Me acerco a Mikhail y haciendo una reverencia al Caballero de Cáncer, le ayudo a levantarse.
-Vamos, tenemos que ir a descansar, ha sido un día agotador - Aunque me daba la impresión de que lo que fuera que hubiese ocurrido con el Caballero de Cáncer no había sido nada bueno. -Además, mañana tendremos que partir temprano para cumplir la misión que nos han encomendado.
Antes de abandonar la sala hago una reverencia a cada uno de los caballeros en la sala. Era una costumbre de mi país natal que casi había olvidado tras tantos años pero me parecía que en este momento era apropiada.
Como supuse en un principio el tal Manigoldo, el caballero dorado de la constelación del Cangrejo, se llevó a Mikhail a algún lugar para que de esa forma pudiesen hablar sin tener cerca oídos indiscretos. Sin embargo, el grandullón de origen alemán no tenía buen aspecto, agotado, emocionalmente hablando. No fue difícil imaginar que había tenido que pasar algún prueba o similar, o que quizás las palabras que escuchó no fueron de su agrado. Quien saber, de todas formas preferí no preguntar, no era asunto mío.
Mikhail, como ya te ha dicho Ryu necesitamos descansar, nos espera un largo viaje y con total seguridad muy difícil. Todo descanso será bien recibido. - Le dijo tan serio como de costumbre. Y al igual que ha dicho camarada japonés, había sido un día largo, demasiado. Regresar al que fue nuestro hogar.. y verlo así...no tuve palabras que lo pudiesen describir.
Luego me dirigí al trío de santos dorados brevemente con respeto y una reverencia. - Y ahora sí, con vuestro permiso nos retiramos. Ha sido un placer haberles conocido y que nos hayan dedicado parte de su tiempo. Espero que en nuestro próximo encuentro sea para comunicar buenas noticias. - No tenía nada que hacer en la sala, así que finalmente me fui realmente agotado a varios niveles.
La visión, las palabras de Manigoldo, la sonrisa de Gertie... Maldita sea, todo era demasiado confuso. Sé que quiere ayudarme, de algún modo siento cómo el Santo de Oro confía en mí... pero mi interior, pese a sentir cierto alivio, aún se encuentra con una vorágine de sentimientos y emociones cruzados que tardaré en comenzar a asentar.
De éste modo, apenas soy capaz de más que una leve sonrisa agradecida para ambos, espíritu y Santo, antes de volver.
Cuando Ryu se acerca a ayudarme a levantarme, tomo su muñeca y me apoyo para recobrar la verticalidad. Miro alternativamente a los tres Santos de Oro. Fuese lo que fuese que fuese a pasar, la suerte ya estaba echada. Inclino mi cabeza con respeto.
Gracias.
Digo, escuetamente, antes de girarme para seguir a mis compañeros de un modo casi autómata, con demasiadas cosas en la cabeza como para permitirme perder el tiempo discutiendo, debatiendo o, en general, pensando en algo del exterior.
Los tres jovenes salen de la sala siendo observados por los tres santos de Oro. Ninguno dijo nada, sus caras no mostraban nada. O por lo menos nada que ellos pudieran ver. Aunque estaban en posición de firmes y los miraban con respeto. Lo cual era un gran honor.
Una vez fuera no fue dificil encontrar las cocinas, donde les dieron de comer. Una comida decente todo había que decirlo. Sobretodo después de lo que habían estado comiendo ultimamente. Raciones de viaje.
Después de comer fueron escoltados a unos barracones. Pero estaban ellos solos. No había nadie más. Los tres jovenes cayeron rendidos en las camas casi al instante, y se durmieron nada más tocarlas.
El descanso fue reparador. No podían recordar qué habían soñado, pero los tres tenían la sensación de que había sido algo agradable. Sus dudas y flaquezas se habían desvanecido. Estaban en perfecto estado para partir. Sus armaduras les esperaban colocadas fuera de sus cajas de transporte. Habían sido limpiadas y pulidas, y brillaban como si fueran nuevas.También tenian unas mochilas pequeñas preparadas. En ellas había comida y odres de agua. Y también algunas modenas. No demasiadas.
Estaban listos, tan solo tenían que partir.
Si alguien quiere decir algo puede hacerlo ahora. Que pasaremos a la siguiente escena.
Ahora que parecíamos todos recuperados, era el momento de hacer una pregunta que me corroía por dentro.
-Mikhail, ayer no quise preguntar porque parecías afectado, no tienes por qué responder si no quieres, pero ¿qué sucedió cuando desapareciste junto al Caballero de Cáncer?
¿Master que podemos hacer con las "modenas"? XD
No recuerdo bien cómo pero termino casi rendido en la cama... demasiadas emociones para tan poco tiempo.
Como sea nos despertamos, estoy listo, preparado para cualquier cosa que el destino desee bridnarme. De algún modo me siento mejor... más fuerte, más capaz.
La armadura está lista. La tomo y veo cómo Ryu se acerca a mí, le miro y le sonrío con mi más brillante sonrisa... de algún modo siento el corazón más ligero, aunque no lo comprenda del todo.
Fuimos al inframundo.
Y aunque no pierdo la sonrisa... sí puedo sentir un escalofrío ascender desde la base de la espalda. Se encuentran demasiadas emociones... pero tenemos una misión.
No tienes por qué preocuparte por mí, aunque gracias. Si tienes cualquier duda no temas en preguntar.
Si no sabes qué hacer, yo me encargo de ellas.
Con el estómago lleno y la comodidad de un lecho facilitaron la tarea de que acabase derrotado por el sueño, no obstante el alivio interno fue debido a la seguridad y paz del lugar, como si jamás hubiese existido la guerra. Aunque desde luego lo vivido continuó en mis pensamientos grabados a fuego continuaron en mi mente, no tuve ninguna duda que me acompañarían hasta el día de mi muerte sin importar que cayese en combate, o postrado en una cama debido al inexorable paso del tiempo.
Los rayos de un cálido solo iluminaron mi rostro, señal de que tenía que levantarme. Ignoré cuanto llegué a dormir, pero fue suficiente, la tensión de mi cuerpo y el estrés sometido a nivel emocional habían desaparecido. Sin duda el dicho de mañana será otro día tenía su veracidad. Incluso mi maltrecha armadura de bronce la encontré en mejor estado que nunca, incluso mejor que la primera vez que la vi.
Con la caja a la espalda, y con los utensilios, dinero y provisiones que necesitaría para el viaje no tardé en reunirme con mis compañeros de viaje, los leales Ryu y Mikhail, aquellos en los que más confiaba. No dudaba en absoluto de las capacidades del resto, sin embargo su ayuda fue decisiva en aquella batalla real junto con mi propio poder. En el punto de encuentro los vi hablando sobre lo ocurrido el día anterior con el caballero de oro, el tal Manigoldo. - He supuesto de que te sometieron a una especie de prueba bastante dura, pero no tengo atisbo de duda de que al verte, has conseguido sobreponerte de alguna forma. - Le dije al grandullón en tono serio, tan habitual en mi persona, no es que fuesen palabras amigables ni nada por el estilo, pero sí de ánimo en cierto modo, incluso se diría que de reconocimiento.
Una vez dicho aquello cambié a otro tema de mayor prioridad. - Asumiré que todos estamos listos, así que deberíamos partir cuanto antes. - Comenté a los dos. No vi necesario tener que despedirme de los vanagloriados caballeros de oro, no éramos más que unos novatos que apenas controlábamos el cosmos.