. Había decidido que, si sobrevivía al choque con el siguiente monumento, acabaría de una vez con el insoportable personaje colorado.

Si había algo que todo buen americano amaba aparte del dinero, eran sus fiestas. Todas fiestas importadas. Al fin y al cabo eso era Estados Unidos, una amalgama, un crisol de culturas, donde se mezclan tradiciones de todos los conquistadores y ninguna de los conquistados. Pero este país que estaba recorriendo nº17 más bien parecía la costra que quedaba en el fondo de un caldero, nada homogéneo y sin embargo todo quemado e imposible de raspar. El sobrante, o más bien lo que daba sabor a las demás cocciones, con fiestas como aquel día de la marmota vampírica.

Mientras nº17 redujo su cuna de carreras a segunda marcha, muchos de sus billetes se acumularon y acabaron cayendo sobre una figura repulsiva que había sobre la acera. No era Zoraida, al fin y al cabo aún no se había convertido en el perfecto ejemplo de americana, crisol de fiestas entre fraternidades universitarias y acción de gracias, con una pava rellena por sus diez agujeros de sustancia mágica pegajosa; hasta que terminara la fiesta y el castillo acabara destruido eso no ocurriría.

La figura era una antigua putilla de los canales infantiles. Los billetes inservibles crearon un remolino, al más puro estilo hada azul dejando preñada a Cenicienta, y de aquella magia dolaril salió la andrajosa con un disfraz, dispuesta a fiestear, perrear y comer lápidas con sus labios inferiores.

nº17 volvió a acelerar, dejando atrás cualquier cosa que pudiese ocurrir.