Cuando me despedí, unos sentimientos raros se encontraron en mí, no sólo por que no sabía que no volvería a ver al anciano... si no por que sabía que era muy probable que nunca viese a ninguno de ellos.
Habían sido muchos años, los suficientes para saber que todos estaban llenos de potencial. Pero en mi caso, lo más probable es que jamás consiguiese la armadura.
Aunque los últimos rayos de sol que impactaron en mi cara cuando me despedía me hicieron pensar que, tan sólo un rayo diferencia la luz de la oscuridad.